The Lemon Twigs: "Nos gusta escribir canciones que sean agradables de cantar"


Por: Àlex Guimerà.

Fotografías: Anastasia Sanchez.

Les hemos seguido atentamente desde sus inicios, cuando irrumpieron con su álbum de debut siendo aún adolescentes y ofreciéndonos ese particular pop que mezclaba la sofisticación clásica de los 60 y 70 con la urgencia juvenil propia de su edad. Han andado mucho desde entonces y han demostrado que son capaces de hacer de todo y bien: son grandes compositores y arreglistas en estudio, tocan con habilidad varios instrumentos, vocalistas privilegiados y tienen un directo enérgico y entregado. Son los hermanos Brian y Michael D’Addario, conocidos como The Lemon Twigs, a los que tras su impactante paso por nuestro país del año pasado volveremos a tener por aquí el próximo verano - Azkena Rock de Vitoria (21 de junio), Santiago de Compostela (22 de junio), Sevilla (26 de junio), Degusta Fest de Granada (27 de junio), Vida Festival de Barcelona (4 de julio) y Block Party de Madrid (5 de julio). Finalmente hemos podido charlar con ellos para repasar brevemente la trayectoria meteórica, los conciertos y los planes de una de las bandas más fascinantes del panorama musical actual. 

Debutasteis en 2015 con "Do Hollywood", cuando apenas teníais 17 y 18 años, aunque formasteis la banda mucho antes. ¿Os consideráis músicos precoces? 

The Lemon Twigs: Creemos que en esa época éramos bastante técnicos para nuestra edad, especialmente en comparación con el pop actual. Pero tiene sentido si se tiene en cuenta que empezamos a tocar muy jóvenes, hacía unos cinco años. 

Personalmente quedé flipado con la ópera pop "Go To School" (2018). Vuestro segundo disco me impresionó tanto por el concepto como por su sonido: parecía sacado de una máquina del tiempo de los 70. ¿Cómo lograsteis grabar algo tan brillante a tan corta edad? 

TLT: En ese momento estábamos aprendiendo a grabar. Cuando recibimos un adelanto de 4AD, decidimos que no queríamos contratar a nadie para producir nuestros discos. Compramos una grabadora de 24 pistas y una consola, ¡y ese álbum fue nuestra manera de aprender a usarlas! 

El siguiente álbum, "Songs for the General Public" (2020) mostró un lado más accesible y melódico. ¿De dónde salen esas melodías tan irresistibles? 

TLT: Es difícil de explicar, pero en general surgen cuando no las forzamos y simplemente nos divertimos tocando o cantando. A los dos nos gusta escribir canciones que sean agradables de cantar, así que tiene sentido que también conecten con los demás. 

En los últimos cinco años habéis lanzado tres álbumes (incluyendo el álbum en solitario de Brian). ¿Cómo mantenéis ese nivel de productividad creativa? 

TLT: Grabamos todos los días en casa. Creemos que grabar impulsa la composición. Además, las giras también nos motivan a terminar proyectos: es emocionante tanto para nosotros como para el público poder tocar música nueva. 

Esta pregunta es para Brian: acabas de sacar al mercado "Till The Morning", tu debut en solitario, que me parece un disco increíble. ¿Qué nos puedes contar sobre él? 

TLT: Todas las canciones fueron pensadas originalmente para proyectos de The Lemon Twigs, pero quedaron fuera de los discos por cuestiones estilísticas. Afortunadamente, encajaron bien entre sí. No es un disco en solitario en el sentido estricto, ya que Michael lo produjo conmigo y también toca y canta en muchas partes. 

¿Cómo os organizáis para componer para The Lemon Twigs? ¿Cada uno aporta ideas por separado o lo hacéis todo en colaboración? 

TLT: Sí, ambos escribimos por separado. Nos mostramos las canciones en distintas etapas del proceso. A veces colaboramos con un acorde o una frase, pero en general, cada uno escribe por su cuenta. 

Vuestra música suena meticulosa y muy elaborada. ¿Cómo es el proceso de producción? ¿Preferís el estudio casero o uno profesional? 

TLT: Para trabajar a fondo en los arreglos, es mejor un estudio casero: no estás pendiente del reloj. Pero un estudio profesional es ideal para mezclar o grabar cuerdas, y contar con ayuda técnica te permite concentrarte más en la música. 

¿Qué artistas actuales os inspiran hoy, más allá de vuestras obvias influencias clásicas? 

TLT: Nos inspiran muchas bandas nuevas como Tchotchke, Uni Boys, Brower, Josephine Network y The Umbrellas. También artistas que empezaron hace tiempo pero siguen dando grandes conciertos, como The Rubinoos, Swamp Dogg, Roger McGuinn, Todd Rundgren y Bob Dylan. ¡Son increíblemente inspiradores! 

¿Qué papel juega la estética visual —moda, portadas, videoclips— en vuestra identidad artística? 

TLT: Es importante que el arte visual acompañe el espíritu de la música. No es nuestro medio principal, pero contamos con artistas visuales muy talentosos. Eva Chambers se encarga de la mayoría de nuestras fotos y diseño gráfico; Anastasia Sanchez hizo las fotos del disco solista; y Paul Millar, Ambar Navarro y Max Flick han colaborado en varios de nuestros videoclips. 

¿El teatro musical ha influido en vuestra manera de componer o actuar en directo? 

TLT: Quizá al principio, pero más por la influencia de músicos que admirábamos que por nuestra experiencia directa en el teatro. Hace tiempo que no nos sumergimos en ese mundo. 

Os he visto en directo dos veces y me impresionó vuestra fuerza escénica, virtuosismo instrumental y talento vocal. Me transportasteis a los conciertos de los grandes grupos de los 60 y 70. ¿Sois conscientes de que vuestro directo ofrece algo especial? 

