Quentin Gas y Los Zíngaros: “Me apetece generar ganas de investigar”


Por: Javier González. 
Fotografía: Angel Bernabeu.

Desde hace tiempo teníamos en nuestro radar el proyecto tras el que se esconde el bueno de Quintín Vargas, Quentin Gas y Los Zíngaros. Bajo dicho nombre había grabado ya dos trabajos interesantes de más que merecida escucha, “Caravana” (2017) y “Sinfonía Universal Cap.2” (2018), sin embargo, ha sido con su tercera referencia, “El Mundo se Quema”, donde sentimos que ha dado un golpe definitivo en la mesa al cerrar una obra mayúscula en la que fusiona el flamenco con multitud de géneros, dando como resultado un trabajo capaz de emocionar de principio a fin. 

Días atrás descolgamos el teléfono para hablar por primera vez con Quintín, fue en el marco de aquella larga y distendida charla cuando pudimos comprobar en primera persona la grandeza que atesora este músico. En su discurso muestra el compromiso que tiene con la labor creativa, dejando claro que esta propuesta busca legar para la posteridad discos capaces de dejar huella en un mundo donde lo efímero y banal tiende a imponerse. Por suerte, nosotros estamos cerca del talento descomunal de un artista que se ha dejado la piel para regalarnos un puñado de canciones “corrompidas por derecho” capaces de hacernos arder por dentro. 

No podemos empezar la entrevista sin hacerlo de la forma más directa posible. ¿Cómo se queda el cuerpo tras publicar un disco tan rotundo y poliédrico al estilo de este “El Mundo se Quema”? ¿Qué sensaciones te invaden tras haberte vaciado de una forma tan potente? 

Quintín: Buena pregunta, la verdad. Estoy contento con el resultado, creo que es lo principal. Al preparar una obra, lo haces con perspectiva y al rematarla tienes que estar orgulloso y contento. Con esta quería dejar un legado, puesto que una vez que no esté en este mundo me gustaría que algún chaval lo descubra, como hago yo ahora con discos más antiguos. Me apetecer generar lo que me generan ciertos discos que son ganas de investigar. Para mí este trabajo era muy importante, ya que era un legado que quería dejar. No creo que vaya a volver a hacer un álbum así, es muy complejo de hacer. Hay muchos productores, totalmente ecléctico y loco. También es difícil de escuchar y pinchar, no voy a negarlo. Creo que se disfruta en casa, prestando atención a los matices. Tenía claro lo que iba a conllevar este disco en cuanto a la forma de escucharlo. Lo he dado todo. Las críticas luego dependen de cada uno, pero no voy mirando eso, busco que me guste a mí. 

“No creo que vuelva a hacer un disco como éste” 

Un álbum que llega tras dos discos como “Caravana” (2017) y “Sinfonía Universal Cap.2” (2018), las cuales vieron la luz de una forma bastante seguida, algo que sorprende viendo el tiempo en que has tardado en entregar esta nueva obra. ¿Qué valoración haces de aquellos dos trabajos y la repercusión que tuvieron? ¿A qué se ha debido la demora en entregar este nuevo capítulo en tu carrera? 

Quintín: Han sido muchas circunstancias, no puedo decirte solo una. Te mentiría. Quería hacer algo diferente a lo que estaba haciendo. Soy un músico al que no le gusta encasillarse en ningún estilo ni tipo de música. Hace tiempo decidí ser quien soy. No me verás hacer un disco igual. Respeto a los artistas que tienen un estilo y lo desarrollan. No es una crítica, mi más profunda admiración. Soy diferente. Empecé a interesarme por la electrónica y otros sonidos. Sentí que tenía que parar el proyecto de Quentin Gas y Los Zíngaros. También otros miembros de la banda empezaron a hacer otras cosas por lo que la banda quedó más paradilla, tuve problemas con el sello y vino la pandemia. Paré el proyecto y seguí haciendo música por mi cuenta. Dije “paro el proyecto”. Al final, Quentin Gas y Los Zíngaros es un nombre mío donde abarco todo lo que toco en mi trayectoria. Son circunstancias de la vida. Hace un par de años empecé a componer canciones y vi que iba más en la línea del proyecto, así nació “El Mundo se Quema”. 

En nuestra reseña de este “El Mundo se Quema” aludíamos al “Manifiesto de lo Borde”, firmado por los seminales Smash, donde se hacía referencia al hecho de “corromperse por derecho”, algo que llevas al extremo en un álbum donde la variedad de estilos es la guía, -una cosa de la que, por otra parte, siempre has hecho gala en tu carrera-, sin por ello renunciar ni a la tradición ni a la búsqueda de la emoción, ni mucho menos a un catálogo donde caben flamenco, rock, psicodelia, hip hop y kraut. ¿Cómo se encuentra el equilibrio musical entre géneros tan distintos, diversos y delicados? 

Quintín: Supongo que es encontrando un hilo conductor que a veces es más implícito y otras más explícito, pero claro, hay que encontrarlo. En este caso es la visión que tengo de la fusión del flamenco con otros estilos. Hay que tener cuidado con no incluir cualquier cosa, al menos en este disco. Te pongo el ejemplo de “Calvario”, la canción que canto con Noni. Es un tema que tenía de hace tiempo y era más pop, sigue siendo la más pop del disco todavía. La tenía ahí, era una letra que quería sacar y expresar. Se me ocurrió meterla en el disco porque era una oportunidad incluir una composición con Noni de Lori Meyers de los que soy fan de siempre. De pronto pensé “no la puedo meter”, no veía el hilo conductor aflamencado. Me inventé la intro que no estaba, la hice de nuevo. Es una intro con los mismos acordes y melodías, dándole un toque más andaluz y aflamencado. La incluimos y nos gustó. No es necesaria una fusión durante todo el tema, puede ser en un pasaje como ocurre en esa canción. Igual que el tema que canto con Anni, “El Volcán”, tiene una letra muy andaluza, pero con una melodía entre el pop y el aflamencado. Es una cuestión de descubrir formas que tengan un hilo conductor. No todo tiene que ser como “El Penal” que es una seguiriya u otros temas más concretos y explícitos. 

