
Los canadienses cumplieron las expectativas la pasada noche en Madrid. Aunque notablemente cansados de su fugaz visita el día anterior por San Sebastián, donde comenzaron la gira. En Madrid y con prácticamente toda la platea vendida, demostraron su poder de seducción a un público dispuesto a dejarse llevar por sus tempos ralentizados, sus canciones más ruidistas y sus baladas psicodélicas. Sonido low- fi para una noche de viernes.
Puntuales, salieron al escenario y comenzaron con una primera tanda de canciones centrada en su ambicioso "The Nomad Series". Abriéndose paso de forma contundente, con alguna de sus canciones más eléctricas e hipnóticas de su tercer (y por ahora último, disco y volumen 3) "Sing In My Meadow" y el álbum "Demons", con versiones del malogrado Vic Chesnutt. Canciones dedicadas a este gran artista, del que fue recordado de la mejor forma posible, que no es otra que interpretar algunas de sus maravillosas canciones. Comentaba la cantante de impresionante voz, lo preciosas que son sus canciones tristes, prueba de ello, la increíble y bella "See You Around".

La buena acústica de la sala permitió poder concentrarse y apreciar del sonido nítido que la banda ofreció, acostumbrados a veces a pasar penurias por algunas salas en este tipo de conciertos. Los juegos de luces también ofrecieron juego al sonido de los canadienses, entre la penumbra y la psicodelia, jugaban un efecto narcótico hacía el oyente, que atentamente y sin manifestarse demasiado durante toda la noche, rompía a aplaudir entre canción y canción. Uno de los pocos síntomas de excitación llegó con la versión de "Sweet Jane", cuando el bajo de Alan Anton lanzaba los primeros acordes del clásico y cuando ya casi finalizando el concierto

Para acabar, nada mejor que desear "Good Friday" a toda la audiencia que permaneció casi dos horas sin moverse de su butaca, eso sí, disfrutando de la música de estos canadienses que volvían a preguntarse por su presencia en un festival de Jazz, aunque me temo que no será la primera ni la última vez que lo hagan.
Por Alberto Vicente