“A este matadero no hemos venido a mirar”. Gracias por vivir sin miedo, Robe.
Abraham Boba: “Nunca me he sentido víctima del cuerpo que tengo”
“163 cm” es la estatura de Abraham Boba y también es el nombre de su más reciente criatura. Un libro pop, como a él le gusta definirlo, que gira en torno a esa premisa física para llevar a cabo una serie de reflexiones que se detienen en la infancia, los sueños, los recuerdos, el deporte, el cine, la imagen, la psique o la creación desde el punto de vista y las experiencias personales de un artista que nos comparte su visión del mundo a modo de ensayo, enfundado en sus botines Chelsea y rodeado de una serie de objetos y recuerdos personales que pueblan de imágenes complementarias sus adictivas líneas.
Organizado en breves capítulos, casi como si se tratase de canciones de un álbum, este ensayo se devora con rapidez y nos presenta la cara más personal del cantante de León Benavente, cuya andadura, curiosamente, ocupa muy poco espacio dentro de estas páginas. Es Abraham el que queda en el centro, narrando episodios familiares, presentándonos objetos que nos acercan más a él y definen sus recuerdos, o analizando aspectos de lo más interesante de personajes históricos, actores y músicos cuya característica común es su baja estatura. Porque sí, el libro pone de manifiesto el interés de este artista por reflexionar sobre el aspecto que le da título, sin victimismos, pero haciéndonos ver las múltiples capas en las que se refleja en nuestra sociedad.
Ante un libro más que interesante no cabía esperar otra cosa que una conversación de grandes vuelos con su autor. Entramos en detalle sobre algunos de los recovecos que narra en sus capítulos, pero también hablamos de sus motivaciones como artista y de la necesidad de plasmar en esta obra una reflexión de “altura” que conecte con nuestro yo más íntimo y, ante todo, que nos haga disfrutar tanto de su fondo como de su más que atractivo formato.
Estás de actualidad al margen de León Benavente. Esta vez como escritor. ¿Era una asignatura pendiente escribir un libro como éste? Porque tu debut literario fue un poemario.
Abraham Boba: Obviamente hay cosas que tienen puntos en común entre escribir canciones y libros de cualquier género, sea poesía o narrativa. Hay una línea fina que separa un mundo del otro y yo siempre había tenido bastante reparo para publicar cosas porque me parecía que no era mi oficio, que no era un mundo que me perteneciese. Respeto mucho a la gente que escribe y estoy en conexión con gente del mundo de la literatura por otras circunstancias, así que después de publicar el poemario, que fue una cosa a la que me animó una editora sin la que posiblemente ahora no estaría haciendo esta entrevista contigo, que fue Belén Bermejo, empecé a pensar en cuál sería el siguiente paso. Me apetecía explorar otro tipo de género que no fuera la poesía, aunque mi libro anterior tampoco era un poemario al uso, pero quería cambiar y hacer este tipo de ensayo. Tenía el tema en la cabeza desde hacía tiempo. Fui recopilando información durante tres años y me lancé finalmente a hacerlo.
Entiendo que escribir un ensayo sobre la estatura es porque ha sido una de tus obsesiones a lo largo de tu vida. Es algo que reflejas también en la contraportada al introducirnos en el libro. ¿Es así?
Abraham Boba: No es una obsesión y nunca lo ha sido. Para mí lo más importante de este libro era el tono que quería utilizar para escribirlo y en ningún momento quería caer en el victimismo porque nunca me he sentido víctima del cuerpo que tengo. Así que no lo veo como una obsesión, ni mucho menos. Lo que me obsesiona a mí es la creación y quería escribir un libro que fuese muy cercano a mí, muy íntimo. Me apetecía contar algunos aspectos de mi vida, pero también, como ocurre con las canciones, los discos, las películas o los libros que leo, lo que me interesa son las creaciones que tienen distintas capas. Quedarme en la temática no es lo que más me importa. Me gusta la forma de desarrollarla, ver que hay otras cosas que no se aprecian tan a simple vista, como ocurre en este caso. Sí, éste es un libro sobre la estatura, pero creo que habla de muchas más cosas. Eso es lo que me obsesionó en realidad. Cómo sintetizarlo para que se leyese rápido, pero a la vez que fuese reflexivo y profundo y poner en evidencia ciertas actuaciones de gente que no se da cuenta, a día de hoy, de una particularidad física que no está puesta encima de la mesa como otras.
