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Melomanía Manuel Cabezalí

Aunque esto de la música puede ser un negocio -así lo es para unos pocos- nadie entra en ello para ganar dinero. No es banca, no es la bolsa, no se especula con terrenos ni zonas verdes. Aquí se entra por pura pasión, en ocasiones desmedida.

La pasión se presenta a edades tempranas manchando la vida del individuo por siempre, llegando a ser algo enfermizo en muchas ocasiones. La enfermedad –benigna- que padecemos en El Giradiscos es la Melomanía. Los síntomas que padecemos son los siguientes. Desde que abrimos los ojos tarareamos canciones, pinchamos discos, buscamos curiosidades que calmen nuestra necesidad de música. Música, música y más música. El bucle infinito en que se haya sumido nuestro día a día.

Entre discos, canciones, estrofas, giros, escalas o patrones, vamos encontrando sensaciones especiales. Con esa receta, a modo de medicamentos, encontramos la calma y el toque de placer que necesita nuestro cerebro para seguir funcionando con normalidad. Por suerte o por desgracia, éste virus se encuentra extendido en algunas capas de la sociedad de este país, por lo que no nos sentimos solos en absoluto.

A diario nos encontramos con personas que padecen de estos mismos síntomas pero responden a distintos estímulos. De ahí la necesidad de abrir nuestro pequeño rincón para todos los afectados. En esta nueva sección queremos acercar la pasión de nuestros músicos favoritos, para que compartan con la familia de El Giradiscos cuales son esos discos y esas canciones que más les han marcado a lo largo de su vida.

A continuación nuestro primer Melómano Manuel Cabezalí. Líder de Havalina, banda en la que compone, canta y hace las veces de guitarrista. Últimamente ha aportado su brillante estilo en las actuaciones de Cristina Rosenvinge o Russian Red. Actualmente está de rabiosa actualidad por su activa colaboración en “Close”, el nuevo álbum de The Cabriolets. Manuel se ha convertido en uno de los referentes a nivel guitarrístico dentro del panorama underground español. Ahora en exclusiva nos cuenta cuales son las canciones y los álbumes que han ido impregnando su vida de música hasta el punto de hacerle dedicarse a este arte casi por completo.

5 discos:

The Cure – Disintegration
Sonic Youth – Dirty
Tom Waits – Rain Dogs
My Bloody Valentine – Loveless
Soda Stereo - Dynamo

The Cure – Disintegration (1989)

Es muy difícil elegir cuál es tu disco favorito de una banda que ha marcado tanto mi sensibilidad musical. Recuerdo cuando, con 7 ú 8 añitos, veía el videoclip de Lullaby en la televisión y tenía miedo, pero me sentía terriblemente atraído por aquel sonido y aquella estética. Como las mejores películas de terror, que sabes que no deberías ver pero que te mantienen pegado a la pantalla.

Hay algo en aquello que escuchamos cuando somos niños que marca las líneas de lo que será nuestra sensibilidad musical para el resto de nuestros días. Es como si se dibujase un patrón que determinará gran parte de las cosas que, siendo luego mayores, harán que se nos ponga el vello de punta. A mí desde pequeño siempre me gustó y me aterrorizó la oscuridad, todo al mismo tiempo.

Disintegration es una muy buena muestra de que las cosas buenas muchas veces se cocinan muy despacio. Es el octavo disco de The Cure, y creo que en muchos aspectos, el punto álgido de su carrera, el disco que reune todo el sonido y el concepto de la banda en su más fiel encarnación. También es un disco pensado sin prisas, todas las canciones tienen un desarrollo inteligente y emocional, que nos lleva de un lado a otro, sin reparar necesariamente en la inmediatez o en el minutaje de las canciones.

Mis tres canciones fetiche de este disco: Fascination Street, The Same Deep Water as You, Prayers for Rain.

Sonic Youth – Dirty (1992)

Recuerdo la primera vez que escuché algo de Sonic Youth. Yo tenía 12 años y mi hermana trajo una cinta grabada de la radio de una compañera de clase, en concreto de Radio 3 si mal no recuerdo.

