“Agradecemos mucho la renovación de la base social de Siniestro Total en forma de sangre nueva en los conciertos”.
Siniestro Total está de vuelta. El motivo no es otro que la publicación hace unos meses de su nuevo trabajo titulado, “Country and Western”, un compendio de quince canciones que transita acertadamente por estilos dispares como el rock and roll, blues, western y country, por citar algunos ejemplos, con el que han logrado volver a estar de rabiosa actualidad.
Poco se puede decir de Siniestro que no se haya dicho ya. Lo cierto es que los vigueses nunca se fueron. Llevan al píe del cañón la friolera de treinta años, dando la cara en todos los escenarios de nuestra geografía, respaldados por un repertorio cargado de grandes canciones que hacen de su directo una de esas “apuestas seguras” si lo que uno quiere es una gran noche de rock.
El suyo es un estilo único e inconfundible. Mezcla de irreverencia, sana ironía y humor socarrón con tintes de realismo extremo. Detrás de sus letras de apariencia festiva, en muchos casos, se esconden mensajes que son capaces de hacer pensar. Su lucidez y forma de expresarse es única en nuestro panorama. Siempre lo fue. Quizás ese haya sido uno de los motivos por los que el grupo ha logrado sobrevivir durante tanto tiempo, más si cabe, en un panorama tan poco dado a mitificar como el nuestro.
Para nosotros es un placer publicar esta interesante charla con Julián Hernández, vocalista y guitarra de la banda. Y es que uno no tiene el placer de hablar con una leyenda de nuestra música todos los días. Esperamos que la disfrutéis tanto como lo hicimos nosotros.
Después de cinco años desde la publicación de vuestro anterior trabajo de estudio,“Popular, democrático y científico”, estáis de vuelta con un nuevo álbum. ¿A qué habéis dedicado el tiempo libre?
Julián: Si hubiéramos tenido tiempo libre hubiera sido fantástico. Pero no. Aparte de los conciertos, que no paran nunca, el directo ‘Que parezca un accidente’ nos llevó más tiempo del que pensábamos por la portada, el documental de Mikel Clemente y demás. ‘Country & Western’, por su parte, ha sido un trabajo de dos años desde las primeras notas hasta que salió a la calle. Esto por un lado y luego están todos los pluriempleos y desdoblamientos de personalidad, que no son moco de pavo.
¿Por qué habéis decidido titular al disco “Country and Western”? ¿Es España el lejano oeste, sin leyes, repleto de peligros y, sobre todo, sin un dios que sea capaz de gobernar esto?
Creo que era Ángel Ganivet quien decía que un país culto es libre, un país analfabeto es esclavo y un país que está a medias es ingobernable, que sería el caso de España. Por suerte caminamos con paso firme hacia el “belenestebanismo iletrado” y así, por lo menos, seremos esclavos. De todas formas, el título se refiere más a Galicia que a España, y también al género musical, una coincidencia feliz para hacer el juego de palabras.
Llama la atención la inclusión de tres temas con título en inglés. Uno de ellos cantado inclusive en la lengua de Shakespeare. “The Very First One”, “Country and Western”, la que da título al disco, y “The Wrong Frequency”. ¿Que os ha motivado a incluir temas en lengua foránea?
Nada en especial. A veces las cosas salen así. ‘The very first one’ salió a raíz de un e-mail que le escribí a Hardy en el que le decía que teníamos que tomarnos unas copas en Houston y que Trish, su mujer, sería la primera en la cola para trasegar. Acabar de escribir la frase y pensar que era un buen título para una canción como de Johnny Cash fue todo uno. ‘The wrong frequency’ es la letanía que se repite en el collage a la manera del ‘Revolution no. 9’ de los Beatles. En este caso es la voz de un piloto que se equivoca con la frecuencia de la emisora y era perfecto para ponerle el título a esa cacofonía demencial. Y ‘Country & Western’ fue después del título del disco para que quedase claro lo que intentábamos decir. Para entender un poco todo, en la página web están todos los textos completos del periódico que nos sirve de portada (una pequeña obra maestra de Mikel Garay), que también costó lo suyo escribir y a nadie le importan una mierda, así que hago promo de ellos en cuanto puedo.
Es patente que Siniestro Total ha evolucionado en lo musical, desde hace tiempo, hacía una música de raíces negras, sobre todo blues, llegando a grabar algún trabajo en Tennessee, alejándose en parte de aquel sonido punk de los comienzos. ¿Qué marca la evolución en vuestra música?