TLT: Sí, creemos que esta formación actual es especialmente fuerte. La voz de Danny y la batería de Reza nos aportan mucho. Además, todos en la banda tocan varios instrumentos y cantan. Hay muchos detalles en los arreglos y todos colaboramos para completarlos en directo. 

Me sorprendió ver un público muy diverso en edad, desde jóvenes veinteañeros hasta personas de 40 o 50 años, entre los que me incluyo. ¿Sentís que habéis conectado con distintas generaciones? 

TLT: Sí, el público es bastante variado. Tenemos suerte de contar con una audiencia tan amplia. ¡Creemos que la música pop melódica puede gustar a cualquier edad! 

En 2024 tocasteis diez veces en España, incluyendo festivales como Primavera Sound y CanelaParty. ¿Qué recordáis del público español? 

TLT: Fue muy emocionante la primera vez que tocamos en Madrid. Estábamos versionando "I Don’t Wanna Cry" de The Keys, una canción que normalmente la gente no conoce. ¡Pero había al menos 30 personas en primera fila cantándola entera! Fue extraño, pero dio la sensación de que el público español conoce muy bien la música underground actual. 

Sin embargo, vuestro primer concierto en España fue en 2017 en el BBK Live de Bilbao. ¿Cómo han cambiado vuestras actuaciones en directo desde entonces? 

TLT: ¡En aquel entonces no teníamos a Reza! Ahora tenemos más confianza, aunque tal vez antes éramos un poco más engreídos. ¡Pero definitivamente preferimos los conciertos que damos ahora! 

En 2025 tenéis fechas en festivales como Azkena, Vida, BLOCKPARTY y Degusta Fest. ¿Cómo os preparáis para esta intensa gira española? 

TLT: Con una gira por Estados Unidos. Para cuando lleguemos a España, ya estaremos bien ensayados. 

Como hermanos y compañeros de banda, ¿cómo sobrelleváis una gira tan larga juntos? ¿Tenéis alguna rutina o truco para mantener el equilibrio? 

TLT: No compartimos habitación, ¡eso ayuda mucho! En realidad no tenemos una rutina fija. Solo intentamos mantener la calma y hacer que los conciertos sigan siendo interesantes, cambiando alguna canción sobre la marcha. 

En vuestros conciertos del año pasado tocasteis inéditos como "You’ve Got A Broken Heart" y "You Still My Girl". ¿Formarán parte de un próximo álbum? 

TLT: ¡Sí! Grabamos mucho material antes de salir de gira, y esperamos terminarlo cuando regresemos. 

¿Qué viene después de esta gira? ¿Qué proyectos tenéis para el futuro? 

TLT: Queremos terminar un nuevo disco y probablemente grabar algunos vídeos. ¡Y después, seguir tocando en vivo!

Chucho: “Prehistoria, demos y demonios”


Por: J.J. Caballero. 

Los basamentos del rock independiente patrio se remontan a la endiosada década de los noventa. Y digo endiosada porque de aquella cosecha recogimos frutos de variada jugosidad, algunos injustamente podridos antes de tiempo y otros afortunadamente lozanos a través de las subsiguientes épocas de vacas cada vez más flacas. En el hueso de toda aquella pequeña revolución se instaló sin fecha de caducidad un sonido que recogía la esencia de las diversas bandas que la inspiraron y la dotaron de personalidad y sonido propios. 

En Albacete surgió un músico llamado Fernando Alfaro cuya tendencia al exceso sonoro y personal articuló Surfin’ Bichos, una entente creativa sin parangón por los siglos de los siglos. De ahí surgieron con el paso del tiempo y la divergencia de sendas otras asociaciones artísticas no tan relevantes pero igualmente memorables: Chucho, Burrito Panza, Mercromina, Travolta… El talento de Joaquín Pascual como secundario estelar tuvo y tiene mucho que decir al respecto, mientras que el resto de actores implicados en el reparto se distribuyen méritos y aportaciones varias e imprescindibles. Juan Carlos Rodríguez y Javier Hernández, los socios más aventajados, tienen gran parte de culpa de la grandeza.

En esta intrahistoria que es “Prehistoria, demos y demonios” hay mucha historia que contar. Resumir la de una banda esencial en apenas unas cuantas muestras primerizas de su legado es mucho más fácil de escuchar que de escribir. Queda constatado cuando revisas demos como las de “Perruzo”, “Cerca del animal” y “Magic” –su éxito más palpable, aquí en una escuálida toma con apenas un secuenciador como acompañante a la voz de Alfaro-, más próximas al tuétano y el fluido vital de un sonido arrastrado y expandido en posteriores producciones. Pero también cuando vuelves a piezas incendiarias del corte de “Piedras de Palestina”, título encomiablemente clarividente, hasta ahora sólo incluida en un recopilatorio de la revista Rockdelux, o “Tres filas de dientes”, algo así como la cara B del CD “Sal” publicado en 1997. 

Esmeraldas sin pulir que se complementan con la falsa dulzura de la versión de Family “En el rascacielos”, el sucio temporal de “Huracanes con nombre”, como si Johnny Thunders hubiera invadido por sorpresa la mesa de mezclas, las ráfagas de punk furioso encajadas en “El bala”, la infección provocada por el blues de la fantástica “Jaime y el malestar de sus células” y la rabiosa deconstrucción emocional de “Cabeza de lobo, piel de serpiente”. 

Un recorrido no tan aleatorio (las sesiones de grabación pertenecen al período inmediatamente anterior o coetáneo al primer EP de la banda) que acaba remezclando una “Sin piel” a la que no le hacía ninguna falta el traje big beat que le diseña Nathan McCree. La nota discordante –o no- que pone el punto final a una zambullida arqueológica tan interesante como apabullante, con las catacumbas del sonido Chucho en su punto justo de restauración. Un regalo inesperado y digno de agradecimiento.

