Galileo Galilei, sábado 6 de Noviembre
La noche del pasado sábado estaba señalada en el calendario de El Giradiscos de una manera muy especial. Ese día en nuestra ciudad, tendría lugar la presentación en vivo de uno de los trabajos que más nos han gustado de cuantos se han publicado este año. Por supuesto que estamos hablando de “La Herida Universal”, el nuevo trabajo de Julio de la Rosa.
Un disco que andamos disfrutando con devoción durante las últimas semanas, por lo que acudir hasta la calle Galileo Galilei para ver el directo de uno de los tipos más sinceros de nuestra escena, era una obligación que sacudía nuestras cabezas desde hace días. Había ganas de escuchar como sonaban sus nuevas composiciones y sobre todo, como eran recibidas por el gran público.
Apareció el jerezano sobre las tablas del Neu! Club alrededor de las diez y cuarto de la noche. Ante él, una sala que presentaba un aspecto más que aparente, pese a que los últimos rezagados tardaron en llegar unos minutos más de lo previsto. Para entonces Julio ya había dejado claras las coordenadas en las que se movería la velada. Un par de pequeños detalles que él conjuga a la perfección y que son su particular marca de fábrica. No estamos hablando más que de buenas canciones y una banda que suena a las mil maravillas. Una receta simple y efectiva. Pequeños elementos ambos que hacen de su directo algo maravilloso.
Abrió su actuación con “Tan Amigos”, a la que sin solución de continuidad le siguió “Entresemana”, un tema con una letra extremadamente crápula que le va como anillo al dedo al bueno de Julio. Recuperó “La Cama”, un precioso tema de su anterior trabajo “El Espectador”. Tras ella interpretó, “La Fecha en la Tapa”, para posteriormente volver a mirar atrás con “Caradura”.
Durante toda su actuación se mostró comunicativo, bromista, llegando al punto de ponerse a bailar por momentos. Lo cierto es que se notaba al andaluz muy cómodo en escena. Secundado por una banda mucho más que correcta, capaz de arrastrar las canciones del pop al rock, pasando de cerca por la canción francesa, la samba o la Bossa Nova. A destacar en la misma, la labor en los teclados y coros de Abraham Boba. Un gran instrumentista como acreditan sus múltiples colaboraciones durante los últimos años.
Con “Una Mierda de Canción”, sorprendió a propios y extraños. No por la calidad del tema en si, que es indudable, sino por la dimensión que adquiere en directo con todos y cada uno de los componentes de la banda aporreando su instrumento como posesos. Este hecho provocó una cerrada ovación a mitad de canción. A partir de este momento la actuación fue in crescendo hasta rozar lo sublime. “Violes de Noche”, “Hasta que te Hartes”, “Sexy, Sexy, Sexy” y “El Traje”, supusieron una de las mejores tandas de canciones de toda la noche. Sonido, letra e interpretación fueron uno. Difícil decir esto en un concierto de tal calidad como el que pudimos presenciar, pero de verdad que esos momentos fueron pura magia.
Relajó el pulso, que no la intensidad, con “No me Mires con los Ojos” y “Canción de Guerra”. Llegado a este punto hizo amago de despedirse. Agradeciendo su presencia a todos los asistentes. Nadie se creyó aquello, aún quedaba mucha fiesta por delante. El público tenía ganas de más, por eso nadie se movió del Galileo. Había llegado el momento de presenciar el segundo acto de la velada.
Volvieron al escenario proponiendo una vuelta de tuerca a lo que había sido el concierto hasta ese momento. Era el turno de revisitar los temas de El Hombre Burbuja para deleite de los más viejos seguidores del maestro. Interpretaron canciones como la maravillosa, “Kill the Mosquito”, celebrada por todo lo alto por los asistentes. Tampoco faltaron a la cita “Rey Mugre” y “Mi Rulot and I”, pertenecientes al álbum “Nadando a Crol”.
Para cerrar la actuación dejó “Las Camareras”, otra de las grandes composiciones que ha preparado para “La Herida Universal”. Una declaración de principios en la que aboga por enamorarse una y otra vez, sin temor al fracaso. Tras ella, una ovación cerrada y caras de satisfacción tanto en lo alto del escenario como debajo del mismo.
A la salida veredicto unánime. Habíamos disfrutado de un gran directo, digno del disco que se estaba presentando. Nos fuimos a casa pensando que Julio de la Rosa había confirmado, una vez más, su grandeza.
Texto: Javier González
Fotos: Iván González