Por fin Iñigo Coppel pudo presentar su nuevo disco en Madrid, aunque tuvo que hacerlo sin banda, debido a una inoportuna gastroenteritis de parte de los Bienhechores de las Tierras Bajas. El vizcaíno lejos de deprimirse, hizo de lo que en principio era un inconveniente toda una virtud. Superando con creces los inconvenientes que el destino le había deparado.
“Hay que tener dos cojones para hacer esto” me decía una amiga, aludiendo al inconveniente de tener todo preparado y que de pronto se venga abajo, si algo nos ha enseñado Iñigo durante todo este tiempo es que los tiene y muy bien puestos, lo que unido a una confianza que asusta, son garantía de éxito en cada uno de sus directo. Además, tiene canciones para convencer a escépticos, aquellos que nunca lo han escuchado y que se quedan prendados de su propuesta.
A lo largo de su actuación sonaron temas de sus dos discos, fue impresionante el silencio que se hizo durante “Esto es lo que Parece”, de fondo solo se escuchaba el sonido de los vasos de la barra. Un momento escalofriante. No faltó a la cita, "Blues Hablando sobre el mayor fan de Bob Dylan del mundo”, un tema que por fin ha grabado después de muchos años tocándola en directo. El tema funciona como lo que es, un blues donde irónicamente se burla de la gente que sigue a un determinado artista, olvidándose de la maravillosa música que hacen otros artistas de la misma procedencia.
“Madrid para cuerdos y bienhechores” y “Nostradamus no me jodas” no perdieron fuerza, a pesar de tocarlas solo con la acústica. De su primer disco rescato varios temas. La soberbia “Nada”, cantada con pasión por gente que ya la considera como lo que es, una canción que llegara a la categoría de clásico del rock español (si no al tiempo). En “Mi perdición “, se echaron de menos los coros de Ignacio, suplidos con más pena que gloria por el público asistente.
En el apartado de versiones, terreno con el que siempre sorprende, homenajeó a uno de sus grupos favoritos, los hoy en día casi olvidados Tahúres Zurdos, de los que cantó “Chicas fuertes”, magnifico tema que le sienta como un guante. Con la ayuda de Daniel Merino atacó “A mi aire”, uno de los mejores temas de Dani. Incluso se atrevieron con el flaco Joaquín Sabina y su “Caballo de cartón”, tema de 1984 que logró sobrecogernos a todos.
La anécdota de “Balada para una viuda” de los enormes Burning fue de lo más jugosa. Contó Iñigo que mientras la interpretaba en el metro, una chica muy joven le preguntó, “qué si era suya, que era muy bonita”, a lo que Iñigo oyó en su cabeza eso de “miéntelas, miéntelas, ellas te prefieren así” y le dijo “sí, es mía, la escribí ayer por la noche”. Qué grande este Iñigo pensé para mí.
No podía faltar, para rematar la faena, “Con sangre”, también con Merino. La canción sobre la educación católica como la definieron.
Al finalizar la actuación abrazos con el artista. El sabor de la victoria se dibujaba en el rostro de Iñigo. Lo había conseguido. Se sobrepuso una vez más a la adversidad y salió victorioso enfundado con su guitarra, con la satisfacción del deber cumplido.
Texto y Fotos: Jorge Bravo Crespo