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El último disco de Enrique Bunbury obedece al sugerente título de “Cuentas Pendientes”. Una colección de canciones en las que indaga con más clase que nunca en el folclore latinoamericano. El zaragozano se ha rodeado de músicos de gran calibre, auténticos maestros en los géneros arraigados al otro lado del Atlántico, para ofrecer la mejor versión de un cancionero en el que se muestra abierto en lo personal y muy generoso con un público que disfruta de cada nueva vuelta de tuerca en su extensa discografía.
Tras varios discos cercanos a la experimentación tecnológica, con un sonido muy contemporáneo, Bunbury vuelve hacia los pasos sembrados con “El Viaje a Ninguna Parte”, del que celebra ahora su veinte aniversario, o “Licenciado Cantinas”, con los que ya miraba hacia Hispanoamérica, pero esta vez desde un prisma mucho más purista en la interpretación y con una lírica en la que apreciamos cierta reflexión sobre su larga trayectoria y experiencia vital.
El disco le embarcará de nuevo en una gira con los músicos del Huracán Ambulante, formación con la que se presentó en directo durante los primeros años del milenio y con los que a buen seguro recalará en parte de ese cancionero tan especial con el que consolidó su carrera en solitario.
En una charla a distancia, mail mediante, Bunbury mostró su mejor cara a El Giradiscos. Entregado en cada respuesta, sin prisas y atendiendo a los detalles de un cuestionario que pretendía indagar en el sentido de estas diez nuevas canciones, además de en su inminente gira con el Huracán Ambulante o incluso deteniéndose en alguna reflexión sobre el camino recorrido hasta el momento. Disfruten, como lo hemos hecho nosotros, de un músico en un excelente momento, tanto en lo profesional como en lo personal, y hagan recuento de sus “cuentas pendientes”.
Lo primero de todo, ¿cómo te sientes ahora que se ha hecho realidad el lanzamiento de este disco?
Enrique Bunbury: Me siento mejor haciendo los discos que publicándolos. Disfruto mucho del proceso de grabación y poco del de exposición. Siempre temes que no se entienda o que se entienda y no guste. Además de la ronda de explicaciones, que no es que me disguste, pero abruma un poco. Demasiado tiempo hablando de ti mismo y tus motivaciones que, a veces e incluso para ti, son inexplicables.
Después de tus últimos álbumes, nos tenías algo descolocados con esos primeros lanzamientos tan cercanos a la raíz latinoamericana, pero viendo que celebras a la par el vigésimo aniversario del lanzamiento de “El viaje a ninguna parte” todo cobra sentido. ¿Están estos dos álbumes unidos de alguna manera?
Enrique Bunbury: En realidad, no estaban unidos. Ha sido el tiempo y el azar quienes les ha situado en un mismo lugar. Primero fue la reunión con el Huracán, que llevó un tiempo concretar. En principio, pensando en la caja del XX aniversio de “El Viaje a Ninguna Parte”. Pero luego, me di cuenta de que en este 2025 haríamos veinte años desde la disolución de la banda y entonces coincidió que salía el nuevo álbum que había ido cocinando mientras tanto. Así que al final esta gira, se puede decir que junta la presentación del álbum con la conmemoración de ese XX aniversario.
Vienes de una gira muy especial, con los Santos Inocentes, encumbrándote en tus “Shows Únicos”, que resultaron tremendamente efectivos y conmovedores. Y vuelves para dar de nuevo un giro completo. ¿Hasta dónde puede llegar tu exploración sonora incansable?
Enrique Bunbury: Supongo que en esta nueva etapa en la que las giras que realizo son tan puntuales y con pocos shows, lo que pretendo es buscar ciertas excusas, reducir el marco del repertorio, darles a los shows un carácter que no tiene por qué ser exclusivamente el promocional de un álbum. Así que espero seguir dándole vueltas a las opciones para no hacer exactamente una gira en la que incluya cuatro o cinco canciones nuevas a una colección de canciones más o menos hits. No sé si me explico, pero yo lo tengo muy claro. Son menos shows, pero espero que sean más especiales y distintos.
En lugar de buscar el continuismo de tus últimos discos, que podríamos definir como rock contemporáneo, vuelves a la raíz, esa con la que te identificaste en los primeros años del milenio. ¿Qué te quedaba de esa corriente que te consolidó como solista a mediados de la década de los dos mil para ofrecérnoslo ahora?
Enrique Bunbury: Entiendo lo que dices y es cierto que este disco, en caso de buscar una conexión, lo más obvio es pensar en la trilogía con el Huracán (“Pequeño”, “Flamingos” y “El Viaje a Ninguna Parte”) y también en “Licenciado Cantinas” con los Santos Inocentes. Pero esos discos primeros no eran discos de raíz, había pinceladas de música latinoamericana o hispana, pero buscaban definir el sonido de una banda tan compleja y completa como el Huracán Ambulante. Son discos en los que lo latino cohabitaba con el rock and roll, el cabaret, el mediterráneo, el country & western y otros palos, pero siempre buscando la mezcla, no son para nada puristas. “Cuentas Pendientes” no tiene esa necesidad de dar personalidad a una banda. Es un disco con músicos de estudio, especializados en la música tradicional, tocando música de raíz popular. En mi opinión, aquí no hay pinceladas, es la materia de la que está hecha el álbum.
“Esta gira va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera”
De hecho, este disco viene acompañado de una gira en la que vuelves a contar con los músicos del Huracán Ambulante, banda que te acompañó de 1999 a 2006. ¿Qué podemos encontrarnos los seguidores de siempre con el regreso de esta banda que está generando tanta expectación?
Enrique Bunbury: Creo que va a ser una gira muy emotiva, por distintas razones. Pero también creo que musicalmente va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera. El presente dando la mano al pasado. Además, estoy trabajando en un show a un nivel que no estaba en mis posibles hace 25 años. Así que va a haber sorpresas que espero disfrute el público que vio entonces al Huracán y tantos que no lo vieron nunca.
Contar ahora con el Huracán Ambulante, después de tanto tiempo con la solidez de los Santos Inocentes, es en sí mismo un riesgo. Mucho tiempo de desconexión con esos músicos (salvo con Ramón Gacías, que ha estado en las dos formaciones). ¿A qué se debe este regreso veinte años atrás? ¿Es una vuelta para seguir avanzando o una manera de redimirte tras ese final truncado que supuso tu última gira con ellos?
Enrique Bunbury: Es una gira puntual. El futuro está por escribirse y es difícil e inadecuado anticiparse.
Al escuchar “Cuentas Pendientes” me viene a la cabeza “Hijos del Pueblo”, ese maravilloso directo que publicaste tras tu gira conjunta con Andrés Calamaro en México. ¿Reviviremos parte de ese cancionero tan emotivo y eterno en tu próxima gira?
Enrique Bunbury: Bueno, la gira con Andrés, estaba dividida en tres partes. Cada uno hacía un set y luego nos juntábamos para el set común. Fue una maravilla poder compartir con Andrés esos conciertos y el disco es una pequeña muestra de lo que pasaba en esos conciertos. Esas canciones que tocábamos juntos partían de una selección que realizamos entre los dos para encontrarnos y juntar nuestras voces, con el apoyo de los Santos Inocentes. No creo que tenga ninguna conexión con esta gira ni creo que haya canciones que aparezcan en estos nuevos shows con el Huracán. Otro tiempo y otro lugar.
Ese cancionero se ha quedado en el aire casi desde entonces o desde que te acercaras más en profundidad a él con “Licenciado Cantinas”. ¿Qué paralelismos podemos encontrar entre aquel disco que miraba a la tradición folclórica latinoamericana y este último, que también lo hace en parte?
Enrique Bunbury: Son dos discos que están conectados por la mirada a la canción popular y la tradición, pero con dos grades diferencias. “Licenciado” era un disco de versiones y además partía de un acercamiento a ese repertorio desde la perspectiva de una banda de rock que eran Los Santos Inocentes. “Cuentas Pendientes” es un disco de repertorio propio, grabado con músicos de sesión, maestros y conocedores de los géneros. Es un disco mucho más homogéneo y purista, intentando conservar mi personalidad y enfoque, pero con esa búsqueda de arreglos y sonoridades más cercanas a la raíz.
“Cuentas Pendientes” ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico”
Vayamos al disco. ¿Qué cuentas tienes pendientes en este momento?