Es verdad que no hay victimismos, como bien has dicho, pero sí que está presente esa forma de mostrar la temática sin dramas y a la vez reflejar ese trasfondo peyorativo que siempre ha tenido la baja estatura.
Abraham Boba: Sí, al fin y al cabo te estoy hablando de que me gusta que el libro tenga capas y por eso he pensado mucho en cómo hacerlo, pero no deja de ser un ensayo más o menos poético sobre la circunstancia de la estatura de las personas. Ni siquiera sobre ser alto o bajo, porque también se habla de la altura. Lo que me enseñó este libro, a medida que lo iba haciendo, es que reflejaba cosas que no me había dado cuenta antes ni yo, como que tengo una estatura por debajo de la media. No me siento víctima, pero rara es la noche que no me bajo de un escenario y alguien me dice algo relacionado con mi estatura.
El libro está estructurado en capítulos muy breves y dinámicos que hacen de su lectura una experiencia adictiva. Me atrevería a comparar su lectura con la escucha de un disco, porque los capítulos son casi como canciones. Su extensión es contenida. ¿Podría considerarse así?
Abraham Boba: No tanto como un disco, porque son mundos muy distintos, pero sí como un libro pop. Todo lo que tiene que ver con la estructura, el haberlo escrito siguiendo ese formato de párrafos cortos, de capítulos que en realidad contienen una misma idea bien delimitada, aunque todos ellos giren en torno a la estatura, y sobre todo por la utilización de imágenes. Creo que eso es lo que hace que se devore rápido. Algo muy bonito que está pasando durante el mes de vida que lleva es que gente que no está acostumbrada a leer me dice que lo ha devorado en dos días, y gente que sí que es lectora me dice que está muy bien hecho porque fluye y se lee muy, muy rápido, en dos o tres horas. Todo eso está un poco buscado. El libro podría ser muchísimo más largo, de hecho quité bastantes cosas, pero al final estoy muy contento con el formato.
Es verdad que el formato es fantástico. A mí me pasó un poco parecido a como lo cuentas. Lo devoré rapidísimo por la forma en la que está planteado. Y unido a ese formato de estructura, con capítulos cortos y párrafos breves, tienen un papel muy destacado la cantidad de imágenes que ayudan a entender el texto, incluso detalles como incluir el metro como accesorio o complemento, junto al tamaño del propio libro. Todo eso es como algo novedoso y atractivo.
Abraham Boba: Es que yo lo que quería era publicar un libro que me gustase. Llevo colaborando mucho tiempo, tres temporadas ya, en una sección del programa de Marta Echeverría de Radio 3 “Hoy empieza todo”. Es un espacio sobre poesía llamado “Verso Suelto” y me doy cuenta de que los libros que cada semana analizo son libros que se salen un poco de los márgenes. No suelen ser poemarios como tal, dicen algo más, son otro tipo de libros. Creo que eso es lo que me llevó, una vez desarrollado el texto, a incluir imágenes. Eso fue determinante y una muy buena decisión. Vi clarísimo que esas imágenes, que muchas son de mi archivo familiar y otras realizadas por Sara Condado, que me conoce desde hace muchos años y ha hecho los vídeos de León Benavente, iban a encajar a la perfección con todo lo narrado. Sabía que Sara sería la que mejor iba a retratar mi intimidad, metiéndose, por ejemplo, en casa de mis padres para hacer una foto a una estantería llena de recuerdos familiares. Esa intimidad solo podía retratarla ella por lo mucho que me conoce.
Vamos a hablar, si te parece, de algunos de los capítulos del libro. Curiosamente éste es un libro donde tu faceta de músico apenas sale a relucir, en cambio hablas de muchas de tus pasiones y te abres totalmente. Una de esas facetas, desconocida para muchos, es el baloncesto, siendo éste además un deporte siempre relacionado con gente “de altura”. ¿Es cierto que te hubiera gustado potenciar tu alma de “base” como deportista profesional?
Abraham Boba: No, ahora que me ha salido bien lo del arte casi prefiero esto, que se me da mejor (risas). Creo que el baloncesto es algo que marcó un momento de mi vida, justo antes de que me empezase a interesar realmente por la música, que fue como a los quince años. El baloncesto ocupaba mi tiempo antes de que me volviese un loco de la música. Me gustaba jugar y era bastante bueno. Sigo siendo bueno, de hecho, pero menos mal que no elegí ese camino porque seguro que no me habría ido tan bien. Yo sabía que tenía que hablar sobre esto en el libro porque en él hay también un repaso a mi biografía. Aunque no siga una línea temporal, sí que hablo de mi infancia y preadolescencia, y ahí el baloncesto estaba muy presente. Además, hablar de este deporte me venía muy bien para explicar ciertas cosas.
