Tocar en un teatro tiene sus
complicaciones, en primer lugar tener que esperar que termine la última
función, desmontar el escenario, probar sonido, y luego después, por si eso fuera poco, empezar a una hora tardía
un concierto en el que siempre están, en cierta medida, presentes las prisas
por terminar.
Todos estos inconvenientes a los
que hacemos referencia lastraron, sin duda alguna, la actuación de Los Tres Cuerpos; o lo que es lo mismo, la unión sobre las tablas de tres grandes
del indie patrio como son Ramón
Rodríguez, Fran Nixon y Ricardo Vicente, que aunque si bien es cierto nos
regalaron momentos a la altura de muy pocos, al César lo que es del César, también
mostraron ciertos tics que nos invitan a pensar que la cosa, con las
circunstancias adecuadas, podría haber sido mucho mejor.
Empezaron con dos canciones de Ricardo Vicente “Todos tus Caballos de
Carreras” y “El Palacio de los Gansos”, un par de grandes composiciones que se
quedaron cortas de apoyo instrumental con la sorprendente batería de Ramón Rodríguez (The New Raemon), que parecía disfrutar de su nueva
labor tras las baquetas, y el único apoyo en la otra guitarra del Nixon.
Después le tocó el turno al propio Francisco que nos volvió a emocionar con la sencillez de “El Novio
de tu Hermana”, o la muy coreada “Bares de taxistas”, y es que quién no se ha
encontrado en uno de estos bares-after con alguna chica como la que aparece
citada en el texto de la canción. A renglón seguido fue otra vez Richi el que tomó la voz cantante en “El milagro de Milán”, corte con el que la
actuación subió en intensidad un par de peldaños, gracias, en buena medida, a
unos efectivos coros de Ramón, que
lograron que todo se cohesione y comenzara a sonar como era debido.
El propio Ramón se excusó de la dificultad de montar todo tan rápido (como
una película de Louis de Funes) y
ya a la guitarra nos deleitó con “Un Apocalipsis” y “Repartiendo el Sombrero”,
para estrenar, sin solución de continuidad, un nuevo tema que se quedó fuera
del disco y que aparecerá próximamente en un single que responde al título de “Esto
no puede estar Pasando”. No fue la única sorpresa de la noche, pues Fran también tocó el inédito aun “Cuidado
no os Equivoquéis”.
Tras la crepuscular “Las viejas Luces”, en la que el artista catalán había vuelto a acaparar el protagonismo
vocal, cada uno de Los Tres Cuerpos atacaron
temas de sus respectivos repertorios.
El primero en hacerlo fue el
asturiano que desgranó “Inditex”, de su álbum “El Perro es Mío”, con baile
incluido, “Adoro a las pijas de mi Ciudad”, corte que alumbrara en la personal
aventura que bajo el nombre de La Costa Brava le unió al siempre querido y
recordado Sergio Algora, con referencia incluida al nuevo anuncio de Loewe, y la que probablemente sea una
de sus mejores canciones,“33” .
El siguiente en salir a escena en
solitario fue Ramón que comenzó con
su celebre versión de Nueva Vulcano, “Te debo un baile”. Tras ella se
acercó al micro para explicarnos que la canción que más le costó escribir en su
día fue “La Dimensión Desconocida”, corte que abordó con un ímpetu inusitado;
para volver a tomar la palabra para hacer un comentario de lo más sincero, “Ahora tocare la única canción que es un hit
de mi repertorio, aunque la letra me da mucha vergüenza, fue la primera canción
que escribí en castellano cuando estaba en Madee”,
esa canción era “La Cafetera” que fue recibida con jubilo por el público que
casi llenó el Teatro Lara la noche del pasado Jueves.
El turno final fue para Richi que únicamente pudo interpretar “Notre
Dame”, dada la prisa que se tenían
que dar por finiquitar la velada; tanta que solo les dio tiempo a interpretar,
ya de nuevo juntos, un postrera “Museo Británico” que el respetable celebró y
disfrutó, llegando al extremos de esperar, inútilmente, tras su finalización
por si caía algún regalo más. Sin embargo no hubo ningún bis, y todos los que
nos acercamos a presenciar el espectáculo abandonamos el recinto con la
sensación agridulce de que aquello podría haber sido mucho más grande de lo que
fue.
Esperemos que pronto vuelvan a
nuestra ciudad, y que cuando lo hagan nadie, ni ellos ni los oyentes, tengan
que enfrentarse a esas absurdas restricciones de horarios y a esas prisas.
Seguro que entonces la intensidad y la emoción del espectáculo se desborda, pues
tablas y canciones tienen para ello.
Texto y fotos: Jorge Bravo Crespo
“El Gurú”