Si damos por válida la definición de “músico de culto” como aquel que goza de una admiración minoritaria, batallando siempre desde los márgenes de la historia oficial o habitualmente amplificada, el gijonés Ángel Kaplan parece ser el primero entre todos ellos. Al menos en lo que concierne al pop facturado en nuestro país en los últimos tiempos. En primera línea o en segundo plano, a menudo ni siquiera detectado por el radar de los mal llamados medios alternativos, Kaplan va trazando poco a poco una trayectoria sin pasos en falso.
Como bajista, formó parte del núcleo de Doctor Explosión que grabó y rodó en directo el álbum “!!Chupa Aquí!!” (Discos Perrotti / Boomerang, 2009), consolidándose al mismo tiempo como miembro permanente de la legendaria banda americana de garage revival The Cynics. Desde hace más de una década, dirige también las riendas de Bubblegum, proyecto power pop en el que ha ido afilando su talento como compositor, absorbiendo y concretando en una discografía aún en curso su profundo conocimiento del género. Por si fuera poco, comienza a atesorar obra potente bajo su nombre: tres referencias hasta el momento, de limitada edición en vinilo, que esconden un exhaustivo trabajo de asimilación que se hunde en las sonoridades del pop de cámara y la psicodelia rebajada de ácido. Una acotación imprecisa, en cualquier caso, teniendo en cuenta el fértil sustrato de una colección de canciones que se adivinan llenas de pliegues.
“Transparent Dayze” (Lost Recordings, 2009), mini-LP autoeditado, marcó la pauta de un método de grabación basado en el apoyo instrumental de un grupo de confianza, escogido entre habituales de la escena musical asturiana, con Jorge Explosion o Mike Mariconda (antiguo miembro de Devil Dogs o Raunch Hands) como núcleo duro. El resultado: seis canciones con reminiscencias del mejor pop clásico, con Zombies o Honeybus a la cabeza, revestido con sutiles apuntes de viento y cuerda.
Editado el pasado mes de mayo por el sello Sunny Day Records, con una tirada de quinientas copias, “Pictures From The Past” se presenta como algo más que el esqueje en larga duración de aquel primer 7”: es una ampliación mejorada en sus recovecos y filigranas. Un disco sobre el que resulta tan difícil pasar sin disparar las hipérboles como codificar en él una lista cerrada de influencias. Usando un amplio arco temporal, probablemente no nos equivoquemos al localizar ascendientes en Curt Boettcher, el gran arquitecto del sunshine pop, pero tampoco en Badfinger, Big Star, Beachwood Sparks o Elliott Smith, con quien Kaplan parece tocarse tangencialmente en las atmósferas de “Hunting Dog” o “Dreams For The Night Before”. El problema es que esta separación por piezas, el vicio por descifrar el mecanismo de algunos discos, puede terminar desviándonos de la evidencia de que un álbum habla siempre por sí mismo. Y aquí, más allá del hecho de encontrarnos ante el gran puzzle de un apasionado de la música pop, hay un trabajo autogobernado por sus muchos hallazgos melódicos. Cada uno encontrará sus detalles favoritos: el efecto e-bow que va y viene en “Like a Ragged Old Puppet”, el trombón que irrumpe tímidamente en “Ridiculous Love Song”, o el amago de tormenta eléctrica que asoma al final de “Dreams For The Night Before” son sólo unas pocas de sus muy brillantes soluciones.
Disco muy calculado, juega en su favor el hecho de ajustarse a un viejo estándar: diez canciones en apenas veinticinco minutos, sin que ningún elemento se antoje superfluo, y con el añadido de venir empaquetado en una de esas cuidadas ediciones fin de raza. Por cierto, ¿no recuerda su portada, con esa bonita foto coloreada de la gijonesa playa de San Lorenzo, a las de los primeros álbumes de Rain Parade?. Ah, de nuevo ese viejo vicio…
Por: Carlos Bouza.