“Lo que yo tengo en mi estantería no vale nada, su valor es sentimental y espiritual”
En los primeros capítulos nos llevas a tu infancia, hablándonos de tu familia, tus sueños, las visitas al pediatra o el judo. Sin embargo, de todo ello, lo que más me ha gustado es tu descripción de lo que tienes en tu estantería, así como de esa fotografía de la estantería de tus padres a la que hacías alusión antes. ¿Crees que estamos demasiado aferrados a lo material como una manera de retrotraernos al pasado?
Abraham Boba: No, no lo creo. Ahora estaba leyendo uno de esos libros raros que tanto me gustan. Uno de esos libros pop que escribió Warren Ellis, el violinista de Nick Cave, su mano derecha. Él escribió uno sobre el chicle que una vez recogió de un piano después de un concierto de Nina Simone. Ella pegó el chicle en el piano y Warren saltó al escenario al acabar el concierto, cogió el chicle y lo estuvo guardando durante veinticinco años en una toalla. ¡Un chicle! Un periodista me preguntó si no lo había leído y la verdad es que es el típico libro que quería leer desde hacía tiempo porque soy muy fan de Warren Ellis y de Nina Simone, pero no lo había leído todavía. Ese periodista me dijo que había algunas cosas de mi libro que le recordaban a ese, así que me lo acabo de leer y sí, Warren, que es un poco diógenes, guarda de todo en maletines, tiene fotos antiguas, pasajes de avión… todo tipo de cosas, hay un momento en el que habla de lo que guarda no como algo nostálgico. Más bien viene a decir que los objetos que guardas se convierten en algo valioso y que, lejos de ser material, se convierten en lo contrario, en algo casi espiritual. En realidad lo que yo tengo en mi estantería no vale nada, su valor es sentimental y espiritual. Podría decir que a medida que va pasando el tiempo esas cosas pueden ser más importantes y por eso las describo y están en el libro. Seguro que se van añadiendo otros objetos a lo largo de los años mientras que algunos perderán ese valor y acabarán en la basura.
¿No se pierden esos recuerdos si los relacionamos con un objeto en concreto? ¿El objeto ayuda a mantenerlos?
Abraham Boba: Claro, el objeto a lo largo de los años tiene esa función de llenarse del poso del paso del tiempo, sí, aunque las cosas se terminan desgastando.
De nuevo a vueltas con los recuerdos y las fotografías, en éstas aparecen trofeos, miniaturas y varios objetos como un cuchillo o tu colección de botas. Imágenes muy potentes y curiosas, que entiendo sirven como complemento para entender las reflexiones que haces en estas páginas, ¿verdad?
Abraham Boba: Sí, totalmente. Forman parte de ese juego pop que te comento. Está claro que ves ahora ese trofeo que aparece en una página del libro y creo que es algo bonito. Cada vez que iba a casa de mis padres veía ese trofeo con su mármol y su placa, y con el paso del tiempo se ha convertido en algo que estéticamente, si lo encuadras dentro de determinado marco, se convierte en un objeto vintage. Eso es lo que tiene ir envejeciendo, que las cosas que van pasando por tu vida cada vez molan más estéticamente (risas). El tiempo añade a estos objetos algo estético que a mí personalmente me encanta.
También hay mucho cine, superhéroes, actores y películas que aparecen principalmente en el capítulo “Perspectiva forzada”, y nos muestras además que para ti no hay prejuicios. ¿Cuánto de inspiradores pueden llegar a ser Alfredo Landa o Peter Dinklage?
Abraham Boba: Inspiradores no demasiado, la verdad. Sinceramente yo no he visto “Juego de Tronos”, así que me he perdido prácticamente lo más importante que ha hecho en su carrera Peter Dinklage. Aparece como actor acondroplásico, lo que mal llamamos “enano”, y ya sabemos que él es un activista a favor de que a estos actores no se les encasille en ciertos papeles, lo que le ha traído unos cuantos problemas. En el caso de Alfredo Landa es un actor que resumen tan bien al español de clase media de cierta época… Además tiene como esas variantes tan bestias pasando del detective de “El crack”, como muy triste y oscuro, a la comedia más pura. Un referente para mí no es, porque tampoco es que yo tenga referentes actorales porque no me dedico al cine, pero Alfredo Landa me parece un grandísimo actor.
