Dos años después de que la primera edición de Rock in Río visitara nuestro país, había llegado el momento de que el más mediático de los festivales volviera a Madrid. Aquella primera toma de contacto se saldo con un rotundo éxito, al menos en lo que a asistencia se refiere, por lo que había ganas de ver cómo resultaban las cosas en la edición de este 2010.
No engañaremos a nadie diciendo que pocos, muy pocos, nombres del cartel eran del agrado de nuestra redacción. Sin embargo, en la balanza de pros y contras, volvió a pesar más la pasión por la música, así cómo la necesidad de estar donde nuestra web debía de estar. Rock in Río se sale de nuestra línea editorial, pero al fin y al cabo, había que cubrirlo para informar de la manera más sincera acerca de lo que aconteciera en Arganda del Rey.
Viernes 4 de Junio.
Viernes 4 de Junio, seis menos diez de la tarde. Estación de Metro “Arganda del Rey”. El ir y venir de gente es una constante. En el ambiente reina una sensación de tensa calma. Los autobuses que acercarán al público a la “Ciudad del Rock” no han hecho acto de presencia, por lo que todo son hipótesis sobre si la frecuencia de salida de los mismos, será tal o cual, también hay dudas acerca del precio o la gratuidad de los mismos, discusiones sobre la conveniencia de coger un taxi para acudir al recinto y evitar aglomeraciones. En fin, un pequeño desastre. El habitual en estos casos. Nada que un par de preguntas al municipal de turno no solucionen. En definitiva, todo lo que rodea a un gran festival se abría ante nosotros.
A las seis de la tarde, mientras Rafa Nadal se juega el pase a su enésima final de Roland Garros, comienzan a aparecer los autobuses. Vamos camino del recinto. Horas más tarde nos enteraremos de que Nadal lo ha conseguido.
En apenas diez minutos hemos llegado. Las colas que dan acceso al recinto son imperiales. Es el primer día y nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona esto. Rapidamente tiramos de “picaresca” para colarnos, a la par que preguntamos cual es la zona de entrada. Salvados los pertinentes controles de acceso, estamos dentro.
Hace un calor del demonio, lo cual no es impedimento para que comencemos a investigar todo el recinto. Somos nuevos y tenemos que familiarizarnos con nuestro hábitat de trabajo. Pasaremos aquí parte de las dos próximas semanas.
La vuelta de reconocimiento nos deja poco menos que boquiabiertos. Aún no ha comenzado ningún concierto pero esto impresiona. Acudimos a la zona de prensa, vamos de un escenario a otro, nos tropezamos con imponentes carpas, alguna es propiedad de grandes empresas, que no han dudado en invertir parte de su presupuesto sólo para dejarse ver por festival. Para entonces tenemos dos certezas. Deberían haber habilitado un mayor número de zonas de sombra y en “Rock in Río”, el festival más orientado al consumo que uno haya visto, aquello de “precios populares” no tiene cabida.
Nos dirigimos al “Escenario Sunset”. Es el momento de que arranque el festival. Los encargados de abrir la tarde serán los mexicanos Zoé. Su actuación se demora unos minutos respecto de la hora prevista. El Sol incide con fuerza justo desde enfrente del escenario. Los componentes de la banda lucen gafas de Sol. La gente va llegando con cuentagotas. Un servidor no puede evitar pensar que en cierta medida, abrir un festival de estas características tiene algo de “marrón”. Aún así los mexicanos nos regalan un buen concierto. Interpretan algunos de sus temas más conocidas cómo, “Vía Láctea”, “Nada”, “Reptilectric” o “Poli”, en la que se hicieron acompañar de Anni B. Sweet, quién apareció en escena ataviada con un sombrero. Cómo por arte de magia el concierto termina. Esta será la tónica general de la tarde y del festival. Los conciertos van cayendo sin que te des cuenta.
Tras esto, breve reunión de la gente de “El Giradiscos”. Tan breve cómo para que en treinta segundo se decida que no vamos a ver a Mago de Oz. Nos encaminaremos al “Escenario Mundo”. Esperamos el turno de Macaco.