Van Morrison: Un rugido desde la eternidad


Noches del Botánico de Madrid. Miércoles y jueves, 4 y 5 de junio de 2025. 

Texto y fotografías: Ricardo Virtanen. 

La apertura de los conciertos de las Noches del Botánico 2025 ha sido adjudicada a Van Morrison (Belfast, 1945), quien llenó las dos primeras fechas del Festival madrileño por antonomasia, con 4000 personas por día, en su esperado regreso a la capital. Algo más delgado que la última vez, sombrero claro, gafas azules de espejo, y traje azul con su saxo en ristre, es la icónica imagen de gánster napolitano de un genio de la música que en verano llegará al status de octogenario, alcanzando a otros históricos como John Fogerty o Eric Clapton, sumados recientemente al club.

El memorable concierto de esta noche, el primero de los dos que ofreció en Madrid, en formación de noneto, sin duda es un ‘concierto de autor’, lejos de lo que se esperaría en una de las más altas figuras de la historia del rock (quizá ya solo por detrás de Dylan, Springsteen y Young), huraña a más no poder, con fama de gruñón, con sus 42 discos de estudio (ocho de ellos en la última década), y una lista de súper éxitos que llenarían —o sea, que llenan de hecho— un doble álbum. El impecable concierto estuvo rodeado de músicos muy talentosos: desde el cuarteto de base: Dave Keary (guitarra), John McCullough (teclado y moog), Neal Wilkinson, (batería) y Samuel Burguess (bajo/contrabajo), hasta cuadrar su actual superbanda: Alan Wickett (percusión), Chris White (saxos soprano, tenor y barítono), Matt Holland (trompetista, el músico que más ha colaborado con Morrison) y coros ( la irlandesa Jolene O’Hara y la cantante de jazz Sumudu Jayatilaka). Todo ello, con un ciclón de estilos superpuestos como fichas de dominó, en una arrolladora coctelera sónica: Jazz, R&B, Blues, Swing, Soul, Skiffle... 

El concierto se inició cinco minutos antes de lo previsto, lo que le hizo, a quien esto escribe, que llegara cuando terminaba “Only A Dream”, una canción antigua de 2002, pero de cierta actualidad, porque Morrison la incluía en su último trabajo: New Arrangments an Duets (2024). Ya todos sentados en la gradas y la pista a reventar, sonaba la segunda canción: “Cutting Corners”, adelanto de su próximo vinilo: "Remembering Now", que saldrá a la calle en algunas semanas. Aquí Morrison ya iniciaba su periplo de cambio de instrumentos en cada canción, deleitándonos con su saxo alto. Tras “Back On Top”, donde Morrison sopló su armónica, y algo más hablador que en otras ocasiones, nos presentaba un tema de Ray Charles: “What Would I Do Without You”, incluido en un lejano disco de 1984, en esta ocasión sentándose al piano. Una balada donde tuvieron una mayor presencia los coros, liderados por la espectacular Sumudu, que eternizaron con sus voces el estribillo “What Would I Do”, con que la canción languideció durante más de dos minutos. Con “Days Like This” y, seguidamente, “Real Real Gone” se alcanzaba el punto álgido de la noche, dos pepinazos del seatlist del León de Belfast, incluidos en trabajos de la década de los 90’s. La primera implica toda una vindicación de la vida cotidiana, un himno a las cosas sencillas, con cierta serenidad optimista. Mientras, la segunda se ha convertido en toda una explosión de R&B en sus conciertos, con una acentuación diabólica, que casi invita a cerrar los conciertos. Sonó la balada “In The Afternoon”, otro éxito de "Days Like This", cuando quizá debería haber elegido alguna de sus baladas más célebres (pienso en “Someone Like You”, “Have I Told You Lately?” o “Crazy Love”. Pero no era el día para “Grandes éxitos”, y el nordirlandés encadenó temas de discos de su última etapa: "Live At Orangefield" (un directo de 2024), "Moving On Skiffle" (2023), "The Prophet Speaks" (2018) y "Versatile" (2017).

Así, pues, Morrison nos puso a bailar con el marchoso “Cleaning Windows”, que finalizaba reproduciendo aquel legendario verso de Gene Vincent: “Bebop a Lula she’s my baby. Después llegaba el apacible “Green Rocky Road”, el cual se fue hasta los siete minutos, al que sucedían dos temas más de su ultimísimo "Moving On Skiffle": “No Other Baby” y “Cold Cold Heart”. Morrison hundía sus raíces en el skiflle, un estilo afroamericano de los años 20’s que da prioridad a instrumentos caseros y acústicos, con armonías y ritmos sencillos, juntando estilos primigenios como el folk, el jazz o el blues. En los años sesenta, tuvo cierto predicamento en la Inglaterra beat, y tanto The Beatles como The Rolling Stones como Bee Gees o Jimmy Page lo desarrollaron puntualmente. En “No Other Baby”, destacó el solo portentoso del trompetista Matt Holland, con guiños a un conocido pasodoble español, al que se sumó el de congas de Wickett. Holland, diremos de paso, estuvo presente en la gira en que vi a Morrison en La Riviera, hacia1996, por lo que se conforma en uno de sus escuderos más fieles. “Cold Cold Heart” fue interpretado a un ritmo mucho más lento que el original, donde predominó el uso del lapsteal, del todopoderoso y versátil Dave Keary, más el sonido del saxo barítono y la tabla de lavar, ejecutada casi con humor por Alan Wickett.