Enrique Bunbury: Conforme vas cumpliendo años eres más consciente de que los discos que te quedan por hacer son menos de los que ya has hecho, así que el enfoque no solo se concentra en el género, sino también en los músicos, interpretación y estudio de grabación donde quieres vivir una experiencia que te sorprenda y te enseñe. Este disco ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico. Quizás la música de raíz popular pueda parecer o sonar sencilla para un oído ajeno, pero tiene una complejidad y un nivel de exigencia musical que ha supuesto un desafío maravilloso del que salgo con mucho aprendido.
Empezar con una afirmación como ésta puede llegar a cuestionarnos, y después, cuando escuchamos las canciones, quizá conseguimos encontrar sentido a esas “cuentas pendientes” con el folklore y el continente americano como respuesta. ¿Podría entenderse así?
Enrique Bunbury: Podría. No es necesario explicarlo todo. Me gustan las interpretaciones ajenas. Las prefiero a las propias, desde luego.
Entre estas diez canciones encontramos chacareras, cumbias, corridos, sambas, valses y tangos. Una auténtica mezcla de estilos con una raíz común: mirar a nuestros orígenes. ¿Qué te ha llevado a bañarte en todos esos estilos para definir un disco tan ecléctico?
Enrique Bunbury: Empecé a escribir algunas de las canciones paralelamente a la composición de “Greta Garbo”, pero estaba claro que pertenecían a distintos proyectos. Cuando terminé de grabar Greta, continué componiendo, esta vez con la mirada puesta en continuar una senda que parecía clara y podía ser interesante. Componer canciones con la mirada puesta en la tradición hispana y latinoamericana. Siempre he grabado discos muy eclécticos, buscando mezclas imposibles y quería esta vez hacer un disco mucho más centrado y con el foco muy claro. Dices que es ecléctico, sí, pero dentro de unos parámetros muy definidos.
¿Cómo has trabajado la producción esta vez? ¿Qué músicos te acompañan y dónde has dado forma a estas canciones?
Enrique Bunbury: Desde “Greta Garbo” y como contraposición a mis discos anteriores (“Curso de Levitación Intensivo”, “Posible”, “Expectativas” y “Palosanto”), que eran discos mucho más contemporáneos y centrados en las posibilidades tecnológicas, he vuelto a grabar de forma muy orgánica, eliminando instrumentación digital, centrándome en los arreglos de músicos tocando juntos en una sala. En este disco profundizando todavía más, centrándome en la percusión, el contrabajo, el piano y la guitarra española como centro de todo. Para ello contamos con músicos experimentados como el maestro chileno de la guitarra Sebastián Aracena, el percusionista Johnny Molina, el contrabajo de Luri y las aportaciones de Jorge Rebenaque en el piano y Ramón Gacías en la batería y ayudándome en la producción del álbum.
Abres con el corrido “Para llegar hasta aquí”. Sonidos ya bien testados por tu espíritu inquieto, pero que se transforman en esta ocasión en toda una declaración de intenciones. ¿Qué es todo lo que te ha hecho llegar hasta este lugar?
Enrique Bunbury: Es una canción bastante idónea para iniciar el álbum, una declaración de intenciones, como bien dices. En realidad, nada de lo que haces surge de la nada, todo tiene un origen y unas causas. Es obvio que he dado pasos en mi carrera que me han ayudado a llegar hasta este lugar en el que estoy. Aciertos y errores me hicieron quien soy y me enseñaron para poder hacer este disco y, en general, lo que hago y cómo lo hago hoy.
En “Loco” manda el piano y remite a las Romaphonic Sessions de tu amigo Andrés Calamaro, con el cual has sido compadre revisionando parte del cancionero clásico latinoamericano en la ya mencionada gira de 2014. ¿Cuánto hay en este tema, de corte más pausado, de reivindicación y asunción de esa locura que persigue a todos los románticos?
Enrique Bunbury: Es una canción sobre un homeless. Una de mis favoritas. Escrita mano a mano con Pedro Guerra. Creo que es un gran tema.
Aprovechando esta conexión con el músico argentino, ¿qué puntos de unión podemos encontrar entre vosotros como músicos incansables e investigadores de la tradición?
Enrique Bunbury: Considero a Andrés Calamaro y a Santiago Auserón dos grandes de la canción en nuestro idioma, sin géneros ni etiquetas. Creo que nos une la pasión por la música y el interés por saber de dónde surgen las músicas que nos apasionan. Hay una parte importante de estudiosos de la musicología que, creo, podemos tener en común.
“El futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano”
“Te puedes a todo acostumbrar” es fronteriza y nos lleva hasta el desierto de California. Suena a western, aunque a la vez la dotas de un hammond que le da un color inesperado. ¿Es ésta una manera de afirmar que estás definitivamente acostumbrado a tu vida a orillas del Pacífico? ¿Sientes que ese se ha convertido definitivamente ya en tu hogar?
Enrique Bunbury: Bueno, yo no situaría esa canción en California, pero no te llevaré la contraria, me parece bien cualquier interpretación. En cuanto a lo de definitivamente, no me atrevería a decir eso. Llevo quince años viviendo en California y me gusta mucho. En todo este tiempo mucho es lo que me ata a esta tierra, pero el futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano. Me gustaría vivir en Japón y ¿quién sabe?
Con “La hiedra” te vas hasta Brasil, una novedad dentro de tu cancionero que le aporta nuevos matices. ¿Qué te atrae de ese país americano, que aún te quedaba por explorar, que te ha hecho acercarte hasta allí?
Enrique Bunbury: Me gusta mucho la bossa nova y es un género muy complejo para el que no me siento capacitado, así que un pequeño acercamiento me ha dado un poco de confianza. Hace años toqué un par de veces en Brasil y me hubiera gustado ir con mayor frecuencia. Como no parece que los promotores se animen, viajaré con mi música y con mis discos en casa.
El tango vuelve a ser protagonista en “Como una sombra”, con la particularidad de que las guitarras eléctricas refuerzan su toque distintivo más allá del exquisito piano y las cuerdas de la guitarra clásica. Una canción cruda y conmovedora en la que te muestras directo en tus mensajes, como en el conjunto global del disco, donde se imponen algunas de las letras más directas de tu cancionero. ¿Los años te han alejado definitivamente de las imágenes más crípticas y los rodeos a la hora de contar aquello que te impulsa a escribir?
Enrique Bunbury: “Como una sombra” en realidad es una copla, que tiene sus conexiones con el tango, pero con sus particularidades. He grabado canciones más y menos crípticas, como dices. Creo que el valor de este disco está en encontrar ese punto de equilibrio en los textos entre lo popular y lo literario. Son canciones, como decía José Alfredo, “Pa que el pueblo me las cante”. Pero también quiero que tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha. No sé si conseguí mi propósito, pero ese era mi reto.
“Quiero que las letras tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha”
Una vez más, te mueves como pez en el agua con el vals, presente en el tema titular y en el cierre de “El baile de los disfraces y la tentación”. ¿Cómo consigues sacar lo mejor de ti y estremecernos cada vez que afrontas este estilo?
Enrique Bunbury: Ay, muchas gracias. Supongo que me resulta fácil y natural, para mi voz y mi carácter. Creo que son dos canciones emocionantes e intensas y el tres por cuatro es muy disfrutable, la verdad.
“Saliendo del Arrabal” suena a chacarera y, en este momento, me lleva al espíritu de Mauricio Aznar y a la imprescindible película de Javier Macipe “La Estrella Azul”. ¿Cuál ha sido para ti el papel de esta magnífica obra a la hora de reivindicar el espíritu luchador de una figura tan esencial en la música como Mauricio, que consiguió unir en su particular travesía ambas orillas del Atlántico? ¿Son los dejes estilísticos de esta canción un homenaje también a su figura?
Enrique Bunbury: Me he acercado a la música criolla en distintos momentos de mi carrera, pienso en “Canto” (en “El Viaje”) o en “Vida” (en “Licenciado Cantinas”), que son valses criollos, o “La chacarera de un triste” y “Que tengas suertecita”. Me gusta mucho la música criolla, debería grabar más. Hubo un acercamiento hace años a los Guardianes de la música Criolla en Lima, Perú. Para hacer alguna grabación juntos. La película de Macipe, sí es magnífica y está muy bien la reivindicación de la figura de Mauricio. Ojalá se publiquen o remastericen sus álbumes con Almagato, sería una buena noticia.
Hace unos meses te escuchamos colaborando en el tema “El futuro casi está aquí” de la última incorporación a los Santos Inocentes, además de una de las artistas más interesantes que hemos descubierto en los últimos años en el mundo del rock, Erin Memento. A ella te unen muchos lazos, pero ahora os une también una canción de factura impecable, sonoridades americanas y gran belleza. ¿Cómo llegas a esta maravilla de canción que podría formar parte perfectamente de tu repertorio más personal?