En aquel variado de canciones, algunas enteras, algunas cortadas por la voz de un inoportuno locutor, sonó el comienzo de Bull in the Heather. Me captó de inmediato; nunca había escuchado nada similar. Había algo en aquellos acordes, en aquella sonoridad, que me resultaba tremendamente oscuro, tentador y atractivo. Y muy especial. Y creo que a día de hoy no hay nada que me mueva tanto por dentro como la sonoridad de Sonic Youth.

Y digo sonoridad, y no digo melodías, estribillos, ritmos, ni cosas de esas en las que la mayoría de la gente suele fijarse. Nunca he sido una persona de melodías, nunca he sido muy amigo de las estructuras más convencionales. Para mí no hubo Beatles en el sentido que mucha gente suele tenerlos; hubo Sonic Youth, Nirvana, Smashing Pumpkins, The Cure, Soundgarden... son la base de mi cultura musical, aquello a lo que siempre querré volver y de lo que no creo que llegue a cansarme.

También me siento muy influenciado por el concepto guitarrístico de Sonic Youth. Thurston y Lee persiguen en todo momento la sonoridad máxima, sin caer en ninguno de los clichés del arte de tocar la guitarra. Afinaciones marcianas, sonidos menos convencionales aún... me gusta, me gusta mucho. He aprendido mucho con ellos.

Mis tres canciones fetiche de este disco: Theresa’s Sound World, Sugar Kane, JC.

Tom Waits – Rain Dogs (1985)

Lo primero que uno piensa cuando escucha este disco es que es imposible que haya sido gestado y producido en la década de los 80'. El de Tom Waits ha sido el mejor paso posible por una década que no favoreció a algunos artistas cuyo sonido se había forjado en décadas anteriores. Pero Tom Waits supo mantener su sello, intactas sus inquietudes, y hacer discos como éste.

Rain Dogs me resulta un disco muy evocador. Hay cantidad de imágenes posibles en todas y cada de las canciones. Y suena único, nada convencional.

Me encanta también el trabajo del guitarrista Marc Ribot en este disco. Es inevitable para un guitarrista fijarse en él. Me encantan los músicos que no hacen nada que sea convencional, que buscan todo el tiempo darle la vuelta de tuerca necesaria a todo para que sea suyo y sólo suyo. Me siento muy indentificado con esa manera de hacer música, la verdad.

Mis tres canciones fetiche de este disco: Jockey Full of Bourbon, Big Black Mariah, Rain Dogs.

My Bloody Valentine - Loveless (1991)

Si antes mencionaba el concepto “sonoridad”, creo que My Bloody Valentine se llevan la palma en esto. Los descubrí siendo ya bastante mayorcito, con 20 ó 21 años, gracias a nuestra era de la informática donde todo es tan accesible.

Loveless no es un disco de canciones, es un disco de atmósferas, de sensaciones. No soy muy amigo de la música pop y sus canciones redondas, siempre me gustaron más esta clase de cosas que no vienen tan masticadas.

En Loveless, la sonoridad de todas las cosas es tan importante que hasta la voz principal deja de serlo, y se funde con todo lo demás como un instrumento cualquiera. Es algo que me encanta. Sé que a muchas personas no les entra este disco precisamente por eso, porque la voz no suena tan alta como de costumbre, porque no se entiende, y estoy de acuerdo en que no soporto cuando la voz no se oye bien en una mezcla y uno tiene que hacer grandes esfuerzos para entenderla (como se vino haciendo en el indie de los 90' en España durante mucho tiempo...) pero en este caso es diferente. Esto está hecho con un criterio y una finalidad muy concretos, y no podría imaginarme la voz colocada en un plano y de otra forma que no fuese ésta. Loveless es, bajo mi humilde punto de vista, una gran obra de arte, extremadamente sensorial. Para escuchar sin prisas, muchas veces, y descubrir un nuevo matiz y una nueva sensación cada vez.

Mis tres canciones fetiche de este disco: Come in Alone, Blown a Wish, Soon.

Soda Stereo – Dynamo (1992)

Soda Stereo, y el rock argentino en general, han sido los responsables de que, después de llevar más de 10 años componiendo canciones en inglés decidiese dar el paso al castellano.