Sin duda,“Aint Gonna Moan No More”, muy al estilo soulblues de Ray Charles, tuvo en el Hammond de McCullough, y en el solo muy expresivo del bajista (que ya había abandonado el contrabajo), la máxima expresión de la canción, al contrario que la anterior, tocada mucho más rápida. Morrison presentaba al personal en el corte doce del concierto, lo que hablaba de que resultaba más interesante hoy llevar casi todos los temas a los 6/7 minutos, con el lucimiento de los músicos de esta superbanda, que interpretar 20 temas. Morrison proseguía con un blues marcial, interpretando el penetrante “Broken Record”, cuyo estribillo repetitivo cansa en el disco ("Versatile"), pero da mucho más juego en los directos, con un muy digno solo de saxo alto del propio Morrison, y con las coristas redoblando la efectividad del estribillo sine die.

Para cerrar una noche mágica, diferente para aquellos que seguimos a Morrison durante más de tres décadas, el de Belfast encadenó tres "minihits" de sus históricos directos "Live at the Santa Monica Civic" (1973) y "It’s Too Late To Stop Now" (1974). “Wild Night” es recurrente en la mayoría de sus directos desde los años setenta, incluido en su mítico "Tupelo Honey". Aquí fue el único momento en que la guitarra de Keary sonó con cierta distorsión rockera, con otra nueva ejemplar improvisación del joven saxofonista Chris White, esta vez con tenor. Y sin bajar el listón de la efectividad rítmica, sonaba “Help Me”, un blues marcado de Sonny Boy Williamson, pasado por la batidora rítmica de la banda de Morrison, y recurrente en sus finales de conciertos, con le jefe a la armónica. Transcurrida una parte del tema, Van Morrison hizo mutis por el foro, y desapareció de escena, exactamente igual que las dos últimas veces que lo hemos visto en Madrid (2018/2022). 

Sin embargo, el cantante no se fue rápidamente al hotel a darse una buena ducha, sino que quiso unirse al fin de fiesta. Entonces sonaron los acordes de “Gloria”, aquel mega éxito de 1964, de su primera banda, los Them (canción grabada también por The Doors). Es cierto, pues, que el nordirlandés tuvo el detalle de regresar para entonar la primera parte de la legendaria canción. La talentosa Sumudu Jayatilaka entonaba el estribillo de la canción casi en solitario. Ahora sí, Morrison desapareció del mapa para ya no volver. E igual que en su última actuación en el WiZinkCenter, la banda (nueve musicazos) iniciaron una improvisación infinita, que llevó el tema ¡hasta los 16 minutos! Sin duda, el momento más destacado fue cuando la joven promesa Jolene O’Hara, vecina de Belfast, se marcó una improvisación desatada, que me recordó a la portentosa Clare Torry en “The Great Gig In The Sky”.

Sin duda, fue un concierto memorable, con nueves músicos totalmente desatados en los temas finales, pero, cierto, y ¿”Brown Eyed Girl?”, “¿Moondance?”, “¿Bright Side of the Road?”, “¿Domino?”… Se oían quejas entre el numeroso público que desalojaba la pista. Incluso una mujer se acerco al escenario a increpar, a los técnicos que allí se encontraban, la ausencia de “Brown Eyed Girl”, que, quizá sí, Van podría haber colado. Pero esta noche la idea era otra. Y aquellos que amamos verdaderamente al León de Belfast nos pareció también un plan perfecto, otro nuevo rugido desde la eternidad para depositarlo con esmero en nuestra memoria.

Turn Turn Turn: “Componiendo usamos el pasado para crear algo nuevo”


Por: Liberty Valance.  
Fotografías: Shelly Mosman.

Adam Levy (guitarra, voz), Savannah Smith (guitarra, voz) y Barb Brynstad (bajo, voz) son figuras prominentes de la comunidad musical de Minnesota, con una larga carrera a sus espaldas, sobre todo en el caso de Levy, quien está también al frente de The Honeydogs, una de las mejores bandas del rock americano de raíces de los últimos treinta años. 

Unidos por su afición por country, el folk y el pop de los años 60 y 70, Turn Turn Turn se formaron inicialmente como grupo de versiones, pero al poco tiempo de tocar juntos la química entre sus respectivas formas de componer y entender la música les llevó a ir incorporando sus propias canciones al repertorio. 

En la actualidad preparan su tercer álbum, del que ya conocemos dos prometedores singles. 

Entrevistamos al trío unos días antes de que emprendan rumbo a España, para actuar en El Puerto de Santa María (viernes 13, https://www.tickentradas.com/lugar/teatro-pedro-munoz-seca-el-puerto-de-santa-maria), Isla Cristina (sábado 14, https://www.islasonica.es/) y Madrid (martes 17 https://entradium.com/en/events/fiesta-1er-aniversario-de-balas-perdidas-con-turn-turn-turn-y-m-a-p-a), en la fiesta de celebración del primer aniversario del boletín Balas Perdidas.

La banda es nueva, pero los tres integrantes tenéis una larga trayectoria en la escena musical. ¿Os conocíais de antes? ¿Cómo se formó el grupo? 

Adam: En 2018, Barb estaba causando sensación como bajista tras reconectar con el instrumento, ya que se había tomado un descanso para criar a su hija durante la década del 2000. Había oído hablar de su forma de tocar, así que decidimos unirnos y formar una banda. En un momento dado, mi hija Ava formó parte del grupo, pero al final estuvo demasiado ocupada para continuar. Entonces pensé en Savannah, una talentosa cantautora a la que había dado clases en una escuela de música. Era estudiante de composición y tenía una voz increíble. Contactamos con ella y aceptó unirse a nosotros. Tener tres voces distintas nos distingue de muchas otras bandas de la ciudad. Cada uno canta por separado, y las armonías a tres voces crean un sonido único que distingue nuestra música. 

El nombre de la banda da una pista clara sobre sus influencias. ¿Son los Byrds tu banda favorita de los 60? Barb: Nos encantan los Byrds, pero no son nuestra banda favorita de los 60. Es difícil identificar solo una o dos referencias. The Turtles, Rolling Stones y Beatles son claros candidatos, pero la lista sería muy muy larga. 