Grabamos en Memphis que es como más ‘bluesy’. Allí conocimos a Joe Hardy, nuestro productor, hace la friolera de dieciocho años. Y bueno, nada marca en especial una evolución. No creo que la idea punk haya desaparecido en absoluto, más bien todo lo contrario, pero utilizar otras maneras de contar las cosas lo hemos hecho desde el principio (la primera versión de ‘Matar jipis en las Cíes’ es tecno). No sé si tenemos algo de estilo; lo que está claro es que no tenemos un género determinado para ser un grupo de rock, que es lo que somos para bien o para mal.
La gente que acude a ver un concierto de Siniestro Total es consciente de acudir a un evento que es un auténtico cachondeo, pero en el fondo en vuestros conciertos se destapan verdades que son tan grandes como puños. ¿Hasta que punto las letras de la banda son irónicas, cómicas, o dolorosamente realistas?
Yo creo que cómicas no son porque no tenemos mucha gracia a la hora de contar chistes. Lo que sí utilizamos es el sentido del humor (unas veces más negro o más irónico o más sarcástico o más lo que sea) para hablar dolorosamente de la dolorosa realidad, como bien dices. No se trata del mito del payaso triste sino más bien de la utilización del humor como arma y escudo, algo bastante corriente en gentes que, en el fondo, lo ven todo muy negro. En todo caso, es nuestra manera de ser, de ver, de vivir, de hablar y de describir. No tenemos otra, porque la sola idea de ponernos solemnes nos repugna. Lo que no quiere decir que no nos guste que lo hagan otros en determinados casos. Pero como no es posible concebir un desfile militar o una procesión religiosa con sentido del humor, pues nosotros explotamos el mecanismo sin mayores problemas. Es un buen territorio, bastante autocrítico y autoparódico, por cierto.
En un país como el nuestro en el que el rock está tan denostado y habiendo contado con tres vocalistas en vuestro seno, ¿Cuál es el secreto para permanecer tantos años al frente de Siniestro Total?
Para empezar, la cabezonería. Si no fuéramos unos cabezotas no hubiera sido posible. Por otro lado, también los cambios han sido bastante saludables. No porque la gente que haya pasado por la banda no haya aportado cosas que configuran al grupo tal y como es hoy, sino porque ha habido otras aportaciones y otras visiones que han reforzado la historia sin distorsionarla, al menos eso creo. Por último, fue crucial la entrada en 1990, justo cuando los ochenta se desvanecían en la nada, de Xosé Manuel Blanco como manager personal. La movilidad que nos ha dado el hecho de que una persona se ocupe de la logística estando también implicada en el “ideario” del grupo, nos ha llevado a grabar con Hardy, a tocar en América o a ser definitivamente independientes aunque nuestros discos salgan en una multinacional, como es el caso de Sony ahora mismo. Hombre, también puede que haya algo del factor suerte, pero como no creemos en ella pues no le hacemos caso y ya está.
Con la despedida este año de Ilegales, pocas bandas pueden presumir de cumplir treinta años rodando bajo el mismo nombre. ¿Os sentís unos privilegiados del negocio musical o simplemente unos supervivientes?
Más bien unos supervivientes, pero eso ya es un privilegio, ¿no? Sí es cierto que da un poco de vértigo sumar tantos años pero también es cierto que, bajo el nombre de Siniestro Total, hemos vivido muchas vidas distintas y esto es de todo menos monótono. Las crisis y el hecho de tener el culo inquieto han servido para reconvertirnos (odio lo de ‘reinventarse’) varias veces. Tampoco queremos deshacernos de una maquinaria que ahora funciona como un reloj. Sólo si algún día somos conscientes de que no carbura como nosotros queramos, nos pensaríamos lo de dejarlo. Tampoco nos preocupa demasiado lo de ser más o menos jóvenes o viejos porque envejecer es muy fácil y madurar es imposible, al menos en nuestro caso. En una crónica después de un concierto en Barcelona nos llamaban “músicos cuarentones disfuncionales” y estamos encantados con esa definición. ¡Todo un piropo!
¿Creéis que a las bandas más veteranas de nuestra música se os ha dado el trato que merecías?