“Esta sociedad va hacia la maximización, así que supongo que el adjetivo grande se seguirá utilizando mucho más que pequeño”
También hay un capítulo dedicado a la música (“Gente pequeña y una montaña”), pero no a tu música, sino a canciones y músicos que te han marcado, desde su estatura a su grandeza escénica y artística. ¿Por qué crees que no podemos salir de esa manida forma de adjetivar a los músicos talentosos como “grandes”, algo que irremediablemente implica altura?
Una de las cosas que más me gusta de ese capítulo en cuestión es que aparece la figura de Prince como referente y además aparece también fotografiado jugando al baloncesto. Es como si todo cuadrase.
Abraham Boba: Sí, de hecho yo quería hablar de Prince por varias circunstancias sin entrar en lo musical, como algo más bien referido a lo que causó en mí descubrir su música o su vídeo de “Purple Rain” y este tipo de cosas. Sabía que tenía afición a los botines con tacón, como yo, pero no sabía que su sueño de adolescente era jugar al baloncesto. Lo descartó porque tenía muy baja estatura y no le quería ningún equipo, así que decidió dedicarse a la música y ya ves (risas).
En el capítulo “La tríada oscura” nos llevas hasta lo más profundo de ti. Se siente como el más personal y terapéutico de todos los capítulos. De hecho, nos hablas también de tus terapeutas y de tu acrofobia. ¿Cuánto de esa tríada de maquiavelismo, psicopatía y narcisismo que expones hay en ti?
Abraham Boba: ¡¡Uff!! Eso me lo guardo para mí.
Aunque eso sí, nos dejas entrever en esas líneas la parte más profunda de ti mismo.
Abraham Boba: Sí, pero es un capítulo que hay que saber leerlo entre líneas. Podría haberme explayado más y no he querido porque se puede leer entre líneas y juega con todos los personajes que aparecen en el mismo. Empieza hablando de Napoleón y de Alejandro Magno, de Franco, Musolini, Lenin… son muchos los personajes que aparecen en ese capítulo que tiene que ver con los desórdenes mentales. Por eso creo que es para leerlo más de una vez y buscar bien en él.
“Los que se consideran personas por la mañana y artistas por la noche no van conmigo”
Precisamente en ese capítulo, cuentas un episodio que me ha encantado, en el que hablas del retrato que te hace Cristina Martínez. Incluso nos lo muestras en una foto. También le descubres a todo aquel que no lo sabe que te llamas David. ¿Han sido estos detalles en concreto una manera de dar a conocer más la persona que el personaje de Abraham Boba?
Abraham Boba: Nunca he considerado que Abraham Boba fuera un personaje, es solo un pseudónimo que empecé a utilizar porque mi nombre me daba pereza. Esto fue allá por el 2005. Hice una maqueta, me ficharon en Limbo Starr, saqué un disco y me quedé con ese nombre. ¡Para qué iba a cambiar! Para lo poco que me escuchaban, si me cambiaba el nombre se perdían los que ya me habían escuchado (risas). Y así he seguido desde entonces, pero nunca he considerado que fuera un personaje. Para mí todo es parte de lo mismo. Escribir este libro, subir a un escenario, hacer un programa en la radio, contestar una entrevista… todo es parte de lo mismo. Creo que de eso va esta vida de la creación. Levantarte por la mañana y ser esa persona que se dedica a crear. Yo lo hago las veinticuatro horas del día.
Es que en otros casos se habla siempre del artista diferenciado de la persona.
Abraham Boba: Los artistas que dicen eso no son grandes referentes para mí, la verdad. Los que se consideran personas por la mañana y artistas por la noche no van conmigo. Cada uno puede hacer lo que le dé la gana, pero yo entiendo que este curro implica un compromiso del cien por cien de mi tiempo.
Las redes aparecen en “Un drama”, ¿cuánto daño pueden hacernos potenciando nuestras diferencias en lugar de unirnos?
Abraham Boba: Prefiero no usar mucho las redes. Además, a medida que va pasando el tiempo, el salto generacional con las redes es enorme. Una persona de veinte años tiene un concepto totalmente distinto de las redes al mío, por eso es algo que veo que está ahí, que ha venido para quedarse, pero cada uno verá cómo tiene que usarlas. Yo las uso para exponer mi trabajo y darme a conocer porque ante tal aluvión de propuestas de todo tipo si no levantas la mano no te hacen caso, pero las relaciones no me interesa hacerlas a través de las redes sociales, sinceramente.