Adam: Coincido con Barb. Toco mucho la guitarra eléctrica de 12 cuerdas y me encanta ese sonido, pero el título de la canción que usamos para nuestro nombre fue un referente de la época y la ubicación de los sonidos que creábamos. Aunque lo cierto es que Laurel Canyon en los 60 y 70 es solo una de varias influencias.. Nos encanta el soul clásico de Stax/Muscle Shoals tanto como la época dorada de la música country honky tonk. 

Además de esas influencias clásicas que mencionáis ¿Qué tipo de música soléis escuchar en casa o de gira? ¿Preferís revisitar clásicos o intentar descubrir nuevas bandas y artistas? 

Barb: Nuestras listas de reproducción combinan clásicos y artistas más recientes. Si compartiéramos nuestras listas de Spotify, probablemente compartiríamos muchos géneros y tendríamos influencias musicales únicas. Sí, los tres tenemos muchas influencias, propias de cada uno de los tres compositores. Nuestra primera lista de versiones que interpretamos debería darte una idea de nuestra trayectoria. Incluía canciones de The Flying Burrito Brothers, The Byrds, The Beatles, The Monkees, The Everly Brothers, Gram Parsons, The Faces, Them, Nick Drake, The Rolling Stones, Graham Nash, Glen Campbell, Fleetwood Mac, Simon & Garfunkel, Dolly Parton, Emmylou Harris, Nico, The Mamas and Papas, Delaney & Bonnie, Judee Sill, Dion, Blind Faith, The Association y Rod Stewart, por nombrar solamente algunos. 

Vuestra música tiene influencias clásicas reconocibles, pero tiene una personalidad propia y consistente. ¿Cómo creéis que lográis ese sonido único? 

Adam: Como decíamos antes, todos tenemos procesos de composición e influencias distintos. Nos encanta la música de los clásicos de los 50, 60 y 70, pero también nos gusta mucha música contemporánea. Como compositor, siempre uso el pasado para crear algo nuevo. Y siempre busco no repetir lo que he hecho dos veces. La banda ha evolucionado con el tiempo gracias a que tocamos juntos con mucha frecuencia... y al deseo de hacer un disco diferente cada vez. Nuestro tercer disco será diferente a los dos primeros. Cuanto más tiempo llevamos con esto, más cómodos nos sentimos juntos y, en mi opinión, nuestro sonido se vuelve más único gracias a nuestras respectivas inspiraciones y personalidades. 

El hecho de que haya tres compositores ayuda a que el sonido sea más amplio y diverso... 

Barb: ¡Por supuesto! Cada uno aporta sus propias influencias y estilos únicos a sus canciones. 

Adam: Creo que escribimos de forma diferente: temática, métodos de escritura. Me gusta cómo sonamos cada uno por su cuenta, pero mezcla y la diversidad funcionan muy bien. Sois de Minnesota, que tiene una gran tradición musical, ¿Os sentís pate de alguna escena o movimiento? Barb: Yo diría que sí. Las Ciudades Gemelas, Minneapolis y St. Paul, tienen una escena musical muy robusta. He notado que mucha de la gente con la que me relaciono está involucrada y, sinceramente, contribuyen mucho a mi red de apoyo. ¡Es genial formar parte de algo tan vibrante! 

¿Con qué bandas actuales os identificáis más? 

Adam: No quiero hablar por mis compañeras de banda, pero percibo muchas similitudes en Margo Price: la interacción entre el rock y la música de raíces más antiguas. Nos han comparado con Jenny Lewis, Dolly-Emmylou-Linda Ronstadt… Fleetwood Mac. Aunque nuestro sonido es diferente, creo que Charlie Crockett, Sturgill Simpson y Siera Ferrell se encuentran en ese espacio entre el country, el soul y el rock, cambiando de forma a lo largo de los álbumes, inquietos. Creo que tenemos ese punto en común. 

La industria musical ha cambiado mucho en los últimos años. ¿Os sentís cómodos con cómo funcionan las cosas hoy en día? ¿Qué opináis de la posibilidad de acceder a prácticamente toda la música de la historia desde un teléfono móvil? 

Adam:
Crecí aprendiendo música en un viejo tocadiscos, pero ahora puedes aprender a tocar cualquier canción viendo a alguien enseñándotela en YouTube. ¿Esa es la pequeña magia? Quizás. Se crea y publica más música ahora que en cualquier otro momento de la historia. Es fácil dar a conocer la música, pero más difícil encontrar a tu público. A pesar de todos los cambios, se trata de crear y presentar esa música al público. 

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de esta situación para grupos como el vuestro? 

Adam: Parece que nunca hay tiempo suficiente. Barb es consultora de marketing y toca en varias bandas. Savannah tiene una tienda vintage. Yo doy clases y tengo algunos proyectos musicales en marcha, como The Honeydogs. Esto limita la cantidad de conciertos y giras que podemos hacer. Tenemos muchas ganas de hacer más giras internacionales. 

¿Las giras son lo que más disfrutáis?

Barb: Como dijo Adam, todos tenemos trabajos de tiempo completo, lo que significa que no podemos salir de gira tan a menudo ni por tanto tiempo como nos gustaría. Pero siempre intentamos tocar para nuevos públicos siempre que podemos. Cuando podemos hacer un hueco en nuestras agendas, lo que nos gusta llamar mini-giras, lo pasamos genial y siempre lo disfrutamos mucho. 

Adam: Barb y Savannah son dos de mis mejores amigos. Pasamos mucho tiempo juntos en coche y en la carretera; somos como turistas, nos encanta la comida y todos tenemos curiosidad, así que viajar es algo divertido que compartir. También me encanta grabar música y crear en el estudio con ellas dos. 

¿Sois una banda muy diferente en el estudio y en directo? 