“No hago música para la gente ni para los críticos” 

¿Hasta qué punto es difícil no censurarse en algún punto del proceso de creación por temor a las críticas? 

Quintin: Por eso me encuentro donde me encuentro con todas las consecuencias. Ya te he dicho que escogí este camino. No hago música para la gente ni para los críticos. La hago para mí. Cuando toco en directo, lo hago para mí. Tiene gracia, toco para divertirme. Si luego si se divierte la gente, estupendo. A mí tocar en directo es lo que más me gusta de este mundo. Al hacerlo con energía el público conecta y se lo pasa bien. Cuando hablo con artistas que están empezando mi consejo es que no canten para los demás, esperando algo, que lo hagan para sí. Luego, cuanta más gente conecte contigo, genial, porque vivimos en un mundo de números y te va mejor económicamente, pero es algo circunstancial. 

Abres con “El Sermón de la montaña”, una canción que contiene sentencias del calado de “No juzguéis para no ser juzgados”, tiene un poco de aviso a navegantes sobre lo que pueda ocurrir al escuchar el disco. ¿Estamos en lo cierto? 

Quintín: Eso es. Efectivamente. Es un aviso a navegantes. 

“En las letras hay mucha religión, relaciones tóxicas, culpa y crítica” 

La temática de las canciones aborda cuestiones como la religiosidad, el amor y un mundo en conflicto. ¿Cuál es bajo tu punto de vista el eje vertebrador de estas letras? 

Quintín: Me preocupo en hacer trabajos con una temática y que hablen de algo en su totalidad. No creo que se pueda hablar de un disco conceptual ni de una ópera rock, ya que no está tan hilado como dicho tipo de discos. Por ejemplo, “Sinfonía Universal” sí era una ópera rock, ya que cada tema tenía una temática. Este es más libre, pero me gusta que tengan una relación. Aquí hay mucha religión, culpa y crítica. Decir a la gente en qué punto del mundo estamos con tanto paripé, criticar a gitanos y payos por igual, las relaciones tóxicas… toco un montón de temas, repitiendo lo dicho antes, quería dejar un legado. Espero que en un futuro alguien lo descubra para que vean en qué momento estábamos. En “Calvario” hablo de “stories”, cuando dentro de treinta años no existirá Instagram, quiero que lo investiguen. Me gusta el rollo. 

En “Amén” te marcas una saeta con regusto a siglo XXI, al ser mi favorita de todo el álbum me apetece preguntarte algo muy concreto. ¿Cómo surgió este tema? 

Quintín: Estaba con Enzo Leep que es el productor de casi todo el álbum y con el que comencé a hacer las demos, aunque luego hay temas rematados con otros productores. Realmente el disco no hubiera sido posible sin Enzo Leep, la verdad. Íbamos en su coche con la radio puesta y sonó una marcha de Semana Santa, que no fue esta. Pensé que hay marchas de Semana Santa que son canciones que podrían samplear Kanye West. Fue una semilla que se me plantó en la cabeza. Días después comencé a buscar trozos de marchas para hacer un tema que no tuviera que recordar a Semana Santa, un riff de trompetas que pudiera haberme inventado para un tema. Tenía la curiosidad de tomar una marcha, escogí “A Esta es” del Cristo de las Tres Caídas de Triana, sobre eso comencé a mezclar. Al principio quería meter la batería extraída del “We Will Rock You” de Queen, pero Enzo Leep no me dejó, quería juntarla con la letra y melodía de Parrita de “Una Gitana del Rastro de Madrid”, cosa que sí se dejó. También quería incluir guitarras con fuzz y el coro góspel que aparece. Me gusta que esta sea tu canción favorita. Es la que resume el alma del disco, quería que fuera una muestra de trocitos de estilos mezclados. Una cosa casi imposible. 

“La Trenza de tu Pelo Negro” tiene hechuras cercanas al sentimiento coplero que tan bien desarrollaban los maestros León, Quintero y Quiroga, mezcladas con aromas a Camarón, un corte donde colaboran Cristian de Moret y Playback Maracas. ¿Crees que es el corte más arriesgado y marciano de toda la colección? 

Quintín: Sí, otra mezcla imposible que hicimos posible. El disco está lleno de cosas así como “Paripé”.

“Con este disco me he divertido mucho, también he tenido días de angustia y ataques de ansiedad” 

Antes citabas “El Calvario”, que me parece una de las mejores del disco, con ese cierre cercano al “Born Slippy” de Underworld. ¿Qué puedes contarnos de dicho tema? 

Quintín: Sí, exacto. Eso nos lo inventamos al final. Queríamos un final más apoteósico. Enzo busco el sampler, haciendo yo el patrón a través de un teclado Midi. En este disco me he divertido mucho, también he tenido días de angustia y ataques de ansiedad. Han sido meses y años de producción, Barcelona, Jerez, Cádiz y Sevilla. Lo he pasado mal y bien. He aprendido mucho con este disco en el aprendizaje de la producción. 

“Empecé escuchando música de Rolling Stones y Jimmy Hendrix” 

En “Sentencia” donde te acompaña tu hermano, Curro Vargas, os marcáis un temazo donde parece que llevaras a Prince a cantar a una peña flamenca. ¿De qué forma trabajasteis este temazo? 