Todo el mundo piensa que se merece más de lo que recibe y nosotros no podíamos ser menos. Pero nos quejamos más de las cosas que no hemos podido hacer por falta de medios o de difusión, que viene a ser lo mismo. Hombre, hemos podido sacar adelante espectáculos como ‘La Historia del Blues’ o ‘Cultura Popular’, extravagancias escénicas y musicales que nadie se ha planteado por aquí. Y no buscamos un ‘reconocimiento’ en forma de ponerle nuestro nombre a una calle de Vigo porque ¿quién querría vivir en la “Avenida de Siniestro Total nº 13, 9º B”? Pero esto no quiere decir que no queramos forrarnos como cerdos y vivir de rentas, ¿eh? Así que si hay algún mecenas multimillonario por ahí, que no lo dude, que nos vendemos como putas y tocamos en los cumpleaños de sus hijos a cambio de una vida regalada.
Quedan lejos los tiempos de los felices ochenta, una época única para el despegue de nuestro rock. ¿Qué recuerdas de aquel mítico período?
Te iba a decir que prácticamente nada pero no es cierto: están los discos para certificar que pasamos por allí. Efectivamente no se puede repetir tanta repercusión, en los medios generalistas sobre todo. Tampoco es cuestión de vivir de la nostalgia, que es un sentimiento reaccionario y paralizante. Que ahora parezca una época mítica pues es lógico: al fin y al cabo toda España salía de muchos años de aburrimiento, por decirlo suavemente. Nos preocupa más la vulgarización de la memoria sobre los ochenta. Si toda la gente que dice que estuvo en Rock Ola hubiera estado realmente allí alguna vez, el local hubiera tenido un aforo de miles de personas y no daba más que para unos pocos cientos. Esto no quiere decir que tenga algún mérito haber estado por allí metidos a diario porque era todo muy cutre. Pero tampoco me vale decir que Mecano o Miguel Bosé fueron figuras señeras de la Movida de los Ochenta (odio el nombre). Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa: las cosas como son. Y cada uno en su casa y Dios en la de todos.
¿Crees Julián que las cosas han cambiado mucho, y para mal, desde aquella época?
Pues sí, han cambiado mucho pero no necesariamente para mal. Pensamos que ahora estamos mejor en muchos aspectos aunque hayamos vuelto a las catacumbas, ese sitio del que nunca deberíamos haber salido, como dice el dibujante Miguel Ángel Martín. Si alguien me hubiera dicho que algún día tendría por nueve euros al mes mucha de la música que me interesa (no toda) en Spotify, no me lo hubiera creído, por ejemplo. Si entendemos la profesionalización que arrancó en los noventa como el esfuerzo gigantesco de músicos, técnicos, productores, diseñadores, managers y demás familia para construir una industria más decente en un país de sordos cultural y administrativamente, habrá que quitarse el sombrero porque las condiciones laborales siguen siendo trogloditas. Mientras en los países anglosajones la música es algo cotidiano, aquí es una excepción. Tampoco ayuda mucho la acumulación gratuita de música en los ordenadores de medio país, y no por lo que supone de pasta solamente, sino por lo que implica de falta de criterio y de filtros para distinguir una botella de Vega Sicilia de una de lejía. Por eso agradecemos mucho la renovación de la base social de Siniestro Total en forma de sangre nueva en los conciertos: siempre hay alguna esperanza.
¿Cómo anda Galicia actualmente de grandes bandas? ¿Cómo ves el resto del panorama nacional?
Uf, qué pregunta. Si no lo sabes es porque tampoco hay ‘grandes bandas’ o, por lo menos, no se conocen lo suficiente. Yo creo que es mucho mejor ahora el panorama, como te decía. Hay montones de grupos muy interesantes que no tienen prejuicios y técnicamente son unas fieras. Más y mejores pero menos conocidos, ¡qué le vamos a hacer! Se pueden dar nombres como Triángulo de Amor Bizarro, Novedades Carmiña o Niño y Pistola... La variedad es enorme. Pero bueno, lo importante ahora es conseguir la difusión de sus trabajos que son realmente interesantes. En cuanto al resto del panorama nacional, pues tres cuartos de lo mismo. Insisto en que España es un país bastante atrasado (ni comparación con Portugal en muchos aspectos) y básicamente es el negativo de lo que pasa en América. Allí, desde Canadá a la Patagonia, si alguien tiene una historia musical detrás, tiene también el respeto y la consideración; no digamos si se trata de alguien que haya tenido un éxito considerable. Aquí la gente ya desconfía, por esnobismo, del segundo álbum de una banda: “¡Bah! Eran mejores antes...”. Así es muy difícil consolidar una industria que puede representar un tanto por ciento del producto interior bruto y del menos bruto, o sea del de la educación de las gentes a la hora de consumir entretenimiento o cultura.