Barb: Creo que son dos facetas diferentes y complementarias. Como hemos grabado nuestros dos últimos álbumes en casa de Adam, eso nos da la oportunidad de ser creativos y probar nuevas ideas, al no estar tan sujetos a los gastos de un estudio de grabación convencional. Cuando tocamos en directo, nos nutrimos de la energía de los demás miembros de la banda y del público, lo que le da un ambiente completamente diferente. 

Adam: Sí, los conciertos son diferentes a los discos. Me encanta cuando cambiamos partes del disco y no simplemente "recreamos" las grabaciones. A veces, lo que haces en directo queda muy cerca de la grabación, pero otras no, y eso hace que la música sea algo vivo y cambiante. Por otra parte, nuestros directos varían mucho en función de que tengamos banda completa -con batería, pedal steel y teclados- o tengamos la versión acústica en trío. Me gustan las dos posibilidades. 

Venís a España por segunda vez en unos días. ¿Cuáles son vuestras expectativas respecto al año pasado? 

Savannah: Creo que todos estamos emocionados por tocar en eventos más grandes y escuchar música nueva. También tenemos ganas de tener más tiempo entre conciertos para explorar España y pasar tiempo con nuestros amigos españoles. 

Adam: Parece que nuestros amigos nos ayudaron a conseguir unos espectáculos geniales en esta excursión. Los Brass Buttons son gente increíble. Nos encanta pasar el rato con ellos y que nos muestren el recorrido culinario, histórico y cultural de Andalucía y Madrid. España es magnífica.

Olivia De Happyland: "Hiperia"


Por: Txema Mañeru. 

Una pena que la extremeña afincada en Madrid, Olivia, nos haya brindado una carrera tan guadianesca, porque la verdad es que cada uno de sus discos han sido más que destacados. De hecho, cuando prácticamente la teníamos olvidada, nos ha brindado su mejor LP hasta la fecha. Ella empezó en la primera década de este milenio con su Casio PT10, iniciando su trayectoria, estando ya en Madrid, siendo teclista del gran Santi Campos (Amigos Imaginarios) y The Happy Losers.

Pronto se animó a componer sus propios y muy originales temas y movió su maqueta recibiendo muchos elogios de cracks de la música como Jesús Ordovás o Julio Ruiz. Finalmente debutó en 2010 con "Casi Feliz", un LP que la hizo casi feliz, sí. Todavía tuvo más repercusión un "Antibiografía" que definió mucho más su personalidad tanto en sonido como en sus muy personales letras.

Tras muchos años en el olvidó ha vuelto a resurgir con su indie folk-rock con un “Hiperia” que marca un punto de inflexión en su vida. Combina poesía y rock como Patti Smith, pero también al igual que Beth Gibbons o Bon Iver. Se nos descubre ante sus fantasmas interiores y nos cuenta todo lo que le ha sucedido en la última larga década con total honestidad y consiguiendo un sonido muy personal muy bien ayudada por un gran y amplio conjunto de buenos músicos. Su decepción por la raza humana le llevó a refugiarse en la naturaleza, los animales y las obras de otros muchos artistas inadaptados. Ahora, ella también quiere llegar con su nuevo trabajo al interior de muchas almas perdidas como la suya. 

El disco suena más introspectivo que nunca acercándose al modelo de cantautora. Nos gustó mucho cuando escuchamos el gran single de adelanto "Apocalipsis Meow". Un tema nostálgico con un punto hasta de resignación. Melódico y muy folkie con un claro punto a los Picnic de Jeanette hasta en la voz. Eso sí, sus crudas guitarras arañan y suenan muy actuales alrededor de un precioso estribillo melódico y con un punto PJ Harvey, pero otro a M. Ward. Todo esto con referencias poéticas a Bécquer y Byron

Antes de eso abre con un "Cuchara" muy experimental con guitarras funk al estilo de las de Talking Heads y una narración al estilo de El Hombre Burbuja (Julio De La Rosa). al que rodean unos sintetizadores locos. Por cierto, dichos teclados y, además, guitarras, bajo y batería corren a cargo del músico de Georgia, Beqa Minadze, que ayuda en la producción a la propia Olivia. Pero hay más canciones realmente poéticas para dar imágenes a una íntima y melancólica película. Para ello le ayudan instrumentistas provenientes de Polonia, México, Inglaterra, Sudáfrica o Berlín. Protagonistas de la popera "Sin Encajar" o de los tonos western en las guitarras de "Zig zag,, además de más teclados ácidos. Cierra la cara A "La Bengal", un precioso lento con mágicos ambientes, deliciosos teclados y finos punteos de Adam Health.

La cara B comienza con "Dama y Vagabundo", un tema que recuerda, como algunos otros momentos, a la mejor Christina Rosenvinge . La bonita y emotiva voz melódica de Olivia comanda una "De Parte De Marilyn" en la que destacan el bajo y las guitarras de Beqa, además de un piano que todavía destaca más en la versión acústica final del mismo tema. Los cuidados arreglos de la preciosa "Vuela El Gas" anteceden a su única canción en inglés, una "Horse Vampire", que cuenta con su campestre videoclio, grabada como quien escribe una carta y donde se suman las referencias de Joana Serrat, Nuria Graham o, incluso, a Maika Makovski. Los Teclados y el misterio se adueñan de un tema cinematográfico como "Fuego" al que añadirá elementos flamencos que nos recuerdan a Soleá Morente. 

Otro más que posible single sería "Mil Hogueras Después" y su bella melodía hecha de acústicas hermosas, una steel guitar genial y sentenciosas y destacadas frases como: “La historia está escrita por hombre…, los hombres enjaulan canarios…”. Ejemplos de un trabajo que puedes conseguir en Discos Poloholadiscospolo@gmail.com o a través de la propia Olivia, escribiendo a oliviahappyland@gmail.com. Destacar también como merece la preciosa portada y el diseño en general del vinilo de Spencer Robens Designs. Como bien dice la propia autora, este disco es tanto un refugio como un grito, una despedida cargada de nostalgia y una invitación a soñar. ¡Sueña con ella!

