La peor de las noticias que podíamos esperar hoy, se ha confirmado. Ha muerto el maestro Enrique Morente. La trágica noticia nos llegaba alrededor de las cinco y cuarto de la tarde. En ese mismo momento las llamadas se sucedían dejando a todos los que hacemos posible esta web completamente helados.
Enrique llevaba desde el pasado día cuatro en la madrileña Clínica de la Luz. Había ingresado en ella para tratarse de un problema de esófago. Nueve días más tarde y un par de operaciones después, el destino se cruzó definitivamente en su camino cortando de raíz para siempre su vida.
Lo cierto es que desde hace unos días las noticias que iban llegando hasta nuestra redacción nos avisaban de la gravedad del estado de salud del granadino. Tanto aquellas que llegaban de boca directa de familiares del artista, como las de compañeros de profesión procedentes de su ciudad, entre ellos José Ignacio Lapido o Lori Meyers, quienes no dudaron en mandarle un afectuoso recuerdo durante sus actuaciones en nuestra ciudad, deseando que su delicado estado de salud fuera tan solo algo pasajero.
En ese instante todos confiábamos en que la fuerza, el tesón y la lucha, elementos constantes en la vida de Morente, le hicieran reponerse una vez más y salir adelante. No éramos conscientes, o quizás no queríamos serlo, de la gravedad del asunto. Finalmente la realidad se abrió camino de forma trágica. El paso de las horas y los días nos han traído la fatal noticia de la pérdida del cantaor.
No faltarán ahora quienes acertadamente glosen en sus artículos la obra y la trayectoria de Morente. Personalmente, desde nuestra web, pensamos en hacer algo así. Qué mejor homenaje para su persona que hablar de toda su discografía pero, por otro lado, creemos que es más sincero hablar de la forma en que este sin par granadino se coló en nuestros corazones para no abandonarlos jamás. Ni tan siquiera ahora, una vez que su estrella en este mundo se ha apagado definitivamente.
Honestamente pensamos que es más sincero que, dadas las connotaciones musicales de todos los que hacemos posible esta web, nos centremos en la figura del cantaor más rockero que jamás haya existido, en los términos y en la forma en que se encumbró en lo alto de nuestros corazones.
Esa no fue otra que a través del pellizco en nuestra espalda y del shock en nuestras cabezas que supuso la obra que concibió con sus paisanos de Lagartija Nick y otros grandes del flamenco como Vicente Amigo, Tomatito y Cañizares, allá por el año 1996, por supuesto que nos referimos a “Omega”.
Vaya por delante que nuestro respeto por el flamenco está fuera de toda duda, pero si nos presentáramos como especialistas estaríamos cayendo en un profundo error. Nosotros, por decir algo, sólo entendemos algo de pop-rock y mucho de emociones, y eso último, una profunda emoción, fue lo que recorrió nuestro cuerpo aquella maravillosa tarde en que conocimos la existencia de un disco tan grande como el que ahora nos ocupa.
“Omega” es una obra en la que se fusionaban el rock ruidoso y de carácter casi industrial de Lagartija Nick con el sentimiento y el dolor propio del flamenco que nos transmitía la voz de Morente. El ruido ensordecer de la ciudad frente a la voz solitaria del hombre. La velocidad de la urbe frente al sentimiento atormentado del ser.
En este trabajo se adaptaban textos de Federico García Lorca y Leonard Cohen, en una obra única e irrepetible que no fue entendida en un primero momento, sobre todo desde los sectores más puristas del flamenco, pero a la que el paso del tiempo, ese inexorable factor que da y quita razones, ha dejado en el lugar que se merece dentro de la importancia de la música de este país.
La verdad es que ahora, catorce años después de su edición, el disco sigue siendo radicalmente sorprendente como ya lo fuera en su día.
Tu cuerpo recorre distintas fases de emoción cuando te encuentras escuchando “Omega”. El quejío de Morente y la belleza extrema de los textos, te transportan literalmente a otros estados. Un trabajo con una atmósfera distinta, diferente, que hacen de él algo atípico, grande y atemporal. Un disco único en su especie.
No sabría muy bien como definirlo pero si lo que suena es “Omega” el estado de emoción en que vive la mente es otro. Son los ecos de García Lorca, los textos de Cohen y, sobre todo, es la voz del maestro, conquistando cada parcela de tu corazón en canciones como “Pequeño Vals Vienés”, “Manhattan”, “La Aurora de Nueva York” o en su adaptación del tema “Hallelujah”.
Cuando te acercas a este disco tu percepción de todo cambia. Aún tengo fresco en la memoria el día que lo compré. Muchos me miraron con recelo cuando pasé por caja para hacerme con él. Es una confesión real. Después he sabido que algunos de aquellos que miraron con escepticismo e incredulidad aquella compra, se han acercado hasta “Omega” por voluntad propia. Lo han escuchado y han disfrutado con él. Hasta el punto de mostrar un enorme respeto por el granadino y toda su obra.
Enrique lo había conseguido. Se había colado en nuestro olimpo particular sin ser estrictamente uno de los nuestros. Sin ser un rockero. Quizás si lo fuera lo que pasa es que ni nosotros, ni quizás el mismo lo sabía.
Morente no sólo se acercó al rock de la mano de “Omega”, colaboró con muchas otras figuras más allá del cerrado ámbito del flamenco. Los Planetas, Amaral o sus paisanos los granadinos Cinco Duros -solo algunos de los nombres con los que trabajó- pudieron disfrutar de la calidez de su voz en algunos de sus textos y de sus trabajos.
Para nosotros era técnica habitual en muchas ocasiones imaginar la voz de Enrique Morente en alguna canción que pensábamos podría adaptarse a sus enormes cualidades vocales. Nos gustaba elucubrar sobre como sonaría este o aquél tema, si el maestro hubiera metido su voz.
Hoy esa voz se apagó de una vez por todas. Para siempre. Ya no habrá más colaboraciones suyas con otros artistas. Creo que aún queda al menos un documental suyo por aparecer en el mercado. Concretamente uno sobre la figura de Pablo Picasso. Supongo que a eso le seguirán un montón de sinceros homenajes y, porque no decirlo, algo de oportunismo por parte de la industria musical, quienes aprovecharán para hacer algo de caja con su fallecimiento. Esto último siempre ocurre. Ya ocurrió con Antonio Vega y con otros mucho antes.
Personalmente yo seguiré escuchando su voz en “Omega”, su disco que más me marcó. Ahora mismo, mientras escribo estas emocionadas líneas, suena en casa. Esta apunto de acabar el último corte. He decidido que volveré a escucharlo, al menos una vez más hoy.
Oigo un lamento en la distancia, creo que es el Albaicín que llora por tu pérdida. Granada amanecerá mañana triste y desolada. Ni los ecos de su grandeza podrán alegrarla de tu triste pérdida. Mañana todo serán letanías en tu tierra. Enrique ya no eres inmortal, ahora eres eterno. Como tu obra. Te recordaremos con el cariño y la admiración que te tuvimos en vida. Eterno Morente.
Nota: Adjuntamos una colaboración de Enrique Morente con 5 Duros. En una preciosa canción dedicada a la ciudad que hoy le llora, Granada.
Texto: Javier González.