"Coax me out, my love”, y eso es exactamente lo que han hecho nuestros chicos de Sheffield, engatusarnos.
La espera ha merecido la pena, el tercer álbum de Arctic Monkeys no deja a nadie indiferente, transporta a un mundo oscuro, desconocido, pero con un poder magnetizante nunca antes conocido por el oído humano.
Con las primeras notas de “My Propeller” reconocemos el sonido característico del grupo; quizá lo que más llama la atención del primer corte del disco es la sensualidad con la que Alex Turner canta, casi susurra, cada palabra de la canción. Uno se puede imaginar la típica película en blanco y negro, justo cuando el protagonista entra en el pub y se encuentra con la chica seductora que no deja de mirarle; la música que se oye de fondo, en este caso gana protagonismo a cada nota. Eso es lo que pasa con “My Propeller”, cada nota, cada acorde nos engancha.
Con “Crying Lightning” volvemos al sonido más parecido a los primeros temas de “Whatever People Say I Am, That's What I'm Not”, pero con un toque misterioso y unos cambios de ritmo que no dejan lugar a dudas; este disco confirma totalmente la valía de Arctic Monkeys.
En el tercer corte del lp, “Dangerous animals”, la melodía acompaña la voz de Alex perfectamente, casi nos hace adivinar lo que viene después: unos sonidos distorsionados, mezclados con una potente batería que le da cuerpo al tema, y que marca el carácter animal de la canción.
El cuarto tema,“Secret Door” aunque continua con las distorsiones turbadoras del disco, incluye una melodía más luminosa; puede que se trate de la canción más inesperada del disco, sobre todo por esos coros que acompañan al estribillo y que le dan un toque más íntimo.
“Potion approaching” nos suena más al sonido de “Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not” incluso la voz de Alex suena más conocida. La batería retoma el mando de la canción, acompañada por unos coros profundos, oscuros y potentes. La melodía nos mantiene expectantes, es como un continuo “crescendo”. De nuevo nos sentimos en otro mundo, es tal la intensidad que parece que estemos llegando a la oscuridad total, pero ¡qué demonios! nos da igual si suenan los Arctic Monkeys de fondo con sus habituales cambios de ritmo.
Sin lugar a dudas “Fire And The Thud” es el tema más sorprendente; una canción de amor en un disco tan penetrante puede ser o muy buena idea o un fracaso absoluto. En este caso es un giro tan diferente en el álbum que se agradece. Podríamos decir que es el respiro a tanta intensidad, aunque no por ello le falta calidad, un claro ejemplo es la distorsión de la guitarra, impresionante, y los coros, simplemente geniales. Es una canción valiente, sensual, delicada sin caer en excesivas sutilezas.
“Cornerstone” destaca por ser una alegoría al desamor, de nuevo podemos imaginar al tipo triste caminando por cualquier calle de gran ciudad, viendo a su amada en cada escaparate, confundiéndola con otra persona, y buscando de nuevo su lugar en la urbe. Así nos hace sentir “Cornerstone”, es una sensación desapacible, aunque la melodía y la voz son mucho más luminosas.
“Dance Little Liar” nos devuelve la distorsión y de nuevo la voz más provocativa del solista del grupo; no podemos dejar a un lado esa batería, bendito Matt Helders, pero algo nos sorprende: los coros le dan un toque decadente a la vez que delicioso al tema. La reminiscencia al rock de los setenta se saborea en cada nota del disco, manteniendo la atención del oyente de manera casi inalterable.
El tema “Pretty Visitors” nos devuelve al ritmo natural de la banda; volvemos a querer saltar con cada riff de la guitarra de Jamie Cook, que se funde con el bajo de Nick O’Malley creando una sensación de consistencia estudiada, pero muy bien lograda, no resulta tan evidente la secuencia como en su anterior disco, “Favourite Worst Nightmare” donde cada golpe de guitarra resultaba previsible.
Quizá en “Humbug” se haya sentido más la influencia del proyecto de Alex Turner, “The Last Shadow Puppets ”que tan buenos temas como “The age of the understament”, nos han regalado.
“The Jeweller’s Hands” cierra el disco, de una manera exquisita, delicada pero con un ritmo muy marcado, con más importancia del bajo. Da la sensación de que uno ha terminado de ver una película y sale del cine a la vida real, ese es el sentimiento cuando uno termina de oír el lp, la pregunta sería ¿Cómo volver del trance rockero, los riffs, y la distorsión, a la vida real?
Por: Almudena Pizarro
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Sala El Sol, Madrid. Viernes, 22 de noviembre del 2024.
*Texto y fotografías: Guillermo García Domingo*
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