Madrid. Sala El Sol. Viernes 10 de Diciembre.
Hoy toca hablar de un tipo muy grande. Tenemos la suerte de hablar del mítico José Ignacio García Lapido. Arrogantemente creo que no deberían ser necesarias las explicaciones, ni mucho menos, hacer una estúpida introducción halagando la figura de este sin par granadino. Su figura es tan grande, que estoy convencido de que puedo omitir comentario alguno.
Creo que cualquier texto que intentara glosar la calidad de su música, la importancia de su figura en el panorama del rock de nuestro país o la sinceridad con la que ha desarrollado todos y cada uno de los pasos de su carrera, no harían justicia a la grandeza de José Ignacio. Por lo que ni me plantearé el hecho de intentarlo.
Sólo, como forma de reivindicarle, me limitaré a contar un par de detalles sobre él. Fue el guitarrista y compositor principal de 091, una de las bandas más grandes que ha existido en este país, y desde el año 1999, defiende una de las carreras en solitario con más valor y creatividad de cuantas pisan los escenarios de nuestra geografía.
Doy por supuesto que todos los que leerán este artículo sabrán de sobra quien es y que además, tratarán con el debido respeto la figura de José Ignacio Lapido.
Claro que también pienso que puede que por el camino, alguien a quien su obra le fuera desconocida leyera este texto, por lo que a modo de licencia, me voy a permitir darle un pequeño consejo. Si te consideras una persona con un mínimo de inquietud musical, ¿a qué esperas para escuchar sus trabajos? Disfruta de los mismos. Apuesto a que si das una escucha no quedarás indiferente ante ellos. A nosotros mismos nos ocurrió en su día y ahora somos fieles confesos de cada uno de sus discos.
Semejante defensa del personaje responde a un motivo. Ayer tuvimos el placer de volver a disfrutar de José Ignacio Lapido en nuestra ciudad. Hacía mucho tiempo que no le veíamos en directo por lo que había ganas de escuchar sus nuevas canciones. También las más antiguas, para qué engañarnos.
En una noche en que la oferta era abundante tanto por la cantidad de conciertos, como por la calidad de los mismos, no mentiremos a nadie si decimos que los galones pesaron casi tanto como nuestra deferencia y pasión por su música. Ver al catedrático del rock en Madrid es siempre obligatorio. Toque quien toque, Lapido manda, nosotros obedecemos.
El motivo de tan grata visita no era otro que presentar en vivo el que es su nuevo trabajo, “De Luces y Sombras”. Un compendio de trece grandes canciones rock que inciden en la temática habitual de los cortes que suele facturar el de Granada, haciéndose acompañar en esta ocasión de voces tan conocidas como las de Quique González, Eva Amaral o el mismísimo Miguel Ríos y presentando temas tan redondos como “El más Allá” o “Antes de Morir de Pena”, por citar un par de ejemplos.
Llegamos a la Calle Jardines con la suficiente antelación para comprobar la gran expectación que había en la puerta de “El Sol”. Una vez en el interior del recinto pudimos comprobar que aquello iba a ser un “Sold Out” de los de época. Un auténtico lleno. Lleno de los de pagar entrada no de los de invitados, que esos abundan últimamente. Aunque eso es harina de otro costal que algún día abordaré.
Las luces se apagaron alrededor de las diez y media de la noche, momento en que la banda al completo hizo acto de aparición. Había llegado la hora de la verdad.
Arrancaron con “Paredes Invisibles”, curiosamente la canción que cierra este nuevo “De Luces y Sombras”.
A renglón seguido Lapido nos haría empezar a mirar atrás de la mano de un trallazo repleto de cruda realidad llamado, “No digas que no te avise”, perteneciente a su disco “En otro tiempo, en otro lugar” y de la maravillosa, “Luz de Ciudad en Llamas”, del álbum de título homónimo.
Comenzaron, en una hábil maniobra, presentando de un tirón unas cuantas canciones del nuevo trabajo. Temas que casi estrenaba en directo para la ocasión, puesto que sólo habían sonado en la noche anterior en Málaga.
Sonaron la muy rockera “Algo Falla” y el single de adelanto, “El Más Allá”, tras la que José Ignacio se acerco al pie de micro para entonar un sincero “Gracias”, que los fieles del artista acogieron con un gran entusiasmo.
No estuvo mucho más hablador el andaluz. Esa es la verdad. Cuando uno lo ha dicho todo durante las últimas décadas en sus canciones, no hace falta dar la brasa entre tema y tema. Nosotros se lo agradecimos.
Continuó desgranando los cortes que componen este último trabajo. De lo más sincera sonó “Cansado”. Me gustaría saber cuanto hay de personal en este tema. Sospecho que mucho. He leído muchas de sus entrevistas. En una ocasión hablé con él y sí, siempre he pensado eso mismo. José Ignacio, como nos confesó, está cansado de luchar contra demasiadas cosas. Sobre todo contra todas aquellas que se le escapan. Una de ellas es la industria musical. Esperemos que nunca se harte de recetarnos buenos temas. Su marcha sería una pena.