Yo veo Dynamo como algo así como la interpretación del mainstream argentino de lo que se cocía por aquel entonces en el rock anglosajón. Suena a The Cure, suena a My Bloody Valentine, pero también suena muy argentino, muy como de ellos. Es algo que me gusta mucho del rock argentino, que siempre supieron tomar lo de fuera y darle su propio carácter hasta crear su propio género, estable y sólido. En este sentido todavía tengo la sensación de que en España estamos un poco por detrás... pero tiempo al tiempo, no dudo de que andamos en el buen camino.

Imagino que, a nivel de ventas, Dynamo seguramente no supuso precisamente el punto álgido de la carrera de esta banda. No sé realmente cuánto de posible es que un disco así sea aceptado por el público más masivo; escuchen En Remolinos y me entenderán. A mí me parece un ejercicio de valentía muy grande, y seguramente sea el disco cantado en castellano que yo haya escuchado más en toda mi vida.

Mis tres canciones fetiche de este disco: En Remolinos, Ameba, Toma la Ruta.

5 canciones:

1 % of One – Stephen Malkmus and the Jicks
River – Red House Painters
Mailman - Soundgarden
Marquee Moon - Television
Don’t let it bring you down – Neil Young

Don’t let it bring you down – Neil Young (de su disco After the Gold Rush, 1970)

No creo que haya adjetivos que puedan definir lo profundo que me hace sentir esta canción, muchas otras de Neil Young, su persona y su manera de interpretar y de sentir la música. Cuando escucho a Neil Young, siento como si todo viniera desde muy muy adentro.

Neil Young no es una canción o un disco, es él. Hay algo en la fuerza de su música y su interpretación, incluso ahora que ya debe andar por los 65 añitos, que me sobrecoge. No suelo ser muy idólatra, pero he admitir que Neil Young es mi ídolo por momentos.

1% of One – Stephen Malkmus and the Jicks (del disco Pig Lib, 2002)

Me encanta la música sin prisas, inteligente. La que crece con cada escucha, y te sumerge, la que requiere de una complicidad grande por parte del oyente, la que te exige cosas, que no te lo pone todo tan fácil. La que te agarra y te suelta varias veces dentro de una misma canción.

1% of One es un buenísimo ejemplo de esto: casi 10 minutos con un desarrollo instrumentalmente épico, de uno de uno de mis cantantes y guitarristas favoritos, Stephen Malkmus (a saber, líder de Pavement) y su atípica banda. El disco al que pertenece estuvo a punto de formar parte de mis cinco discos, pero supongo que al final dejé llevarme un poco más por el lado emocional.

River – Red House Painters (de su disco Old Ramon, 2001)

De nuevo otro tema de más de 10 minutos alcanza mi top. River es sonoramente bellísimo, creo que Mark Kozelek es una de mis voces favoritas de todos los tiempos. Puedo escuchar sus discos una y otra vez y nunca cansarme ni dejar de emocionarme cuando lo hago.

Mailman – Soundgarden (de su disco Superunknown, 1994)

Me gusta la oscuridad, creo que ya lo he dicho. También me gusta la música muy enérgica, con mucho nervio, y claro está, Soundgarden es una de las cosas que más me ha marcado desde que soy un adolescente. Superunknown se quedó fuera por muy poco de la lista de los cinco discos, pero creo que era necesario por mi parte hacer notar esta canción y su sonido ultra-pesado. Tengo un lado rock duro muy arraigado en mí, sale mucho en las últimas canciones de Havalina, y es un valor que me encanta cultivar y reivindicar dentro de la música que sé que quiero mostrar al mundo.

Marquee Moon – Television (de su disco Marquee Moon, 1977)

De nuevo otro temazo épico de 10 minutazos, con largos desarrollos instrumentales. Marquee Moon es para mí algo así como el tema que todo DJ debería pinchar en una buena sesión de rock. Tiene esa cosa como de los 70’ que implica una enorme libertad a la hora de interpretar y de romper constantemente los moldes de un tema para recuperarlos después. Yo veo esta canción y este disco como el principio de muchas de las cosas que luego han nacido en mi generación y de las que he podido disfrutar tanto.

Foto: Karlos Sanz