Charlyn "Chan" Marshall, alias Cat
Power, presenta en sociedad su noveno disco de estudio, “Sun”. Pone así fin
a cuatro años alejada de los estudios de grabación (que se podrían fijar en
seis, pues “Jukebox” (2008) se compuso en parte de covers grabados en diferentes etapas) y deja atrás una etapa de
contrastes donde el amor y la maternidad no han erradicado totalmente sus ya crónicos
problemas con el alcohol y episodios psicóticos, lo cual generó su abandono
de los escenarios y la vida pública.
Varios son los cambios perceptibles
en su vuelta. Unos son apreciables a simple vista, pues “Chan” Marshall
muestra ahora un look marcado por un radical corte de pelo, así como un disco
de nombre y portada luminosa y optimista. Otros cambios se encuentran cuando “Sun”
comienza a arrojar track by track
melodías y letras atrevidas y potentes, siendo destacable sus fuertes mensajes
y reflexiones, que van desde la parcela personal a la social y desde los problemas
más profundos a la extremada crítica de lo superficial (“real life is ordinary...sometimes you gotta do what you don’t wanna do to get away with
an unordinary life”). Todo
ello con un cuidado uso de los coros, las voces redobladas y en especial de los
sintetizadores, que son aquí vía y marco de un espíritu contemporáneo y moderno.
Gran parte de culpa la tiene Philippe Zdar,
miembro del grupo francés Cassius y
autor de remixes de bandas consagradas como Depeche Mode o
Björk.
Lejos de la chica tímida de los 90 que
se abocaba al folk de perfectas melodías y al original uso de sus cuerdas
vocales, encontramos a una “Chan” Marshall que canta,
recita, rapea y se libera de la cadenas marcadas por lo políticamente correcto.
“Sun” trata de ser un punto y aparte en la vida de la artista (que no en su carrera profesional) y presenta un nuevo ciclo marcado por la luminosidad, la impureza, el rupturismo y la industria (en su sentido
mecánico y no económico), reflejando en su trabajo el mundo globalizado y autodestructivo en el que vivimos (siendo “Ruin” uno de los cortes que mejor sintetiza lo dicho, aunque
también encontramos “Peace and Love”, “Cherokee”,
“3, 6, 9”).
Sin embargo, las guitarras, la
percusión tradicional y las líneas de bajo no han desaparecido, sólo se han
reconvertido con el objetivo de crear un producto original como bien demuestra “Silent Machine”, auténtico resumen de
rock electrónico, mensaje crítico y espíritu independiente (maternidad,
culpabilidad y mentira componen su mensaje). Similares en concepto son “Real Life” o “Human Being”, pues son temas que nos pone los pies sobre la tierra y nos
hace preguntarnos sobre nuestro origen y fin, como bien queda reamarcado en la segunda con un repetitivo estribillo
“you are a human being” que acaba por
clavarse en nuestro cerebro.
La electrónica y las voces
remezcladas que marcan el disco también aceptan la introducción del espíritu delicado,
profundo y minimalista que han marcado parte de la trayectoria de la cantante de
Atlanta. Destacamos aquí “Manhattan”
y la genial “Nothin’ but time”, donde
se ve acompañada por la profunda y grave voz de Iggy Pop.
En definitiva, estamos ante uno de
los discos del año, que presenta tanto el renacimiento de una de las artistas
norteamericanas de mayor influencia en la música independiente
(y por qué no decirlo femenina) de la actualidad, así como con 11 cortes que amenazan
con engrandecerse según pasan las escuchas, hasta lograr situarse muchos de ellos como parte de las cotas de una artista, cuya carrera parece no tener techo.
Rubén López