Una cosa son los (muchos) grupos y/o solistas que beben, y así lo demuestran claramente, de fuentes clásicas, y otros aquellos que van todavía más allá y que su sonido se retrotrae a épocas pasadas y escucharles es trasladarse directamente hasta ellas. Sensaciones que uno tiene al escuchar por ejemplo a Kitty, Daisy & Lewis o a J.D. McPherson.
Nick Waterhouse es un joven procedente de San Francisco y que cuenta con tan solo veinticinco años. Tras un adelanto en forma de EP (“Is that Clear”) acaba de publicar “Time’s all Gone”, su disco largo de debut y que un solo segundo de su escucha supone un shock al transmitir la sensación de que estamos delante de un vinilo de los años cincuenta y sesenta, y ante todo un experto, a pesar de su bisoñez, en los sonidos negros como el rhythm and blues o el soul.
Todos los elementos de este álbum se alinearán con la intención de conseguir precisamente eso, acondicionar los tiempos actuales a unas cuantas décadas más atrás. Algo que queda patente ya desde una sobria y elegante portada en la que podemos ver al músico vestido y acicalado de manera sobria y elegante (vestido de traje, gafas, con pelo corto, repeinado e impoluto). A ello hay que añadirle que muchos de los elementos usados para la grabación (instrumentos, mesas, etc..) son también auténticas reliquias.
El rhythm and blues más puro y oscuro será el factor clave y más común de este álbum. Vale con escuchar temas como “Say I wanna Know” o “Some Place”, poseedores del característico ritmo del estilo, el uso de los metales y los precisos coros femeninos, para así atestiguarlo. En el primero de una manera más pausada mientras que el segundo se muestra más violento e incisivo, llegando a recordar por su forma de cantar tan virulenta al propio Little Richard. Una sonoridad en definitiva que es herencia directa de artistas como Little Willie John o en general de las grabaciones de músicos como Ruth Brown o Ray Charles para Atlantic Records.
El disco sigue unos patrones muy uniformes, surgidos de mezclar un sin fin de influencias pero aglutinadas y mostradas con la intención de seguir una guía radicalmente clásica. De ese conglomerado musical emergen algunos matices muy evidentes como el claro estilo Motown que le imprime a la versión del tema de “Them I can only give you Everything” y a “Indian love Call”; su acercamiento al rock and roll “negro”primigenio en “Is that Clear” o la rítmica y sincopada “Don’t you forget It”. Para el final queda el desbarre sonoro que son las dos partes, la segunda instrumental, que forma el tema que da nombre al disco. En él se muestran sin tapujos todas las influencias que hay tras el músico, desde el blues al surf, y todo ello interpretado con una terrible energía que por momentos le lleva a sonar a grupos garageros como The Sonics.
Si alguien quiso ver el fallecimiento de Amy Winehouse como metáfora del breve éxito del renacer del soul y de la música negra tradicional, no parece estar en lo cierto ya que cada vez son más los intérpretes que ponen su talento al servicio de este tipo de música, lista a la que desde ya y con este brillante disco Nick Waterhouse está invitado por méritos propios. Al margen de algunos detalles puntuales, quizás una mayor presencia de su voz en ciertos momentos, el debut del norteamericano es un notable tratado de, principalmente, rhythm and blues clásico.
Kepa Arbizu