Arcade Fire: "Pink Elephant"


Por: Javier Capapé.

"No se puede tapar el sol. Y mucho menos con un dedo". Hace treinta años Jesús Cifuentes, alma de los carismáticos Celtas Cortos, cantaba esto en "El Caimán Verde", su primer disco en solitario. Nunca pensé que me vendría inmediatamente a la cabeza al toparme con el último disco de Arcade Fire, "Pink Elephant". El verso encaja perfectamente con el símil al que se refiere la metáfora del elefante en la habitación. No podemos evitar enfrentarnos a él aunque intentemos desviar la atención hacia otra cosa. Algo así es lo que han querido decir los canadienses con su séptimo trabajo de estudio, en el que se enfrentan cara a cara con su público en su regreso a la actualidad tras el escándalo de las acusaciones de abusos a las que se enfrentó su líder Win Butler. Como queriendo hacerle frente justificando heridas y asumiendo errores, así como vislumbrando de forma liviana cierto grado de arrepentimiento y crecimiento hacia adelante. Todo ello queda mostrado en las letras de estas nuevas diez canciones, tres de ellas instrumentales.

Es la primera vez en la que no parece que Arcade Fire quieran sonar grandilocuentes. "Pink Elephant" deja lejos la épica y se presenta con discreción, no vaya a ser que se despierten de nuevo los pasajes a olvidar. Y ese espíritu deja en el disco una sensación de tibieza. No llega a explotar y se esconde sin hacer demasiado ruido. Grabado en los estudios que la pareja protagonista de este combo tiene en Nueva Orleans, cuenta con una producción a cargo de Daniel Lanois, aunque ésta no se luce en exceso como podría haber ocurrido teniendo en el equipo a uno de los genios del sonido ambiental y la experimentación más solvente (suyo es gran parte del éxito de clásicos como "The Joshua Tree" o "So", por citar sólo dos ejemplos que definen por sí mismos la brillantez experimental en el pop y el rock de los años ochenta).

Comienza creando ambientes con ese instrumental de sugerente título que es "Open your Heart or Die trying", pero rápidamente tropieza con el tema titular que, lejos de engancharnos a la primera, pasa de puntillas entre sus obras más aguerridas. Su riff es poco incisivo y no explota como en otras ocasiones. Sí, es solvente, pero no convincente, llegando a apreciar una falta de énfasis en la forma de encarar la parte vocal de Win. Régine Chassagne toma las riendas en "Year of the Snake", pero no por mucho tiempo, aunque sin duda convierte a este tema en uno de los más atrayentes de la hornada gracias, entre otras cosas, a esas guitarras quebradizas, aunque se echa en falta un estribillo más sólido. "Circle of Trust", con parte del protagonismo vocal recayendo sobre Régine nuevamente, se va hacia terrenos más sintéticos, pero no brilla como en su día hicieran con los números más experimentales de "Reflektor" o "The Suburbs". Por su parte, "Alien Nation" se torna brillante en su reiteración para acercarles una vez más, como ya ocurriera en su anterior largo, a las maneras del Peter Gabriel más atrevido. Aquí hay potencia en un puente descontrolado en rítmica, e incluso se atreven con el uso de alteraciones y efectos vocales que le otorgan cierto aire neo futurista.

A modo de interludios tenemos las instrumentales "Beyond Salvation" y "She cries diamond rain". La primera antecede a la más introspectiva e intensa "Rie or Die". Desprovista de artificios. Casi una rareza en el combo de Montreal por sus formas, que nos regalan un tema emotivo de tono confesional y acústico, con Win reforzando su falsete, antes de volver a la carga con más electrónica y sintetizadores que enfatizan la pegada en "I love her shadow", que, por su temática, parece querer llevarnos de vuelta a toparnos con el elefante de las acusaciones de Butler.

Podríamos pensar que el disco es demasiado conciso, porque son solo siete los temas convencionales que quedan desarrollados cuando llegamos al más denso y estirado en tiempo "Stuck in my Head" que no llega a enganchar, a pesar de buscar la épica de forma más consciente. Este final nos deja con cierta desazón interna, como vacíos por primera vez ante un disco de Arcade Fire que no consigue decirnos demasiado, al que casi no reconocemos dentro de su espectro. El grupo había podido bajar el listón en anteriores entregas no tan afortunadas como "Everything Now", pero hasta en ese disco encontrábamos cierto riesgo y ganas de virar el rumbo. Sin embargo, en este "Pink Elephant" no percibimos apenas algo de esa intención, ni parecen molestarse en exceso por su sinsabor. Se nos presentan decididamente relajados y sin pretender acaparar nuestra atención por encima de todo. Queda reflejada cierta falta de cohesión y, a la par, pocas ganas de defender una colección de canciones que casi ni ellos mismos se creen. Tibias, como señalábamos antes, y que fácilmente quedarán en el olvido. Sin apenas trascendencia.

No era el mejor momento para reflotar el buque, aunque seguramente se guarden sus mejores cartas para el directo, en el que dudo que no sean convincentes tras demostrar gira a gira su dominio de los tempos, la energía y la emoción en sus presentaciones en vivo. Ahí puede estar la decidida apuesta de la banda en esta ocasión para volver a tener algo que decir si no quieren quedar heridos de gravedad. Y en ésta tendrán un papel decisivo sus restantes miembros Richard Reed Parry, Jeremy Gara y Tim Kingsbury, en los cuales casi nunca nos detenemos, pero que siempre son claves a la hora de transmitir y derrochar toda su energía en vivo.

