La segunda jornada del festival venía marcada indefectiblemente por la actuación de dos clásicos de nuestros días, por un lado el regreso de Steve Wynn y sus Dream Syndicate y por el otro The Jayhawks con sus dos cabezas visibles (Olson y Louris) reunidas de nuevo. Antes de que llegar a ese momento mágico, hubo tiempo para disfrutar de un par de actuaciones que sin la máxima audiencia todavía congregada, dejaron un excelente sabor de boca.
Tuvo mucho de especial el concierto de la WOP Band, ya que se trata del grupo de Mikel Rentería, promotor junto a su mujer Mirentxu de este festival (nacido a raíz de la enfermedad de su hijo Jontxu). Un grupo que mostró su valía sobre todo a la hora de saber manejarse por todo el abanico de posibilidades que ofrece el rock. Así tiraron de épica a lo Springsteen (“Walking on the Sun”), jugaron con el blues (“Sonríes Poco” ), emocionaron acompañados de Gari (ex Hertzainak) en “Sigue Pintando” y pusieron todo el clasicismo americano con “Half my Life”.
Tuvo mucho de especial el concierto de la WOP Band, ya que se trata del grupo de Mikel Rentería, promotor junto a su mujer Mirentxu de este festival (nacido a raíz de la enfermedad de su hijo Jontxu). Un grupo que mostró su valía sobre todo a la hora de saber manejarse por todo el abanico de posibilidades que ofrece el rock. Así tiraron de épica a lo Springsteen (“Walking on the Sun”), jugaron con el blues (“Sonríes Poco” ), emocionaron acompañados de Gari (ex Hertzainak) en “Sigue Pintando” y pusieron todo el clasicismo americano con “Half my Life”.
A continuación, y con un progresivo calentamiento del ambiente, aparecieron los madrileños The Right Ons, con un estado de excitación continua y desprendiendo adrenalina y una gran complicidad con el público. Una actitud que pide necesariamente su música, un rock and roll con tintes de música negra como quedó patente en “Take it Easy”. Se acercaron a las melodías soul en “Time Will Tell” o en la pegadiza “There She goes”, desplegaron todo su potencial con el funk desbordante de “Tell me ‘Bout the Good Times” y el hard
rock bluesero de “Purple Neon Lights”.
rock bluesero de “Purple Neon Lights”.
Y llegó el gran momento. Los norteamericanos Dream Syndicate aparecieron sobre el escenario. A veces no es fácil explicar con palabras las sensaciones o emociones que uno siente en determinados conciertos y terminan sólo por entenderlo aquellos que han compartido esa experiencia. Dicho de otra forma, muchos de los allí congregados tuvimos la sensación de que en un tiempo podríamos decir aquello de “yo estuve allí”.
El grupo regresaba a los escenarios con motivo del XXX aniversario de su disco más importante, “The Days of Wine and Roses”. Su fama la han conseguido a base de esa elegancia innata en Wynn mezclada con la desazón que transmite su música. En esta vuelta su sonido se ha electrificado más y no existe rubor ninguno si se trata de alargar su desarrollo. Algo que en parte es logrado por la labor de Jason Victor y su actitud encendida en el escenario y sus juegos con la guitarra solista.
La propuesta de la banda siempre ha sido ir directo a las emociones del oyente, cosa que en vivo se expresa de una forma más contundente. No hay más que observar la profunda “Tell Me When It’s Over” o las demostraciones de su “americanismo” más oscuro por medio de la acongojante “Boston” o “Medicine Show”. Grandes melodías transmitieron “Burn” o la bluesera, con su estribillo contagioso, “Until Lately”. Con una intensidad casi trágica interpretaron “Definitely Clean”o la espectacular “The Days of Wine and Roses”, a las que hay que añadir la descontrolada “John Coltrane Stereo Blues”.
Como se suele decir tras la tempestad llega la calma. Y que mejor ejemplo para mostrar otra cara de la música, y por extensión del ser humano, que los Jayhawks y su sonido apacible y embriagador, que conoce su máximo exponente con la cohesión entre Gary Louris y Mark Olson, ambos reunidos de nuevo en este año con su nuevo disco “Mockingbird Time”, al que se acercaron en diferentes momentos como en “Closer to your Side”, “She Walks in So Many Ways” o “Cinnamon Love”.
Esa mezcla de voces y ese ambiente entre el pop y el folk más bucólico lo consiguieron con “Red Song” o “Two Hearts”. También hubo un leve acercamiento al country en el que destacó la excelente versión de “Sin City” original de The Flying BurritoBrothers. Los momentos más emotivos, tanto por las propias composiciones en sí como por el lugar que tienen en el corazón de sus seguidores, fueron “Blue”, una de esas canciones que se ha convertido en historia del rock, “Waiting for the Sun”, “I’d Run Away” o “Bad Time”. Todas ellas ejemplos perfectos de la sensación cautivadora
que el grupo extendió por todo el pabellón.
que el grupo extendió por todo el pabellón.
Muy difícil la tarea que se le había encomendado a Soul Asylum. Tras la tormenta y luego el arco iris musical que se vivieron momentos antes, era difícil conseguir la atención del público, que tras las pasadas emociones y ya siendo colofón a dos largos días de música, estuvo algo más disperso. Se trata de una banda que estuvo integrado dentro del grunge pero que tanto por época, un poco anteriores, como por su estilo, sobrepasaban los límites de ese movimiento.
Precisamente este directo sirvió para mostrar esa heterodoxia, que les hacía saltar de la energética “Gravety” a ritmos realmente lentos y sensibles como “Without Trace” o “By the Way”, pasando por otros intermedios como “Misery” o descolgarse con una versión de los punks Generation X (“Your Generation”) para volver a mostrar músculo con “Somebody to Shove”.
Texto: Kepa Arbizu
Fotos: Lore Mentxakatorre