Llevo semanas observando una y otra vez la portada del nuevo disco del maestro Julio de la Rosa. Cuanto más lo miro, más de acuerdo estoy con su autor, tanto en el título como en el contenido del mismo. “La Herida Universal”, así ha dado en llamar a esta nueva joya que nos ha preparado. Uno de esos trabajos que están hechos para disfrutar desde el mismo instante en que los descubres, pero que cuenta con la virtud de ir creciendo a cada escucha. Unos de esos discos de buen envejecer.
La verdad es que en “La Herida Universal” no encontrarás nada que no hayas escuchado antes. Eso no debe entenderse como una crítica. Es así, nada de lo que en él se alberga te sorprenderá por novedoso. Suena a canción francesa, a Pop-Rock y por momentos a Bossa Nova. Como digo nada nuevo bajo el sol. Incluso la temática que aborda es la eterna en estos casos. El binomio amor-desamor lo empapa todo, salvo las contadas excepciones en que su autor tira por la calle de en medio de las relaciones esporádicas. Es ahí, en los instantes en que se pone más canalla, más nocturno y chuleta, donde logra arrancarnos una sonrisa de los labios. Es precisamente este punto lo que ayuda a hacer de este un disco muy recomendable. Y eso que como digo, en esta nuestra “Herida Universal”, Julio nos propone un reflejo de cada una de nuestras catástrofes amorosas en su nueva aventura.
Porque más allá de esta crisis galopante que a todos afecta, ¿Cuál es la “Herida Universal” que a todos duele? Sí, exacto. El amor o en su defecto, la ausencia del mismo. De ahí que sea tan fácil sentirse identificado con un disco como éste. Si algo que es común a cada uno de los mortales es descrito con tal exactitud como lo hace el ex-Hombre Burbuja aquí, la calidad de este trabajo se eleva hasta unos términos insospechados.
El primer corte es “Uno”, un tema de carácter intimista que rápidamente da paso a una de las primeras joyas que aparecen en el disco. Bajo el título de “Tan Amigos”, describe una de esas historias en las que una amistad se tuerce por dar un paso más de la cuenta. Sin solución de continuidad una batería saltarina nos sorprende, es el momento de “Las Camareras”, una de las canciones más animadas -rítmicamente hablando- de todo el disco, donde el Jerezano nos ofrece un alegato romántico en el que grita a los cuatro vientos que lo bonito en estos casos es equivocarse una y otra vez.
El disco continúa con otra historia de lo más crápula, la vacilona “Entresemana”, donde canta aquello de “El amor no duele tanto, solo si te lo hacen mal”. La atmósfera festiva del disco se torna depresiva de la mano de “El Temporal”. En “La Fecha en la Tapa”, nos encontramos con una clara alusión a la duración del amor, para el maestro este no va más allá de quince días. La verdad que con esta afirmación da qué pensar.
Con la enérgica “Hasta que Te Hartes” nos encontramos con otro de los trallazos de este nuevo álbum. Puro hedonismo que de manera efectiva logra meterse en tu cabeza. La racha de canciones de calidad se prolonga con “Sexy, Sexy, Sexy”, otro temazo en toda regla. En ella se desgrana una verdad como un puño de grande, porque ¿cómo un hombre puede ser capaz de odiar algo “tan sexy”? Es imposible. Todos hemos caído prendados por la belleza en algún momento, aunque esa belleza escondiera tras de si, un cerebro vacío. En “No me Mire con los Ojos”, nos encontramos un medio tiempo de preciosos arreglos donde reclama un poco de amor. La belleza y la sensibilidad se dan paso la una a la otra sin solución de continuidad.
“El traje”, con ese sonido que se acerca a la Bossa Nova, es sin duda otro de los grandes momentos de “La Herida Universal”. Una desgarradora confesión de aquel que ha perdido en la batalla del amor. De aquel que se siente solo, asustado y sin confianza. Con “Una Mierda de Canción” sorprenderá a propios y extraños. En ella con un interesante juego de acordeón y teclados nos presenta una cruda confesión repleta de autoculpabilidad. “Violines de Noche”- con una sorprendente guitarra que la acerca al sonido funk-, supone la otra cara de “Una Mierda de Canción”, en ella se invita a la otra parte a hacer autocrítica. Otra verdad como un templo que queda reflejada en este texto, y es que no siempre la culpa reside en los demás. A veces la culpa es de uno mismo.
Con la intimista “El Anzuelo”, se abre la parte más reposada de todo el disco. “El Amor Desperdiciado”, supone otro relato repleto de realismo donde se aboga por hacer las cosas de forma directa para no tener que arrepentirnos más adelante. La vida no da segundas oportunidades. “Canción de Guerra” y “Resumiendo”, son las encargadas de poner un brillante punto final a este gran trabajo.
Poco más podemos añadir con respecto a este disco, bueno sí, un par de detalles. Quizás estemos hablando del mejor disco que ha hecho hasta la fecha Julio de la Rosa. Por contenido general y también por alguna de las canciones que contiene. Algunas de ellas perdurarán en el tiempo como clásicos de su discografía. Eso por si mismo defiende y justifica esta obra.
“La Herida Universal” permanece abierta después de haber dejado de sonar. No da respuestas, pero si ayuda a identificar errores comunes que todos cometemos en el juego del amor. Un disco al que recurrir de manera continuada. Indispensable en tu colección. No te arrepentirás.
Texto: Javier González.