Sábado 10 de diciembre, La
Riviera, Madrid
Llueve en la capital en una fría noche de diciembre. Calles vacías, poca gente en los transportes urbanos y unos bares abarrotados que retransmiten un partido de fútbol de esos que se tildan épicos. Sin embargo, cruzando el Manzanares podemos comprobar que Madrid no está desocupado, pues una larga cola de más de mil paraguas se erige desafiante ante las condiciones climatológicas y bordea la Sala Riviera con la expectación propia de aquellos que tienen a la música como pasión principal.
Llueve en la capital en una fría noche de diciembre. Calles vacías, poca gente en los transportes urbanos y unos bares abarrotados que retransmiten un partido de fútbol de esos que se tildan épicos. Sin embargo, cruzando el Manzanares podemos comprobar que Madrid no está desocupado, pues una larga cola de más de mil paraguas se erige desafiante ante las condiciones climatológicas y bordea la Sala Riviera con la expectación propia de aquellos que tienen a la música como pasión principal.
Más aún, podríamos afinar diciendo, que esa pasión es fruto de una música española que tiene como esencia el pop-rock, como seña de identidad lo independiente y como nombre Vetusta Morla.
Con ese pensamiento, nos fuimos aproximando a la hora de inicio de la tercera de las cinco jornadas de directos que la banda nacida en Tres Cantos tiene proyectado ofertar en La Riviera (pues sólo una banda como Vetusta Morla es capaz de ocupar dicho recinto 5 veces en apenas 10 días, congregando así a más de 15.000 fans).
La noche no podía empezar mejor,
pero sin embargo todavía no había despegado del todo. Fue así como un público
totalmente entregado al pop nacional ovacionó sonoramente la entrada de Vetusta Morla sobre el escenario. Pucho, David "el indio", Álvaro
B. Baglietto, Jorge González, Guillermo Galván y Juan Manuel Latorre tomaron sus respectivas posiciones y se
prepararon para ofertar un espectáculo compuesto por 21 canciones, con un repertorio que está al
alcance de muy pocas bandas en nuestro país (algo a reseñar cuando pensamos que sólo poseen dos trabajos, donde suman 24 canciones).
La encargada de hacer las presentaciones fue los “Días raros”,
canción que abre también su segundo disco “Mapas” (2011) y que poco a poco fue exhibiendo
el potencial de la banda, creciendo en intensidad y acabando por arrancar los
aplausos de un público que empezaba a darse cuenta de que la noche podría sobrepasar sus previsiones iniciales. Le seguiría “Boca en la tierra” y
“Cenas ajenas”, a través de las
cuales pudimos percatarnos de la intensidad emocional, la profundidad de las letras y la entrega de esta
banda sobre el escenario; pues sólo en los directos se puede percibir todo
aquello que no está preparado, es decir, la complicidad de los integrantes de
un grupo, su esfuerzo y sus ganas de ofrecer los mejor que tienen dentro para
disfrute del público.
Tras ello, recuperaron temas de
su primer trabajo “Un día en el mundo” (2008), obra maestra del pop independiente
y autoeditado, que influyó en una ola de cambio en la concepción del indie
nacional (donde también podríamos meter a Lori
Meyers, Russian Red, Catpeople…). “Copenhague” (una de las canciones más
redondas de los últimos años) y “Un día en el mundo” fueron las encargadas de
traer a nuestro oídos unas melodías que no nos han olvidado en los últimos
años. Comprobamos así mismo, que el sonido de la Sala Riviera era perfecto
(desde aquí nuestra enhorabuena a los responsables de esta faceta), que los músicos controlan
sus instrumentos a la perfección y que Pucho posee una voz que impresiona y que
modula a su antojo ya sea moviéndose entre registros vocales, jugando con
efectos y tomando las medidas a un micrófono que parece ser una prolongación de su
cuerpo.