Quintín: Mi hermano toca la guitarra. La verdad es que volvemos a lo mismo. ¿Cómo rizar el rizo de la locura de la fusión? Vengo del mundo gitano por parte de familia y también del no gitano, porque me he juntado más con gente no gitana. Tengo la perspectiva de los dos mundos. Mis primos se han criado con el mundo gitano, yo no, ya que me juntaba con los dos. “Sentencia” es el claro ejemplo de lo que soy. Empecé de pequeño a escuchar música en inglés: Rolling Stones y Jimmy Hendrix, además del resto de clásicos. Por eso canto en inglés en una bulería, la podría hacer cualquier cantaor puro de flamenco. Al no saber lo que soy, meto una melodía anglosajona. Tengo que decirte una cosa, para la versión del vinilo no se va a incluir esa versión. En la digital, sí. En la versión de vinilo voy a meter una en la que ha intervenido Iñigo de Los Estanques. Vas a flipar. Ha llevado el tema a un rollo más rock andaluz que me apetecía mucho. Quizás pierde un poco el toque Prince porque lo lleva a Camarón, a “La Leyenda del Tiempo”. Me apetecía que esta canción tuviera esa versión. Quien quiera la otra versión tendrá que oírla a través de plataformas. 

Por cierto, en el vídeo de esta última sale tu madre, Concha Vargas, un mito del baile de nuestro país. ¿Qué te ha comentado al escuchar esta colección de canciones tan sentida y potente? 

Quintín: Mi madre es fan mío, la verdad. De todo lo que hago. Me admira como artista y habla de mí a todo el mundo. Partiendo de ahí, nunca me criticará lo que haga, aunque ella es una bailaora gitana de jondo. En mi casa no se ha oído música que no sea flamenco jondo. Mi madre nunca ha oído ni a Los Chichos ni a Camarón. Mi madre es de Antonio Mairena y Manuel Agujetas, de cosas muy jondas. Ella entiende todo, es abierta de mente. De joven, cuando tenía 20 años, hizo una obra llamada “Camelamos Naquerar” de Mario Maya. El año que viene habrá un documental sobre dicha obra, por cierto. Ha participado en obras de Andrés Marín, un bailaor conceptual flamenco, rollo Israel Galván. Es curioso porque su expresión es el flamenco más jondo, de las personas mayores es de las que más jondo baila. Mi madre resiste con el baile de toda la vida. Aún así ella tiene la capacidad de convertirse en actriz, si le dices “haz esto”, lo hace. Siempre que puedo le digo que hagamos cosas juntas. Si ella fuera purista de los que no se les puede decir nada, jamás le hubiese dicho nada. Es purista y abierta a la vez, como yo, aunque yo no sea purista (Risas). 

Las críticas positivas y el recibimiento de la prensa a “El Mundo se Quema” está siendo unánime. ¿Esperabas tal cantidad de parabienes y halagos? ¿Qué tal estás siendo la respuesta del público? 

Quintín: Lo noto, la verdad. ¿Qué te puedo decir? Al ser un disco tan difícil de escuchar para la masa, quizás no lo sea tanto para los melómanos, porque tiene matices y detalles interesantes, algo que se agradece entre el mainstream predominante. No me esperaba gustar tanto. He ido a medios de comunicación con los que nunca había estado con otros discos. En directo está gustando, llevo una banda en directo muy potente. Son todos unos cracks. Llevo a Ismael Prieto a la batería, Pablo Donoso, como guitarra solista, Peco Salazar, guitarra y coros, Mario Mugre, bajo, y Julia Dueñas a los teclados. Son la banda que me faltaba, mira que la otra era buena, pero esta es un nivel más. La gente ve que me he rodeado de una gran banda, tanto estas canciones como las de “Caravana” están a otro nivel. 

“Estoy agradecido por las críticas y porque la gente pueda verme como un referente del sonido underground” 

Eres consciente de que desde “El Giradiscos” creemos que con este disco has dado un paso de gigante para empezar a considerar a Quintín Vargas un auténtico mito de nuestra música. ¿Sientes responsabilidad al respecto o prefieres ir tomando las cosas con calma y paso a paso? 

Quintín: Lo vuelvo a repetir. Jamás voy a hacer música ni nada para la gente, como ya he dicho. Si en algún momento la gente siente que tengo una responsabilidad hacia ellos se darán cuenta que están equivocados. Nunca me voy a vender, ni hacer nada para la gente, sabiendo que ellos te suben y bajan, por lo que le debes un respeto. Mi respeto no es vender mi coherencia. No puedo ser de una forma que no soy. Ya estoy con el próximo disco que va a ser otra cosa. “El Mundo se Quema” es el día, pero el próximo será la noche. Seguirá habiendo sonido Zíngaro y flamenco, pero nada que ver. Ocho o nueve temas más cortos con otra nueva forma de fusión. Si la gente espera otro “El Mundo se Quema” se van a decepcionar. Estoy agradecido por las críticas y porque la gente pueda verme como un referente del sonido underground, pero tengo que seguir mi camino y seguir haciendo las cosas que vea oportunas para mí.

The Reytons: “Escribimos canciones que ofrecen a las personas una escapatoria del día a día”


Por: Antonio Gomariz.
Fotografía: Dominic Walsh.

Podrás sacar a The Reytons del barrio, pero nunca podrás sacar el barrio de The Reytons. Podría ser una buena forma de sintetizar la trayectoria de una de las últimas grandes sensaciones del indie rock británico. El cuarteto de Rotherham, compuesto por el cantante Jonny Yerrell, el guitarrista Joe O'Brien, Lee Holland al bajo y Jamie Todd como baterista, debutó en 2021 con Kids Off The Estate, toda una muestra de su modo de entender la música y la vida.

Así, si uno de sus primeros hits rezaba aquello de “Clifton Park era Disneyland”, The Reytons alcanzaron todo un hito personal dando su mayor concierto hasta la fecha ante 20.000 fans y vecinos en el citado parque. El mayor evento musical albergado por su ciudad natal, Rotherham, desde el concierto de T-Rex en el mismo lugar en 1971. Héroes locales, números uno de las listas británicas y con un firme e innegociable compromiso con su condición de independientes, The Reytons arrancan su primera gira de salas por España y nos atienden antes de su paso por Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia del 28 al 30 de marzo. 

