Sala la Boite, jueves 18 de noviembre.
La concurrida, en cuanto a lo musical, noche del jueves fue la fecha elegida para que se presentara en nuestra ciudad el nuevo trabajo de Hendrik Rover, el segundo en su discografía en solitario –sin contar los que editó bajo el pseudónimo de Hank-, que lleva por título “No temáis por Mí”, un disco que supone la continuación del notable “Esqueletos”, aquel maravilloso trabajo con el que nos sorprendió allá por el año 2007.
Mucho había llovido desde la última vez que la gente de esta casa había tenido la oportunidad de ver a Hendrik sobre las tablas, curiosamente fue uno de los conciertos que dio con su banda de toda la vida, los Deltonos, el que supuso el pistoletazo de salida para este proyecto que dimos en llamar “El Giradiscos”. En aquella ocasión nos acercamos hasta “El Sol” para ver las evoluciones en directo de una de las grandes bandas que ha dado nuestro país.
Dos años después descubríamos que las cosas no habían cambiado tanto. Si acaso que en esta ocasión Hendrik venía a presentar su proyecto paralelo sin banda de acompañamiento y que la cita sería unos metros más allá de la calle Jardines, concretamente, en la sala la Boite. Pero en el fondo mismos protagonistas y mismos cronistas. A pesar de los pequeños cambios, la vida sigue igual.
Con bastante retraso sobre la hora prevista, dio comienzo la actuación, justo en el instante en que aparecieron sobre el escenario Hendrik Rover y Miguel Bañón – vocalista y guitarra de Los Marañones-. Parapetados tras sendas guitarras acústicas, rompieron el silencio de la mano de “No temáis por Mí” y “Déjalo”. La verdad es que sería difícil de explicar pero, con solo dos canciones, en el ambiente flotaba la idea de que aquello iba a ser un concierto de lo más entretenido. Supongo que serían sólo sensaciones, pero allí estaban y lo mejor de todo, para quedarse durante la siguiente hora y media larga, aunque de eso tuvimos certeza sólo al finalizar el show.
Siguió desgranando temas de su nuevo álbum como “Mi Mansión”, “Casa Abandonada” o “Adiós”. Antes de volver la vista hacia su anterior trabajo, se quejó de forma irónica de la nueva insonorización de los trenes, lo que les “ha hecho perder su característico sonido”, según comentó. Evidentemente con semejante afirmación, había llegado el momento de interpretar “Tren”, perteneciente al trabajo que sacó hace tres años en solitario.
Fue en ese instante cuando nos percatamos de que el público, no muy numeroso todo hay que decirlo, escuchaba con gran respeto las composiciones y cada una de las palabras que salían de la boca de Hendrik. Fieles y respetuosos con su artista. Digna de alabar la actitud que mostraron en todo momento.
Tras la interpretación de “Tren”, abandonó Miguel Bañón el escenario, dejando a Hendrik solo ante una nueva tanda de canciones, en la que sonaron clásicos como “Bubbles in my Beer”, de George Jones, o “En Silencio”. Fue en este momento cuando nos desveló alguno de los instantes que compartió en la furgoneta con el gran Steve Earle, al que acompañó en una de sus últimas giras por nuestro país. Confesó que de su mano había redescubierto algunas canciones de otro grande como Townes Van Zandt. Una versión de uno de sus temas, que no llegué a reconocer, fue la siguiente en sonar.
Había llegado el momento de interpretar alguna de las canciones del álbum que ha grabado con La West Bluegrass Band y que podrá ser tuyo si eres uno de los primeros en comprar “No temáis por Mí”. “Mentiras”, fue la elegida para interpretar, otra vez acompañado por Miguel.
Parecía que el concierto se encaminaba a su recta final en el momento en que sonó “Ahora venís” o la adaptación del tema de Grateful Dead, “Friend of the Devil", donde Hendrik confesó que había buscado una versión que no fuera muy común para arrastrarla hasta el sonido “Blue Grass”, pero que este pasado verano acudió a ver una de las actuaciones que dio en nuestro país Elvis Costello y que para su sorpresa había descubierto que él también la tocaba. La sala irrumpió en una sonora carcajada, ante su sinceridad. Y es que la verdad que el cántabro estuvo toda la noche de lo más comunicativo. En todo momento se mostró cercano y conversador, lo que ayudó en gran medida a que su concierto fuera un auténtico disfrute de principio a fin.
Con “En Resumen”, hizo el amago de despedirse, pero nada más lejos de la realidad. Volvió a aparecer en escena, aún quedaban casi una decena de textos por defender, algunos de ellos fueron, “Cambio de Aires”, “El Último Clavo en mi Ataúd”, donde hay que destacar el señor punteo que se marcó Bañón, “Wichita Lineman”, de Glen Campbell o “Brindemos”, único tema de los Deltonos que sonó durante la noche.
Para la despedida dejó dos cortes de su anterior trabajo en solitario, como fueron “Te lo Prometo”, una de las mejores composiciones en castellano de los últimos tiempos, y “Uh, Las Vegas”, con las que, ahora sí, dio por finalizada su actuación, la cual se cerró, como suele ser habitual en estos casos, con una cerrada ovación por parte del público asistente.
A la salida caras de satisfacción en el personal. Con bien poquito Hendrik nos había hecho pasar una noche maravillosa. Dos guitarras, una armónica y un puñado de canciones sinceras, interpretadas de una manera más que brillante, le habían convertido en el triunfador de la noche. Y es que hay veces que lo sencillo se convierte en sublime. Eso, simplemente eso, fue lo que ocurrió el pasado jueves.
Texto: Javier González
Fotos: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”
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*Texto y fotografías: Guillermo García Domingo*
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