“Me parece cojonudo que se nos reivindique porque las canciones y el repertorio son muy buenos”
Sentados en la barra de un conocido bar taurino de la calle Alcalá, situado a escasos metros de la plaza de toros de las Ventas, esperábamos no sin cierta impaciencia el momento en que las agujas del reloj marcaran la una y media de la tarde. A esa hora habíamos concertado una cita para entrevistar al más grande compositor de canciones rock en castellano.
En el ambiente flotaba una sensación de nerviosismo que se mezclaba con un aire de revalida. Un mito de la música de nuestro país nos había dado la oportunidad de entrevistarle y eso implicaba una gran responsabilidad. “El Giradiscos” no podía fallar en la más grande oportunidad que le habían brindado durante estos tres años de andadura. Tocaba confirmar la alternativa y eso pesaba en nuestras cabezas.
A la hora señalada, ni un segundo más tarde, una voz profunda, característica y reconocible nos sobresaltó al saludar firmemente a todos los presentes en los “Timbales”. En un acto reflejo nos giramos y ante nosotros apareció la figura de Jaime Urrutia.
Recorrió en un abrir y cerrar de ojos los pocos metros que nos separaban parapetado tras unas gafas de sol, vaqueros negros y una camisa del mismo color, llamando poderosamente nuestra atención la chulería y el porte señorial que destilaba a cada paso. Sin pose ni impostura. Auténtico en cada gesto. Estrechó nuestras manos cordialmente, para a renglón seguido encaminarnos, sin perder el tiempo, a una mesa con la intención de comenzar lo que sería una más que amena conversación.
Una vez sentados y mientras intentábamos templar los nervios del primer contacto, enumerábamos las razones por las que dentro de unos años podremos vanagloriarnos de haber entrevistado al que fuera vocalista de la banda más personal que surgió en los años ochenta en nuestra ciudad.
Porque sí, hablar de Gabinete Caligari es hablar de una banda de rock sin par en la historia de la música de este país. No ha habido nadie como ellos, y creo que poder afirmar que jamás lo habrá. Una afirmación lanzada desde la seguridad y la arrogancia del que ha oído mucha música y disfrutado con el trío madrileño como con pocos más.
Y es que sus composiciones son más que canciones. Son emociones y sentimientos traspasados a unos pocos acordes. Son descripciones de momentos y lugares que entroncan con la raíz de un pueblo. Es hacer música a la española, repleta de calidad y buen gusto. Es cantar al amor, al desamor, a los bares y a las derrotas con un poso de chulería, socarronería y altivez. Es encontrarte a ti mismo mientras buscas el reflejo de Becquer o Machado. Es una tarde de cañas cerca de la “Monumental”. Es el hedonismo de “Sólo se Vive una Vez”, el porte señorial y vacilón de “Caray”, y la sobriedad emocional de “Camino Soria”. Es el todo frente a la nada imperante. Es recordar una época dorada que no volverá pero que sigue permaneciendo vigente en cada uno de sus discos.
En todo eso andábamos pensando en el momento en el que nos dispusimos a encender la grabadora. Lo demás ya es parte de nuestra historia personal. Todo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos. Algo menos de una hora que se nos escurrió entre los dedos, pero que permanecerá para siempre en nuestra memoria. De la misma manera que vino, se marchó. Se despidió de nosotros, no sin que antes nos diera tiempo a robarle una instantánea para la posteridad, y que ya reposa junto a otros fetiches que guardamos con mimo y anhelo.
Tiempo después, durante la transcripción, descubrimos muchos detalles que por la vorágine de la conversación se nos pasaron. Entre ellos la grandeza y a la vez sencillez que encierra dentro de sí mismo “El Maestro”. Un tipo de verdad que en sus canciones se muestra tal y como es. No conoce poses y en esa actitud radica gran parte de su grandeza.
