Entrevista Alfa

“Este es un disco que habla de insatisfacción general en cada una de sus letras” 

Hablar de Alfredo Fernández es hacerlo de uno de los músicos más respetables del panorama underground estatal. A muchos les sonará su nombre, puesto que la figura de este asturiano radicado en Madrid desde hace  años está ligada de manera crucial a la historia de dos formaciones que no necesitan carta de presentación alguna como son Buenas Noches Rose y Le Punk, bandas en las que gozó en todo momento de una notable repercusión tanto a nivel de público como de aparición en los medios    que a punto estuvo de hacerles saltar al estrellato más absoluto.

Apagadas las luces y finiquitada su última aventura al frente de Le Punk, Alfa no perdió demasiado tiempo a la hora de comenzar un nuevo proyecto musical en el que pudiera tener un poder de decisión total, algo que anhelaba desde hace tiempo, y en el que las coordenadas sonoras predominantes serían aquellas que marca el rock and roll clásico, ese que pasa por el eje temático que marcan nombres como los de Bob Dylan, Howlin´ Wolf, quien sirvió de banda sonora a nuestra conversación, o Robert Johnson, aderezado con ramalazos de folk, blues y soul.

El resultado de todo este proceso de escuchas y  trabajo puede verse con facilidad en la serie de composiciones que han dado vida a “22 de Octubre”, su primer Ep en solitario, en el que en apenas siete canciones de estilo claramente narrativo nos demuestra que ha sabido reinventarse a la perfección, dejándonos ver una serie de facetas que hasta hace apenas unos meses creíamos insospechadas en él.

Ante tal tesitura no nos quedó más remedio que entrar en contacto con Alfredo para cerrar una cita y que nos hablara de todo lo relacionado con su nuevo proyecto. La misma tuvo lugar en la céntrica vivienda que el artista posee en Madrid. Allí, sentados en su sofá y en el marco de una agradable conversación, conocimos los secretos más preciados de uno de los músicos más grandes e interesantes que actualmente pasean palmito por nuestra escena. 

Hace unos meses que publicaste “22 de Octubre”, un Ep que supone tu debut en solitario después de una carrera extensa en la que has militado en bandas como Buenas Noches Rose o Le Punk. ¿Cómo te sientes al enfrentarte a esta nueva andadura?

Alfredo: Pues muy bien, la verdad. Siempre he estado metido en grupos y bandas, me gustaba compartir el sentimiento de camaradería que genera la música. Lo que ocurre es que al final llega un momento en que eso mismo es algo que acaba molestándote. Al trabajar con bandas tienes que escuchar a todo el mundo puesto que eres parte del proyecto de mucha gente y aparecen biorritmos de trabajo distintos. Hay momentos en los que uno necesita estar solo. No pretendo desmerecer nada de lo anterior, porque además tengo gratos recuerdos de todo. Pero tanto en lo personal como sobre todo en lo musical este era un paso necesario. De ahí que me desvinculara de Le Punk para empezar a buscar mi propio camino, en principio en solitario y ahora trabajando con nuevos músicos. 

¿Cuáles eran tus objetivos al dar un paso como éste? 

Alfredo: En cierta medida buscaba vivir algo nuevo. Un proceso que podemos asemejar a desbrozar una huerta y prepararla para la siguiente temporada. Ahora me he implicado mucho más en todos los niveles. Esos que van de lo musical hasta los aspectos de producción. Desde que se acabó Le Punk, porque no lo dejé yo sino que se acabó de mutuo acuerdo, han sucedido cosas increíbles que me han hecho entrar en una dinámica muy responsable para intentar ser un músico y poder vivir de ello toda mi vida. He desarrollado una ambición artística impresionante. Quizás ahora al ser más viejo y tener perspectiva me he dado cuenta de que hay ciertos aspectos que son importantísimos. 

A la hora de enfrentarnos a tus nuevas canciones nos hemos dado cuenta que has explorado una vertiente más folk, intimista e incluso bluesera, que hasta ahora nos era desconocida en ti. ¿Qué te ha llevado a hacer un trabajo de esas características? 

