Red House Painters nacieron durante la década de los noventa, es decir, en plena época “grunge”. A pesar de eso la banda se movía en otro tipo de territorios, en este caso cercanos a un rock profundo y reflexivo-dramático. Su líder era Mark Kozelek, el mismo que ahora conduce esta nueva etapa, que acaba de ver editado su quinto capítulo, llamada Sun Kil Moon.
En este proyecto de exótico nombre (sacado de un púgil coreano) le acompañan Anthony Koutsos (también compañero en la anterior banda), Tim Mooney (American Music Club) y Geoff Stanfield (Black Lab). Musicalmente estamos ante una continuación y no ante una ruptura radical con su pasado, cambia algo el envoltorio, más pausado e íntimo, pero la idea esencial sigue inamovible.
Este nuevo álbum, editado por el propio sello creado por el músico, Caldo Verde Records y titulado “Among the Leaves” en referencia a una novela de John Connolly, ha sido grabado casi íntegramente con guitarra clásica, lo que significa que todavía ese lado acústico y reposado se hará más patente. El folk, presentado con una amplia paleta de tonalidades y ambientaciones, será el elemento central de un trabajo en el que la nostalgia y cierto sentido del humor se dan de la mano.
La música de Mark Kozelek, y más todavía en este su actual andadura, no se anda por las ramas ni por lugares vacuos, sus composiciones buscan impactar directamente contra el alma humana (habitada muchas veces por el dolor). Para ello cuenta con una arma muy importante como es su voz, que se desliza suave y penetrante. Los paralelismos con Nick Drake son obvios, tal y como se puede observar en “Sunshine in Chicago”, en la que relata con dosis de ironía la forma en que se ha transformado su vida “en la carretera”, que también tiene gotas de esa luminosidad que se encuentra en las composiciones de Cat Stevens. Una sensación que se hace más patente en la relajada y apacible “The Moderately Talented Yet Attractive Young Woman Vs. The Exceptionally Talented Yet Not So Attractive Middle Aged Man”.
La forma en la que el músico norteamericano llega a atrapar, o hipnotizar si se prefiere, a sus oyentes se manifiesta por medio de diversas caras: el tono angustiado y levemente psicodélico de “That Bird Has a Broken Wing”; lo sosegado al estilo de M Ward en “Young Love” o la sorprendente “Elaine”, que esconde diversos ritmos, del folk bucólico al tono fuerte de blues tenebroso en la que atrona su profunda voz en primer término.
El hecho antes comentado de que la construcción de los temas de este disco han sido principalmente con guitarra clásica dejará su huella en algunos temas de forma sorprendente. Son el caso de “Track number 8”, otra reflexión cínica sobre el mundo de los “cantautores” y “Black Kite”, en los que el andamiaje musical de ambos recuerda más a una suite clásica que al pop.
La canción que da nombre al disco será curiosamente la que contenga una melodía con más ritmo, dentro de los parámetros del disco y del intérprete, y la que también posea mayor instrumentación. La “rareza” del disco, por aquello de que suena electrificada, es “King Fish” que retrotrae a épocas más “grunges”, por el sonido grave y oscuro, pero sobre todo deja ver la influencia de Neil Young.
“Among the Leaves” supone otro ejemplo de la hondura que acompaña a Mark Kozelek a la hora de dar forma a sus composiciones. Un disco que acomete desde lo acústico, lo sobrio y reposado una forma de retratar (la ironía y lo humorístico aparecen en primer plano como nunca) la nostalgia y melancolía que supone el paso del tiempo, representado en él principalmente y en el mundo de la música, pero aplicado a todo ser humano y condición.
Kepa Arbizu