Discazo, así de simple y directo. No se me ocurre una forma mejor de empezar a definir éste “Signs & Signifiers” que se ha sacado de la chistera el señor JD Mcpherson. Porque si lo que te gusta es el aroma vintage, las guitarras afiladas y las producciones analógicas, sin duda que éste álbum ocupará un lugar privilegiado en tu discografía a no mucho tardar. Exactamente algo así como un par de escuchas siendo generoso, aunque apostaría a que es en la primera en la que decides rendirte incondicionalmente ante su sonido de puro y duro rock and roll.
Y el caso es que el primer contacto directo con la portada del disco es cuanto menos desconcertante. Ahí aparece JD en una habitación relativamente ordenada, sentado en un sofá junto a su guitarra. Sujeta con su mano zurda un libro, mientras que con la otra se toca la cara en un gesto que denota ¿hastío? ¿Quizás aburrimiento? Una foto desafortunada que te hace sentir un poco de incertidumbre, la verdad sea dicha.
Suerte que las dudas desaparecen de un plumazo, en el mismo instante en que el animado ritmo del primer corte “Norther side Gal”, se abre paso. A partir de ahí… Un torrente rockero, mezclado con Boggie, Swing y Blues, marca de la casa, no en vano el disco ha sido grabado en Chicago y de la producción se ha encargado el mítico Jimmy Sutton, arropado por un interesante juego de saxos y en un primer plano, alzándose magistralmente, la maravillosa e imperial voz del de Oklahoma. Un tipo blanco y con tupé que ha sido poseído musicalmente por un negro, en una combinación que se nos muestra como perfecta.
De esa manera irán desgranándose las distintas composiciones en un ejercicio continuado cuyo eje vertebrador reúne una mezcla de talento, calidad compositiva y un saber hacer que deja muy atrás la cada vez más reinante mediocridad.
Es imposible no dejarse seducir por el ritmo y la fuerza de cortes como “Fire Bug” o “Wolf Teeth”, empezar a sonar y mover los pies de forma frenética es todo uno. “Scratching Circles” es otro ejercicio repleto de armonía que hace pensar en maestros del género como Bunker Hill, y en “Dimes for Nickels” hace que ante nosotros se presenta la figura del abuelo Chuck Berry, dos referentes que no parecen malos a priori, es más desde aquí os invitamos a que les deis una escucha, si lo que os gusta es la música de calidad y con raíces, claro está.
Tras escuchar todo el álbum completo y volver la vista a la portada que antaño nos hacía mostrarnos escépticos, uno entiende un par de cosas. Lo primero el gesto de abatimiento de JD Mcpherson. No nos engañemos, debe ser ciertamente angustioso haber grabado un trabajo como éste y ver que sólo unos pocos, si acaso Nick Curran y The Jim Jones Revue, cada uno con sus particularidades, pueden seguir tu estela.
Y por otro al verle peinado con su tupé repleto de brillantina y esa estética de hombre de rock, con pantalón y chaqueta vaquera muy ceñidos, comprendemos profundamente su postura. A nosotros también nos jode no poder acercarnos a los años cincuenta más que con algunos discos, una pequeña colección de posters, de esos que guardamos con mucho mimo y recelo, o revisitando cada cierto tiempo “American Graffiti”, para seguir pensando que podemos ser John Milner y que la vida, la que conlleva responsabilidades, jamás nos atrapará. Con tu disco, el de un chico blanco con tupé que canta como un negro, nuestros días serán un poco más llevaderos. Y es que la década dorada está hoy un poquito más cerca. Y todo gracias a ti.
Por: Javier González.
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