Alfredo: Creo que el hecho de quedarme solo me ha invitado a hacer una retrospectiva de la música que siempre me ha alucinado. Sentía la necesidad de acercarme a esos géneros, tratando de hacer canciones de una manera personal. Pienso que al final he acabado haciendo un folk o un blues por necesidad. Me apetecía tirar hacia las primeras sensaciones; esas que me despertaban las canciones que solamente podían ser defendidas con una guitarra y un piano. Creo que esas composiciones requieren de mucha carga emocional para sonar atractivas a otras personas. Eso es lo que he intentado hacer. 

Suponemos que esta evolución sonora te habrá planteado como músico un auténtico reto. Nos referimos al hecho de que desde fuera da la impresión de que has tenido que enfrentarte a nuevas formas de composición, buscando unos textos de un cariz más narrativo. ¿Fue duro dejar de lado ciertos hábitos que ya eran parte de tu personalidad musical? 

Alfredo: Ese es parte del encanto del asunto. Al ser miembro de un colectivo te limitas a hacer un papel en concreto a desarrollar un personaje. Eso me ocurrió cuando era el guitarrista de Buenas Noches Rose o cuando era el cantante de Le Punk. De pronto empecé a mirar atrás y me di cuenta de que haciendo canciones tenía un componente nostálgico-amargo que me empezaba a molestar. Por otro lado tuve conciencia de que era una persona en solitario que necesitaba conocer cual era su limite. Fue necesario fabricar un personaje distinto para componer desde ahí. Además llegado a ciertas edades lo más cabal que uno puede hacer es conocerse a sí mismo y a partir de ahí empezar a escribir. En el siguiente maxi que voy a grabar esto está desarrollado a lo bestia. No hay canciones de amor o desamor, son todo crónicas. También quiero incluir ciertas dosis de humor porque creo que en mi carrera como compositor he tenido bastante poco. Todo ha tenido un aspecto muy trágico. Una de las cosas más inteligentes que he hecho en toda mi trayectoria tuvo lugar cuando nos pusimos a experimentar con los tangos en Le Punk, ya era todo tan afectado que sonaba burlón. Un personaje como el tanguero que es un perdido llegaba a tener un punto histriónico bastante gracioso. Ahora me gustaría hacer canciones que contaran lo que veo en el día a día, creo que ahí reside un punto de lejanía para poder observar las cosas que quiero incluir en las canciones.

También es patente una evolución en tu forma de cantar. Parece que te has inspirado muy claramente en el maestro Bob Dylan. ¿Estamos en lo cierto? 

Alfredo: Es así. Además en ocasiones parece muy exagerado. Pero también creo que es una cuestión natural. Cuando tratas de comunicar las canciones solamente con una guitarra acústica es normal que a la cabeza te vengan nombres como Bob Dylan, Robert Johnson o Howlin´ Wolf. Creo que he ido aproximándome a esas texturas para hacer mis canciones. En algunos casos como en “Las Ratas y los Piojos”, es bastante claro que se trata de un homenaje a Bob Dylan que es un músico que me encanta, aunque también me cae un poco gordo. Tengo una relación de amor-odio con mis ídolos. La mayoría de ellos al final acaban cayéndome un poco mal. (Risas) 

¿Creías que era necesario para transmitir más en las canciones plantearse dicha evolución o simplemente apareció para quedarse? 

Alfredo: La verdad es que he ido corriendo detrás de las canciones para ver cómo las vestía. En muchos casos por ejemplo hacía cuatro o cinco tomas de las voces. La canción de “La Mañana”, nos quedó muy grave pero tanto a Miguel como a mí nos gustaba mucho como sonaba. Realmente nos parecía una forma de cantar muy novedosa en mí. No es algo meditado, sino que simplemente surgió.

Hay muchos pasajes en que el disco adquiere un tono de crítica contra cierta parte de la sociedad actual, sobre todo personificada en los políticos, y el mundo que hemos creado, tal y como es patente en “Las Ratas y los Piojos”. 