¿Qué supone para vosotros la independencia que os da autoeditar vuestros propios discos? 

The Reytons: Para nosotros, ser independientes significa tener el cien por cien  del control sobre cada aspecto de nuestra banda. Muchos artistas dicen ser independientes, pero al mismo tiempo están firmando con una discográfica, tienen respaldo financiero para grabar y promocionar sus álbumes, a menudo sin escatimar gastos… Además de lo problemático que es el enorme porcentaje que se llevan las discográficas, algo de lo que nunca se habla lo suficiente. Nosotros hacemos todo por nuestra cuenta. Desde escribir una maqueta hasta grabar y lanzar el álbum, dirigir los videoclips, diseñar la portada del disco y el merchandising: todo lo hacemos nosotros. No hay proceso de aprobación más allá de lo que decidimos nosotros y, en última instancia, lo que quieren nuestros fans. 

¿Cómo lo organizáis desde el punto de vista logístico y operativo? Para una banda que ha crecido tanto como vosotros en los últimos años, imagino que, además de vosotros cuatro, será importante contar con personas de confianza en el entorno sobre las que poder delegar. 

The Reytons: Nuestro equipo está construido sobre confianza y pasión, no sobre las normas que impone la industria. Por ejemplo, conocimos a nuestro mánager Rich cuando solo organizaba pequeños conciertos. Nunca había gestionado una banda antes, pero terminó siendo el encargado de la producción de nuestro show en Clifton Park para 20.000 personas. Nuestro ingeniero de sonido no trabajaba en arenas antes de unirse a nosotros. Nuestro equipo de iluminación y producción nunca había hecho giras, y aun así logró sacar adelante la locura que fue nuestro tour por Reino Unido el mes pasado. Nuestro jefe de equipo estaba arreglando lavadoras hace no mucho tiempo… Te puedes hacer una idea de que cada persona en nuestro grupo entiende nuestra visión y por eso siguen con nosotros pese a lo que hemos crecido. 

¿Y qué impacto tiene esa independencia en vuestra música y en vuestras letras? ¿Es una cuestión innegociable en el seno de la banda? 

The Reytons: La independencia es una parte enorme de nuestra identidad, pero más que nada, queremos representar a la gente normal, de clase trabajadora, como nosotros. Escribimos canciones que ofrecen a las personas una escapatoria del día a día, algo en lo que puedan sumergirse durante un par de horas. Nuestra autonomía es innegociable. Reytons siempre será Reytons. 

Pese a todo, nada os impidió llegar al número uno con What’s Rock And Roll (2023) y casi repetirlo con Ballad Of A Bystander (2024) (hay cierta controversia respecto a ese #2). ¿Os lo esperabais? ¿Qué supuso para una banda como vosotros? 

The Reytons: Conseguir el número uno fue algo surrealista. Definitivamente sentimos un poco de síndrome del impostor cuando íbamos por el edificio de la BBC Radio 1 con un álbum en la cima de las listas después de años intentando abrirnos paso. En cuanto al número dos, es lo que es. Sabíamos que después del primer número uno, no estaban muy interesados en dejarnos repetirlo y menos de la manera en que lo hicimos… Pero fue buenísimo ver a todos aquellos tipos trajeados sudando en su sala de juntas. Algunos tuits eliminados demostraron que incomodamos a las personas correctas esa semana… En cualquier caso, más que la posición en las listas, lo que importó fue cómo llegamos allí. Pasamos toda una semana, todos los días, atendiendo nuestra propia tienda en el centro de nuestra ciudad natal, viendo pasar a miles de fans. Eso significó más que cualquier trofeo, ya sea de oro o plata. 

¿Sentís presión por facturar hits que os permitan repetir o manteneros cerca de esa cima? 

The Reytons: Siempre hay presión, pero en este momento no se trata tanto de intentar hacer canciones que puedan sonar en la radio, sino de hacer lo correcto para nuestros fans y para nuestros conciertos. En la radio pondrán lo que quieran o, mejor dicho, lo que las discográficas les paguen por poner. Así es como funciona. Nosotros sentimos que la mayor presión es el tiempo: escribimos, mezclamos y masterizamos Ballad Of A Bystander en cinco semanas. What’s Rock And Roll se hizo en cuatro. No analizamos demasiado ni dejamos reposar las cosas durante seis meses. Confiamos en nuestro instinto y esa honestidad en todo el proceso, en nuestra opinión, hace que la música sea mejor. 

En España solemos decir que “nadie es profeta en su tierra”. Sin embargo, parece que todo el mundo adora a The Reytons en Rotherham. ¿Realmente os sentís así de queridos en vuestra casa? 

The Reytons: El amor que recibimos de Rotherham es increíble. Tocar en Clifton Park y escuchar a 20.000 personas cantando “Clifton Park was Disneyland” fue como estar en un sueño. Había familias allí, con niños que tal vez nunca tengan la oportunidad de ir a Disneyland, y nosotros pudimos traer nuestra propia versión a casa. Es el punto culminante de nuestra carrera. Rotherham ha tenido su buena dosis de mala prensa, pero es una buena ciudad con buena gente. No importa cuánto crezca esta banda, siempre tendremos un lugar en casa. 

Vuestras, además, letras tienen un fuerte componente social y de historias cotidianas del barrio y de vuestra ciudad. 

The Reytons: Absolutamente. Nuestra primera canción, Slice Of Lime, trataba sobre la cultura de los pubs. Kids Off The Estate capturó nuestra infancia. En nuestro último álbum, Ballad Of A Bystander, hemos seguido escribiendo sobre Meadowhall, Greasbrough y el autobús de la ruta 116 en Market Street. Está bien intentar escribir un álbum conceptual sobre un submarino amarillo, pero la realidad es que nada nos inspira más que lo que está justo delante de nosotros, frente a nuestras ventanas. 