Enrique Bunbury: Es una gran canción y el disco que ha sacado Erin es fantástico. Muchas ganas de que publique más y escuchar más material suyo, que seguro está muy bien. Me puso esa canción en casa, la escuché y le dije, guárdame esa y la cantamos juntos. Tenía la intuición de que funcionaría muy bien con las dos voces. Muy agradecido porque me la reservara.
A lo largo de tu carrera en solitario has ido mostrando letras confesionales (“Pequeño”), otras más combativas (“Palosanto”) e incluso algunas reveladoras (“Curso de levitación intensivo”), pero en estas “Cuentas pendientes” se respira un tono muy personal en el que te desnudas y pareces hablar siempre en primera persona de vivencias y reflexiones muy pegadas a la piel. ¿Podría decirse que este disco nos muestra la cara más íntima de Bunbury, en la que podemos encontrar una mayor reflexión interior o incluso una visión global de tu trayectoria y vida?
Enrique Bunbury: En este disco hay más personajes de lo que pareciera a primera vista. Muchas canciones no hablan necesariamente de mí, aunque incluso cuando hablas de otros, se trasluce una forma personal de ver y reflexionar sobre la vida y sus circunstancias. Pero sí, es cierto, que el tema social que aparece en discos como “Palosanto”, “Expectativas” o “Levitación”, incluso alguna de “Greta Garbo”, no tiene cabida en este disco.
¿Hay en estas letras también cierta cavilación hacia tus “cuentas pendientes” con el mundo que deje atrás algunos aspectos de tu personaje para acercarnos definitivamente a Enrique como persona?
Enrique Bunbury: No sé. No lo entiendo de esa manera. Yo creo que eso del personaje es un poco una visión externa. Yo escribo como individuo que siente y que padece o disfruta. Pero, entiendo que una lectura exterior, la tuya, puede ser mucho más afortunada que la mía. Yo escribo de forma muy intuitiva y muchas veces tengo que releer y reflexionar sobre lo que canto para darme cuenta de que en realidad estaba hablando de esto o de lo otro. Incluso, muchas veces es el tiempo el que me otorga una mayor claridad al respecto.
Sin duda, has parido un disco con mucha clase y elegancia. Además, te has ajustado a las modas y entregas un disco más conciso en tiempos, al que no le sobra nada. ¿Tienes la sensación de que presentas algo suficientemente novedoso y atractivo a pesar de pisar terreno conocido?
Enrique Bunbury: Muchas gracias, me alegro de que consideres que no le sobra nada. Es un gran halago. Me preocupa mucho hacer discos aceptando el timing del vinilo. Un máximo de cuarenta y dos minutos. Creo que es la medida exacta de lo que debería durar un disco. Sé que en otras épocas me excedí. Pero los últimos cuatro o cinco discos creo que se ajustan a estos tiempos. Siempre hay discos concretos que merecen una mayor profundidad por una motivación artística, pero deberían ser una inmensa minoría. También me parece que en algún momento se darán cuenta los del cine que dos horas y veinte de película tienen que estar muy justificadas, si no cansan. Para mí una película debería durar hora cuarenta y cinco, máximo dos horas. Y una serie, no más de una temporada y no más de diez capítulos. A partir de eso, estamos hablando de Santa Bárbara o Falcon Crest.
“Soy un músico, un compositor de canciones, y el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio”
Bunbury ha sido siempre sinónimo de rock con mayúsculas, pero ¿te sientes más cómodo desde la contención que te ofrece la raíz latina? Porque nos da la sensación de que con este tipo de repertorio disfrutas más que nunca.
Enrique Bunbury: Básicamente he tenido tres orientaciones en mis discos: el rockanrol, la mirada hacia las posibilidades tecnológicas y la incorporación de elementos de la electrónica y, la búsqueda de la raíz latina e hispana. En esos tres baremos está toda mi discografía. Y me siento cómodo en todas las vertientes. Sé, de todas formas, que para muchos soy un músico de Rock. No pasa nada. Acepto la visión de todos. La mía es que soy un músico, un compositor de canciones, y que el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio. Pero sí, estoy disfrutando mucho en esta etapa, es cierto.
Como buen devorador de la música más actual, siempre buscando estar al día y descubrir nuevos valores, nos regalas con cierta periodicidad recomendaciones sobre los últimos discos que estás escuchando e incluso configuras tus propias listas con lo mejor del año. ¿Qué bandas o artistas, especialmente del panorama en castellano, te han llamado la atención y crees que merecen una escucha?
Enrique Bunbury: Todo lo que recomiendo trimestralmente en mis redes, son discos que me interesan o me gustan por un motivo u otro. Encuentro cosas interesantes en muchos músicos que se salen de la tendencia algorítmica. Hay mucho talento interesante y válido en nuestra lengua, bandas jóvenes y no tan jóvenes. De España me gustan mucho Depresión Sonora y Alcalá Norte, de Argentina Barbi Recanati y los Winona Ryders, de México me gusta Ed Maverick y David Aguilar.
Nos gustaría cerrar con una pregunta que puede sonar tan incómoda como necesaria. A estas alturas de la vida y con una carrera tan extensa, granada y camaleónica, ¿sientes que te queda todavía algo nuevo que ofrecer? ¿Le queda todavía mucha cuerda al “aragonés errante”?
Enrique Bunbury: No me incomoda, no te preocupes. Algo me queda, desde luego. Espero.
Desde fuera da la sensación que Vera Fauna ha podido conseguir con “Dime Dónde Estamos” una nueva cumbre en su ya dilatada trayectoria; no solo porque estemos ante un excepcional trabajo donde han puesto alma y corazón al servicio de unas canciones repletas de sentimiento y rabia bien entendida, donde lo mismo cantan contra los males del funesto capitalismo, que abogan por el amor más romántico y puro, sino también porque en lo concerniente a la estructura de la banda parecen cerrar un círculo que posibilitará a su música llegar a un espectro de público más amplio, algo que bien merece la propuesta de estos talentosos sevillanos.
En estas composiciones resuenan los ecos de los Vera Fauna de siempre, que sin abandonar su habitual senda, han sabido evolucionar y buscar un sonido donde las canciones respiran plenas de emoción, demostrando que a veces lo importante no son solamente aquellos arreglos que se aportan a un tema sino también saber respetar los espacios y silencios, a ratos tan necesarios para que las melodías fluyan, algo que defiende a las mil maravillas en esta profunda entrevista Álex Fernández, teclista de la banda y afinadísimo productor de uno de los trabajos que oposita desde ya a estar entre los mejores que se han facturado a lo largo de este curso en nuestro país.
¿Qué es esta absoluta maravilla llamada “Dime Dónde Estamos” que os habéis sacado del brazo?
Álex: Creo que es un disco maravilloso, decir que nos lo hemos sacado de la manga es algo muy chulo, pero ha sido fruto de un proceso de maduración y cambio dentro de la banda donde lo hemos pasado mal en muchos momentos, no en la parte creativa, pero sí en otros aspectos, algo que nos ha ayudado a centrarnos mucho en lo único que debería importar en una banda que son las canciones. El interés por ponernos al servicio de los temas, ser obreros de las canciones, nos ha hecho conocernos mejor como músicos y banda. Ha sido un proceso muy bonito.
“Desde hace un par de años venimos tratando de profesionalizarnos en todos los aspectos”
Echemos una pequeña vista atrás, “Relieve”, vuestro primer Ep, data de 2015, “Dudas y Flores”, 2020, y “Los Años Mejores”, 2023, creo que son tres ítems donde la personalidad de la banda ha quedado marcada y que han supuesto un progresivo ascenso en vuestra propuesta y en lo que a la consolidación de Vera Fauna como banda dentro del panorama estatal. ¿Tenéis la misma percepción?
Álex: Sigue siendo a día de hoy un proceso lento que responde a la idiosincrasia de la banda. Nos gusta hacerlo todo con mucho mimo, muy poco a poco y en familia. Desde muy pronto sentíamos que se nos escuchaba y tomaba en cuenta en otros sitios, pero quizás ahora es cuando de verdad hemos dado el salto y se nos percibe sobre todo desde fuera de Andalucía como una banda más grande y completa. Hasta ahora hemos pertenecido al underground, puede que con “Los Años Mejores” saliéramos un poco de ahí. Como banda percibimos un salto en la manera en que se ha recibido este disco que parte desde nosotros mismos, de manera interna desde hace un par de años venimos tratando de profesionalizarnos en todos los aspectos: oficina, discográfica y management. Y también en los engranajes de Vera Fauna como músicos, algo que hace que desde fuera se nos vea así.
