Madrid. Palacio de los Deportes. Sábado 18 de diciembre.
El pasado sábado fue el día elegido por Pereza para despedirse de nuestra ciudad y, si exceptuamos el concierto de Barcelona aún pendiente, de la exitosa gira de su último trabajo “Aviones”, un disco con el que han logrado ir colgando el cartel de “Sold Out” en cada uno de los lugares por donde han pasado y que ha servido para encumbrarles como gran grupo dentro de nuestro panorama rockero.
Nadie quería perderse una cita como esta, no en vano Rubén y Leiva, han anunciado que el próximo año supondrá un tiempo de descanso para la banda, por lo que quién más quién menos tenía ganas de ver un bolo que a priori no se repetirá en la capital hasta dentro de bastante tiempo.
Las inmediaciones del Palacio de los Deportes se convirtieron en un hervidero de gente desde horas antes de que los chicos de la Alameda de Osuna hicieran acto de aparición sobre el escenario.
Un incesante ir y venir de personas de todo tipo y condición. Un claro reflejo de que Pereza, que ya han cumplido diez años como banda, ha logrado dejar atrás aquella etiqueta que les catalogaba como grupo para quinceañeras. Superadas las críticas hace tiempo, ahora se mueven en una tesitura que les ha hecho situarse en la zona noble del rock de nuestro país. Habrá a quienes no les guste esta afirmación, pero de lo que no cabe duda es que es un hecho. A día de hoy juegan en primera división.
Accedimos al interior del recinto con los primeros acordes de las vacilonas canciones de los chicos de Sidecars, encargados de hacer las veces de teloneros. Durante su actuación sonaron temas como “Fan de Ti”, “Mundo Frágil”, “Muy Bien”, “Chavales de Instituto” o “Ya no tengo Problemas”, con la que dieron por finalizada su actuación.
Fue realmente emocionante observar como el Palacio de los Deportes, que poco a poco iba llenándose, coreaba las canciones de los madrileños. De no ser porque todos los allí presentes teníamos claro que aquella era la noche de Pereza, algunos podríamos haber llegado a pensar que el artista principal eran Sidecars.
Sinceramente no sé hasta donde terminará calando la propuesta del cuarteto, de lo que no me cabe duda es de que cada día más gente se sube al barco y queda enganchada. Están haciendo un buen trabajo que, a buen seguro, acabará dando sus frutos.
En apenas minutos y tras haber adecuado la escenografía, las luces se desplomaron. Era la señal inequívoca de que el espectáculo iba a comenzar.
Con escaso retraso sobre la hora prevista aparecían en escena los chicos de Pereza. De un lado Leiva, vestido de negro y calado con un sombrero, y del otro, Rubén con llamativa chaqueta roja. Se encontraron en mitad del escenario para, en un gesto de lo más sincero, fundirse en un entrañable abrazo.
En ese instante agarraron sus instrumentos para dar comienzo a un concierto, que se extendería más allá de las dos horas y media de duración, en el que se sellaría, una vez más, la total comunión entre el público madrileño y los Pereza.
Arrancaron con una emocionante interpretación de “Leones” que, sin solución de continuidad, dio paso a la canción que da título al álbum “Animales”. Tuvieron algún pequeño problema de sonido con “Manager”, rápidamente solucionado en el momento en que sonaba “Quiero Hacerlo esta Noche Contigo”.
En ese momento el interior del Palacio era un auténtico disfrute. Todo acompañaba. El público, que casi lleno en su totalidad el recinto, estaba disfrutando con las canciones del dúo. Sobre el escenario las cosas no parecían diferentes, con una banda totalmente engrasada disfrutando de un gran baño de masas.
El concierto continuo por una senda de lo más efectiva de la mano de bueno temas como son “Como lo tienes Tú” o “Conjunto”, la historia de tanta gente que tiene un sueño. Vivir el Rock and Roll desde dentro. Como en su día les ocurrió a estos dos madrileños. A base de tesón, esfuerzo y mucho curro, lo han conseguido. Nos alegramos.