¿Os sirve, de alguna manera, como recordatorio para tener siempre presente el lugar de dónde venís por muchos viajes y baños de masas que os deis aquí y allá? 

The Reytons: Todavía nos encontrarás en un pub local o en una fiesta en South Yorkshire, no te preocupes por eso. 

¿Y a la hora de intentar conseguir un sonido propio y distintivo? ¿Tenéis en mente el intentar diferenciaros y que no se os encasille a la estela de los grandes referentes del indie rock británico que os han precedido? 

The Reytons: Siempre habrá comparaciones, hagas lo que hagas. Escribimos On The Back Burner deliberadamente para que sonara como aquello con lo que nos comparaban, solo para reírnos. Pero sinceramente, escribimos lo que queremos escribir. Cada tema está en el álbum por una razón. Queremos generar conversaciones y hacer que la gente se mueva en los conciertos. Eso es todo. 

¿Cómo enfocáis vuestra gira de salas por España? Tuve la suerte de veros en vuestro paso por el FIB, pero en un festival con una parte del cartel tan enfocada al público british, aquello debió sentirse como estar jugando de local. 

The Reytons: El FIB fue una locura, uno de los conciertos más calurosos que hemos tocado, aún más porque accidentalmente llegamos un día antes (no preguntes). Pero nos encantó el ambiente, y llevaremos esa misma energía a las fechas de la gira, si no más loca. Además, la experiencia en sala poco tiene que ver con el gran festival de verano… 

¿Dónde os sentís más cómodos? 

The Reytons: En cualquier lugar donde haya gente que ame la música y entienda de dónde venimos. Podrían ser los 20.000 en Rotherham o 200 en Tombuctú. Si estamos en un escenario con guitarras en nuestras manos y un público listo para darlo todo… ¡Qué se preparen para sudar! 

Por si todavía queda alguien dudando sobre si ir a veros en concierto. ¿Qué hace de un concierto de The Reytons una experiencia que nadie debería perderse? 

The Reytons: Mucha energía. Pasión. Guitarras ruidosas. El mejor espectáculo de luces que podemos llevar más allá de nuestra isla. No pasa nada si este no es tu rolo... Pero no dudes en venir si quieres echarte unas risas.

Luis Brea, un artista a tener en cuenta


Sala Copérnico, Madrid. Sábado, 29 de marzo del 2025. 

Por: Jorge Bravo “El Gurú”.

Lo de Luis Brea es algo a tener muy en cuenta, llenar la sala Copérnico hasta la bandera como él lo hizo, sin apenas promoción, está al alcance de muy pocos y menos todavía en estos tiempos donde la oferta de conciertos está tan saturada. 

Abrieron la noche Eva y Adán, nuevo proyecto de Víctor Sánchez, guitarrista de Lapido y 091, y Eva Cervilla, quienes con su folk-rock de calidad acariciaron nuestros oídos más que dulcemente. Antes de terminar su actuación contaron con la presencia sobre las tablas de Luis, que salió para colaborar en “Habitación 508”. 

El plato fuerte de la velada empezó solo en el escenario con “After crisálida”, un precioso vals con el que nos daba la bienvenida. Poco a poco se fueron sumando miembros de su banda, el primero en hacerlo fue el batería, Gonzalo Maestre, con el que atacó el nuevo y enérgico “Remedios”; añadiéndose más tarde al bajo Manel Bagues en “Como una ola”, completando la banda con los sensacionales Guillem Rigo, guitarra, y el Iván Mella, ex-Izal, a los teclados en “Nueva Generación”. 

Puede que su disco “Corazón azul” pasara en su momento demasiado desapercibido, pero no cabe duda que contiene canciones inmensas con “La caída de Van Helsing” o “El apagón”, ambas forman ya parte de los momentos álgidos de su repertorio. 

La parte final del bolo se la dedicó a su primera etapa con una emocionante “Mil razones” y su habitual comunión con el público en “Automáticamente”, rematando por todo lo alto con “Supermariachi” y una celebrada “Baso” es con “V” enlazada como no podía ser de otra manera con “Segundo Premio” de Los Planetas, acompañado por Eva y Adán. Enmarcando de esta forma un rotundo final que dejó un inmejorable recuerdo a todos los presentes, sabedores que en nuestras quinielas siempre se debe apostar al uno fijo si el que juega en casa es Luis Brea.

Elliott Murphy: Poesía desnuda y días lluviosos


Sala Galileo, Madrid. Jueves, 27 de Marzo del 2025. 

Texto y fotografías: Fran Llorente. 

Con hechuras de rockero ‘maldito’, Elliott Murphy certificó con creces las virtudes que le han convertido en un 'outsider' del rock'n'roll más comercial; en un compositor bohemio alejado de la vorágine autodestructiva de una industria musical en franco retroceso. Con más de cuarenta discos a sus curtidas espaldas, en esta ocasión venía a presentar su último trabajo, “Infinity”(2025), una colección de gemas muy personales fruto de sus prolíficos viajes por el viejo continente, siempre guitarra en ristre y actuando en garitos de mediano aforo, donde su lírica despojada cobra una inusitada fuerza.

En formato cuarteto, muy bien arropado por dos excelentes instrumentistas, Oliver Durand (guitarra acústica) y Melissa Cox (al violín), más Alan Fatras a bordo de una batería minimalista, este agudo rapsoda firmó un recital pleno de emoción y veracidad, cuadrando una faena redonda. El artista neoyorkino regaló al respetable sus perlas del desamparo como quien esparce lágrimas en un terreno abonado al tiempo plomizo. Llovió sobre mojado este mes de marzo, aunque afortunadamente ya estamos en abril.

