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Nadadora “Luz, Oscuridad, Luz”

El encanto de las cosas frágiles”… quizás esa podría ser la frase que mejor define lo que ha pasado por mí cabeza al escuchar el nuevo trabajo de Nadadora, “Luz, Oscuridad, Luz”. Un disco producido por Fino Oyonarte, que en su interior esconde piezas de incalculable valor recubiertas de atmósferas pop, con acordes delicados y melodías que, por momentos, nos recuerdan a algunas de las grandes bandas del pop británico de los ochenta – sobrevuelan el ambiente durante la escucha los ecos de The Cure o The Smiths-. Un trabajo de voces cómo susurros, que en sus fraseos esconde poesía verdadera, de aquella que se clava por dentro al hacernos recordar momentos de nuestra vida.

Tres han sido los años que han tenido que pasar para ver en el mercado el nuevo disco de los gallegos, por lo que ya había ganas de saber a que se debía una espera tan prolongada. Lo cierto es que tras unas cuantas escuchas nuestro veredicto es claro, ese tiempo ha merecido la pena. Se han sacado de la manga un as, una pequeña joya de pop atemporal de las que gana peso con el paso del tiempo. Un clásico instantáneo que no tardará en elevarse en el global de su discografía.

En su interior destacan grandes composiciones que van desde la inicial “1987”, pasando por la mancuniana “El Sueño Ardiendo” -un tema heredero del sonido “This Charming Man”, con un pequeño guiño oculto en su letra hacia el gran Morrissey-, las distorsionadas “Sara Dice” y “Siempre”, la desgarradora “Una Nueva Vida”, esa maravilla que han dado en llamar “Desházte de mí” o la inquietante “Me Llamaréis Asesino”, son sólo algunos ejemplos de los grandes temas que encontramos en este trabajo.

El jueves pasado tuvimos la oportunidad de acudir al “Showcase” de “Luz, Oscuridad, Luz”, en la madrileña sala Costello, donde interpretaron la casi totalidad del disco. Acudir al evento era poco menos que una obligación tras el buen sabor de boca que nos había dejado la escucha del disco. Lástima que lo que presenciamos no estuviera a la altura de tan buenas expectativas.

Lo cierto es que salimos con la sensación de que lo que allí vimos podría haber sido mejor en todos los aspectos. El sonido de la sala no fue nítido en ningún momento del concierto y eso pareció afectar a los propios componentes de Nadadora. Excesivamente tímidos y por momentos hasta herméticos. No se sintieron a gusto en escena durante ningún instante de su actuación. Especialmente tensos pudimos ver a Sara Atán y Gonzalo Abolo, a quienes les costaba dirigirse directamente al público entre canción y canción. Fue una lástima ver que el concierto no acababa de adquirir la grandeza necesaria para disfrutar de un trabajo tan completo. En apenas cuarenta y cinco minutos dieron por finalizada su actuación ante el tímido aplauso de los allí presentes.

Pero más allá de las dificultades de esta primera toma de contacto con el público –si es que a la gente de los medios de comunicación se nos puede catalogar de tal manera- desde “El Giradiscos” pensamos que Nadadora tiene todo para triunfar. Un gran disco, buenas canciones, un directo que irá creciendo concierto tras concierto y por si eso fuera poco, cuentan a su favor con el frágil encanto de cada uno de sus temas.

Esperamos que en próximas citas las dificultades técnicas desaparezcan y que ellos mismos, por su propio bien, den un paso adelante para confirmarse cómo una de la grandes bandas de nuestra escena. Tienen todo para llevarse la partida de calle. Desde aquí sólo esperamos que se lo crean.

Texto: Javier González
Fotos: Iván Gonzáez