Alfredo: Esa es una canción que está hecha a raíz de las sensaciones del movimiento del 15-M. Es un juego que hice a la manera de Bob Dylan. Él solía coger un titular de un periódico e incluirlo en sus letras. Creo que ayuda a contextualizarlas bastante. La letra hace alusión a algo que escuché en Intereconomía. Integrarlo me parecía una nueva forma de componer que supone meter elementos que vienen de fuera asimilándolos hacia dentro. Se trata de un tipo de canciones muy específicas que siempre me han gustado.

Sigamos por ahí, si te parece. Has incluida muchas frases que nos parecen que suenan definitivas. En “Interludio 1” cantas cosas como “¿Por qué comprar sólo el alma cuando, en este puto mundo, está en venta todo?” y en “1432” dices “Cigarras con complejos de hormigas” y confiesas “no tener hueco”. ¿De dónde surgen frases de tal crudeza?

Alfredo: Son canciones que están escritas desde el punto de vista de un “antihéroe”. El tipo que la hace reconoce sus propios errores y limitaciones. Ese tipo de cosas me interesan bastante. Básicamente porque cuando se hace canción protesta el protagonista se suele posicionar como si fuera un tipo de héroe. Esta es todo lo contrario y desde mi punto de vista es lo que hace que mole. Por otro lado tampoco me gustaría que a mí se me uniera a ese tipo de personajes. No quiero ser eso. No me apetece sentar cátedra y dar la impresión de que los demás son imbéciles. 

Todos los cortes que has incluido acaban por dar vida a un álbum que en el fondo parece hablar de una sociedad insatisfecha, algo que también queda patente en “Martita Ruiz”. ¿Estamos en lo cierto?

Alfredo: Me encanta que digas eso. No lo había visto así nunca. Pero claro que debe entenderse así. Es un disco que habla de insatisfacción general en cada una de las letras y en cada uno de los planos. Además son canciones bastante directas, quizás las menos poéticas que he hecho nunca. Creo que tiene que ver con el tufillo narrativo que tiene todo. Es un poco acercarse a la figura del trovador moderno contando cosas que ves por ahí. Las canciones son crónicas de la insatisfacción. Hasta ahora no había pensado que los personajes de las mismas estaban insatisfechos.

Nos ha llamado mucho la atención la inclusión de algunas piezas breves que has titulado como “Interludio 1”, “Interludio 2” y “Final”. ¿ A qué responde ese hecho? 

Alfredo: Esos interludios son pequeños juegos de guitarra. Los he metido para dotar al disco de una atmósfera concreta. Luego tienen dos o tres versos cantados que no tienen demasiado valor. Es cierto que ayuda a contextualizar todo un poco más. Creo que un slide bluesero puede ser uno de los elementos musicales que más pueden ayudarte a imaginar algo concreto. Siempre recuerdo el que aparece en “Documentos Tv” que pertenece a “Paris, Texas” de Ry Cooder, lograba transportarte a lugares muy precisos.

El disco ha sido grabado en los estudios que La Casa con Ruedas posee en Daimiel. ¿Cuál ha sido el motivo de dicha elección?

Alfredo: Básicamente para hacer una cosa así necesitaba irme a un sitio que estuviera fuera de mi entorno normal y corriente, con el que además estaba rompiendo. Además necesitaba estar con gente con la que estuviera a gusto trabajando. Cuando conocí a Miguel Ángel Ruiz hubo mucha química entre los dos a nivel humano, también es cierto que es músico de toda la vida y coincidíamos en muchas cosas, por lo que todo me vino a huevo. 

De la producción te has hecho cargo tu mismo, junto con el ya mencionado Miguel Ángel Ruiz. ¿Creías que ningún otro productor podría entender lo que pedían las composiciones cómo tu mismo? 