El recorrido fue largo e intenso, dos horas de intimismo súbito en el cual, el trovador de la lírica perdida se despachó a gusto presentando algunas canciones de su nuevo trabajo "Infinity". Con “Change will come” y “Granny takes a trip” arrancó una función sinuosa que regaló grandes momentos. Al más puro estilo Tom Petty, fue desgranando un ramillete de composiciones insuperables: “Not enough time”, “Green River” y “Makin’ it real” siguieron por una senda de terciopelo y miel, y a lo largo de la noche se tocaron todos los palos, desde el Lou Reed del lado oscuro, al Dylan más huraño, pero sin ese timbre nasal tan marcado que el bardo de Minessotta muestra en sus recitales. Elliot Murphy, como taimado tahúr, jugó bien sus cartas, con algún as escondido en la manga, que se reservó para el tramo final.

Sus principales bazas, canciones como puñales donde la soledad y la carretera adquieren una importancia primordial. “Land of nod”, “Deco dande”, “Sonny” y “Fix me a coffe” pusieron el contrapunto intimista en el ecuador del show, mientras “Sunlight keeps falling” y “Something consecuencial” (ambas de su anterior plástico “Wonder” de 2022) pusieron luz a un recorrido de claroscuros y tonadas al borde del abismo. “Baby boomers lament”, supuso un sorbo de aire fresco, con expresa declaración en favor de la generación nacida entre 1950 y 1980, y de las libertades que se conquistaron durante este periodo. Así hasta llegar al nudo gordiano de “Alone in my chair” con guiños al blues primigenio: “Baby please don’t go” y especialmente una estremecedora “On Elvis Presley Birthday” donde el rapsoda puso toda la carne en el asador.

Durante la velada, una suave pátina a lo Leonard Cohen perfumó el ambiente. Luego, “Come on Lou Ann”, ya en los bises, emocionó con esa mandolina artesana enarbolada por Oliver Durant, con certeras resonancias de REM. “The last of rock stars” y “Night surfing” pusieron el broche de oro a una velada donde el artista mostró su predilección por las causas perdidas. Apartado de la gloria mundana por diversos factores, ajenos a su voluntad, este poeta 'maldito' y creador totémico, acotó una vez más el hondo latido de un intérprete acostumbrado siempre a triunfar en las distancias cortas.

Félix Lineker estrena "La vida no es un juego", primer single de su próximo disco "Canciones que devuelven la fe”.



Félix Lineker presenta "La vida no es un juego", el primer sencillo de su esperado álbum "Canciones que devuelven la fe", disponible desde ya en todas las plataformas. Con una trayectoria marcada por la sensibilidad, la introspección y su habilidad como guitarrista para crear atmósferas envolventes, Lineker evoca a los grandes cantautores como Quique González, Nacho Vegas y referencias sonoras cercanas a Kurt Vile, War on drugs o Neil Young

Desde sus inicios con”Magia Azul", "Los Años Luz" y "Nuevo Estadio Sonoro", ha demostrado una evolución tocando en grandes escenarios de toda la península, en la Sala Sol, Joy o en Mad Cool.

"La vida no es un juego" se erige como un himno de resistencia ante la adversidad, un grito de esperanza en medio de la oscuridad. "En tus palabras encontré la verdad / Y tu canción caló profundo en mis huesos", canta Lineker, reflejando la búsqueda de redención y la necesidad de encontrar un refugio en la conexión humana.

El álbum, en su conjunto, trasciende la mera introspección y nos muestra que no estamos solos, que nos necesitamos para alcanzar las cumbres más altas. A través de sus canciones, encontramos el significado perdido, la fe y la esperanza que nos impulsan a seguir adelante, recordándonos que la redención se encuentra en el amor y la amistad.

Durante las próximas semanas, Félix Lineker irá desvelando los siguientes sencillos de su cuarto álbum, ”Canciones que devuelven la fe", anticipando un álbum que promete ser un punto de inflexión en su carrera. En junio presentará el álbum completo en un concierto con banda en Madrid.

Grande Amore: "III"


Por: J.J. Caballero. 

Proyectos como el de Nuno Pico, tan arriesgados e intensos, son dignos de agradecer en un momento de desidia generalizada y piloto automático. El concepto con el que nació Grande Amore, y aún no tenemos claro que se trate de una banda o de un empeño personal en el que cuenta con la ayuda incondicional de María Grep y Clara Redondo, es tan atractivo que incluso en las peores condiciones para que un artista de su perfil publique y tenga altavoz suficiente, es capaz de hacerse oír con la fuerza que requieren unas canciones oscuras y tan rabiosas como la propia existencia. 

Es ya la tercera aventura discográfica, para la que parece tener programada una regularidad asombrosa (cada dos años tenemos noticias de su nueva producción), y ahora parece escorar la propuesta hacia terrenos más pantanosos musicalmente hablando. Del electro-punk que pese a todo sigue recorriendo las venas de su sonido nativo pasan a una base de rock duro de sombras ochenteras, a cuyo efecto sólo procede escuchar “Ontes fun mui malo”, que suena como si al heavy clásico le pusieran hombreras en forma de sintetizadores y bascularan así entre los Misfits y LCD Soundsystem. Tal parece el cruce de caminos al que apunta el arrebato volcánico, cercano a la psicodelia, de “Vou pa Arzúa” o el caos sideral de “Maldita sea mi suerte” –sí, en la fusión de lengua autóctona y nacional también se sigue moviendo como pez en el agua-. 

En un trabajo que funciona como fin de una trilogía donde la crudeza sentimental viene envuelta en una serie de cuentos turbulentos, ahora más expandidos que nunca. En cortes más electrónicos casi se montan una buena rave (“Flor dun día”), pero al mismo tiempo saben asimilar el rock industrial (“Lonxa dos homes”) y su bien asentada fuente dark wave (“Tempo queimado”). Lo gris y lo azul en completo equilibrio, en otras palabras.