Lo primero que me hizo darme cuenta de la evolución fue el hecho de que BMG nos hiciera llegar el vinilo, una deferencia con la prensa musical que ya casi nadie tiene.
Álex: Este disco y la familia Vera Fauna no se entienden sin BMG a día de hoy. Para nosotros en sí las siglas, el hecho de que sea una multi, aunque sea más pequeñita, nos da una ayuda, pero lo importante, aunque parezca romántico decirlo, son las personas que conforman su equipo. Desde el minuto uno se nos transmitió que la banda les flipaba y que al escuchar estas canciones las querían tanto como nosotros, son un grupo súper joven de gente que apuesta por el proyecto. Es algo que se percibe, se nota que desde la casa quieren que la banda crezca porque creen en las canciones. Nos hemos hecho súper amigos y es algo muy bonito. Y luego está el cambio de oficina, trabajar con Spanish Bombs y Carlos Mariño, al que ya conocíamos por el proyecto de “Échate un Cantecito” que compartimos con Kiko Veneno. Él también se enamoró de las canciones de este disco, comenzamos a trabajar de una forma súper natural, sin muchas reuniones. A nosotros nos da mucha seguridad que gente tan potente confíe en nosotros.
“En este disco hemos buscado destilar lo esencial para la canción”
Digo esto porque pienso que en muchos aspectos “Dime Dónde Estamos” es un paso adelante. Quizás no tanto en lo relativo a la personalidad de la banda, donde conserváis esa brillante capacidad para hilvanar canciones puramente pop que enhebran vivencias diarias, basadas en los males del capitalismo feroz, que tanto nos afectan en el día a día, en las relaciones amorosas y con nuestros amigos, siempre con optimismo y esperanza, pero sí en lo que se refiere a otros matices que se aprecian en las canciones. ¿Cuáles son esos matices que han hecho crecer las canciones en vuestra opinión?
Álex: Creo que hay varias cuestiones fundamentales, te puedo hablar desde la visión como miembro y productor del disco. Para mí es fundamental en la identidad de la banda la figura de Kike como autor y vocalista, la personalidad melódica y narrativa pasa por su voz y bolígrafo. En su madurez como autor hay un paso, creo que las canciones mejoran de raíz, hay un salto en cuanto a melodías y también a nivel vocal, donde siempre saca su varita a relucir encontrando magia. Su manera de escribir es la misma, pero obviamente el Kike de veinte años no es el de treinta. Hay un cambio de perspectiva en el sujeto de Vera Fauna desde “Dudas y Flores” hasta ahora. Hay una evolución de intereses y percepción, habla más de las relaciones humanas y se focaliza más en el canal a través del que nos comunicamos. En la parte de producción y música ha habido un cambio también por mi incorporación desde las teclas y la libertad dada como productor. Tenía claro que tenía que ser un disco de bases que siempre han sido muy potentes en Vera Fauna desde el principio. Las baterías y los bajos tienen un concepto de producción y sonido muy similar, el espacio que tienen las bases sumadas a la voz ocupa el 70% de la mezcla. Hay mucho aire en este disco. Hemos buscado destilar lo esencial para la canción, cuando un tema rueda a piano y voz, o guitarra y voz, es más complicado saber qué no tocar. Aquí ha habido un crecimiento también.
Me gusta mucho lo que habéis hecho, creo que habéis conseguido que las canciones respiren, sin estar sobrecargadas, utilizando los silencios para que las melodías fluyan y los sentimientos respiren…
Álex: Sí, me alegro que me lo digas, para mí es fundamental. Lo decimos como banda, para mí un músico es interesante por su dinámica, sabiendo cuando debe dar espacio y cuando atacar. Jugar con el silencio es muy difícil, si desde fuera se percibe que lo hemos hecho medianamente bien, me encanta. Prefiero que me digan eso antes que felicitarnos por un riff de guitarra. Dar espacio al reposo cuando una melodía es increíble es complicado de conseguir. Creo que es un disco muy dinámico en ese sentido.
“El contexto socioeconómico nos aleja de nuestros seres queridos”
Hay una serie de canciones que me han hecho tragar saliva y sentir una punzada en el pecho. “Tu Voz” es uno de los reflejos más descorazonadores sobre la brutal especulación que está echando a la gente de sus barrios, donde cantáis: “¿ahora con quién me acelero?, si a quién yo quiero está lejos”, secundado por esas guitarras y sintes tan ochenteros, que son una novedad en vuestro sonido.
Álex: Lo es. La temática de la canción es así, nos echan de nuestros barrios, todos hemos sentido que tenemos que salir de Sevilla porque no nos da las oportunidades que queremos. Muchos de nosotros estamos aquí por un ejercicio de resistencia, pero Jaime, nuestro bajista, se ha tenido que ir a Madrid por trabajo. La letra literalmente habla de que el mejor amigo de Kike, Abraham, tuvo que irse al norte a trabajar en un momento donde no le apetecía. Es el contexto socioeconómico el que nos aleja de los seres queridos sin voluntad, si alguien se va por su decisión de puta madre, pero si la distancia es por falta de oportunidades en tu ciudad es descorazonador. A nivel musical tengo que decirte que soy miembro oficial de la banda desde hace tres años, grabé teclados en “Dudas y Flores” y “Los Años Mejores”, pero sin ser una pieza fundamental, sin embargo, en este disco es un elemento que toma peso. Que el disco empiece con un riff de sintetizador es una declaración de intenciones, creo que ha venido muy bien para refrescar el sonido de la banda, relajando el peso de guitarras, posibilitando ir a destinos más ambientales con un carácter bailable y ochentero.
La titular “Dime Dónde Estamos” con esa sensación de que somos invisibles, pequeños y que vivimos en la insatisfacción es brutal.
Álex: Es desgarradora. Habla de cosas tan comunes que vivimos internamente, ahora parece que en este momento nunca somos eficientes. Constantemente no somos suficientes para lo que espera la sociedad de nosotros. Quizás como banda sentíamos que no estábamos sabiendo llegar también. Creo que tiene una doble lectura y habla del momento que vivíamos como banda hace un año. Es clave. Una pieza angular del disco, por eso se tomó como título. Es una pregunta que lanzamos a un mundo donde todo es hostil y poco amable.
El capítulo de colaboraciones es de auténtico lujo, arranca con Noni en “Tú no me digas la verdad”. ¿Cómo surgió la colaboración?
Álex: La colaboración surgió porque forma parte de nuestro círculo cercano. Conocí a Noni y Lori Meyers cuando grabaron un single con Manola, otro proyecto donde trabajo. Él se interesó por nosotros como banda y estuvo encima de todo el proceso. No ha tenido tanto peso musical como espiritual, ejerciendo de hermano mayor cuando hace un año estábamos muy perdidos, sin saber si íbamos a seguir con nuestra discográfica, si nos íbamos, o si se acababa Vera Fauna como banda. Él nos hizo ser conscientes que las canciones que teníamos eran muy buenas y que eran lo único en que debíamos pensar. Ese acercamiento a la banda, que en mi caso se ha convertido en una relación de amistad muy fuerte, para mí se ha convertido en alguien fundamental en mi vida. De hecho, ahora he empezado a trabajar con Lori Meyers. La colaboración surgió de forma natural, tenía que cantar en el disco porque ha estado en todo el proceso, forma parte de la familia.
Y luego hay un bombazo, ante el que es imposible no romperse y caer en bucle, se llama “Me Destruye”, donde os arropa la enorme Ángeles Toledano; una historia de rutina amorosa que habla de una historia que consume a los protagonistas. “Solo pienso en el amanecer que me lleva contigo a lugares comunes”.
Álex: Está pensada para que la tengas que escuchar una y otra vez, su ambiente onírico de los arpegiadores te lleva a eso. Cuando entra el “Me Destruye” es casi un mantra. Es una canción preciosa, el aporte de Jaime como compositor a este disco. Habla de una relación a distancia en que hay momentos muy malos, donde lo que hay fuera de la relación es feo y no estar contigo me destruye. Esa canción no se entiende sin Ángeles, llevó el concepto a otro nivel. También forma parte de la familia de Vera Fauna desde hace dos o tres años. También fue muy natural que quisiéramos que estuviera. A Noni le dijimos que tenía que cantar “No me digas la verdad”, pero en el caso de Ángeles le dejamos elegir y pidió esta que era la que queríamos que ella cantara. Tiene un aire y un espacio que supo ver y rellenar, nos llevó a sitios que no veíamos. Ha hecho de una canción buena una increíble.
