La Riviera, 11 Diciembre 2010.
El sexteto granadino pisaba de nuevo tablas madrileñas con motivo de la gira que desde el pasado mes de abril les lleva rodando por las ciudades españolas, desde que se publicó su cuarto álbum. Un álbum que si bien en un principio no recibí con demasiado entusiasmo, con el paso de las escuchas he ido apreciando y valorando la clase que entrañan las canciones de Cuando el Destino nos Alcance.
Ya rendido a la nueva propuesta de Lori Meyers, tenía ganas y mucha curiosidad de verles en directo. Quería comprobar hasta dónde llegaba la evolución de los de Loja, y me asaltaba la duda de cómo conjugarían su lado más acústico con el peso que cobra la electrónica y el rock en este nuevo trabajo. Dudaba de si serían capaces de mantener un equilibrio en la puesta en escena jugando con temáticas tan dispares. Con esas cogí la cámara y me sumergí en la ciudad dirección Virgen del Puerto.
Mientras se iba completando el aforo, Elastic Band daban la bienvenida y se encargaban de caldear el ambiente a golpe de sintetizador y mandolina eléctrica, con un sonido que aunque eléctrico, con tintes psicodélicos y aires de Boogie, nos remiten a las décadas de los 60 y 70, a bandas como los geniales Kinks.
Cuando los también granadinos Elastic Band abandonaron el escenario para dar paso a los protagonistas, algo no me cuadraba. Los técnicos de la sala se apresuraban sobre el escenario colocando guitarras, micros, etc. Pero algo se salía de la norma. Estaban colocando un micrófono y una guitarra justo en el borde del lateral del escenario en el que en ese momento me encontraba. No entendía nada. Antes de que los músicos pisaran el escenario algo me decía que la noche era distinta.
Las luces de la sala se desvanecen al mismo tiempo que la música que ameniza la espera se corta y la gente enloquece. Un foco ilumina una de las barras laterales de la sala donde nadie pide cervezas, sobre la misma, Alejandro toca los primeros acordes de “Enhorabuena eres el que tiene más” Alfredo se encuentra en la primera planta, justo sobre Alejandro, mantiene un gran bombo azul con el que, entre los maravillados asistentes, marca los primeros compases de la noche. Justo en la barra del otro lateral, se ilumina otro foco y allí descubrimos a Noni, quien también con su guitarra se suma en tan sorprendente inicio.
Ya en el escenario continuó el espectáculo con los seis miembros perfectamente uniformados con elegante camisa blanca, pantalón y corbatín negro. Reconocieron que “Tokio ya no nos quiere” con un desarrollo final sublime.
No dudaron en referirse en el primer inciso de la noche al gran Enrique Morente y familia, quienes pasan por momentos difíciles. A ellos dedicaron “Luciérnagas y Mariposas” de su anterior trabajo Cronolánea.
Tras la dedicatoria enlazaron “Explícame” con “Sus nuevos zapatos” y “Castillos de naipes”. De nuevo se dirige Noni al público, y agradece el trabajo que realizan desde Universal y Spanish Bombs para que todo sea posible y puedan llevar a cabo espectáculos como el que les ocupaba en ese mismo instante.
Uno de los momentos de mayor entusiasmo por parte del público llegó cuando hizo aparición “La mujer esponja”, seguida de “Corazón elocuente”. Es en estos temas donde más se evidencia la unión entre los granadinos y el público madrileño. Las miles de personas que abarrotaban el recinto rompieron a bailar sonrientes, entregados a los granadinos que iban sudando la camisa dando todo lo que tienen.
Noni, una vez más, dedicaba un guiño al público “Madrileños, vosotros que vivís en una ciudad donde todo es tan caótico, donde todo sucede tan rápido…” entonces sonó “Rumba en atmósfera cero” Siguieron con “Dilema” y “Luces de Neón” poniendo la sala patas arriba. Entonces se retiraron unos instantes con la primera amenaza de fin.
Regresaron a escena rápido. Tras “Luces de neón” la gente quería más, estaban calientes. “Nos hacéis sentir como en casa, Madrid es siempre una ciudad a la que venimos muy expectantes. Queremos devolverles el favor invitándoles a nuestro hostal”. Decía Noni desde el teclado esta vez. Por supuesto se trata de “Hostal Pimodán”.
De nuevo, un locuaz Noni anunciaba que había llegado el momento de hacer una versión. Dedicada a la memoria de su autor, el ilustre Antonio Vega. Sonó “Esperando la nada”. No podía ser de otra manera y los granadinos realizaron su personal homenaje a uno de los madrileños más ilustres.
Tras este tema, la locura se apoderó de la sala. Tres trallazos consecutivos como “Religión”, “¿A-ha han vuelto?” en el que sorprendieron con láser verde creando un ambiente discoteca que la gente celebró como si se tratara de Ibiza en julio. Y “Mi realidad”. La conexión entre la banda y público y la energía del ambiente fue extraordinaria durante toda la noche pero en este tramo fue algo realmente admirable.
Cuando parecía que se había terminado ahí la fiesta, volvieron aparecer en el escenario para hacer la segunda versión de la noche “La caza” de Juan y Junior. Un regalo que guardaban según Noni, reservado para Madrid.
Ahora sí, tocaba recorrer los últimos cien metros y llegar a la última recta del concierto. Con todo el grupo en pie dando palmas que sonaban con un toque flamenco, hasta que el rugir del bajo despejó las dudas acerca de cual sería el último tema. “Alta Fidelidad”. En la que Noni apareció sobre las barras que ocupan el centro de la sala La Riviera, esas donde se encuentran las dichosas tres palmeras.
A la salida todo el mundo mantenía cierta euforia y se podía ver a cada paso pequeños grupos de gente que aún canturreaban el “Todo esto es culpa de la gente yeeeeeeee”.
Triunfo arrollador de los granadinos en Madrid. En la ciudad que también es su casa a pesar de estar 450km de Graná. Son una banda seria con mucha seguridad en sus posibilidades y su talento. Hacen de un concierto un espectáculo de mucha altura.
Texto y Fotos Iván González
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