Hay en este disco una clara intención por conciliar un mundo propio, lleno de referencias ancestrales e idiosincrasia del terruño, con otro de miras globales orientado a sonidos alternativos y abundantes en narrativas paralelas. La colaboración con Nacho Vegas en “Ti más eu” traza un noise rock casi canónico en un tema rescatado que casi nadie escuchó en su momento, y la otra aparición externa, la de David Ruiz, líder de los pseudo-folcloristas La M.O.D.A., en “Se te volvo a ver”, transforma el tempo en una suerte de locura rítmica que entronca con el tono general de guitarras endurecidas y teclados relegados por primera vez a un segundo y puede que más efectivo plano. 

Así, iniciando un viaje fructífero que los llevaría de la agresividad de unos Turbonegro travestidos de glam hasta los Killing Joke coronados como dudosos monarcas del post punk, podría establecerse la geografía definitiva de Grande Amore, en la que se asientan y renacen una y otra vez para dejarnos claro que la suya es, ya quedó dicho, una propuesta revolucionaria y autoindulgente. Y a quien no le guste, que aprenda a escuchar.

Puño Dragón: “Hacemos un rock honesto”


Por: Javier González. 
Fotografías: Alejandro Famos.

Mira que nos han gustado estos “Juegos Violentos” que proponen en su segunda referencia los asturianos Puño Dragón; un notable compendio de historias hechas canción, tratadas desde un rock de amplias miras con el que muestran una impresionante paleta de colores capaz de dejarte con la sensación de acabar de descubrir a tu nueva banda favorita del panorama estatal. 

Maravillados ante la grandeza de su propuesta nos pusimos en contacto con la banda semanas atrás, personificada en Rafa Tarsicio, guitarra y vocalista de la misma, para que nos hablara de todo lo relativo a este nuevo trabajo con el que es más que evidente que Puño Dragón ha subido unos cuantos peldaños en lo que a repercusión se refiere. 

Hace un mes vio la luz vuestro segundo trabajo, “Juegos Violentos”. ¿Cómo están siendo las sensaciones en estas primeras semanas? ¿Qué tal está recibiendo la crítica y el público esta soberana colección de canciones? 

Rafa: La verdad es que increíble. Es cierto que intentamos quitarle importancia a la validación externa y fijarnos un poco más en estar satisfechos nosotros con el trabajo hecho; en ese sentido, ya estábamos encantados antes de la salida del disco. Dicho lo cual, qué duda cabe que la respuesta ha sido acojonante; la banda ha crecido en todos los numeritos en los que se puede crecer, superando toda expectativa así que… qué vamos a decir. Muy agradecidos. 

En vuestro caso parece que todo va muy deprisa hasta para lo que son los tiempos de esta industria, decimos esto porque estamos a punto de que se cumplan dos años desde vuestro debut con el homónimo “Puño Dragón”. ¿A qué se debe una premura tan grande a la hora entregar discos, algo propio de otra época casi? ¿Podemos afirmar que estáis en un sumido en una vorágine compositiva total? 

Rafa: A lo mejor un poco sí. Nosotros sí que nos sentimos muy en forma desde un punto de vista artístico, estamos motivados, ágiles mentalmente y puliendo cada vez más nuestro método de trabajo. Amamos la música, nos encanta hacer canciones, nos encanta el estudio y cuando uno se siente así pues tiene que dejarse llevar, aprovechar y abrir el grifo compositivo… en esas estamos. 

“La contraposición de los juegos y la violencia nos hace gracia porque encaja la vida entera” 

Voy a lanzarme de cabeza al tópico de preguntaros por el título del álbum, “Juegos Violentos”. Me ha hecho gracia, ya que analizando un poco las letras vemos muchas historias callejeras, urbanas, repletas de vivencias y desamor, donde no os cortáis a la hora de utilizar el lenguaje de forma directa y por momentos explícita. ¿Son la propia vida y el amor los juegos más violentos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día? 

Rafa: La contraposición de los juegos y la violencia es algo que nos gustaba y que nos hace bastante gracia, porque creemos que en ese espectro está encajada la vida entera. A veces es ligerísima y absurda y otras veces es densa y pesada. En cualquier caso, siempre seremos más de jugar. 

“Nos gusta que la canción nos diga por dónde quiere ir” 

Si atendemos a lo puramente musical, observamos una apertura muy amplia de miras, tocando con destreza y más que solvencia los distintos palos que configuran eso que llamamos rock and roll. ¿De qué forma trabajáis las canciones en su composición y a la hora de decidir el aire que dais a cada tema? 

Rafa: Nosotros estamos constantemente hablando de música, tratando de auto definirnos y de cuidar el sonido “Puño Dragón”, o sea que eso está ahí sin duda, pero por otro lado te diría que siempre intentamos que sea la canción la que nos diga por dónde quiere ir, más que imponerle un género o un tipo de producción. Queremos que la canción sea la que mande. Si estás un poco despierto y escuchas lo que la canción te quiere decir, generalmente aciertas. 

De tener que definir vuestra música de alguna forma sencilla y directa. ¿Cuál elegiríais? 

Rafa: Rock honesto. 

Otra de las particularidades de la banda es que de manera indistinta tanto Rafa Tarsicio como Germán Mingote se hacen cargo de las voces. ¿Hasta qué punto es una ventaja para vuestras canciones? ¿De qué manera hacéis la selección de quién canta cada parte? 

Rafa: Para nosotros esto es muy importante y nos parece una ventaja absoluta. El hecho de tener dos voces de naturalezas tan diferentes acaba llevando, creemos, a las canciones al siguiente nivel. Las dota de profundidad, y en los conciertos hace que el público tenga que cambiar el foco de atención mucho más, logrando así que el bolo sea más dinámico. En cuanto a cómo las distribuimos, no nos gusta nada el “Fifty-Fifty”, el “como tú cantaste esto, yo tengo que cantar esto otro”. Al contrario: no pensamos desde el ego, sino en lo que es mejor para la canción. Qué voz va mejor para cada verso en cada momento. Obviamente es un trabajo extra, pero si lo hacemos bien la canción siempre mejora. 