Lo cierto es que Dani, “El mono loco”, hizo disfrutar durante su actuación a una audiencia que para ese momento ya era considerable. Fue un concierto divertido, que para muchos sirvió de transito hasta los cabeza de cartel de la noche, Pereza y, sobre todo, Bon Jovi.
La fusión que propone Macaco en temas cómo, “Tengo”, “Aquí y ahora”, con la que abrió, o en la más que coreada “Seguiremos”, hizo que el público fuese entrando en calor. Tampoco faltaron a la cita otras canciones cómo “Moving”, el que fue primer single de su último trabajo, “Puerto Presente” o “The Monkey Man” con la que dio por concluida su actuación.
El rock era el encargado de tomar ahora el “Escenario Mundo”. Llegaba el turno de Pereza. Los de la Alameda de Osuna, salieron con su habitual toque stoniano más patente que nunca. Rubén apareció en escena con una estética por la que se le podría haber confundido con el mismísimo Keith Richards.
Interpretaron parte de sus canciones más conocidas durante la hora y cuarto que duró su actuación. Abrieron el show con “Animales”, en lo que sería un concierto mucho más descafeinado que en otras ocasiones. Sonaron gran parte de los temas que interpretan en su directo habitual, canciones cómo “Lady Madrid”, “Estrella Polar”, “Violento Amor”, “Cómo lo Tienes Tu”, “Grupis”. Sin embargo, la sensación que flotaba en el ambiente era la de que aquello no acababa de levantar el vuelo, cómo si la chispa, si la gracia de otras veces, se hubiera quedado en casa.
No dudaron en invitar al escenario a Ariel Rot y a Carlos Tarque de M-Clan, para que les acompañaran en la versión de “Mucho Mejor”, de Los Rodríguez. Un trallazo que fue coreado por toda la audiencia.
Se despidieron del escenario tras interpretar “Superjunkies”. Siendo sinceros, nos quedamos con la sensación de haber visto el peor directo de Pereza de cuantos hemos presenciado.
Por fin había llegado el turno de Bon Jovi, sin duda alguna la banda por la que habían acudido al evento gran parte de los 50.000 espectadores -una cifra bastante inferior a la que a priori esperaban los organizadores- que poblaron el recinto durante la primera jornada. La proporción de camisetas de los de New Jersey respecto a la del resto de grupos del cartel era aplastante, por lo que la espera hasta que aparecieron en escena se vivió con una cierta impaciencia por la mayoría del respetable.
Comenzaron con un tema de su disco New Jersey, “Blood on Blood”, en lo que seria el inicio del mejor show de todo el día. La actuación fue un repaso a los casi treinta años de carrera de la banda, en la que se intercambiaron clásicos de toda la vida con algunos temas más recientes. Si esos mismos que les han acercado más descaradamente a la radioformulas y que a nivel personal son los que más me “chirrian”.
No faltaron a la cita canciones cómo “It´s my Life”, “We Weren´t Born to Follow”, la mítica “You Give Love a Bad Name” coreada por todo el público asistente al unisono, “Bad Medicine”, “Someday I´ll be Saturday Night” interpretada en formato acústico, lo que le hizo perder parte de la fuerza para ganar en intimidad. También hubo tiempo para alguna versión cómo la interpretación de “Hallelujah”, de Leonard Cohen. Cerraron su paso por “Rock in Río” con “Livin´ On a Prayer”, ante el delirio del público en general que con una cerrada ovación les despedía hasta la próxima. Personalmente su actuación me pareció interesante a ratos. Esperaba más.
Tras ellos llegó lo inevitable, la espantada general de la mayor parte de los asistentes. Sólo unos pocos miles se quedaron a disfrutar de la sesión de música electrónica del escenario principal a cargo del alemán Paul Van Dyk.
La peregrinación del camino de vuelta se vio afectada por un leve desorden. Las colas de espera para coger los autobuses se hicieron interminables por lo que la solución se nos planteó en forma de taxi. Quince euros por una carrera de apenas unos Kilómetros. Definitivamente el cartel de precios “no populares”, estaba incluido en este Festival.
De madrugada, cansados y con la sensación de que ir un día a “Rock in Río” se te pone en unos 100 euros de forma fácil. No fuimos a dormir. El segundo día estaba a la vuelta de la esquina y había ganas de descansar.