Un dilema nos asaltó en el instante de dar los últimos retoques a la entrevista. Finalmente nos hemos decantado por lo que pensamos era mejor. No queríamos que por el camino se perdiera el clima de conversación distendida que alcanzamos durante muchas fases de la misma.
Las preguntas están formuladas por fans, por lo que puede que esta entrevista sea más disfrutable si eres un fiel seguidor de Gabinete Caligari y de Jaime Urrutia. Nuestra intención era no caer en el tópico. Esperamos haberlo conseguido y que disfrutéis con ella, tanto como nosotros lo hicimos al formularla.
Con todos vosotros el tipo más grande que ha dado el rock de este país.
Hace alrededor un año vio el que hasta la fecha es tu cuarto álbum, tercero de estudio, “Lo que No está Escrito”, después de que en 2005 viera la luz tu anterior disco, “El Muchacho Eléctrico”. Mucho tiempo entre uno y otro, algo muy normal, por otra parte, a lo largo de tu carrera. ¿A qué dedicas tu tiempo habitualmente?
Jaime: Bueno entre medias grabamos “En Joy”, que tardamos tres meses en ensayarlo y es una cosa que tarda en llevarse a cabo, casi tanto tiempo como un disco de estudio. El resto del tiempo lo dedico a hacer lo que quiero. Soy músico, ese es mi trabajo. Ser jefe de mí mismo es algo maravilloso. Me dedico a vivir la vida lo mejor posible, lo que no quiere decir que no trabaje. Me siento un privilegiado al poder hacer lo que quiero y vivir de ello bien, aunque no sea multimillonario.
Visto externamente da la impresión de que te cuesta escribir canciones puesto que no eres un artista que nos acostumbre a sacar novedades cada poco tiempo. ¿Se resisten las musas en exceso?
Jaime: Yo lo que hago es un control de calidad. Cuando hago un disco intento no sacar cualquier cosa, que es lo que hace mucha gente. Ya con Gabinete Caligari estuvimos dieciocho años juntos y nunca fuimos un grupo muy productivo. Creo que sacamos siete discos y uno de ellos es un mini elepé que es “Cuatro Rosas”. En una ocasión después de “Camino Soria”, la compañía nos pidió otro disco, “Privado”. Entre uno y otro hubo un espacio de año y medio de tiempo, pero no me gustó trabajar de esa manera. Yo no estaba cómodo haciendo las cosas tan rápido. Más que musicalmente lo que me cuesta es escribir los textos, porque me da la impresión de que ya he contado mi vida. No vas a contar siempre que te gustan los bares y los toros. Ocurre otra cosa además y es que cuando llevas unos años en la música no hace falta sacar disco tan a menudo. Eso de sacar disco tan deprisa le pasa a la gente que se pone de moda porque necesitan estar ahí. En mi caso la diferencia de años entre discos me parece normal.
Personalmente creo que eres el mejor compositor de canciones en castellano. Has dotado a la cultura musical de este país de los mejores textos posible, has defendido el rock and roll con una maestría y una chulería innata. Cantado al amor y al desamor con un profundo sentimiento hispano. Eres una suerte de Roy Orbison a la española. Sin embargo en el fondo me da la impresión de que el público en general se ha quedado con el lado más festivo de toda la historia, no hablo de los fans más fieles por supuesto, representado en canciones como “La Culpa fue del Cha-Cha-Cha”, por citar un ejemplo. ¿Cómo vives este hecho?
Jaime: Eso que dices es cierto. La masa, el gran público, pide lo más barato o lo más directo. “La Culpa fue del Cha-Cha-Cha”, es probablemente nuestra canción más conocida. Un buen tema pero tampoco es mi favorita, creo que las hay mejores. En aquellos tiempos funcionaban las radios como los cuarenta principales y la forma de vender la música no es una cuestión de los músicos, la gente quería y quiere algo inmediato y festivo. Has hablado de Roy Orbison, es un buen ejemplo, un tipo que tuvo su época dorada pero tampoco fue Elvis Presley. Hay un cierto malditísmo entre comillas, pero vamos lo tengo asumido desde hace tiempo. También es cierto que yo por mi forma de ser tampoco puede ser un artista de moda. Le pasa a gente como Calamaro, Ariel Rot o Loquillo. Recuerdo que con Gabinete se hablaba de nuestra actitud cruda o directa. Eso no gusta, llega un momento que molesta a la sociedad. También te digo que yo he conocido el éxito y es algo que no me interesa.