Ahora, su segundo trabajo retomaría
el protagonismo con “Escudo Humano” (que contó con la colaboración de Pucho en una
percusión que no abandonaría casi en toda la noche y en este caso con unos curiosos
címbalos), “Baldosas amarillas” (donde
Eladio Santos participó en voz y
guitarra, definiendo su colaboración con la banda como de “Vetusta madre”) y “Maldita
dulzura” (con un genial José Manuel
Latorre a la guitarra) demostraron que el pop puede ser épico y que la
integración grupo-público está totalmente asegurada.
Así mismo, podemos afirmar que
los coros y las palmadas son dos instrumentos más de Vetusta Morla, pues funcionan perfectamente en el directo y le dan
una energía mayor a sus temas como comprombamos en “En el río”, “Valiente”
y “Saharabbey Road”, donde la audiencia
pudo presenciar un espectáculo que estas líneas son incapaces de narrar:
ritmo vertiginoso (con una batería y percusión perfecta a lo largo de la noche),
letras profundas con significados de interpretación personal y unos coros que
dividieron a la mitad del público y que servirían de reclamo para la banda
cuando minutos despues el grupo abandonara el escenario.
La sintonía era perfecta y encarrilamos un final de concierto que tomaba como punto de partida de nuevo la intimidad con “Canción de vuelta”, donde poco a poco se fue sumando voz, teclado, guitarra, percusiones y distorsión. Tras ello, la banda nos sorprendió con “Un plan mejor”, canción que sirvió para el documental “Elige siempre cara” de la campaña impulsada por el CESIDA (Coordinadora Estatal de VIH-SIDA) y de ahí en adelante, no pararíamos de cantar, bailar y sentirnos parte del concierto (“Rey Sol”, “Mapas” y “El Hombre del Saco”, que contó con un barril de metal como percusión), recibiendo la dedicación de Pucho a todos los allí presentes y en especial a “las personas buenas de corazón y mejor espíritu”.
Con la salida del escenario, el
público retomó los coros de “Saharabbey
Road” durante al menos cuatro o cinco minutos hasta que la banda salió nuevamente, con ganas de derrochar sus últimas fuerzas en otras cinco
canciones que devolvieron el concierto donde lo habíamos dejado y nos invitaron
a gritar aquello de “Sálvese quien pueda”
y lograr la imposible “Cuadratura del
círculo”, culminando un concierto que parecía no querer echar
el telón.
Con el directo concluido y la
reticencia habitual a abandonar el recinto, comenzamos a analizar el espectáculo
que había grabado en nuestras retinas durante las dos últimas horas (canciones
con cuerpo propio y ritmo vertiginoso, comunión total entre el público y la
banda, un apartado de sonido perfecto, un cantante carismático con una voz
prodigiosa y un grupo de músicos que brillan por si mismos).
Todo ello, para llegar a la conclusión de que Vetusta Morla en directo a día de hoy, no ofrece un concierto más, ni un espectáculo al uso. Pues pese a que firmen 5 citas en el mismo escenario, con un desarrollo y elección de temas similar, nunca habrá dos conciertos iguales, pues es allí donde tú formas parte del espectáculo y te integras con el grupo creando algo único.
Todo ello, para llegar a la conclusión de que Vetusta Morla en directo a día de hoy, no ofrece un concierto más, ni un espectáculo al uso. Pues pese a que firmen 5 citas en el mismo escenario, con un desarrollo y elección de temas similar, nunca habrá dos conciertos iguales, pues es allí donde tú formas parte del espectáculo y te integras con el grupo creando algo único.
Setlist:
2. “Bocan en la tierra”
3. “Cenas ajenas”
4. “Copenhague”
5. “Un día en el mundo”
6. “Escudo humano”
7. “Baldosas amarillas” (con Eladio
Santos)
8. “Maldita dulzura”
9. “En el río”
10. “Valiente”
11. "Saharabbey Road”
12. “Canción de vuelta”
13. “Un plan mejor”
14. “Rey Sol”
15. “Mapas”
16. “El hombre del saco”
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17. “Iglus”
18. “Mi suerte”
19. “Lo que te hace grande”
20. “Sálvese quien pueda”
21. “Cuadratura del círculo”
Fotos y textos: Rubén López
Colaboración: Natalia del Olmo.