Uno de los grandes momentos de la noche vino de la mano de “Estrella Polar”. La gente simplemente enloqueció cuando comenzaron a sonar los primeros acordes para hacer suyo ese fraseo que dice “Hoy cielo, vienes a por mí…”. Fue impresionante escuchar a miles de personas cantando a coro ese fragmento. Eso sí, a pesar de cantar todos a una, las voces de jóvenes féminas se impusieron como mayoritarias sin lugar a dudas.
Tras ella llegó el momento de “Voy a Comerte” y “Pirata”, canción que dedicaron a Titán Pozo, hermano de Rubén y que fue la persona encargada de dirigir el videoclip de de este tema. Cumplía treinta años el joven realizador, por lo que el mayor de los dos hermanos le dedicó un “Ya eres un viejo, hermanito”, que logró arrancarnos una sonrisa a la mayoría de los presentes.
En “Windsor” tuvieron a bien intercalar unas frases de “All you Need is Love”, para después interpretar de una manera muy intimista “4 y 26”.
Seguro que a más de una le temblaron las piernas con la interpretación que hizo Leiva de “Amelie”, una de los temas favoritos para sus fieles de éste su último trabajo.
Con “Súper Hermanas” realizaron “el mejor regalo de cumpleaños posible para Keith Richards”. Tras la misma nos mostraron que se puede ser de los Rolling por la mañana y de los “Fab Four” de Liverpool por la tarde. Había llegado el momento de interpretar “Beatles”, para cuya introducción cantaron todos juntos “With a Little Help from My Friends”.
Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando, tras presentar a César Pop, un emocionado Leiva dedicó el concierto “Al maestro Enrique Morente”, para posteriormente interpretar “Llévame al Baile”.
La recta final del concierto se acercaba poco a poco, aún así hubo tiempo para escuchar “Violento Amor”, en un formato más acelerado respecto a aquella primera versión que nos llegó como adelanto de “Aviones”.
De la mano de “Pienso en Aquella Tarde”, aderezada con unas estrofas de “Stand By Me”, “Madrid” y “Margot”, nos demostraron dos cosas, que lo suyo es hacer buenas canciones rock sin más pretensión que disfrutar y hacer disfrutar y que, por otro lado, ellos solos se bastan y se sobran para poner a la peña de píe como entonaron en “Lady Madrid”.
De menos a más arrastraron “Aproximación”, que fue in crescendo poco a poco hasta romper por todo lo alto.
Tras ella llegó el turno de “Por Mi Tripa”, “Todo”, “Que Parezca un Accidente” y “Grupis”, con la que hicieron amago de despedirse, no sin antes alargarse en la presentación de la banda hasta la extenuación.
Pocos minutos después de abandonar el escenario reaparecieron sobre el mismo para acometer los bises. No engañaré a nadie si digo que fue lo que menos me gustó de la actuación.
“Champagne” fue la canción elegida para comenzar, con un toque intimista y con frases subidas de tono que nos hicieron disfrutar sobremanera.
Fue aquí cuando ocurrió lo que ya se intuía, un cierre de la mano de “Señor Kioskero” y una más que bailable “Superjunkies”.
El público coreó y disfrutó ambos temas. No en vano durante esta gira ha sido el cierre habitual para sus conciertos por lo que ya cobra tintes de liturgia pre-establecida.
A mí personalmente no me agradan esas dos canciones. Considero que tienen otros temas en su repertorio que por calidad las pueden sustituir con total facilidad. Además creo que es un cierre que está muy por debajo de la calidad de otras de las composiciones que atesoran los de la Alameda de Osuna.
El cierre del concierto nos dejó una bonita postal con todos los componentes de la banda abrazados en el centro del escenario, ante la cerrada ovación de miles de personas que se despedían de Pereza hasta nueva orden.
A la salida del recinto nos sorprendía una gélida noche en la capital y un montón de rostros, jóvenes, de mediana edad y algo más mayores, con gestos de felicidad. Rubén y Leiva lo habían conseguido. Poco a poco, paso a paso, diez años después de empezar a tocar en salas de mediano aforo como “Siroco” se tomarán un merecido descanso tras haber llenado el Palacio de los Deportes. Enhorabuena.
Texto: Javier González
Fotos: Iván González.
El Profeta predica la buena noticia del rock sin fronteras en Madrid. Chuck
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Sala El Sol, Madrid. Viernes, 22 de noviembre del 2024.
*Texto y fotografías: Guillermo García Domingo*
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