Creo que poca gente es capaz de reflejar cosas que tú consigues con pocos acordes y frases. ¿Qué intenta reflejar Jaime Urrutia con el costumbrismo de sus textos? Dignos en muchos casos de estudio por lo que contienen en su interior de “gen” castellano.
Jaime: Las canciones surgen, no las escribes con una consigna. Es algo natural. Me interesa lo que hay a mi alrededor. Me gustaban los bares e hice una canción como, “Al Calor del Amor en un Bar”. Cuando éramos jóvenes, al no tener dinero, pasábamos mucho tiempo en ellos. Los temas son un reflejo de tu vida y en aquella época era eso, estar en un bar con una chica besándote en una noche de domingo.
Con Gabinete Caligari lograsteis ser el gran grupo de la nueva ola con canciones como “Golpes”, “Me tengo que concentrar” o “Tierra de Nadie”. Después tras la mili vino un alejamiento de la elite intelectual que os granjeó el reconocimiento masivo con temas como “Al calor del amor en un bar”, y en vuestra trayectoria encontramos trallazos como cualquiera de las canciones que están recogidas en “Camino Soria”, por citar sólo unos ejemplos. ¿Representa Gabinete un ejemplo de la mayor personalidad rockera de este país?
Jaime: Nosotros siempre lo tuvimos muy claro desde el principio, los tres. Queríamos alejarnos de Nacha Pop y los Secretos, porque ellos se quejaban de que sus chicas les habían dejado. Pretendíamos tener nuestra propia personalidad, y no nos la inventamos. Nos gustaban los toros pues pusimos a un disco “Qué Dios Reparta Suerte”, y hablábamos de un torero mítico como Juan Belmonte. No sólo se hablaba de toros sino de más cosas, siendo siempre distintos a los demás. El hecho de tener tantos éxitos implica talento. Yo escucho el disco de “Camino Soria” y me parece buenísimo. La gente me lo comenta por la calle y te hace ilusión. Nos parecía bonito hablar de una ciudad de la que nadie hablaba, además tiene tradición literaria Antonio Machado y Gustavo Adolfo Becquer han sido profesores allí. Mecano decía que “No hay marcha en Nueva York”, y La Unión cantaban “Lobo Hombre en París”… todo muy cosmopolita Paris y Nueva York. Nosotros queríamos ser distintos. Además Ferni y yo estudiábamos Filología, Edi estudiaba periodismo, no éramos chicos que venían del arroyo sino que estábamos leídos y estudiamos. Eso había que demostrarlo.
Es muy habitual verte tocando en fiestas populares, cosa que es muy loable, pero creo que es parte de esa percepción que el público tiene de ti. Un lado lúdico y festivo. Que en ocasiones considero fomentas con la elección de singles que no siempre muestran todo el potencial de tus discos. Estoy hablando de “Maribel” y de “Lo que no está escrito” concretamente. ¿Te encuentras más a gusto ahora mismo en ese terreno que en el del rock and roll más serio?
Jaime: Personalmente toco en fiestas porque me contratan. Vivo de esto y el negocio está muy mal. El otro día toqué en Carabanchel y, humildemente, creo que fue un conciertazo. Hace dos años hice muchos teatros en la provincia de Sevilla. Toqué en cuatro recintos pequeños muy bien acondicionados. Verdaderamente, toque donde toque, el repertorio es el mismo. Por otro lado, tampoco me molesta que me cojan por ese lado más verbenero. Por ejemplo “La Fuerza de la Costumbre”, poco tiene que ver con eso y yo aprovecho para meter muchas composiciones diversas en mi repertorio.
