La apisonadora Springsteen volvió a Madrid en lo que al parecer y según se cuenta, realizó el concierto más largo de toda su carrera. Sea cierto o no y al margen de estadísticas, lo del pasado día en el estadio Santiago Bernabéu quedará en el recuerdo para toda la gente que pudo presenciar el mejor espectáculo de rock que se puede ver en estos momentos. Casi cuatro horas de emociones nos brindó este tipo honesto, dando la impresión de que estuviera viviendo una segunda juventud.
Esta gira contaba, a priori, con bajas tan cruciales como la de Clarence Clemons que, sumada a la de Danny Federici, sembraba las dudas de sus fans de todo el mundo. ¿Cómo podría ser el futuro sin su brazo derecho, sin su gran amigo? Parecía impensable una gira sin la presencia de alguien tan querido y que, aún en los últimos años arrastrando sus achaques y sin poder dar todo su potencial con su instrumento, se hacía indispensable en las míticas melodías que inmortalizó en canciones cruciales y que todos sus seguidores llevan grabadas a fuego en el alma.
Pues bien, Bruce ha sabido recomponer la banda, incorporando una sección de viento, con Jake Clemons al saxo y el trío vocal (Cindy Mizelle, Curtis King y Michelle Moore) junto con la percusión de Everett Bradley. Todo un acierto donde el soul toma más protagonismo que nunca. La banda en su conjunto suena sólida, compacta y funciona como la maquinaria de un reloj.
Pasadas las 21,30h comenzó con una bonita intro, saludó a Madrid y a España y atacó "Badlands". El estadio al completo coreaba la canción a pleno pulmón. Cómo decíamos, Bruce se encuentra un estado de forma envidiable, su voz está como en sus mejores momentos y le apoya una banda de auténticos profesionales. Hizo un extenso repaso a toda su carrera en las 32 canciones que sonaron, en la ya histórica noche.
Venía a presentar su último trabajo de estudio, "Wrecking Ball", superior éste a sus dos anteriores entregas, y con piezas cargadas de rabia, protesta y sentimiento, algunas de ellas bajo el manto del folk irlandés. Sonaron algunas como "We take care of our own", "Wrecking ball" o "Death to my hometown".
Hubo lugar al recuerdo durante la presentación de "My City of Ruins", dedicada a todas aquellas personas que echamos de menos, "Si nosotros estamos aquí, ellos también están" -dijo emocionado. También se acordó en "Jack of All Trades", de la mala situación en la que nos encontramos: “Sé que aquí los malos tiempos son incluso peores. Esta va por todos los que están luchando en España”. Una emocionante versión que hizo soltar las lágrimas a más de uno.
El concierto comenzó con un sonido empastado y bastante malo y fue mejorando según iba avanzando la noche. Momentos para repasar algunas de sus míticas canciones y contentar a los fans más veteranos con "Spirit in the Night", "Be True" y una apabullante "Murder Incorporated", cantada con muchísima fuerza.
A mitad del show saltó la sorpresa con la presencia en el escenario de Southside Johnny. Juntos interpretarían "Talk to Me", escrita por Springsteen para el disco "Hearts of Stone" tercer álbum de con los Asbury Jukes. Juntos montaron el numerito a base del mejor rythm&blues, en uno de los mejores momentos de la noche. Otro momento muy especial fue escuchar el estreno en directo de “Spanish Eyes”, del disco “The Promise”. No faltó tampoco el momento “niño cantor” en la optimista “Waitin’ On A Sunny Day”, o “The River”, que dedicó a Nacho, joven seguidor y recientemente fallecido. “Está en nuestras plegarias”, dijo Bruce. “Because the Night” con sólo de guitarra a cargo de Steve van Zandt, y el lucimiento a la batería de Max Weinberg en “My love will not let you down”.
Ya en la recta final nos sorprendía con “We Are Alive”, canción que cierra el último disco y que en directo gana enteros. Una eterna y revitalizada “Thunder Road” dio por finalizado el concierto. Para los bises y ya casi sin aliento, una rabiosa versión de “Born in the USA”, demostraba que pese a las casi cuatro horas de concierto y sin apenas descansos, todavía conservaba la voz intacta, cantando el Hit cómo si fuera la primera vez. Increíble. Después continuó con “Rocky Ground”, mano a mano con la corista Michelle Moore, en otro de los grandes momentos de la noche, la siempre imprescindible “Born to Run”, “Hungry Heart”, la fiesta imparable de “Seven Nights to Rock”, “Dancing in the Dark” y “Tenth Avenue Freeze-Out” con un gran homenaje a Clarence y en el que nos emocionó ver pasar fotos de algunos momentos de su vida. Ya como colofón nos despedimos a ritmo de "Twist & Shout" y sin fuerzas para más. De nuevo, nos llevamos un recuerdo imborrable de otra noche histórica con el mejor rock and roll.
Texto y fotos: Alberto Vicente