Sin embargo, en las redes se potencia mucho la imagen, que también aparece en el libro, debido a la importancia que le damos entre selfies, directos y demás muestras que tenemos a nuestro alrededor. ¿Cuál crees que es el punto de no retorno para darnos cuenta de que esa imagen está cobrando un protagonismo excesivo?
Abraham Boba: No lo sé, la verdad. Tendría que ser sociólogo para decírtelo. No sé cuál es el punto de no retorno. Como la historia de la humanidad es bastante cíclica llegará un momento en el que todo el mundo se harte de eso y aparezca otra cosa que tenga que ver con otro foco de atención y supondrá un punto de inflexión. No tengo ni idea. A mí, de momento, no es algo que me preocupe en exceso, como queda claro en el libro.
“Hacer reflexionar a la gente viene más de preguntar que de responder y afirmar”
Me estoy dando cuenta de que parece que al escribir un libro de este estilo puedas tener muchas más respuestas a nuestras preguntas, cuando en realidad lo que planteas al lector es lo contrario, más preguntas que respuestas.
Abraham Boba: Claro, eso es lo interesante también. Hacer reflexionar a la gente viene más de preguntar que de responder y afirmar.
En el epílogo haces referencia al canon de belleza marcado por el “David” de Miguel Angel, pero lo que más me llama la atención es la mención al ensayo revelador de Michael De Montaigne. ¿Es este libro testigo de ese ensayo? ¿Cuánto sirvió de inspiración?
Abraham Boba: Sin duda ha sido una inspiración. Si no has leído “Ensayos” de Michael De Montaigne te lo recomiendo. Él es el padre del ensayo moderno y habla desde mucho tiempo atrás de los mismos males del ser humano que nos acechan ahora. Es muy reflexivo y tiene partes muy valiosas. Me encontré ese pasaje que habla de su altura y sabía que tenía que incluir algo relacionado con eso porque fue un hallazgo.
Junto a ese pasaje aparece otro de los símbolos que más me ha gustado, que es tu playmobil personalizado junto a una miniatura del “David” de Miguel Ángel. Puede ser el mejor resumen para este libro, la imagen del “David” con tu miniatura de playmobil. ¿De dónde surge esta idea tan fantástica?
Abraham Boba: Sí, tengo las dos miniaturas en la estantería. Las vi juntas y pensé que tenían que ser una foto que, si no iba en la portada, tenía que estar en su interior. Explicaba muchas cosas y por eso está ahí.
Mencionas los comentarios en prensa que se refieren a ti como “pequeño gran hombre” cuando actúas con León Benavente y hablas del grupo casi únicamente al final, haciendo referencia a cuando bajas del escenario con comentarios como el que he mencionado. Sin embargo, este libro se puede leer totalmente al margen de ser seguidor de León Benavente. ¿Cuánto te han arrastrado tus compañeros o te han animado para lanzarte a esta aventura?
Abraham Boba: En el grupo nos apoyamos en todo lo que hacemos, tanto dentro como fuera del mismo. Desde el principio me apoyaron, se leyeron el libro y les encantó.
Ahora que conocemos a Abraham Boba como cantante, compositor, músico, poeta y ensayista, ¿qué nos queda por conocer de tu universo?
Abraham Boba: No lo sé. Ya veremos qué es lo próximo (risas). De momento voy a hacer un show sobre este libro. Lo estreno el 31 de enero en el Teatro Circo de Murcia. Va a ser como su puesta en escena. Se titulará igual, “163 cm”, y se basará en el contenido del libro.
Finalmente, ¿puede ser este “163 cm” un antídoto contra los complejos o sencillamente una forma de abrir las puertas para poner el foco en lo que verdaderamente importa del otro?
Abraham Boba: Creo que con que consiga lo que me provocan los libros que me gustan, que es disfrutar y aprender cosas que no sabía antes de leerlos, me doy por satisfecho.
Muchas gracias por tu tiempo. Esperemos que funcione a las mil maravillas el show que nos comentas alrededor del libro y que terminéis también por todo lo alto ese fin de gira de “Nueva Sinfonía sobre el Caos” en el Movistar Arena con León Benavente.
Abraham Boba: Muchas gracias. Un abrazo.


.jpg)
.jpg)

.jpeg)
.jpeg)
.jpeg)

.jpeg)

.jpeg)





