Rubén y Leiva partieron la banda en dos para a principios de este año publicar cada uno su disco sin el otro. Así emprenden nueva carrera por separado dejando en standby a Pereza. Ahora inmersos en sus nuevos proyectos, en sus respectivas promociones y giras de presentación de “Lo que más” y “Diciembre”, pero con la fecha del viernes pasado en mitad de todo. Al parecer no pudieron cancelar y se sirven de la ocasión para hacer una momentánea despedida ante su multitudinaria legión de seguidores en Madrid. El lugar es la gigantesca plaza de Vistalegre, con enlace directo desde Alameda de Osuna mediante la línea 5 de la red de metro de Madrid.
La duda antes del concierto era un poco si la relación entre Rubén y Leiva se ha enfriado tras la “ruptura”, o si por el contrario, mantienen la química que siempre demostraron sobre los escenarios. Mucho se ha hablado acerca de este momento que atraviesa la relación entre los dos Pereza, aunque los dos protagonistas siempre aseguraron mantener la amistad, habiendo partido por el momento la relación profesional, pero manteniendo siempre la relación personal que les une desde hace ya tantos años.
Las dudas se disiparon desde el primer momento, justo antes de comenzar el concierto la casualidad se asoma cuando desde el foso de fotógrafos se escucha un grito al estilo de vestuario de futbol desde la parte trasera del escenario, no puedo evitar asomarme, para encontrar a Rubén y Leiva con algunos de sus músicos y junto con Paco López (Manager de la banda) compartiendo sonrisas y abrazos justo antes de subir a las tablas.
Una vez se encuentran sobre el gran escenario de la plaza de toros madrileña comienza un imparable recital para deleite de las miles de personas que llenaron hasta el ultimo rincón de la plaza. Increíble ambiente. Viendo lo que estaba sucediendo nadie pensaría que estos dos tipos han cortado lazos para dividirse. Incansables y con ganas de Pereza rugen las 12.500 gargantas que se congregan para ver el que probablemente sea el último concierto del dúo, al menos durante un buen tiempo.
A mitad de concierto Leiva resalta el mensaje de una pancarta “Pereza somos todos”. Cada canción al empezar es recibida por un murmullo colectivo que celebra la recepción, sea la que sea, cada tema es coreado por la multitud con una energía inagotable y desbordante. Las canciones de Pereza en muchos casos son himnos que forman parte de nuestras vidas a través de momentos y recuerdos que marcan nuestros días, por lo tanto, Pereza es de todos. “Lady Madrid”, “Pienso en Aquella Tarde”, “Madrid”, “Margot”,”Amelie”, “Pirata”, “Animales”, “Aproximación”, “Por Mi Tripa”, etc, etc. Son canciones que no pertenecen a la banda, por mucho que la hayan escrito y grabado ellos. Esas canciones son de la gente. Eso queda claro cuando a cada tema, mires dónde mires, entre el numeroso publico, chocas con parejas que se besan sin parar al reconocer las primeras notas de su canción, una tras otra sin pausa. Amigos que celebran canciones canallas reconociendo sus faltas con diversión etílica. Móviles alzados al aire llevan recuerdos y emociones al otro lado de la línea. Recuerdos, sonoridades que protagonizaron la década de los 2010. La banda sonora de una época para muchos entre los que me incluyo.
Después de más de dos horas de desgañite general se despiden sin ningún tipo de mensaje, como si se tratara de un concierto más de la gira de "Aviones". Tras “Señor Kioskero” y “Superyonkis” terminan todos los músicos abrazados en el centro del escenario. Ni una palabra acerca del futuro de la banda, ni una sola pista de boca de ninguno de ellos. Quienes sí dejaron clara su postura fueron todos los asistentes que se entregaron sin reservas una vez más al dúo.
Texto y Fotos Iván González