Tras “Cansado”, interpretó dos de los mejores cortes de este disco, en mi opinión. Estoy hablando de “Antes de Morir de Pena”, con ese estribillo arrebatador repleto de cruda dureza, y de “Sueños que dejamos Ir”, otro pellizco de realidad que nos llega en formato canción desde el planeta Lapido.
Para entonces las cartas llevaban encima de la mesa mucho tiempo. De un lado, sobre el escenario, estaba un gran artista, secundado por una pedazo banda. Lo cierto es que suenan casi a la perfección, esa es la verdad. En el otro, a pie de pista, un público entusiasmado con lo que estaba ocurriendo sobre las tablas.
Si algo llama la atención cuando te acercas a ver a Lapido es el respeto, la admiración, que le profesa su público. Quizás no sea el más numeroso, pero a buen seguro que a fieles les ganan pocos. Apostaría por ello.
Ese respeto también es patente entre muchos compañeros de profesión. No en vano entre los asistentes al concierto pudimos ver a Rubén y Leiva de Pereza. También a Juan Aguirre y Eva, del dúo Amaral. Tuvimos oportunidad de charlar brevemente con el guitarra de la banda zaragozana quien, tras saludarnos cariñosamente, nos confesó que se “alegraba enormemente del lleno” que había en “El Sol” para ver a Lapido. Nosotros también.
El concierto continuó creciendo de la mano de temas como “Me Voy”, “En Medio de Ningún Lado”, “Vuelta a Empezar”, “En Mi Mente” o ese auténtico hit que es, “Nunca se Sabe”, especialmente coreado por las más de cuatrocientas personas que disfrutaron con las casi dos horas que duró la actuación.
Uno de los momentos más cariñosos de la velada llegó a la hora de interpretar “Olvide Decirte que te Quiero”, en ella Lapido tuvo un bonito gesto con otro granadino ilustre como es el gran Enrique Morente, quien actualmente está luchando por su vida desde la cama de un hospital. La sala rompió en una preciosa ovación repleta de sentimiento y de deseos de pronta recuperación para el cantaor flamenco, que en su día deleitó a muchos rockeros gracias a su colaboración con Lagartija Nick en el inolvidable “Omega”.
Tras este emotivo momento, llegó otro de los grandes instantes de la noche. Al comenzar a sonar unos acordes que a todos los presentes nos eran conocidos. No se trataba ni más, ni menos que de una canción de su época al frente de 091, concretamente “La Canción del Espantapájaros”, perteneciente al disco "El baile de la desesperacion". Fue coreada al unísono por toda la sala.
A partir de aquí el concierto sufrió un repunte, no en vano poco a poco nos acercábamos al final, por lo que había que ir sacando toda la artillería.
No faltaron temas como “La Hora de los Lamentos”, “Lo Creas o No” o “Más Difícil de Olvidar”.
Maravillosamente bien sonaron “En el Ángulo Muerto” o “La Antesala del Dolor”, en la que aprovechó para presentar a los miembros de su banda uno a uno.
Fue muy emocionante ver como alargaban la intro de bajo y batería, mientras Lapido iba diciendo los nombres de cada una de las personas que había en escena. Siempre quedará marcado en mi memoria ese fraseo repleto de amor en que José Ignacio canta, “Navajeros y contrabandistas la amaron mucho antes que yo… Por eso sé que sus caricias son la antesala del dolor”. Otra declaración de amor repleta de espinas hecha canción.
Con “Zapatos de Piel de Caimán”, otro clásico de los cero, hicieron amago de despedida. Nada más lejos de la realidad. Aún quedaba mucha tela que cortar.
Volvieron a escena para acometer un primer bis largo. En el mismo interpretaron con gran acierto, “Algo me Aleja de ti”, de álbum “Cartografía”, “Ladridos del Perro Mágico”, “Nadie Besa al Perdedor” e hicieron un segundo amago de despedida con “Cuando el Ángel decida Volver”.
Otra vez se repetía la misma escena. La banda abandonaba el escenario, pero a pie de pista nadie se movía un centímetro. Había ganas de más y todos sabíamos que aún faltaban un par de canciones cuanto menos. Así fue.
Volvieron a escena para interpretar “Esta Noche”, otro gran tema de su época con 091, recibida con una calurosa ovación por todo los asistentes.
Tras ella Lapido comentó algo así como “Ahora si nos despedimos que mañana tengo que madrugar para escribir algo para el periódico”, para cerrar momentos después su triunfal puesta en escena en Madrid con “Espejismo Nº8”, una rareza con la que habitualmente suele dar por concluidas sus actuaciones.
Con el último acorde de este tema se encendieron las luces de la sala mientras Lapido, secundado por toda su banda en el centro del escenario, Raul Bernal, Popi, Víctor Sánchez y Paco Solana, recibían una calurosa y sincera ovación, por parte de uno de los públicos más fieles y atentos que existe en la escena musical madrileña, el público que siempre arropa a Lapido en sus visitas a la capital.
De vuelta a casa sólo me hacía una pregunta, “¿Por qué Lapido no había tocado “Fuego en mi Oficina” en la misma noche que había hecho arder Madrid por enésima vez?”.
Texto: Javier González.
Fotos: Iván González.