Alfredo: En este disco tenía la necesidad de involucrarme en ese aspecto para controlar el proceso. La producción viene firmada a medias porque yo creo que el trabajo técnico de Miguel es patente. Hubo un transito de ideas y había que reflejarlo porque fue culpable muchas de las cosas que sucedieron. Para el siguiente voy a trabajar con Héctor Tuya, ex-miembro de Babylon Chat y que ya ha producido el disco de Luis del Roto, porque también está bien tener una visión externa. Necesitas gente de fuera que en un momento dado te diga qué es lo que se te está yendo de las manos. Ese tipo de gestos cotidianos a tu alrededor son necesarios. El mostrar una canción totalmente cerrada a una persona externa es algo bueno.
¿No sé si tu nuevo Ep también será grabado allí? ¿Qué puedes adelantarnos algo al respecto? 

Alfredo: El Ep se llamará “El Segundo oficio más viejo del Mundo”. En primera instancia lo íbamos a grabar allí. De hecho fuimos a hacer una primera toma del mismo a los estudios. Después durante la escucha de los temas he ido encontrando cosas que me gustaron mucho y otras que no tanto, por lo que he estado un mes pensando en las cosas que me gustaban y en las que no. Finalmente he decidido grabarlo con Héctor en Asturias. En cuanto al sonido del disco va a ser consecuente con lo que hemos hecho en “22 de Octubre”, seguirá sonando totalmente rock, folk, blues y soul, pero apoyado por la potencia que imprime una banda. Aun faltan por definir unos cuantos aspectos de la grabación en la que estamos trabajando en estos días. 

¿Por qué motivo has dejado de lado la grabación de Lps? 

Alfredo: Creo que mola mucho más grabar material y sacarlo cada poco tiempo. El siguiente Ep va a tener seis canciones largas. Yo creo que esa va a ser la dinámica. Hacer un disco de seis canciones cada seis meses. Te metes en una rueda bastante interesante que te mantiene siempre componiendo y tocando, para grabar. Además tienes la banda entretenida, vas sacando cosas al mercado y estás en contacto con la gente para que te vayan contando. 

No sé si el hecho de que vayas a grabar un trabajo más rockero vendrá motivado por una necesidad vital, pues sabemos que durante los últimos meses la mayoría de conciertos que has dado han sido en formato acústico con el único acompañamiento de Khoury a la guitarra.

Alfredo: Me encanta hacer conciertos acústicos, son muy divertidos y tienen mucho rollo. Pero me gusta mucho más tocar con una banda. Se echa bastante de menos cuando estás un tiempo sin hacerlo. Entrar en una habitación con tu guitarra y conectar con cuarenta personas es muy bonito. Pero lo otro tiene un cariz especial. A mí es lo que más me ha gustado en la vida. Jamás me había planteado el continuar con mi carrera como músico en solitario, haciendo discos en plan cantautor. Yo creo que el siguiente paso era el de formar una banda. Me he tomado mi tiempo, lo he hecho con calma, y ahora parece que estamos empezando a conjuntarnos y conocernos. Quizás podamos empezar a hacer presentaciones en directo a finales de septiembre. Os adelanto que va a molar muchísimo. 

¿A qué se debe el hecho de que hayas actuado durante los últimos meses en ese formato? 

Alfredo: Formaba parte de la gracia el hecho de empezar a trabajar las canciones delante de la gente. Ver la cara de todo el mundo, buscar cómo podían funcionar después de una experiencia de contraste con el público. De esa manera muchas han ido madurando y encontrando su sitio. Otras han ido desapareciendo porque al tocarlas no pasaba nada (Risas).

El acústico está siendo una buena salida en tiempos de crisis. No hay más que ver a artistas de la talla de Josele Santiago que compaginan las actuaciones en directo con banda, en lugares donde se puede, con los acústicos.


Alfredo: Ese tipo de planteamiento que hace Josele Santiago será muy imporante en un futuro para mí. Habrá sitios donde no pueda ir a tocar con banda básicamente porque estarán lejos o porque no haya el suficiente público para que sea rentable. Supongo que seguiremos girando con la guitarra acústica a tiempo parcial, además así se trabajan otras sensaciones, otras emociones. Aunque siendo sincero tocar con el grupo en directo es el “kit de la cuestión” de porqué estás haciendo música.