Arcade Fire han decidido no mirar hacia otro lado, hacer frente a sus miserias, pero no por ello han conseguido un disco redentor. Más bien se han quedado en un intento de sonar profundos mientras por el camino han perdido su brillo para hacer magia con lo mundano. No dan la espalda a ese elefante que, aunque se nos presente en tonos más digeribles, no deja de atragantarse por su pesada carga. Ojalá salga de esa habitación más pronto que tarde y dé paso al carisma que siempre les había definido, devolviéndonos a ese vecino inquietante, a la biblia de neón incandescente, al retrato suburbial más preciso, al reflejo de las mil caras de nuestros espejos, al maremágnum del todo y el ahora e incluso a la versión más universal del nosotros. Esos son los Arcade Fire que esperamos de vuelta cuando los tonos rosáceos de este elefante pasen de largo ante nosotros y su presencia se pierda definitivamente. Al fin y al cabo, ese es el motivo de la historia narrada en estas canciones. El principio y fin de su existencia.

Sisa: “Qualsevol Nit Pot Sortir El Sol (50 Aniversari)”


Por: Txema Mañeru. 

Jaume Sisa siempre fue algo marciano o, hasta a veces, demasiado marciano. Hasta tal punto de creer que “Galeta Galáctica” era mejor que disco que ests, su obra maestra, “Qualsevol Nit Pot Sortir El Sol” (K Industria). Bueno, al menos, él decía que se sentía más satisfecho con los resultados de ese siguiente trabajo que el próximo año cumplirá también medio siglo de vida y del que esperemos haya una edición en vinilo tan cuidada como la que K Industria ha sacado ahora de este mítico álbum del 75.00 Una edición en vinilo transparente y de la que creo hay otra de 250 ejemplares firmados por el propio Sisa. Se añade una lámina fotográfica exclusiva de 30 X 30 centímetros de tamaño. A eso se suma una rareza en forma de Pay-Pay promocional de la época. No faltan las notas promocionales originales de contraportada con la firma de Ventura Mestres. Pero, además, tenemos el libreto interior original con todas las letras en catalán y en castellano. 

Un trabajo que siempre aparece en los más prestigiosos listados con los mejores discos de la historia de la música hecha aquí. Muchas veces,incluso, entre los 10 primeros. Yo también lo situaría en dichos lugares y de hecho me hice con una descuidada edición en vinilo a comienzos de los 80 que sale claramente en desventaja, en todos los sentidos, con la que ahora podemos disfrutar.

Las historias que Sisa nos contaba en este disco pasaron a la posteridad. Especialmente destacada y admirada la del pedazo de canción que titula y concluye el disco. Canción que hace un paseo por montones de personajes reales o ficticios que gozaban de gran popularidad a comienzos de aquella década y en vísperas de la muerte del Caudillo, que duró mucho más de lo que hubiera debido, si es que no quedaba de otra que existiera. Ese piano mágico acompaña esas historias entre entrañables y nostálgicas y luego están esos delicados coros femeninos que ayudan a convertir esta canción en una de las mejores de la historia. Personajes de los tebeos y del cine, de la realidad y de la ficción. Estupendo estribillo, sí, y luego ese tierno violín que no suena maestro, pero sí totalmente entrañable, como volver a los tiempos de Charlot, Roberto Alcázar y Pedrín, Carpanta o El Capitán Trueno. ¡Una de las mejores canciones de la historia de la música!

Antes abre con las mágicas acústicas de "El Fill del Mestre" y su buena sección de ritmo y un violín que parece el del “Desire” de Bob Dylan del mismo año. El piano de aires jazz y unos cuidados coros y percusiones se suman al paisaje. Claro que el propio Sisa ya decía siempre que todos los cantautores querían ser Bob Dylan. No obstante en este disco también hay buenos ecos de folk mediterráneo, chanson francesa o del gran Antonio Machín

Incluso el folk alucinado de Fairport Convention o The Incredible String Band también nos viene a la mente en más de una ocasión. "El Setè Cel" es otra preciosidad que evoca el mundo de los sueños a través de una melodía que puede recordar a las de las mejores Vainica Doble. Sueño y esperanza. los hermosos coros femeninos destacan en la muy especial historia de "Germà Aire" regada de unas ricas percusiones que, es normal que en notas interiores, agradezca personalmente a la Orquesta Platería. La alegría, fiesta y jolgorio, impulsadas por estupendos vientos corales, dirigen una "Maniquí" que significa el cierre de una cara A con ritmo para bailar a lomos de un piano con aires entre el music hall o hasta el charleston.

La cara B abre con "Cançó De La Font Del Gat" y su voz prácticamente narrando una preciosa historia en la que pinta hasta Picasso. Delicados coros femeninos y sonidos de pájaros y ecos de la naturaleza con aromas al folk campestre para redondear otra de las canciones clave de la obra. El estupendo y muy presente bajo lidera el cadencioso ritmo de "Maria Lluna", con un Sisa cantando henchido de melancolía, entre el piano y ese bajo eléctrico, en un tema donde su buen estribillo y una juguetona y estupenda mandolina aporta aún mayor delicadeza. Otra vez ricas percusiones, algo rumberas, y aires Dylan se presentan en la crítica "Senyor Botiguer", otro de sus clásicos que en “Sisa & Melodrama” acercaría al pop-rock de Talking Heads o The Police. La conclusión ya la hemos mencionado y no es otra que la de los más de 6 minutos (hasta 3 temas superan dicha duración) del prodigioso tema titular.

Estamos ante lo que fue sólo su segundo disco, tras su “Orgia” de debut, pero que ya le consagró para la posteridad mucho más que bajo el nombre de su alter ego, en ocasiones, Ricardo Solfa. Todos los elemntos reunidos en esta grabación le convierten en un trabajo de escucha obligatoria, en cualquier formato, y que seguirá siendo obra incuestionable a lo largo de los años.