Las casualidades, trágicas en este caso, sí que existen. En esta ocasión se han cebado con la música negra, dejándola en la misma semana sin dos de sus referentes esenciales: por una parte el músico, productor, DJ y varias ocupaciones más, Johnny Otis y la portentosa cantante Etta James.
El primero falleció el pasado 17 de enero en la ciudad de Los Ángeles a los noventa años de edad, pasando a la historia como uno de los precursores del rhythm & blues, paradójicamente siendo de raza blanca. Nacido el 28 de diciembre de 1921 en California bajo el nombre de John Alexander Veliotes, sus inicios como instrumentista se asocia con la música swing, tocando en big bands. Fue precisamente tras formar una propia cuando cosecha uno de sus primeros éxitos, “Harlem Nocturne”.
Durante finales de los 40 y los 50 fue creador de un buen número de temas de gran importancia como “Willie and the Hand Jive", “Double Crossing Blues", "Cupid's Boogie", "Mambo Boogie", "Sunset to Dawn " o "Castin' my Spell".
En su faceta de productor fue uno de los primeros en trabajar con jóvenes talentos, que luego se convertirían en iconos del rock and roll, como Johnny Ace, Little Richard o Big Mama Thornton. Por otro lado fue descubridor de talentos como Jackie Wilson, Hank Ballard o Little Willie John.
También lo fue de Etta James, lo que da pie a una luctuosa curiosidad ya que el viernes 20 de enero ha fallecido a los 73 años y tras ser diagnosticada con leucemia en 2010, además de sufrir demencia senil y hepatitis C. Como tantas otras contemporáneas su carrera se inicia cantando en la iglesia, logrando su primer gran éxito a los 17 años con “The Wallflower (Roll With Me, Henry)” en la que trabajó con Otis.
A partir de ahí su carrera sufrió un fulgurante despegue, principalmente tras formar parte de la nómina de artistas del prestigioso sello discográfico Chess, con el que cosechó un buen número de éxitos como “All I Could Do Was Cry”, “I’d Rather Go Blind”, “I just Want to make Love to you”, “My Dearest Darling" o "Trust in Me” y donde expandió de manera ostensible su abanico estilístico.
Una vida la de la cantante norteamericana que tanto en la musical como en lo vital ha estada marcado por ciertos altibajos, sobre todo relacionados con su adicción a la heroína lo que le impediría en cierta épocas llevar un desarrollo normalizado. Eso no ha impedido dar forma a una longeva carrera que le ha llevado a realizar discos hasta poco antes de fallecer, su última referencia, “The Dreamer”, es del 2011.
Ambos personajes supusieron, de hecho sus caminos estuvieron ligados significativamente, un empuje para la música negra, y cada uno en su contexto fueron de los más destacados. Ahora, con la pérdida de los dos, queda su recuerdo en forma musical y la herencia reflejada en tantos y tantos artistas.