Existen pequeñas localidades que, sin poseer a priori unas cualidades específicas aparentes, se convierten en auténticos epicentros musicales. La localidad vizcaína de Getxo es uno de esos lugares. En los últimos años no han dejado de salir de allí muy diferentes bandas o artistas. Uno de ellos es Daniel Merino, que tras pasar por grupos como Smile o Rubia, ha consolidado una muy interesante carrera en solitario.
Recientemente ha editado su cuarto disco, “El Placer De No Hacer Nada”, que es un nuevo paso, y hasta el momento el más sólido, en su idea de acercarse a los sonidos del folk y el rock tradicional. Estamos, tal y como se puede desprender de su portada (aparece él en un estampa bucólica sentado plácidamente sobre un coche en medio de la nieve), ante su disco más “americano”.
En la consecución de dicho objetivo no hay que olvidar la labor del productor (también ha intervenido tocando algunas guitarras y similares), Hendrik Röver (Los Deltonos), que ya empieza a consolidarse en estas labores como un “gurú” de este tipo de sonidos ya que entorno a sus estudios de grabación (Guitar Town) se están fraguando una buena lista de trabajos en esa dirección.
Pero cuando hablamos de que este nuevo disco de Daniel Merino es profundamente clásico en lo que respecta a la música (de raíces), no lo es menos en cuanto a las temáticas que trata, siempre desde esa perspectiva personal, trufada de ironía pero que no rehúsa a lo reflexivo. Algo por ejemplo visible en ese enfrentamiento contra lo establecido, ya sea desde el hedonismo de “Diferentes de los Demás”, puro sonido norteamericano en la tradición de Springsteen o Elliot Murphy con gotas de la melancolía de Lapido, o desde el convencimiento de elegir uno su propio camino en “Un Hombre de Provecho”, donde da rienda suelta a sus virtudes vocales en un contexto folk más melódico. “Como Dos Delincuentes” se sitúa en un aire más country en el que predomina un ambiente más nostálgico, apoyado por la delicada y precisa pedal steel que ejecuta el propio Röver. Características que asoman también por “El Placer de No Hacer Nada”, un bello canto a la huida del mundanal ruido.
La parte con una mayor presencia de las guitarras eléctricas, y en consonancia con un incremento de ritmo, llega con temas como “Mi Futuro Yo”, uno de los más movidos del disco, o “El Día del Asalto al Tren”, más reposado y en el que también se deja ver la influencia de clásicos del rock americano como Tom Petty o John Mellencamp y en la que asistimos a la presencia de un personaje icónico como es el de la “femme fatale”. Los inconfundibles riffs “stonianos” serán la base musical para “Si Me Dan a Elegir”, una reafirmación sobre el modo de vida elegido.
Pero en este nuevo disco predominan los ritmos más reposados y/o reflexivos, los que volverán a asomarse en temas como “Certezas Absolutas”, puramente acústico y a medio camino entre Los Secretos o Los Madison o “En la Oscuridad”, que comparte ese tono melancólico de algunas composiciones de Jackson Browne.
Con este nuevo trabajo Daniel Merino pone su piedra más firme en la constatación de que estamos ante un músico que asimila a la perfección esa tradición clásica de los “songwriters” pero que además es capaz de presentarla bajo un discurso propio y de calidad, algo que es siempre un valor a ser reivindicado.
Kepa Arbizu