Madrid, Palacio Municipal de Congresos. 14 de abril del 2012.
Se presentaba por segunda noche consecutiva y con todo el papel agotado en Madrid para presentar su último disco "Los días intactos". Ya se percibía en la entrada al recinto una expectación que presagiaba ser una de esas veladas para el recuerdo. Una más, porque quizá sea uno de los músicos más queridos en todo el panorama musical español. Y no es para menos, se hace querer, y el público madrileño siempre ha respondido cada vez que se ha acercado a actuar por aquí, ya sea con El Último de la Fila o en solitario.
Un espectáculo musical completo es lo que ofreció el sábado en Madrid. No faltó nada, momentos íntimos, que el artista ofreció al comenzar el concierto, con canciones en formato desnudo como "Disneylandia", de Los Burros tan sólo acompañado por las notas de un piano, y ofrecer su parte más aflamencada en una especie de tablao improvisado. Un comienzo que servía para dar la bienvenida a un público rendido desde que Manolo puso los pies en el escenario.
Antes de entrar en materia, el músico quiso hacer un repaso advirtiendo que tocaría canciones antiguas "sin orden ni concierto", dando paso a las primeras notas de "Aviones plateados", provocando la histeria colectiva, siendo una de esas canciones que te hacen retroceder en el tiempo con una sonrisa de oreja a oreja.
Pero la verdadera protagonista de la pasada noche fue la música, inundando todo el recinto con canciones como "Los ángeles no tienen hélices", "A veces se enciende", con algunas de sus últimas composiciones; "Todos amamos desesperadamente", "Un año y otro año", "Lo quiero todo", recibidas por el público como verdaderos himnos. Todo un logro para éste incansable artista que continúa prendiendo la llama de la inspiración y el talento. El mejor regalo para sus seguidores.
Tres horas en las que dio cabida para todo, en las que todo el mundo salió satisfecho, caliente y con ganas de más; pese al cansancio, todavía se pedía otra, otra. Momentos antes de la despedida volvía a emocionar, nuevamente, con el clásico "Insurrección", introducida por el guitarrista Ricardo Marín, y coreada por toda la sala, "A San Fernando" o "Sobre el oscuro abismo en que te meces". Para finalizar, como empezó, al borde del escenario, cercanos y todos sentados, para despedirnos al son de flamenco y ranchera y emplazándonos para un próximo encuentro, un encuentro que siempre será de agradecer.
Texto y fotos: Alberto Vicente