Soy de la opinión de que tus conciertos, con un par de retoques, son dignos de otro tipo de recintos. Me refiero a salas de conciertos de mediano y gran aforo, y grandes festivales, por lo que contienen de rock y de swing. ¿Por qué no hay una apuesta clara por tu directo?
Jaime: El tema de los grandes festivales no lo hago, no por repertorio, sino porque no doy el tipo de artista independiente que gusta a los chavales. En las presentaciones de “Lo que No Está Escrito”, en la Joy Eslava y en Bikini, perdí dinero en ambos casos. No lleno salas actualmente. En Bikini caben quinientas personas y fueron trescientas. No puedo permitirme el lujo de perder dinero con mi profesión. Con “Patente de Corso”, después de mucha lucha, sí se vio dinero, pero ahora no soy el tipo de artista que llena. Hace unos años toqué en “Clamores” y no se llenó del todo, pero bueno es lo que hay.
Por otro lado en la calle percibo una leve crítica hacia un cierto “inmovilismo” en tu repertorio. Es un debate muy interesante. Entre los fans fieles de tu carrera y aquellos que acuden puntualmente y quieren escuchar canciones conocidas. Con tantas y tan buenas composiciones, ¿te has planteado renovar en profundidad los temas del directo para que vuelvan a sonar composición tanto tuyas en solitario como de Gabinete?
Jaime: Tengo que hacer un repertorio equilibrado de Gabinete Caligari, que es mi pasado y estoy muy orgulloso, y Jaime Urrutia. Pero mi carrera en solitario debe tener más peso. Quizás en algún momento de la sorpresa y varíe el repertorio. Luego hay una serie de clásicos que tienen que estar “Tócala Uli”, “Suite Nupcial”o “Camino Soria”. Pueden entrar “Más Dura Será la Caída”, “Sólo se Vive una Vez” o “Mentir”, como me habéis comentado antes, pero tampoco lo veo como algo definitivo. Te tomo el consejo.
Hace unas semanas tuvimos la oportunidad de ver tu directo en Carabanchel y creo que los Corsarios están en un gran estado. Es curioso como ahora que tenéis menos bolos que en giras anteriores, la banda suena mucho mejor. ¿A qué responde este hecho?
Jaime: Es probable. Durante la gira de “Patente de Corso” la banda se acababa de crear. En aquella época nos acompañaba Guille Martín, que era un gran guitarrista al que tengo en un altar. De todas formas un grupo no se hace en un año. Llevo con los Corsarios desde el año 2002, han pasado nueve años y el tiempo se nota. Ahora suenan mucho más compactos. El año pasado no hubo mucho trabajo y hace unas semanas nos volvimos a juntar después de cinco meses sin ensayar y se notaron esas ganas.
No sé si caíste en la cuenta de que macabramente ese fin de semana se cumplían años del fatídico accidente que costó la vida a Eduardo Benavente, amigo personal tuyo y fan confeso de tus canciones, que además está enterrado en Carabanchel. ¿Qué recuerdo tienes de la figura del líder de los añorados Parálisis Permanente?