Sábado 6 de Junio.
Nacía con pocas horas de sueño el que iba a ser el día grande de esta edición. Entienda el lector que no hablamos de día grande por nuestra pasión por la gente que integra el cartel, sino por las expectativas de público que se esperan para esta jornada. La única en sábado de este festival. Aún así, había ganas de comprobar cómo funcionaba el día más “Mainstream” de “Rock in Río”.
Las horas de reposo pasaron más rápido de la cuenta y cómo por arte de magia nos encontrábamos otra vez con los mismos escenarios del día anterior. En este caso sólo una cosa nos salva de no volver a caer el caos de la primera jornada. Esa cosa no es otra que la experiencia. En apenas unos minutos pasamos de estar en las inmediaciones del Metro de Arganda para encontrarnos dentro del recinto de la “Ciudad del Rock”.
Sin apenas tiempo para acudir corriendo al primer concierto de la tarde. Nos presentamos apresuradamente en la zona de prensa. Hacemos acopio de agua, mientras nos enteramos que debido a los problemas que tuvieron lugar ayer tarde en algunos conciertos del “Escenario Mundo”, el tema de hacer fotos en el foso va a estar más que controlado. Cuando decimos más que controlado estamos hablando de “imposible”. Nuestro gozo en un pozo, nada de ilustrar la crónica con fotos de calidad, con el sello de “El Giradiscos”. Bien, la primera en la frente y acabamos de comenzar el día. Lo dicho, cargamos la mochila de agua y nos vamos a ver a Albertucho.
Conocemos poco de este joven sevillano. Le escuchamos atentamente. Nos gusta su propuesta, nos entretiene. Nos recuerda a Veneno y tiene ese punto de rockero de Sevilla que me hace acordarme inevitablemente del gran Silvio. Recordarle es siempre motivo de esbozar una sonrisilla.
La verdad es que impresionaba ver cómo habían cambiado las cosas en sólo 24 horas. El goteo de gente era continuo. Hoy han adelantado la hora de llegada, pensábamos. El público de la segunda jornada es más homogéneo y aunque todos tienen su candidato, su artista por ver, nadie se quiere perder nada. Es lo que tiene el hecho de que los asistentes se decanten por la entrada de día y no por el abono. Cada día es un mundo. Eso beneficia a Albertucho, su concierto se puebla de gente de forma rápida. Interpreta canciones cómo “El Pisito” o “La Primavera”, remata su actuación con “Capitán Cobarde”. A partir de ahora, seguiremos su pista.
En apenas diez minutos llega el turno de Los Gerundinos. La nueva reencarnación en formato supergrupo del gran Raimundo Amador. Arrancaron con un clásico de los añorados “Pata Negra”, “Pata Palo”, con la que desde un principio se metieron al público en el bolsillo.
La verdad que fue uno de esos conciertos para disfrutar, con grandes dosis de talento, de esas que siempre aporta Raimundo. Toques de flamenco, de blues y el buen hacer de la banda en canciones cómo “Ay que Gustito pa mis Orejas”, “Fulanito y Menganito” o “Decir que No”. Una de esas actuaciones que se agradecen en los festivales. Entretiene, y además, no está exenta de calidad.
Tras ellos Draco. Un tipo del que hasta hace relativamente poco tiempo desconocíamos. Un buen amigo me hablo de él, de su propuesta y de que era el tipo que escribía las canciones de estrellas de la talla de…Ricky Martín o Julio Iglesias, aparte de haber tenido el placer de militar en “Menudo”, casi nada.
Lo cierto es que con esas credenciales decidimos dejar de lado su actuación, al menos de momento, puesto que el miércoles tocará de nuevo en Madrid, en la Sala El Sol. Cosas más importante nos reclamaban, por ejemplo, teníamos que acudir a que nos dieran el “no” definitivo a la hora de intentar entrar en el foso a fotografiar el resto de conciertos. De todas formas en los mentideros se decía que su actuación no pasará a la historia de este festival.
