"Más vale tarde que nunca"… hoy no nos queda más
remedio que apelar al sabio refranero, si es que eso sirve, para justificar la
ausencia durante todos estos años en nuestras páginas de un tipo que nos
acompañó en muchas tardes de fin de semana, cuando apenas éramos unos críos y
nuestra vida transcurría a mitad de camino entre los madrugones de los días
laborales para acudir al instituto, y los sábado y domingos pensando únicamente
en salir a tomar unos tragos a algún garito del centro para escuchar buen Rock
and Roll, alejados del ritmo opresivo del “bakalao” que proponían en ciertas
ciudades del extrarradio capitalino.
Muchas de esas jornadas de fin de semana tenían como banda sonora las canciones que Rulo defendía con la que fuera su banda madre, La Fuga, por lo que no deja de extrañarnos su ausencia a lo largo del tiempo que llevamos al frente de “El Giradiscos”.
Muchas de esas jornadas de fin de semana tenían como banda sonora las canciones que Rulo defendía con la que fuera su banda madre, La Fuga, por lo que no deja de extrañarnos su ausencia a lo largo del tiempo que llevamos al frente de “El Giradiscos”.
Quizás pudiéramos alegar que en nosotros, flexibles a todo tipo de estilos musicales por otra parte, predominó un virage sonoro que nos hizo orientarnos hacia otros derroteros. Pero esa afirmación no es valida simplemente por un hecho. Y es que este tipo de propuestas, las que tienen como bandera la sinceridad más absoluta en todos y cada uno de sus postulas, siempre acaban por volver. Quién no recurre con cierta periodicidad a propuestas como las de Rosendo, Barricada e incluso Alarma. Todos lo hacemos con relativa frecuencia, y claro, salvando las distancias por el enorme respeto que sentimos hacia esos tres nombres, con Rulo en algunos aspectos nos ocurre algo parecido.
Porque creemos que el cántabro tiene mucho de
heredero de los mejores nombres de nuestro rock urbano. Podríamos destacar infinidad
de cualidades comunes. Entre ellas la ya citada honestidad, el amor a la
profesión, el hecho de ser un currela de la música que adora subirse a un
escenario para contar historias con las que cualquiera podría sentirse
identificado; en muchos casos para cantar a las pequeñas amarguras y derrotas,
pero siempre con una sonrisa de medio “lao” que hacen que las penas sean meros
rasguños que uno no tiene necesidad de mirarse.
Hace unos meses Rulo, en la compañía de su
Contrabanda, editó un disco en directo, “A Ras de Cielo”. Dicen que los álbumes
en vivo tienen dos cometidos; uno intentar reflotar una carrera a la deriva, y
dos, recoger un momento único en la vida de ciertas bandas y solistas. El caso
de nuestro protagonista se encuentra mucho más cerca del segundo ejemplo, tal y
como atestiguan las seis mil personas, se dice pronto, que logró congregar en
la Campa de la Magdalena de “su” Santander natal, con permiso de Reinosa, que
disfrutaron de una grabación que hace pocas semanas hicimos nuestra.
De la misma poco diremos que no se haya dicho ya. Con
una banda que suena como un cañón y un Rulo que se deja la piel a través de
canciones de hoy, “Descalzos Nuestros Píes” o “Heridas de Rock & Roll”, y
de siempre, emocionante es siempre escuchar “P´Aquí, P´Alla”, en las que logra
dejar impronta merced a su peculiar voz, como en el caso de tantos otros que
nos gustan debemos confesar que no es la mejor, pero sí es característica, elemento
que consideramos más importante que ser un perfecto intérprete, y prosa,
sencilla y cercana como pocas para dar vida a un disco que hará las veces de
parte de “lo mejor” de su ya extensa carrera.
Por lo demás solamente nos resta felicitar al
interesado. Por haberse mantenido fiel a las coordenadas que ya trazara tiempo
atrás, dando vida a una propuesta necesaria que celebramos esté gozando de un
bueno momento comercial. Rulo y La Contrabanada están de vuelta y en plena
forma, cosa que nos alegra enormemente.
Por: Javier González.