No quisiera personalizar en ningún miembro de la banda, básicamente porque creo que todos hacéis honor a tal nombre, jugando con los temas para engrandecerlos al unísono, pero me tu voz de Rafa, arenosa y vivida, tan adecuada para algunas de vuestras composiciones más oscuras, canallas y callejeras, algo que por ejemplo se muestra a las mil maravillas en el corte inicial “Bailén”. ¿Cómo surgió un tema de tal calibre? 

Rafa: Muchas gracias por el piropazo (Risas). Pues la verdad es que “Bailén” empezó siendo una canción muy tranquila. Pretendía ser casi una balada folk, muy rollo Quique González, acústica y suave… y en el último momento en el estudio la empezamos a tocar con energía y nos cuadró que fuera un “rock” con todas las letras. En cuanto a la historia, el puente de Bailén (o Puente de los Suicidas) nos parece una metáfora buenísima para ilustrar este tema, que habla del amor juvenil, el melodrama… incluso se ríe un poco de ello. 

Venís de Asturias, sin embargo, el disco está plagado de referencias madrileñas como las que se incluyen en “Ladrando a tu Puerta”. ¿Ha tenido esta ciudad mucha importancia para dejar impronta en las canciones o simplemente es un recurso literario? 

Rafa: Lo cierto es que he estado viviendo en Madrid los últimos cuatro años, o sea que la respuesta es tan sencilla como que este disco está escrito desde las calles de Madrid. 

Me gusta vuestro toque stoniano, cabaretero y honky tonk, pero voy a decantarme por haceros otra pregunta directa. ¿Cómo era “Emilia” para que haya tenido el honor de recibir un tema para ella sola? 

Rafa: “Fumaba todo el rato marihuana/ después comía como toda la manada. Jugaba al futbolín que la quemaba bailaba rumba, funk y americana. Cantaba”. 

Es sorprendente la mezcla tan chula que habéis hecho en “Masai Sara”, donde arrancáis con unas veleidades modernas para luego darnos un inquietante paseo por los pantanos, recordando la inquietud que generan los mejores Nick Cave and the Bad Seeds. ¿De qué manera nació una canción tan peculiar como esta?

Rafa: Efectivamente, partimos de ese mundo un poco Nick Cave, Tom Waits … así con un recitado, cantado una octava más baja etc. Para el estribillo, propuse hacer un beat de batería disco y en este caso a los chicos no les pareció mala idea y coló. Así que nos quedamos con ese estribillo, que no era el más lógico a priori, y que tiene ese toque que nos recuerda al “I was made for lovin’ you” de los Kiss. 

Una referencia que también podría valer para “Ya te Llamaremos”, donde me habéis rozado el corazón al incluir un nada velado homenaje a una de mis bandas favoritas de siempre como son Gabinete Caligari. ¿Por qué ese guiño precisamente a ellos? ¿Son una de las grandes referencias del rock estatal para vosotros? ¿Cuál es vuestro disco favorito de ellos? 

Rafa: Lo que conocemos de Gabinete Caligari nos gusta mucho, pero no es una banda que tengamos escuchadísima, la verdad. Por decirte un disco, no quedamos con “Camino Soria”, que tiene nuestra canción favorita de ellos: “Tócala, Uli”. 

Ahora que hablamos de bandas y artistas nacionales, otras referencias que recorren el álbum son las de Leiva, Nacho Vegas (el estribillo de “Haré lo que Pueda” parece de su escuela) o Quique González. ¿Aceptáis tales nombres? ¿Habéis seguido su trayectoria? ¿Los sentís como referentes? 

Rafa: Sin ninguna duda. Cuando nos preguntan por nuestras referencias siempre pensamos antes en las anglosajonas, pero lo cierto es que estos tres artistas que mencionas han sido súper escuchados por nosotros y su manera de hacer canciones inevitablemente permea y está presente en nuestro disco. 

Ya hemos dicho que venís del Principado de Asturias, no sé si tenéis relación con Jorge Martínez de Ilegales, ni si le habéis hecho llegar el disco para que lo pueda escuchar. En caso de ser así. ¿Cuál ha sido su valoración? 

Rafa: (Risas) No tenemos el placer de conocerle o sea que esta respuesta hay que dejarla en paso. 

Dicen que el segundo disco es el de la consagración, en vuestro caso la calidad más que notable está más que acreditada. ¿Dónde os gustaría llegar con este trabajo? 

Rafa: Pues como te decíamos en la primera pregunta, nuestra primera deuda es con nosotros mismos y esa ya está saldada: la de hacer el disco que queremos hacer. A partir de ahí el objetivo es claro: tocar en todos los sitios que sea posible, defender estas canciones y enseñárselas al mayor número de gente posible. 

“De nuestra quinta nos encantan Carlos Ares, Cora Yako, Repion, La Paloma y Cala Vento” 

A día de hoy, cuando las escenas parecen haber desaparecido. ¿A qué proyectos actuales os sentís cercanos? 

Rafa: Pues de nuestra quinta nos encantan Carlos Ares, Cora Yako, Repion, La Paloma y Cala Vento, todos son proyectos a priori más actuales en sus producciones, más modernos en lo formal, pero en cuanto a contenido y a la manera que tienen de atacar las canciones, hay más puntos en común de los que podría parecer. Mil gracias por vuestra atención, os voy a confesar una cosita. 

Debéis saber que os habéis convertido en una de las bandas favoritas para la gente de nuestra redacción. ¿Aceptáis grupis masculinos entre los cuarenta y los cincuenta años? 

Rafa: No solo los aceptamos: son nuestros favoritos. (Muchas risas)