Nos encaminamos al “Escenario Mundo”, había llegado el turno de ver a Calle 13. La verdad es que acudimos con cierto escepticismo. Lo suyo es el “Reggaeton”, si señor, justo lo que más nos gusta. La verdad es que pasamos un rato de lo más entretenido. Nosotros y el resto de gente que, para entonces, ya ha decidido ir ganando posiciones en torno al escenario principal.
Particularmente nos gustó la actitud irreverente de Residente. Utilizó frases subidas de tono y no dejo títere con cabeza. Gobiernos, presidentes y gobernadores sufrieron la ira de sus palabras. Pero no sólo eso, sino que además hicieron disfrutar de lo lindo al público con canciones cómo, “No hay nadie cómo Tú”, “Tango del Pecado” o “Cumbia de los Aburridos”. Habrá que seguir su pista, no vaya a ser que les de por triunfar.
Por fin, había llegado la hora de ver a una de las “cabeza de cartel”. En este caso le tocaba aparecer en escena a Rihanna. La de Barbados se presentaba por primera vez en nuestro país. Eligió para la ocasión un corte de pelo y, sobre todo, un modelo de lo más provocativo, con ciertas reminiscencias de aquel que en su día llevará Madonna, de Jean Paul Gaultier. Aquello, sin nosotros saberlo, anunció lo que sería el show. Puesto que hubo mucho más que ver, de lo que hubo para escuchar.
La puesta en escena fue de lo más llamativa y el público pareció disfrutar de lo lindo con lo que proponía la caribeña. Sin embargo, en los detalles técnicos se fallo y mucho. En ocasiones no se podía apreciar nítidamente la voz de Rihanna, cuestión esta que debería ser lo mínimo exigible en un concierto de esta índole. Aún así, como decimos el público disfruto de la mano de canciones cómo “Hard”, “Don´t Stop the Music”, “SOS”, aderezadas, todas ellas, con bailes y coreografías múltiples. “My Umbrella” fue el tema elegido para cerrar el show.
El duelo de divas de la noche lo cerraba Shakira. Su propuesta a nivel escénico fue mucho menos llamativa, a priori, que la de su antecesora. Sin embargo, ni por esas podemos decir que Rihanna se llevará este particular duelo entre divas.
Y es que Shakira, sin ser tampoco un artista de nuestro agrado, si que montó por si sola un gran espectáculo. Desde la primera canción hasta la última, la sensación que recorría el recinto es que la colombiana si que había logrado conectar con el público asistente.
Abrió fuego con “Ojos Así”, para entonces ya tenía al público en su bolsillo. A unos por su voz, a otros porque sus canciones les suenan a música celestial, a otro por ese movimiento de caderas tan peculiar y, a los últimos, entre los que nos encontramos, por esa sonrisa y esa cara tan bonitas.
Paso a paso fue recorriendo todo su repertorio, con paradas obligadas en cada una de sus épocas. Sonaron canciones cómo “Inevitable”, “Te dejo Madrid”, “La Tortura”, “Ciega, Sordomuda”, “Si te vas”, “Sale El Sol”, dedicada a Gustavo Cerati, o “Hips Don´t Lie”, con la que dio por finalizada su actuación. Al final de la misma si que había un único veredicto. Ella era la triunfadora del día. El público, las casi 90.000 personas que acudieron en la tarde-noche del sábado, salió encantado después de ver su directo.
A medida que la actuación avanzaba nos disco cuenta de algo. Este concierto fue la constatación personal del gran poder que tienen las radiofórmulas. Cuando en tu discografía personal, no hay ningún disco de un artista y, sin embargo, puedes cantar casi con facilidad todas y cada una de sus canciones, la cosa da que pensar. Nuestro pensamiento iba más allá…¿y si muchos de los “artistas” que nos gustan sonaran más a menudo en una emisora para las masas?. Respóndanse ustedes mismos.
Tras ella llegó el turno del Dj de moda en toda Europa. David Guetta logró que las espadas se mantuvieran en todo lo alto durante su sesión. La verdad es que las expectativas eran grandes entre los más jóvenes. 50.000 espectadores permanecieron hasta altas horas de la madrugada disfrutando de la sesión del Disc Jockey francés. No faltaron “temazos” cómo “Gettin´ Over”, “Sexy Bitch”, “Love is Gone”, “One love”, “The world is mine” o “When love takes over”, para disfrute general de los asistentes.
