Por suerte la música poco tiene de matemática, pero sí que hay algunas “ecuaciones” que a la larga casi siempre acaban por cumplirse. Alguna de ellas tan simple como la que dice que el buen resultado de un grupo suele ser consecuencia de la calidad individual de cada uno de sus integrantes. Me refiero en este caso concreto a la banda que acompaña desde hace un tiempo a José Ignacio Lapido, que ha demostrado su calidad sonando conjunta y en la que ahora le ha tocado a su guitarrista, Víctor Sánchez, mostrar su solvencia como compositor.
No es el primero en embarcarse en una carrera en solitario lejos de la compañía del ex 091, Raúl Bernal bajo el nombre de Jean Paul ya lo ha hizo, con una demostración de calidad de por medio, dicho de paso. Precisamente él es uno de los músicos que completan (también estarán Antonio Lomas y Miguel López) el cartel de este disco debut que lleva por título el llamativo y premonitorio “Yo Quemé a Gram Parsons”.
Seis son las canciones que forman este EP que en lo musical se mueve en ese tipo de sonido habitual a finales de los años sesenta y primeros setenta en el que el folk, el pop, el rock y cierto estilo de psicodelia dan forma a una ambientación embriagadora que envuelve al oyente. En consonancia con ese sentido musical los textos se retroalimentarán con él, siendo la melancolía y el paso del tiempo elementos recurrentes en las composiciones.
La nostalgia será un elemento que se filtre por cada nota en canciones como “El Rescate”, altamente instrumentada y con una exquisita letra que en su aparente sencillez reside su mérito (Y al irse el sol la tierra olerá a incienso / Llega la lluvia ¿por qué no vamos a su encuentro?), en la más sobria pero repleta de intensidad “Una Razón de Fe” o en “De la Paz”, sujeta por una incipiente guitarra acústica. Composiciones todas ellas que aparecen iluminadas por los fogonazos de músicos como Bob Dylan, George Harrison e incluso los Beach Boys.
Un incremento en cuestión de melodía pop-rock se hará patente en “El Contrato”, donde se puede ver la influencia del propio José Ignacio Lapido, que por cierto colabora con su guitarra en el tema. En lo que podríamos calificar como el otro extremo se sitúa “Entre Hilos”, con un tono totalmente onírico y en la que se suceden diferentes imágenes. “Níscalo” es una de esas canciones que rápidamente imponen su calidad: Es la más lenta de todas ellas y posiblemente la que consigue calar de manera más profunda, y si los teclados de Raúl Bernal han estado presentes en todo el disco, aquí alcanzan un papel esencial.
Víctor Sánchez ha demostrado, por medio de esta pequeña muestra (en cantidad), que su profesión es también la de hacer canciones y que lo sabe hacer a la perfección. Repletas de una identidad propia, sujeta a influencias como le pasa a todos, y de un aroma evocador muy atractivo, tras su escucha sólo se puede esperar que éste sea el primer paso de una carrera alargada en el tiempo.
Kepa Arbizu