Me gusta mucho el cierre con “Un día más” y “Cuando no te veo”, una más rockera, la otra más ruidosa y experimental, pero en ambos casos cerrando con un mensaje de amor y de esperanza.
Álex: El disco tiene un mensaje bastante conceptual y obviamente importante dentro de las relaciones humanas como es el amor. Kike plantea en “Un día más” la resistencia desde el sofá, ¿qué hay más bonito en el amor que estar juntos en el sofá? Puede ser un bonito acto de amor. Ese momento de luz está ahí. Y “Cuando no te veo”, que instrumentalmente es de las más oscuras tiene un mensaje que habla de guardar sentimientos cuando alguien es importante, creo que es la canción más experimental de Vera Fauna. Está funcionando muy bien en directo, nos está animando a probar más cosas electrónicas de cara a un futuro.
Al hablar de Vera Fauna se cita mucho a grandes nombres como Camarón, Kiko Veneno, Mártires del Compás y Pata Negra, pero a mí estas canciones me han llevado a Radio Futura y Soda Stereo. ¿Estoy loco?
Álex: Qué guay, me encanta. Hay una parte de “Tu Voz” que nosotros llamábamos la Radio Futura cuando la hicimos. Hay un punto de guitarras limpias y un toque de pop latino de los ochenta y noventa. Santiago Auserón fue muy novedoso vocalmente en su momento, personalmente le emparento con Kike. Me mola la referencia, pero no es algo que hayamos buscado conscientemente. Y en el caso de Soda Stereo pasa lo mismo. Los he escuchado durante épocas mucho. Sí es cierto que hay muchas cosas de este disco que tira más a lo latino que a lo sajón. Ahí tenemos puntos en común. Me gusta que me lo digas porque, más allá de la grandeza de ambas bandas, ambos autores tienen canciones increíbles, que es a lo máximo que puede aspirar un artista, más allá de cambios en los tipos de producción. Esto que me dices no me lo había dicho nadie, pero es interesante que hagas dichas referencias.
“Sevilla tiene una energía que atraviesa la ciudad y que a los músicos inquietos nos impacta”
Venís de una de las grandes mecas musicales de nuestro país, una ciudad como Sevilla, mágica en sí misma, pero que tanta importancia histórica ha tenido en la expansión del rock británico que aquí germinó en un estilo bastardo, marcado por la mezcla con otras sonoridades propias de la tierra. ¿Qué tiene Sevilla que tanto nos ha dado?
Álex: Realmente no te sabría decir qué tiene la ciudad. No soy sevillano, aunque lleve gran parte de mi vida viviendo allí, y como músico me siento totalmente sevillano. Algo empezó a germinar en los sesenta y setenta, hay una especie de energía que atraviesa la ciudad y que a los músicos inquietos nos impacta. Las referencias, más cercanas o lejanas, te llegan sin querer. Creo que lo interesante es la necesidad de innovar. Hay cosas que tienen que ver con el flamenco y el rock, la luz y el sol que están globalmente, pero cada banda tiene un sonido buscando aportar una cosa más. No hay un sonido Sevilla como tal, pero sí un interés por aportar a la música. Es una ciudad muy viva culturalmente en artes escénicas y pintura, todas relacionadas con el arte, con lo difícil que es porque nos están quitando los espacios para que nos podamos expresar.
¿Qué propuestas de la ciudad que permanecen medianamente ocultas deberíamos estar atentos para disfrutar?
Álex: Hay muchas cosas potentes. Nosotros compartimos local con Pony Pool Club, por cercanía está Manola, otro proyecto nacido en Sevilla donde colaboro, aunque cada uno seamos de un sitio. Pony Pool Club hacen shoegaze y dreampop, Manola hace soul y Maria Yfeu viene del soul y la canción de autor. También está Vapores con una propuesta de dream pop y punk. Siempre hay cositas. Y luego los que todos conocemos, pero bueno, era por descubrirte cosas ocultas. No para de moverse todo y al ser un sitio chico, todos nos conocemos y colaboramos. Es una ciudad interesante donde ser cada uno de nuestro padre y madre nos enriquece.
Sabemos que tenéis una especial relación con vuestro compadre Kiko Veneno. ¿Qué os ha dicho al escuchar el disco?
Álex: No le hemos vuelto a ver. Sé que ha ido escuchando el proceso de creación, pero no hemos hablado con él en base al disco. Kike y él se han hecho buenos amigos y hablan semanalmente. Siempre está pendiente de nosotros, pero no ha habido feedback sobre el disco concreto. Ahora compartimos manager y sabemos que está contento por nosotros y lo que nos está pasando. Desde muy al principio se interesó por la banda, nos cuida una barbaridad y el tiempo que pasamos con el homenaje a “Échate un Cantecito” fue un privilegio que a todos nos hizo mejores músicos. Le debemos mucho, desde luego.
Ahora se cumplen diez años de la formación de la banda. Desde dentro, ¿cómo sentís que os ha cambiado la vida? ¿De qué forma habéis vivido esta pequeña/gran locura?
Álex: Ha sido un proceso que he vivido desde el principio muy cercano a la banda. Ha sido una montaña rusa con altibajos, pero siempre con la vista de ser un grupo de amigos que quiere hacer música. Los primeros cinco años fueron más difusos, creo que solo publicamos siete temas. Es a partir de “Dudas y Flores”, donde curiosamente yo era el sello discográfico, cuando comenzamos a acelerar. A partir de 2020 buscamos profesionalizarnos y todo ha ido siendo más dulce, salimos a tocar fuera de Andalucía y tenemos cierto reconocimiento underground. Disco a disco se ha ido colocando. Es verdad que la salida de este trabajo ha sido heavy, no teníamos unas expectativas concretas, confiábamos mucho en las canciones y sabíamos que podía gustar, pero las reacciones están siendo fuerte. El primer concierto en Madrid fue un lleno de 700 espectadores. Y claro, parece que nuestra banda de amigos del local está cogiendo dimensión, pero no nos centramos en eso. Recogemos con gusto los elogios, pero ahora mismo lo que queremos es tocar y llevar el directo a un montón de sitios. El directo es una parte fundamental de Vera Fauna y queremos llevarlos a cuantos más sitios mejor. Y casi andamos ya con la vista puesta en hacer canciones, tenemos la flechita para arriba, como dicen los chavales, estamos con la luz en verde para hacer temas y hay que aprovechar. Lo que es seguro es que hemos llegado hasta aquí muy fuertes, pese a haber pasado momentos duros como banda. Nunca hemos tenido problemas entre nosotros, pero sí ha habido épocas de pura subsistencia. Estamos muy fuertes y nos sentimos profesionales de esto. No sé si estas canciones nos cambiarán la vida, pero como personas y músicos este disco sí nos ha cambiado la vida.
¿Qué podemos adelantar del directo?
Álex: El día 25 de abril tocamos en Sevilla, aquí en casa, cosa que nos encanta, pero nos pone un poco nerviosos. Son los conciertos más estresantes. Tenemos cerradas actuaciones en Murcia y Barcelona, también dos noches en el Botánico de Madrid con Lori Meyers. Hay 14-15 fechas cerradas por toda España. La idea es tocar mucho en invierno, disfrutando de las salas, nos encanta estar muy cerca de la gente. Después daremos el salto para disfrutar de los festivales y recintos grandes. Daremos la vida que la gente quiera a este disco. Cuánto más dure mejor será.
Movistar Arena, Madrid. Lunes, 21 de abril de 2025.
Texto y fotografías: Nuria Pastor Navarro
Si alguien ha acudido alguna vez a un espectáculo de ilusionismo o magia entenderá lo que es ver el truco ante tus propios ojos y no llegar a entender qué está sucediendo. Esas mismas expresiones boquiabiertas son las que Tyler Joseph y Josh Dun provocan en el público con cada show en vivo, sin importar cómo o cuándo.
Lunes, último día de las vacaciones de Semana Santa: las expectativas eran altas y la impaciencia se apoderaba de la marea de chaquetas negras, gorros de lana roja y kilómetros de cinta granate y amarilla que ya empezaba a romper en la orilla del Movistar Arena desde primera hora de la mañana. Era el gran regreso de Twenty One Pilots a la capital desde su último tour en 2019 (sin contar su fugaz paso por el Mad Cool en 2022), y “Clancy” no tenía intención de decepcionar a nadie.