Jaime: Se me olvidó. Tenía pensado decirlo pero luego en el escenario se me fue de la cabeza. Tuve la gran suerte de haberle conocido. Hubiera sido el Bowie español. Ya con dieciocho años era una estrella de rock. Era muy listo, muy inteligente, tenía carisma y se quería comer el mundo. Gracias a él estoy aquí. Nos conocíamos, a él le gustaba mi forma de tocar. Un día nos dijo que iban a grabar un disco, porque fichar por una multinacional era algo imposible que si queríamos compartirlo con Parálisis Permanente. Le dijimos que sí y así se hizo. Él tenía dieciocho años y yo veinte. Quería ir a por todas. Tenía pensado dedicarle una canción durante la actuación, al llegar a casa me acordé. El único tipo que me recuerda a Eduardo es Bunbury, tienen coincidencias, siempre lo tuvo claro desde el principio y era una persona ambiciosa. De no haber muerto, de la forma en que lo hizo, hubiera sido el número uno del rock español. Además creo que hubiéramos hecho algo juntos. A él le gustaba mucho Gabinete. Éramos amigos no solo por lo musical sino que quedábamos para tomar algo e ir a jugar al futbolín. Él me llamó para tocar en Parálisis, en la época en que tocaba la batería con Alaska y ganaban dinero, era la época de “Bailando”, así que se iba con Ana a Londres y cuando nos veía nos decía, “escuchad esto de Joy Division”. Llegué a tocar la guitarra en “Autosuficiencia” con los hermanos Canut, Nacho y Johnny, y él. No veas como sonaba la banda. A día de hoy escucho “Autosuficiencia” y se me caen las lágrimas, lo que ocurre es que yo ya estaba con Gabinete y para las actuaciones él tenía que contar con otros guitarristas. Había mucha conexión y para mí tocar con Eduardo fue un orgullo.
Aprovechando que hemos tocado el tema de los ochenta, no sé si echas algo en falta de ese período en el que la libertad que se respiraba era sincera, no como los tiempos asesinos que estamos pasando actualmente. ¿Qué recuerdos de aquel tiempo y de aquella escena musical de la que fuisteis vanguardia estética y sonora?
Jaime: Tengo un recuerdo muy bonito. Fue todo muy precipitado. Todos pensábamos que duraría un año. Fue muy intenso, no teníamos práctica de tocar en un escenario ni de dominar un amplificador. Poco a poco fuimos aprendiendo. Un buen día el mánager nos dijo que teníamos treinta bolos en un corto espacio de tiempo. No nos lo creíamos, nos preguntábamos, “¿vamos a vivir de esto?”. Era todo muy ingenuo. Nunca pensamos en ser profesionales de la música. Cuando llegó el éxito tuvimos que ir aprendiendo porque no sabíamos nada. Gabinete tardamos en aprender y en llegar a sonar bien. No sabíamos controlar un pedal tan siquiera. Los conciertos eran un éxito pero a la vez eran un puto desastre. Tardamos un tiempo en adquirir tablas.
Sigo flipando cuando escucho la forma en qué sonabais en la primera época. Una apisonadora en la que cobraba protagonismo tu guitarra de una forma muy peculiar. De esa etapa es una de las canciones que más me gustan de la nueva ola española. Estoy hablando de “Me Tengo que Concentrar”. ¿Habrá opción de volverla a escuchar de nuevo en alguna ocasión?
Jaime: Durante ese período éramos un trío, yo me tenía que trabajar todo. Cantaba, tenía que hacer la guitarra rítmica y los solos. Debía estar muy concentrado porque si no mi guitarra se podía convertir en un caos. Con “Me Tengo que Concentrar” pretendía imitar lo que hacían The Cure. Ellos conseguían ese sonido gracias a un pedal llamado “Thunder”. Hicimos ese temaque ellos no lo hubieran hecho. En ese período había pocos tríos, creo que estaban Ilegales, nosotros y alguno más. Lo que ocurre es que era muy complicado, me exigía mucha concentración. La banda sonaba muy compacta pero era mucho esfuerzo. A raíz de meter otro guitarrista me abandoné un poco. Me hice algo perezoso, pero fue para que el grupo sonara mejor.
Sabemos de buena fe que eres un gran guitarrista y creo que es una de las facetas de tu personalidad como músico que están más en un segundo plano.
Jaime: Cuando hablé con Bunbury que, en principio, iba ser el encargado de producir “Lo que no está Escrito”, él me dijo que si producía el disco yo debía tocar la guitarra y lo solos porque me consideraba un gran guitarrista. La verdad es que en este último álbum muchos de los solos son míos.