Abandonamos el recinto por segunda noche consecutiva. La verdad es que después de dos días algunas cosas nos han quedado claras. La primera de ellas es que la verdadera naturaleza de “Rock In Río” es la de un gran espectáculo. Simplemente por eso merece la pena acercarte a verlo. Un gran recinto, escenarios enormes, calidad en el sonido, gentes de uno y otro lado del mundo, es digno de ver. Sin embargo, si entraremos en otro tipo de valoraciones, los argumentos en contra son rotundos, no hay Rock, al menos no todos los días, si acaso hay “pseudo Rock”, cómo decía el Loco, de ese que “mezclan con reclamos comerciales”, tampoco hay Río, ni tan siquiera el Manzanares tan castizo él. Para pasar el día te hacen falta mínimo 100 euros, quién los viera juntos en un momento de crisis cómo este...empiezo a plantearme que quizás sean demasiadas cosas en contra. Para colmo de males, sólo a mí se me ocurre mirar el cartel de mañana. Puff. Va a estar difícil salvar algo.
Domingo 6 de Junio.
La cita del tercer día…¿qué decir de la última fecha del primer fin de semana de “Rock in Río”?. Simplemente diremos que era la tarde elegida para las familias, con un cartel orientado a los más pequeños de la casa o al menos eso pensábamos hasta que vimos el modelito que gastaba Miley Cirus en escena, pero bueno, eso es harina de otro costal.
Los nombres del día poco o nada podían decir a unos tipos que paso a paso nos dirigimos a la treintena. La apuesta para el domingo era clara. Nos encaminamos para el “Escenario Mundo”, el resto de malos tragos de la tarde nos los ahorraríamos. Tampoco era plan de sufrir por sufrir, ¿no?. En ese momento creímos poder vivir sin ver la actuación en directo del “Sueño de Morfeo”, cuya cantante, si, la Sr. de Alonso, siempre me ha parecido tener una gran virtud, la de tener poca voz pero molesta. No todo el mundo puede decir eso, al menos ella si. Pasado un día después de aquella decisión creo que no me arrepiento de haberla visto en directo. Nuestras vidas siguen siendo tan plenas cómo ayer.
Aunque siendo sinceros, que tampoco es cuestión de ahorrarnos palos, la cosa en el “Escenario Mundo” no pintaba mucho mejor. De ahí, que hoy abreviemos nuestra reseña hasta límites insospechados. El titular del día es el siguiente: Tarde Negra.
Entre lo más reseñable, que no recomendable, de la cita, lo ya comentado, la estética atrevida de Miley Cirus, aquello sonaba a anuncio del tipo “oigan que me he hecho mayor y no soy Hannah Montana”, vale perfecto, pero ¿las buenas canciones donde están?, en fin. No podemos dejar de señalar el hecho de que invitó al –señores pónganse en pie- mítico David Bisbal, a cantarse uno de sus trallazos, concretamente “When I Look at You”, momento en que el almeriense, no dudo en tirar de populismo barato a la hora de calificar al público cómo el mejor que se podía encontrar. Otro gran artista de este país que hemos logrado exportar al extranjero. Debemos sentirnos muy orgullosos de la imagen que proyectamos al mundo.
Por el escenario principal circularon también Amy McDonald y McFly, para disfrute de las más de 40.000 personas que se acercaron hasta el recinto. Poco o nada reseñables para un servidor.
Acabados los conciertos, de vuelta a casa con el cansancio por bandera y con la mente intentando pensar en positivo después de una tarde-noche de órdago. Creo poder afirmar que ya nada puede ser peor que este domingo…aunque nunca se sabe. La semana que viene os seguiremos contando nuestras “irónicas andanzas” por la “Ciudad del Rock”, curioso nombre para un recinto que alberga de todo menos eso.
Texto: Javier González
Fotos: Iván González
El Profeta predica la buena noticia del rock sin fronteras en Madrid. Chuck
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Sala El Sol, Madrid. Viernes, 22 de noviembre del 2024.
*Texto y fotografías: Guillermo García Domingo*
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