Es norma habitual que cada cierto tiempo, casi de forma cíclica, en conversaciones que uno mantiene con amigos interesados de una u otra manera en el rock and roll patrio, acabe apareciendo de forma casi inevitable el tema del escaso interés y respeto que en este nuestro país se ha tenido desde siempre por ciertas figuras, nombres claves que en su momento ejercieron como precursores de un género musical que para muchos de nosotros se ha convertido casi en un estilo de vida.
Entre los casos más flagrantes de este doloroso ninguneo histórico se podrían citar al azar infinidad de artistas. A la cabeza se me vienen de sopetón un gran número de solistas y bandas, algunos tan importantes como Bruno Lomas, Los Sirex o Lone Star. Como decimos se podría hablar de infinidad de grupos, pero de entre todos aquellos con los que hay una deuda adquirida aún a saldar un servidor siente especial cariño y admiración, como le ocurrirá a muchos de nuestros lectores, por los miembros de Burning, protagonistas del libro que hoy nos ocupa.
“Burning. Madrid”. Ese es el acertado título que ha escogido Alfred Crespo, autor de la obra, además de co-director de la revista “Ruta 66” y alma mater que se esconde tras el proyecto editorial “66 rpm”, para dar vida a una biografía que en sus propias palabras “No pretende ser el libro definitivo sobre Burning”, pero que sin embargo recorre a la perfección, a través de la voz de protagonistas y amigos personales de la banda, la historia completa de uno de los grupos pioneros y fundamentales a la hora de plantear letras de rock en castellano con una actitud y chulería innata.
Más de doscientas páginas en las que se narra el nacimiento y la existencia de Burning a través de los testimonios que aportan desde mánagers a periodistas, pasando por compañeros de profesión cercanos en andanzas vitales, hasta los propios miembros de la banda, de históricos como Johnny Cifuentes o Quique Langstrum a muchos de aquellos que han formado parte de la misma de manera más reciente, sirviendo a la perfección para reflejar lo que ha sido y es la azarosa trayectoria de esta mítica formación, tanto en lo personal como en lo profesional, siendo a la vez un claro reflejo que sirve para ver cómo funcionaban las cosas a nivel de infraestructuras y de compañías musicales en España no hace mucho tiempo atrás, algo realmente alarmante si se pone en relación con la clara involución que parece plantearse en este aspecto de unos años a esta parte.
En el apartado crítico debemos señalar que se echan a faltar una aportación mayor de opiniones de elementos fundamentales de la banda como Pepe Risi o Toño, algo que a todas luces es imposible de conseguir actualmente, al menos de viva voz, pero que una mayor labor de hemeroteca hubiera ayudado a paliar sin lugar a dudas enriqueciendo aún más la calidad de la obra.
También, y quizás más por afán meticuloso del que suscribe que por otra cosa, uno puede llegar a echar de menos la opinión de algunos compañeros históricos de andanzas primerizas de los Burning, tal es el caso de Jaime Urrutia o Edi Clavo, ex –miembros de Gabinete Caligari, los cuales en declaraciones públicas y privadas siempre se han desecho en elogios y cariño hacia los miembros más míticos de la formación y muchas de sus canciones, declarándose fieles seguidores de las mismas y continuando en cierta medida una forma de hacer rock a la madrileña en la que uno también puede incluir a Leño o Los Enemigos, por citar un par de ejemplos que sí aparecen representados en diversos pasajes de “Burning. Madrid” en las figuras de Ramiro Penas, Josele Santiago o Fino Oyonarte, algo que también ocurre con otros fieles pupilos de la banda en este caso llegados desde Barcelona como son Loquillo o Sabino Méndez.
Dejando de lado ese pequeño par de salvedades, desde “El Giradiscos” podemos afirmar que nosotros también compartimos las palabras de Oriol Llopis, prologuista del libro, al afirmar que este es el libro “refinitivo” sobre la historia de Burning. Y lo es por muchos aspectos. Porque Alfred Crespo no contento con hablarnos del más mínimo detalle dentro de la historia de la banda, también se aventura en la medida de los posible a la hora de destapar el presente relativamente incierto que sufren Burning, a merced del fallido proyecto de Johnny a la hora de editar un álbum conjunto con Leiva, ajeno por supuesto a su marca de toda la vida; y también lo es porque nos anticipa la que será próxima prueba de fuego para ellos en forma de un nuevo trabajo que se está mezclando en estos días y que será la enésima batalla a librar para un nombre histórico del rock patrio que dicho sea de paso nada tiene que demostrar.
Pero por encima de todo eso nosotros vamos a loar y aplaudir esta obra porque este es un trabajo realizado desde el cariño de un fan, no de un periodista reputado que también lo es, que en un acto de justicia poética, y valga la redundancia, quiso realizar un acto de justicia contándonos la historia de la banda de rock más puramente stoniana, chula, atrevida y noble que un día paseo su palmito por estos lares. Y esos no son otros que los eternos Burning.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com