Me encanta el hecho de que en el último disco hayáis introducido en una canción la palabra Fariseo, un término bastante hiriente por otro lado. ¿Qué entiende Julián Hernández por un “Fariseo del Rock and Roll”?
Habría que preguntárselo a Óscar Avendaño porque la canción es suya. Pero la hemos hecho de todos, como siempre. ¡Pobres fariseos! Les pusieron a parir en los Evangelios y hasta ahora nadie ha roto una lanza por ellos. ‘Fariseo’ es sinónimo de hipócrita, mamarracho, mentiroso y mil cosas más. En la canción, el personaje no tiene ningún reparo a la hora de robar canciones de los demás y decir que son suyas. Bueno, me temo que eso lo hemos hecho todos, desde Elvis Presley a Wilco, en mayor o menor medida. El rock lo inventaron unos negros de Misisipi allá por los años treinta del siglo pasado (Charley Patton, Robert Johnson...) y desde entonces no hemos parado de saquearles. No está mal, siempre y cuando no olvidemos de dónde venimos...
¿Me gustaría saber si han sido muchas las mujeres que han engañado a sus parejas con el batería de Siniestro Total, tal y como cantaban sobre ti los Hombres G en su canción “Indiana”?
Ya le gustaría a uno, ya. Tengo que agradecer esa leyenda a David Summers, pero se distorsionó un poco cuando dejé la batería y ahora es Ángel el que se lleva el gato al agua. Si lo sé no dejo de aporrear tambores, coño.
En la última ocasión en que hablemos, en la Sala Galileo Galilei, te lo dije en persona y ahora no me puedo resistir a repetírtelo. Me encantó vuestra adaptación de “Esta Noche me voy a Bailar” de los Coyotes que hicisteis para el directo “Cultura Popular”. Gran canción y mejor banda.
Pues sí. No creo que Víctor haya hecho un disco malo en su vida. Es un estupendo tocapelotas al que le encanta llevar la contraria a todo el mundo. No serían posibles Juan Perro o Jarabe de Palo sin lo que hicieron en su momento Los Coyotes, a pesar de tener mucho menos éxito. ‘Esta noche me voy a bailar’ es una canción perfecta pero tienen miles más. En ‘Cultura Popular’ la sacamos adelante siendo conscientes de que no podríamos conseguir ser tan sexys como Víctor.
Fíjate si sois grandes que en su día, emulando a las grandes bandas británicas, no dudasteis en mantener una agria polémica con Héroes del Silencio. ¿Qué fue de aquello? ¿Pantomima o realidad? Cuentan que aquello se solucionó en una noche de borrachera entre Juan Valdivia, guitarra de la banda aragonesa, y tú, ¿es cierto?
¡Buenooo...! La verdad es que no fue nuestra intención y tampoco tuvo la repercusión que tuvieron las rivalidades entre los Beatles y los Rolling Stones o Blur y Oasis, ya fueran reales o ficticias. Yo creo que Bunbury malinterpretó algo que dijimos (no recuerdo muy bien qué) y dijo que los Héroes no eran un grupo montado para ligar, como Siniestro Total. Visto lo visto, si hubiéramos querido ligar, mejor podíamos haber montado una panadería o dedicarnos a repartir butano, que es un icono sexual muy recurrente. No, la verdad es que no llegó la sangre al río y, efectivamente, con Valdivia no hubo ni que dar explicaciones de algo que nos había trascendido a todos. Anécdotas del mundo musical patrio, que se dice.
Bueno Julián antes de despedirnos, una última cuestión. ¿Seguís siendo los “Putos Amos” del rock de nuestro país?
Si usted lo dice... Es curioso: eso fue un piropo que nos lanzaron por calle en Huesca y, muchos años después, mi hijo Esteban me dio el estribillo de la canción. Una especie de error cuántico en el espacio-tiempo, supongo.
Siniestro total estará actuando en la madrileña sala Joy Eslava el próximo sábado. El Giradiscos estará allí para contarlo.
Entrevista: Javier González.
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*Texto y fotografías: Fran Llorente*
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