Aquellos que ya pudimos citarnos con ellos en la era “Trench” íbamos un poco más libres de espanto, aunque eso no nos impedía sufrir de la misma incertidumbre que los amateurs… Esa es la magia de Twenty One Pilots: generar sorpresa una y otra vez a pesar de ya conocerlos.
Tras una espera más larga para unos que para otros y la breve pero animada compañía de los artistas invitados Balu Brigada, un gran telón negro cubrió el escenario. Después, luces fuera. Un grito coral sacudió el hormigón de las paredes. “Welcome back to Trench”, sentenciaron los altavoces, dando comienzo al show con el tema “Overcompensate”.
La sombra que tapaba el escenario cayó y reveló a Josh Dun, el incansable baterista, apaleando cada bombo y platillo a su alcance. Los pies ya empezaban a brincar y los pulmones, con un dèjá vu de otros conciertos, temblaban por su destino. De pronto, Tyler irrumpió en el escenario con un salto sobre el piano. Poco importaba si llevaba el clásico pasamontañas de su personaje Clancy, el aire no le faltaba para rapear la canción mientras corría su propia maratón bajo los focos.
Desde ese momento, el evento se tornó en una especie de frenesí imparable, una feria de pirotecnia, fuego, cantos a la velocidad de una locomotora, luces estroboscópicas y trucos de magia. Los fans alzaban sus manos pintadas de negro o cubiertas de cinta roja, y reventaban sus gargantas con cada cambio de ritmo. Sorpresa y admiración compitieron ferozmente en el momento en el que Tyler se teletransportó literalmente del escenario a lo alto de las gradas en mitad del tema “Car radio”, y la razón no podía evitar preguntarse qué más podía suceder entre esos cuatro muros repletos de entusiasmo, movimiento y potencia musical.
Y es que el dúo no estaba dispuesto a quedarse ni un segundo quieto. Como es habitual, cambiaron del escenario principal a otros más pequeños situados entre el público, lugar donde se dieron momentos tan mágicos como un levantamiento de linternas rítmico en “Mulberry Street” o “The Line”. Cambiaron también de ropa al menos unas seis veces, incluyendo el inolvidable gorro rojo de “Stressed Out”, el abrigo verde militar de “Jumpsuit”, la sudadera de esqueleto y hasta una camiseta que rezaba “MADRID”.
“Next Semester”, “Heavydirtysoul”, “Guns for Hands” … la velada volaba a toda velocidad como un transbordador espacial, sin dar respiro alguno a fans o intérpretes. Una divertida performance para “Lavish”, la actuación de la reciente demo del mítico tema “Doubt” e incluso la invitación de Aleix, un niño que se encontraba entre el público, para cantar “Ride” junto a Tyler; nada faltó en el lapso de las dos horas que marcarían la vida de muchos para siempre.
Pero Twenty One Pilots también sabe tocar la fibra sensible. La noche tuvo sus momentos sentimentales, especialmente con la proyección de un montaje de los fans que se encontraban haciendo cola esa misma mañana, mientras la multitud coreaba “The Judge” desde cada rincón de la sala. “Paladdin Strait”, que marca hasta ahora el fin de la historia de Clancy, también provocó alguna que otra lágrima, mientras Tyler y Josh animaban a casi orar el estribillo de “Bandito”. Y, cómo no, el gran final con “Trees”.
Como dicta su ritual, este tema marca el cierre del show, y para ello los dos artistas se suben sobre el público con unos grandes tambores para tocar, más unidos que nunca, las notas que atan a toda la comunidad Clique. Entre lágrimas, sudor, alegría y tristeza, la marea de cinta roja recibió una lluvia de confeti, y dio sus últimos aplausos a los gigantes que, siendo solamente dos, llenaban todo el escenario.
Y el espectáculo terminó, dejando aún la metralla de la experiencia en el pecho de cada uno de los asistentes. Como en una caída libre, es difícil recordar un relato coherente de un concierto de Twenty One Pilots. Lo que te llevas son las imágenes estáticas de ese salto mortal sobre el piano, la sensación de convertirte en uno con los desconocidos de la pista, el sonido que dio unos instantes de vida a tus oídos… Y una terrible y mortal impaciencia por volver a ver ese maldito truco de magia al que aún no le encuentras el sentido.
La música, o el arte en general, es capaz de acortar las distancias, geográficas o temporales, hasta el punto de superponer diferentes ubicaciones y épocas. La banda gallega Los Eternos llevan ya un considerable recorrido andado observando desde sus propias latitudes los sonidos de tradición americana. Una mirada que ha fluctuado desde unos orígenes anidados en una configuración más roquera hasta un momento presente protagonizada por ritmos más melódicos y cálidos. Los mismos que identifican a su nueva grabación, "San Antonio", un trabajo de rasgos especialmente identificativos tanto en lo sentimental como en la implantación del galego como idioma escogido para dar voz a sus historias.
Al igual que la personalidad de los individuos queda delineada por hechos no siempre alegres, del mismo modo los discos tienen su propio clima emocional generado por momentos dolorosos. La enfermedad, y posterior conclusión trágica, sufrida por Arantza Navarrete, letrista de la banda, ha sido el inevitable ingrediente que orbita entorno a unas composiciones de absoluta belleza pero también heridas de aflicción. Un homenaje personal y colectivo a su tierra que logra hacer que los paisajes de su Cedeira natal se conviertan en el escenario idóneo por los que hacer transitar el imaginario musical americano. Descarnado en su fondo anímico y elegante y estiloso en su confección, hablamos con su guitarrista, Chewis, sobre este disco tan especial tanto para sus autores como para todos los que hemos quedado prendados por su contenido.
Aunque la naturaleza de vuestra música es melancólica, es inevitable no enmarcar este nuevo disco entorno al trágico suceso de la enfermad y desaparición de Arantza Naverrete, tu compañera sentimental y letrista de la banda.
Chewis: Evidentemente la desaparición de Arantza envuelve todo este disco de principio a fin. Tomar la decisión de grabarlo sin ella fue muy difícil, pero era necesario hacerlo. Como bien dices, todas nuestras canciones están marcadas por ese sentimiento de melancolía, algo que se ha hecho más notable en este trabajo.
¿En algún momento sentisteis que por esa trágica situación no seríais capaces de sacar adelante el disco?
Chewis: El disco quedó estancado bastante tiempo por los acontecimientos y la decisión de seguir adelante no fue fácil, incluso durante el proceso de producción de las canciones, tuvimos que hacer varios descansos de semanas e incluso meses, ya que se estaba haciendo demasiado duro.
Si seguimos adelante fue porque teníamos claro que era necesario y más que merecido hacerle un disco homenaje a Arantza.
Otro elemento muy significativo de “San Antonio” es el paso al galego como lengua vehicular, ¿que el contenido del álbum sea tan personal os impulsó a usar vuestro idioma natural o era una decisión que ya teníais clara antes?
Chewis: La decisión de pasarnos al gallego fue de la propia Arantza, estaba muy ilusionada en que publicásemos un disco en nuestro idioma y a nosotros nos pareció una gran idea. Ella fue la culpable y la que escribió prácticamente todas las letras que aparecen en el disco.
¿Tenéis la sensación de que todavía hoy existen prejuicios a la hora de escuchar bandas o proyectos en idiomas que no sean castellano o inglés?
Chewis: Al menos para nosotros, lo más importante de una canción es su melodía. Si las canciones transmiten sentimiento y te hacen mover el corazón, el alma y estremecen tu cuerpo, el idioma al final lo haces tuyo, te pones a cantar como si supieses arameo.
Quizás sea por el uso del galego, pero por momentos parece que os habéis acercado también al folk celta.
Chewis: Desde un principio sabíamos que sería un disco orientado hacia un folk más tradicional. El uso de instrumentos como el violín, mandolina o acordeón, entre otros, le proporcionan a este sonido un condición más cercana a estas latitudes. No creemos que el idioma influya definitivamente en el sonido, ya que, si éstas mismas canciones fueran interpretadas en otros idiomas, ingles o español por ejemplo, las canciones seguirían sonando exactamente igual.
Resulta muy llamativa esa incorporación de múltiples instrumentos, ¿desde el inicio de la gestación de las canciones las imaginasteis con esa ornamentación?