En tu caso los conciertos acústicos en Madrid están adquiriendo una catalogación casi de liturgia. Cada tercer Jueves de mes tocas en el Fígaro Café un hecho curioso que encanta a tus fans. ¿Seguirás haciéndolo durante mucho tiempo? 

Alfredo: Ese es un aspecto que me gustaría desarrollarlo al máximo. Quisiera tener la posibilidad de tocar el tercer jueves de cada mes en un garito así durante toda la vida. Sería un súper plan. Es lo suficientemente corto en el tiempo como para que tenga sentido y lo suficientemente alejado como para que no te agobie. Siempre me quedan sensaciones molonas en los conciertos. A ver si podemos seguir haciéndolo, aunque tengamos que ir cambiando de sitio. 

¿Qué músicos formarán parte de la banda de acompañamiento que llevarás en las presentaciones en directo? 

Alfredo: Los elegidos son muy distintos entre sí. Como guitarrista vendrá Khoury un chico muy joven de apenas tiene veintidós años. Esa es una característica muy buena ya que esa juventud le hace ser relativamente exhibicionista. También es un tipo que tiene una madurez inusual es una persona muy vivida para la edad que tiene. Dani “Patillas” se hará cargo del bajo. Es mi compañero de fatigas desde hace unos cuantos años. Nos une una gran amistad, además de muchas otras cosas, y tener alguien así a bordo es muy bonito. En la batería estará Antonio Álvarez “Pax”, un auténtico profesional con el que tengo gran química personal. Siempre que pienso en él se me viene a la cabeza el símil de una banda de atracadores, si quieres dar un gran golpe necesitas contratar a un profesional (Risas). Ese es Pax. Por último está Mónica Merino al piano, la nueva incorporación, que es una tía que aporta mucha energía. Ha vivido mucho rock, como músico y también como jefa de producción, siendo stage manager de grupos como Héroes del Silencio. Tiene un punto de vista único sobre el rock que encaja a la perfección con nosotros. Me gusta analizar a los músicos como si fueran superhéroes en su faceta. Creo que combinar todas esas cosas va a resultar uno de los alicientes de nuestra banda.

Alguno de esos músico ha surgido de la inagotable cantera de la Alameda de Osuna, de dónde provienes tú. ¿Qué tiene aquel barrio de Madrid que no tengan el resto? 

Alfredo: Es cierto, Khoury es de la Alameda de Osuna. En su día fue un barrio donde hubo muchísimos grupos. En el año noventa y seis la gente de Canal Plus fue a hacer un reportaje allí y creo que llegaron a contar como treinta y seis grupos. Ten en cuenta que por aquella época era una zona que estaba más aislada de Madrid que actualmente. No había metro entonces acababa Canillejas y la Alameda estaba rodeada de campo. Vivías dentro de la ciudad pero aislado. Todos íbamos de noche a beber cerca de la vía del tren con nuestras guitarras. Era alucinante. Ahora hay muchos menos músicos y muchas menos bandas. La gente se va haciendo mayor, se cansa, cuelgan los guantes. De entre los más mayores los que continúan son los mejores que en cierta medida han tenido mayor o menor repercusión. Eso es algo que también motiva a los chavales porque ven posible vivir de la música. Es estimulante. 

¿Cómo ves el panorama musical de la Alameda hoy en día?

Alfredo: Actualmente hay unos chicos de dieciocho años que se llaman Carbono 14 que suenan flipantes. Sin embargo ahora mismo pienso que la Alameda de Osuna es un barrio residencial de mierda como cualquier otro. No hay nada más que peluquerías de señoras y farmacias. La media de la edad de la gente que vive allí es de cincuenta años. Si hay bares de rock o los chavales tocan en la calle, les molesta. La gente es súper conservadora y rancia. La Alameda ha degenerado en el sentido humano una barbaridad. En el resto de sentidos ha prosperado: Ahora los pisos valen el triple. (Risas)

Sabemos que hace no mucho tuviste el honor de acudir como invitado al programa de radio “Siroco Stereo”, que se celebra en la mítica sala madrileña a la que tú estás muy ligado. ¿Qué puedes contarnos de ese garito y de aquellos primeros años de tu carrera en que tocabas en Buenas Noches Rose? 