Por cierto, observo que la banda ha vivido en una especie de limbo durante los últimos años, como en un frágil olvido de la memoria colectiva. Sin embargo en los últimos meses he visto como grupos de otras generaciones os reivindicaban. Ahí está la versión de “La Fuerza de la Costumbre” de la Habitación Roja, la confesión de Ornamento y Delito de que les encantaba vuestro disco “Privado”, y por último una versión que circula por internet de los Carniceros del Norte, una banda punk, de “Olor a Carne Quemada”. ¿Qué te parecen estos sinceros homenajes?
Jaime: La versión de la Habitación Roja la he escuchado. Ornamento y Delito no me suenan, pero por favor si puedes pásamelos a ver a qué suenan. Me llama la atención que les guste “Privado”, porque es un disco en que el productor Jesús Gómez quiso hacer un sonido muy estándar. Tuvimos problemas con él, hubo que regrabar guitarras y demás. Tampoco me suenan los Carniceros del Norte, pero por favor házmelos llegar. En cuanto a los homenajes creo que Gabinete somos un grupo olvidado, por decirlo de alguna manera. Éramos muy raros, muy serios, entre los músicos no caíamos bien. Somos de los únicos grupos de la movida a los que no se les ha hecho un homenaje. También pienso que mi forma de cantar es muy rara y que es difícil hacer una versión nuestra musicalmente. Esto te lo digo con mucho orgullo y chulería. Me encanta que nos reivindiquen, pero también es verdad que somos una banda que se fue por la puerta de atrás. Radio Futura se marcharon y mandaron una carta a “El País” diciendo, “Nos separamos”. Nosotros no. A día de hoy la gente por la calle me reconoce y me habla de Gabinete. Me parece cojonudo que se nos reivindique porque, como decías antes de la entrevista, las canciones y el repertorio son muy buenos.
Jaime siempre me ha impactado tu forma de ser. Veo a mucha gente que de forma pretenciosa intenta mostrar su lado más chulo, pero no te llegan a la suela de los zapatos. Vamos ni tan siquiera Loquillo. ¿Cómo se puede lograr esa chulería y ese saber estar que tú tienes?
Jaime: (Risas) El Loco siempre ha reivindicado de mí esa parte castiza y chula. Además yo le admiro mucho por su ambición y la capacidad que tiene para venderse. Me llama cada lunes por la mañana. Es un tipo que vive su negocio, más que la música. Es más negociante que músico. A mí me ocurre lo contrario soy más músico que comerciante.
Es que eso que comentas es patente en tu carrera musical y no sé hasta qué punto te ha lastrado. Con Gabinete pasasteis por muchas compañías y en solitario tampoco sé si la esencia de Jaime Urrutia se ha vendido al público adecuadamente.
Jaime: Estábamos haciendo “Camino Soria”, que en principio iba a ser para DRO, y llegó una oferta muy interesante económicamente por parte de EMI con la que finalmente fichamos. De todas formas durante el período bueno del grupo no hubo más que dos compañías. Después en la última época sí, pero motivado porque no teníamos más remedio que ir donde nos querían grabar un disco. Yo te hablo del período “Camino Soria”, después del “Al Calor del Amor en un Bar”, nos fuimos porque la oferta era buena. Decían que nos habíamos vendido cuando nosotros empezamos la independencia, con Eduardo y el trabajo conjunto que hicimos con Parálisis Permanente. Además fuimos el primer disco de oro de la independencia con “Cuatro Rosas”. Nos ofrecieron unas condiciones que no teníamos en DRO. Las sesiones de promoción eran tres días de ocho de la mañana a doce de la noche sin parar durante varios días. En esos detalles te dabas cuenta de que era una multinacional.