Chewis: A diferencia de nuestros discos anteriores, que todos ellos fueron gestados en el local de ensayo, el proceso de producción y grabación en "San Antonio" fueron totalmente diferentes. En este caso montamos todos los temas y llevamos a cabo la producción de una forma mucho más íntima, ya que hasta que no nos metimos en el estudio, ni siquiera habíamos probado las canciones con los distintos instrumentos, aunque ya teníamos bastante claro qué y dónde iría cada uno de ellos.
Supongo que manejar y aunar todos esos instrumentos supuso una producción laboriosa...
Chewis: Como bien dices, la producción de este disco fue más complicada de lo habitual ya que no acostumbramos a contar con tantos instrumentos. Lo más importante era que todos ellos no se solapasen, que no chocaran unos con otros, y que cada uno tuviese su espacio y su tiempo en cada tema. Contar con Victor Gacio haciendo magia a los mandos del estudio y con un montón de músicos de tan alto nivel, que captaron el sentimiento y el sentido del disco de inmediato, hizo que todo resultase mucho más fácil.
Musicalmente la banda ha evolucionado desde un rock más oscuro hasta unos sonidos más delicados y melódicos, ¿qué os ofrecen este tipo de sonidos que os ha llevado a inclinaros paulatinamente hacia ellos?
Chewis: Realmente no buscamos una evolución conscientemente, los temas van saliendo solos, unas veces tienen sonidos más crudos, otras más melódicos. En esencia lo que pretendemos es ser fieles a nosotros mismos, y por lo tanto, aunque cada disco tenga su personalidad, intentamos tener una identidad propia como grupo. Concretamente en este disco, es evidente que nuestro estado anímico ha sido el hilo conductor de todas las canciones que lo componen.
Conceptualmente el disco está instalado en la geografía gallega, en aquellos escenarios donde vivís, ¿más que nunca habéis jugado con la inspiración que os conceden esos paisajes para trasladarlos a la música?
Chewis: Desde el primer momento teníamos claro que queríamos hacer un disco para nosotros, para nuestra gente y para nuestra tierra. Tenemos la suerte de vivir en la costa más imponente de toda Europa, lo que hace que la inspiración para este disco fuese mucho más fácil en ese sentido.
Contemplar esos imponentes paisajes produce belleza pero también genera una gran incertidumbre existencial, una dicotomía que creo habéis encapsulado muy bien en el disco.
Chewis: Vivimos en uno de los pocos lugares salvajes que quedan en nuestro país, estamos al noroeste del noroeste, más allá sólo queda la inmensidad del Atlántico, en donde la costa más alta de Europa se engulle en sus aguas, soportando las tormentas más imponentes de esta tierra. De un modo u otro esto se transmite en nuestras canciones, es nuestro día a día.
Paradójicamente la canción con una temática más cruda, “O can”, es la que más se aleja del reposado tono general del disco y encuentra un formato casi bailable.
Chewis: "O Can" es una canción que habla del cáncer, de la enfermedad que padeció Arantza. Es una letra dura, llena de rabia y dolor. Quisimos darle una vuelta en lo musical, metiendo más caña para que ese dolor y esa rabia fuese más soportable.
Si más lógica a priori, por el carácter musical del disco, supone la adaptación que hacéis de un tema de Bob Dylan, que la otro versionada pertenezca a una banda de punk-rock como Supersuckers puede generar cierta sorpresa, lo que sucede es que "Roadworn and Weary" pertenece al “Must've Been High”, un disco de influencia absolutamente country...
Chewis: Supersuckers es una de nuestras referencias de toda la vida. Al igual que ellos, nosotros también empezamos haciendo Punk hasta llegar al folk, lo que demuestra que no hay porque encasillarse en un solo estilo ni poner etiquetas a lo que haces en cada momento. Hay canciones folks tocadas con una guitarra acústica que suenan más cañera que muchas canciones asociadas al formato punk. "Roadworn and Weary" es una de las canciones que más nos gustan de la etapa country de Supersuckers y por eso decidimos hacer una adaptación.
La presentación del disco tendrá lugar el 26 de abril en Cedeira, vuestro pueblo, ¿os da cierto vértigo las sensaciones que se pueden generar ese día?
Chewis: El próximo 26 de abril haremos la presentación oficial en directo en el Auditorio de Cedeira, pero el disco ya se publicó y está a la venta desde el pasado día uno, y la vedad es que estamos abrumados y muy felices por la cantidad de mensajes y felicitaciones que estamos recibiendo desde que salió a la venta. Por todo eso estamos impacientes por dar comienzo a la gira de presentación, que será en nuestro pueblo y para nuestra gente.
Siempre cualquier músico persigue que su obra perdure en el tiempo, pero teniendo en cuenta la naturaleza de este disco, ¿todavía ha habido un mayor interés por lograr esa condición imperecedera?
Chewis: "San Antonio" perdurará siempre en nuestra historia, ya que es el final de un ciclo que comenzó con “Back on the road” en el año 2010. A partir de ahora, ya nada podrá ser igual, tenemos que seguir el camino sin uno de nuestros pilares fundamentales, tanto en el grupo como en nuestras vidas, y eso sin duda, marcará el futuro de la banda.
Supongo que eso futuro os creará incertidumbre...
Chewis: Estamos en una nueva etapa de la cual de momento no sabemos muy bien cómo va a transcurrir, ya que Arantza era un pilar fundamental de la banda. Lo que si tenemos claro es que mientras disfrutemos haciendo canciones, grabándolas y tocándolas en directo, ahí seguiremos.
Conocí a la excelente banda de Liverpool hace más de 16 años con su destacadísimo debut titulado “Come Sing This Crippled Tunes”. Ya entonces hablábamos de blues sucio y de grandes y variados nombres como Tom Waits, Captain Beefheart, The Gun Club, Them, Nick Cave o Howlin’ Wolf. Lo primero que nos llamó la atención, además de su gran sonido global, fue la ronca y aguardentosa voz de su cantante, Dan Wilson.
En 2018 Dan publicó uno de los discos más destacados de aquella cosecha. Un “Victims” (Folc Records) a nombre de Dan Wilson & The Counterfactuals. Muchos pensábamos que The Cubical habían pasado ya a mejor vida. Sin embargo ha sido un auténtico placer encontrarnos con el 5º disco del ahora sexteto de Liverpool, “Cut Me Like A Hog” (Folc Records). Un trabajo que ha sido producido por la banda al completo. En todas las composiciones figura el nombre de Dan Wilson y tres de ellas están exclusivamente escritas por él.
Nos sumergimos en su ciénaga blues y rhythm and blues desde el primer e impactante tema titulado "That Ain’t No Way To Get High". Sonidos arcaicos que te llevan realmente “high” con esa especial voz de Wilson. El principal socio de Dan en la banda es el multi-instrumentista Alex Gavagahn que también pone excelentes coros. Por ejemplo en el siguiente tema, "Run It Off", y su gran ritmo para bailar y un fulminante bajo con la firma de Craig Bell. Tanto la voz como el tono del tema nos llevan a los más crudos Faces cuando más arañaba la voz de Rod Stewart. En el buen lento "Small Town" destaca el órgano de Gavaghan que en otros momentos brilla también con piano, bajo, guitarra solista y rítmica y hasta la armónica. "Forever In Your Past" es uno de mis momentos favoritos. Un blues oscuro y lento, muy Tom Waits, que te rompe el corazón y que cuenta con los vientos de James y Smith (trompeta) amortiguando el sonido de fondo. Cierra la cara A un "Me X 2" que es el primero de los temas compuestos exclusivamente por Dan.
Abren la cara B de manera más enrabietada con el tema que titula el LP. A mí, en este tema me vienen nombres australianos como The Scientists, Kim Salmon o The Drones, además del siempre presente Captain Beefheart. Sorprenden los tonos alegres y el sonido del órgano, al estilo de los Jam en "A Town Called Malice", de "Bar Girls". Dan compone también él solito "Rita", otra bomba acelerada y rabiosa con trabajados coros y guitarras rugosas. "Night Falls" es otro emocionante lento que puede gustar hasta a seguidores de Chris Isaak y donde suenan más tiernos que nunca y destaca también una mandolina que nos recuerda a Elliott Murphy. Finaliza el disco por todo lo alto con los más de 6 minutos de "In The Barrio", su particular "In The Ghetto". Mucha intensidad emocional y va creciendo hasta finalizar con logrados aires épicos.
Todo el resultado viene decorado con un bonito artwork, sobre todo en vinilo, a cargo de John O’Neill. Ahora sería estupendo que vinieran a defenderlo en directo. Ya en 2010 en el Azkena se hicieron con un gran prestigio también en vivo. Bienvenidos de nuevo y esperemos que sea para quedarse.
