Little Feat fue uno de esos grupos que a pesar de su innegable calidad quedó algo supeditado por la efervescencia de algunas bandas que apuntalaban ya su camino a mitos durante la década de los setenta. Un rock el de estos angelinos, abierto a diferentes matices (algo habitual por esa época), que destacaba principalmente por su elegancia.
La formación que presentan en la actualidad es prácticamente la misma que reemprendió a mediados de los ochenta su carrera tras el parón lógico que siguió al fallecimiento de Lowell George, quien militó durante la, sin duda, época más representativa, y de mayor calidad. Algo que no significa que su “vuelta” no esté plagada de buenos momentos y ecos de esa gran manera de entender el rock que siempre han poseído.
“Rooster Rag” es su nuevo disco tras casi diez años sin novedades musicales, desde aquel “Kickin’ It at the Barn”. Evidentemente en esta ocasión cuentan con la falta de Richie Hayward, muerto en 2010. Hay que señalar que en varios temas, Robert Hunter, ex Grateful Dead, hace las funciones de coautor. No será la única colaboración de lujo que se dé en el álbum, ya que Larry Campbell toca el violín en un par de canciones.
Si había alguna duda respecto del estado de forma del grupo, escuchando “Candy Man Blues”, versión del tema de Mississippi John Hurt que transforman en un blues rock bailable, muy luminoso y en el que se aprecia el sonido típicamente de Nueva Orleans (idea que llevaron acabo magistralmente en el pasado en su “Dixie Chicken”), se disipan todas ellas. Por esos mismos derroteros se mueven “Jamaica Will Break Your Heart” y “Mellow Down Easy” (original de Willie Dixon), interpretada esta por la voz rugosa de Sam Clayton.
Un estilo, el blues, que acometerán de manera más contundente en “One Breath At a Time” y sobre todo en “Just a Fever”, en el que aparece en forma de boggie y mezclado con el hard rock, situándose a medio camino entre Lynyrd Skynyrd y ZZ Top. El country, de esa forma arrastrada y polvorienta en que lo ejecutaban los Grateful Dead, es el camino que toma “Rooster Rag”. Con un sonido en el que intervienen también el rock o el blues, y con un tono más épico, nos encontramos con “Salome”. No es de extrañar, viendo el aroma que desprenden ambas, que haya intervenido en la composición Robert Hunter.
Con “Church Falling Down” consiguen crear un ambiente de los más sugerente incorporando al blues- folk esencias gospel, donde se pueden escuchar mandolinas y órganos por igual, dándose cita las influencias de Los Lobos y Blind Boys Of Alabama. Todo ello proporciona uno de los momentos cúlmenes del disco. Más cruce de estilos, en este caso es el turno para una melodía meditada y jazzística como “Tatooed Girl”.
“Rooster Rag” supone el regreso de la banda californiana con material nuevo después de casi una década. Un hecho siempre arriesgado y peligroso pero que una vez visto el resultado supone lo contrario. No hay riesgo de que este trabajo desbanque a sus grabaciones míticas pero sí que estamos ante unas composiciones que suenan realmente bien y que destilan la esencia del grupo, y eso es toda una buena noticia.
Kepa Arbizu