Poco después llegó “La Culpa fue del Cha-Cha-Cha” y nunca mejor dicho…
Jaime: Sí, es lógico. Es algo normal. También ocurre con los toreros, estás deseando que tengan éxito y después empieza el cansancio. El otro día fui a ver a Manzanares, que lo había hecho muy bien en Sevilla, y a mí me encanta que conste, pero ya la gente empezaba a decir, “¿Y el guapo éste de que va?”. Eso es la vida. La gente no te aguanta más de un cierto tiempo en lo más alto. Pero esto no sólo nos ocurrió a Gabinete, sino a toda la música de los ochenta. La expo del noventa y dos fue el punto culminante, en el noventa y tres llegó el gran golpe. De repente aparecieron un montón de grupos nuevos cantando en inglés, cosa que considero muy lícita. En ese momento nosotros no existíamos para la prensa. Era la época de “Gabinetissimo”, pero ya no hablaban de ti, ni para ponerte a parir. Daba igual haber tenido un nombre. Nos habíamos convertido en unos viejos. Ni tan siquiera Diego Manrique, ni “El País de las Tentaciones” hablaban de nosotros. Pero también le ocurrió a los Nacha o la Unión.
Tiene que ser una tesitura muy difícil porque a lo bueno uno se acostumbra de una manera sencilla, pero para una vuelta atrás no siempre se está preparado. ¿Cómo afectó todo eso al seno de la banda?
Jaime: Creo personalmente que nosotros y nuestras canciones envejecimos dignamente. Aunque el grupo cambió y yo, personalmente, me di cuenta de que quería hacer otras cosas. Estuvimos dieciocho años juntos. Y el final fue muy jodido porque ellos me dejaron de hablar. Se mosquearon porque querían seguir.
Hace un tiempo tuvimos la oportunidad de entrevistar a Edi con el cual nos une una estrecha amistad desde hace algunos años, concretamente desde el período en que coincidimos en la facultad de Historia.
Jaime: Es cierto, tenéis una entrevista en su casa. Dale muchos recuerdos. A Edi le adoro. Le llamé para expresarle mi deseo de que grabara unas baterías para “Patente de Corso”, cosa que al final no se dio. Lo que ocurre es que en Gabinete había dos frentes, Ferni y Edi, por un lado, y por otro yo, que iba muy a mi bola. Son cosas que pasan. Yo quería hacer otras cosas en la vida, tocar con otros músicos. Me daba la impresión de que querían acabar como los Bravos y los Brincos, tocando temas antiguos. El grupo ya había dicho todo lo que tenía que decir. “Subid la Música” vio la luz en una compañía que pertenecía a Telecinco que ni tan siquiera tenía oficinas. Gabinete tocaba en galas de pueblos perdidos que a mí, personalmente, me daban vergüenza. Recuerdo un día que tocamos con Fernando Esteso. Era rebajarnos a ser la orquesta más barata del mundo. Ya llevaba tiempo con ganas de hacer otras cosas como han hecho otros grupos. La verdad es que no hubo pelea. Dejó de sonar el teléfono y hasta hoy. Sólo hicimos una rueda de prensa para presentar el libro de Jesús Rodríguez Lenin, “Gabinete Caligari, el lado más chulo de la movida”, y desde entonces hasta ahora.
Jaime para ir terminando… ¿Hasta cuándo tendremos el sabor castizo de tus composiciones?
Jaime: Al grabar “Patente de Corso” recuerdo que dije que a los sesenta años me retiraría. No lo sé. Probablemente en algún momento me iré sin decir nada. Ahora mismo la música es mi vida aunque tengo claro que es como el toreo, es difícil estar ahí manteniendo el tipo tantos años.
Nota: Esta entrevista no hubiera sido posible sin la ayuda e implicación de Hugo Fernández, quien desinteresadamente nos ayudó a coordinarla. Desde aquí queremos expresarle nuestra mayor gratitud.
Por: Javier González e Iván González.
Fotos: Iván González.