Sala Upload, Barcelona. Domingo, 20 de abril del 2025.
Por: Luís Vigara y Àlex Guimerà
Tradicionalmente, el Domingo de
Resurrección coincide con la primera Luna Llena de la primavera. Y
aunque, lógicamente, no esperábamos ver a Luna
en la Sala Upload (ni tampoco a Galaxie 500), sí tuvimos el inmenso
privilegio de reencontrarnos con Dean Wareham. De nuevo, el músico
norteamericano ofreció una actuación sublime, esta vez repasando su
discografía en solitario y rescatando algunas joyas de sus otros
proyectos, en un concierto que puso de relieve su excelsa trayectoria
artística.
Hora
y media antes, los valencianos Gazella
abrían la velada, subiendo puntuales a un escenario bañado de luces
rojas. En ese ambiente, la portada de "Loveless"parecía cobrar vida. La banda ofreció un directo soberbio,
recorriendo los temas de su álbum homónimo y presentando adelantos
de su próximo trabajo, previsto para este 2025. "Espiral"
y "Sol Menor" destacaron especialmente, demostrando que lo
suyo es incendiar el aire con capas de distorsión emocionalmente
precisas.
El
fuego de Gazella encontró su contrapeso perfecto en Matthew
Popieluch, de Big
Search, que apareció con la
única compañía de una Stratocaster. A pesar de su presencia
delicada, construyó con ella entramados de notas cristalinas sobre
los que su voz —a veces "dylaniana", a veces a punto de quebrarse,
otras tan profunda como un susurro del subconsciente— tejió una
actuación emocionante y honesta. Canciones como "Passing
Through" o "Bouquet" resonaron con una intimidad
abrumadora.
Pocos
minutos después de las 21h, Dean
Wareham apareció en escena
con el aire de un genio distraído, como quien abre la puerta de su
casa recién levantado o después de una noche en vela. Junto a él
le acompañaban los músicos de la Dean
Wareham & Band, que incluye el
talento al bajo de su esposa Britta Phillips. Sin prisas pero sin
pausa, el cuarteto inició un viaje musical donde cada canción se
desplegó como una página de un pop-up
book, sorprendiéndonos
con cada nueva imagen sonora. Sonaron piezas de su último disco como
“New World Julie”, “Dear Betty Baby”, “Mystery Guest” y
“Yesterday Hero”, en versiones más frescas y vibrantes que sus
ya destacables grabaciones de estudio.
"The
Last Word" (del imprescindible “I
Have Nothing to Say to the Mayor of L.A" de
2021) fue sencillamente apoteósica. Y aún no habíamos llegado a la
mitad del concierto. La exquisita “Bourgeois Manqué” cerró la
sección dedicada a su etapa en solitario, para dar paso a un segundo
acto que muchos vivimos como un crescendo imparable.
“Flowers”
de Galaxie 500
fue recibida con entusiasmo, seguida del evocador medio tiempo
“Temperature’s Rising”. Luego llegó “Friendly Advice” de
Luna,
celebrada entre vítores y móviles en alto. Le siguió “Blue
Thunder”, otro himno de Galaxie 500, en el que el público intentó
(sin demasiado éxito) alcanzar los registros celestiales de Dean. En
“When Will You Come Home” alcanzamos un clímax absoluto, con un
solo de guitarra que culminó en una nota sostenida y casi eterna,
dejándonos sin aliento.
Ya
en la recta final, “Fourth of July” cerró el set antes de los
bises. Aunque los músicos apenas abandonaron el escenario para
regalarnos los últimos acordes de la noche. Primero, con el
infeccioso riff de “Strange” (otro imprescindible de Galaxie 500)
y, como broche de oro, una vibrante versión de “Ceremony” de New
Order/Joy Division, que
desató una ovación inmediata desde las primeras notas.
Se
atribuye a Frank Zappa la frase: “Escribir sobre música es como
bailar sobre arquitectura”. Y tras estos minutos de magia, no
sabemos muy bien qué más añadir. Pero si algo nos quedó claro, es
que la noche del domingo bailamos —felizmente— sobre la
arquitectura de la música de Dean Wareham. Su corazón, ese que late
en cada una de sus canciones, sustituyó por unas horas al nuestro.
La celebración del trigésimo aniversario de la publicación de uno de los discos que marcaron un antes y un después en la acuñación del término “indie”, para lo bueno y para lo malo, y en el asentamiento de unas bases que, más que marcar las pautas de un sonido, definió una actitud determinada respecto a la manera de entender la industria, sólo podría culminarse con la reedición y ampliación correspondiente o bien, como finalmente sucede, con la grabación de un álbum comunitario en el que cada banda meta la mano por donde le plazca a unas canciones que de alguna u otra manera abrieron sus caminos y el de muchos otros.
La oportunidad, pues, era perfecta para que a la pertinente gira –aún se siguen anunciando conciertos en Latinoamérica como continuación y cierre del recorrido triunfal por suelo hispano- le acompañara esta brillante edición que los amigos de Casa Maracas ponen en circulación, con la vistosísima portada de Javier Aramburu readaptada para la ocasión. Sin olvidar que el número de ejemplares a la venta en vinilo será limitado, para dotar del habitual aura de exclusividad inherente a este tipo de operaciones. Centrándonos en el contenido, sería conveniente dividir las virtudes y desajustes de este merecido tributo titulado “Super H” en tres bloques nada diferenciadores en general pero lo suficientemente diferenciados como para orientar en una primera escucha al oyente no demasiado avezado en estas cuestiones planetarias. A saber.
El neutro, encabezado por Carolina Durante y su plana aproximación al mítico “De viaje”, un tema al que J y compañía guardan un respeto especial al haber continuado abriendo muchos de sus conciertos con él durante varios años, y que los madrileños centran en sus dominios sin levantar ni un acento ni apartar una coma. Siguiendo por la nota de distinción que supone el bilingüismo en el tramo final de “Si está bien”, que sin embargo no dota de más personalidad a la versión de Cala Vento, que parecen prolongar su etapa dedicada a los covers tras su reciente álbum, sonando demasiado a ellos mismos con las guitarras en primer plano marca de la casa como característica reseñable pero nada destacable. Y apuntando direcciones ya apuntadas en sus últimos trabajos en el “Desorden” reorganizado por Los Punsetes, caminando por sendas etéreas que al tema en cuestión no parecen sentarle tan bien. Más de lo mismo podría aplicarse a “Jesús” en el nuevo traje kraut rock que le corta Melenas, hecho a medida de ellas mismas sin tener en cuenta la confección primaria, bastante mejor resuelta.
El mejorable, en el que el respetable Marcelo Criminal, con perdón del símil, “criminaliza” un “Rey sombra” de raíz gris y psicodélica llevándoselo a su universo acústico y desaliñado. Cambiando de tercio sonoro, el pop inocente de Las Dianas, que debieran ser unas pipiolas cuando “Brigitte” fue compuesta, se ajusta sin más a un tema que paradójicamente carece aquí del brillo melódico original. Tampoco lo alcanza la revisión de “Manchas solares”, un tema muy apreciado por los completistas y acérrimos que ni siquiera entró en la alineación titular de “Super 8”, versionado por Edu Requejo, joven artista multidisciplinar aún por pulir, al menos en la impresión que depara su aportación.
El sublime, más que esperable de la inquietud de bandas como Depresión Sonora y la inquietante atmósfera post punk, teclados y oscuridad incipiente incluidos, de la que dotan a “Qué puedo hacer”; Alcalá Norte y una impresionante transmutación, ya desde el título, de la fantástica “10.000” en un “10k” insospechado y rebosante de personalidad –no parece a priori que los granadinos fueran unos de sus referentes-; la derivación al pop electrónico de los argentinos Él Mató A Un Policía Motorizado en “Estos últimos días”, cambiando de código de forma eficaz; y la cumbre estilística, el hermanamiento y prácticamente la fusión de Triángulo De Amor Bizarro en “La caja del diablo”, retorciendo guitarras y transformando el aletargamiento final de uno de los temas más recurrentes de Los Planetas en ruidismo inteligente, traído mucho más a colación que en algunos de sus últimos y repetitivos episodios discográficos. Un triunfo absoluto, una muestra de respeto y devoción absolutos de una banda que empieza a compartir el mismo halo de leyenda. Hecho el balance de aciertos y daños colaterales plenamente subsanables, “Super H” es un disco con alma y corazón, por el que no pasarán los años debido a que el material trabajado es poco menos que atemporal. Así era difícil hacerlo mal.