Los críticos/periodistas musicales son muchas veces el blanco de muy diversas recriminaciones. Una muy común es que a su labor sólo se llega por la frustración de no haber podido ser músico. Al margen de lo veraz o no de la afirmación, hay ejemplos que perfectamente podrían tirarla por tierra. Uno de ellos es el de Kike Turrón, quien se mueve (en múltiples ocasiones acompañado de Kike Babas) por los dos ámbitos (y en alguno más como el de la literatura) sin ningún prejuicio y con una total solvencia.
El madrileño acaba de editar un disco titulado “Por Tuberías”, resultado de un proyecto personal pero en el que se ha hecho acompañar de Amparo Carmena, Kurro y Carlos “Saurón” y al que ha bautizado como Turrones. Hay algo en su manera de entender la música que siempre ha estado en cada uno de los proyectos en los que ha participado (King Putreak, Huevos Canos): se trata de esa tendencia innata de agregar a todos los estilos que interpreta, que son muchos aunque siempre con un acento claramente rockero, un tono arrabalero (en el mejor sentido de la palabra) y canalla. Una evidencia que también se hace patente en sus letras, que se sitúan en ese continuo que podría ir desde Charles Bukowski a Rosendo.
Todas estas caracteristicas, aparecen, obviamente en este trabajo y posiblemente lo hacen de la manera más lograda que hasta ahora se ha visto en la carrera de Kike Turrón, porque a pesar de la heterodoxia evidente que maneja, el disco suena, y transmite, de una forma muy unitaria y contundente. Algo en lo que seguramente tenga que ver la aparición del productor Juanjo Pizarro, responsable habitual del sonido de Reincidente por ejemplo
Todas estas caracteristicas, aparecen, obviamente en este trabajo y posiblemente lo hacen de la manera más lograda que hasta ahora se ha visto en la carrera de Kike Turrón, porque a pesar de la heterodoxia evidente que maneja, el disco suena, y transmite, de una forma muy unitaria y contundente. Algo en lo que seguramente tenga que ver la aparición del productor Juanjo Pizarro, responsable habitual del sonido de Reincidente por ejemplo
La influencia de la música negra también acabará por adaptarse al peculiar universo de Kike Turrón, cosa que sucederá en uno de los momentos más logrados del disco como es “Paraguas” que transmite un aura más siniestro. “Calientes y Crujientes (Nos Van a Zampar)” sigue ese mismo sentido pero esta vez con un tono más cercano al jazz-swing en la que incluso adapta su voz a la típica de esas melodías. “Setenta Tresillos”, y su original visión del ocaso de las relaciones, bebe por igual del blues que del tango, estilo este último el que decide tomar para versionar a Tom Waits en “Tentados”.
Pero que este disco está basado en buena parte en el músculo de su s guitarras lo demostrarán temas como el oscuro “Hasta las Cejas”, que se mueve por esos terrenos habituales en Javier Corcobado cuando se pone eléctrico, o en los dejes punk y desvergonzados (sujetos también a los cambios de ritmos) que aparecen en “El Chungo” o “La Garganta Rugirá”, ésta especialmente contundente, también en su letra (“¿Cómo mantenerse limpio en un barrizal?”). En un sentido más relajado e íntimo, recordando a Josele Santiago, suena en “Parques de Mi Barrio”, en la que mira con nostalgia y de forma clara y directa (algo no habitual en la mayoría de las composiciones) sobre la infancia.
“Por Tuberías”, haciendo honor a su título, transita por las interioridades del ser humano, por sus sentimientos, muchas veces en conflicto, y lo hace con todo las posibilidades que da el lenguaje, lo que incluye obviamente su lado más coloquial. En lo musical los estilos se difuminan unos con otros hasta dar vida a un muy especial y particular sonido, repleto de rock and roll pero también de la honestidad y naturalidad que da sentir la calle. Una mezcla explosiva, sorprendente y sobresaliente.
Kepa Arbizu