Alfredo: Fue el primer garito, con el permiso de “El Laboratorio”, en el que actuamos. Recuerdo que la primera vez que lo hicimos me quedé flipando porque lo veía muy pequeño, pensaba que ese tipo de recintos eran más grandes. Después tocamos más veces y logramos llenarlo muchas veces. La primera sensación de alucinar como músico fue en Siroco. Lo tengo grabado a fuego. Ahora cada vez que voy tengo la sensación de haber perdido un nexo con aquello. La obra lo ha convertido en algo distinto. ¿Peor? Para mí sí. Quizás estoy pecando de abuelo cebolleta pero creo que ha perdido una parte de la energía que tenía que era escandalosa. Antes bajabas y veías fotos de Ariel Rot tocando de chavalín. Además cuando acababan los conciertos aquello se convertía en “La Teta Enroscada”, de “Abierto hasta el Amanecer”, la gente se desmadraba. Empezábamos a beber y las noches se convertían en una bacanal. Siempre pasaban cosas interesantes… siempre pasaban cosas interesantes (Risas). Cada vez que ibas a tocar o a ver tocar te encontrabas allí a todo el mundo. Tuvo la suficiente importancia como para crear una escena. La mitad del aforo de la sala siempre éramos músicos de la orbita. 

Pero, ¿pagando o sin pagar? (Risas)

Alfredo: Entrábamos gratis. Una de las cosas interesantes es que te trataban muy bien. Cuando te convertías en un grupo que solía tocar de forma habitual eran muy generosos. Y ser generoso con una persona de dieciocho años es complicado, básicamente porque tiendes a ser insaciable (Risas). Es así. “Te decían pide las copas que quieras” y pedías ocho copas (Más Risas). Quizás ellos estuvieran contaminados de la energía que se creaba allí dentro. Tal vez fuera una estrategia de marketing para tener un núcleo de gente residente fija. Ten en cuenta que alrededor de los músicos siempre se mueven muchas personas. Además nosotros en Madrid por aquella época éramos un grupo fuerte. Podíamos llegar a tocar cuatro veces al mes y llenar todas, con aforos de alrededor de doscientas personas. Eso también les compensaba económicamente, pero en su honor debo decir que hay pocos bares que te traten así. Te trataban con tanta deferencia que pensabas que eras algo.

¿Cómo te sientes al mirar atrás y ver qué has formado parte de dos grupos de culto dentro del underground nacional como Buenas Noches Rose y Le Punk? ¿No te da algo de pena ver que en ambos casos os quedasteis a un paso del despegue definitivo? 

Alfredo: La verdad es que es algo de lo que me puedo sentir orgulloso. Son dos grupos chulos. Me encanta haber formado parte de ellos. Por otro lado es verdad que estuvimos a punto de convertirnos en unas súper estrellas. Es cierto que Rubén después con Pereza pudo comprobar en sus carnes lo que eso significaba. Yo nunca llegué a saberlo. Además a medida que pasaba el tiempo iba perdiendo la ambición en ese sentido, viendo la música desde otro punto de vista. Cuando tenía dieciocho años lo que quería era molar que te cagas. Pero a medida que iba creciendo el tema de la fama me parecía algo distinto. De alguna manera creo que yo también he provocado esas situaciones. Para ser famoso o triunfar tienes que quererlo. Que sea tu obsesión y tu trabajo. No consiste solo en ir a ensayar todos los días, sino también en levantarte a las ocho de la mañana para ir hablar con uno y conocer al otro. A medida que iba pasando el tiempo me fui dando cuenta de que todo eso no me interesaba. Era un pastel y no iba conmigo. 

¿Qué planes de futuro manejas a corto plazo?

Alfredo: En breve entraremos a grabar nuestro nuevo álbum y a preparar los conciertos con la banda, que creo que empezarán en Otoño. Por lo demás voy a seguir haciendo lo que hago. Componer y tocar, todo de una manera suave pero constante. 

Por: Javier e Iván González.