Miranda And The Beat: “Can’t Take It”


Por: Txema Mañeru. 

La verdad es que me había puesto a escuchar la reválida de este buen cuarteto de rock’n’roll de Brooklyn, Nueva York, sin saber que venían a visitarnos. Lo cierto es que después de escucharlos en repetidas ocasiones, y disfrutar con él, creo que será una guapa experiencia el verlos en vivo porque también algunos de sus vídeos prometen bastante espectáculo. Las citas serán desde el 23 al 27 de abril en Sopelana (Bizkaia), Barcelona, Madrid, Bilbao y Burgos respectivamente.

Dentro de su r’n’r caben garage-punk y gotas de soul, pop o rhythm and blues. Al frente tenemos la buena voz y guitarra de Miranda Ziepse y entre sus influencias se pueden citar a bandas como The Fuzztones, The B-52’s, Dead Moon (aparecen en la lista de agradecimientos del LP), The Dirtbombs o The Shangri-Las. Pero también las hay más cercanas en el tiempo como The Yeah Yeah Yeahs o The Mistery Lights. Yo, por la gran presencia e importancia del Farfisa, muy en primer plano en bastantes temas, me he acordado también hasta de The Doors, Cynics o Spacemen 3.

Vamos, que lo mejor es que los escuches (y veas sus atractivos vídeos) y juzgues por ti mismo. Han sido fichados por el potente sello italiano Wild Honey Records que cuida muy mucho la presentación de sus vinilos. De hecho, de éste tenemos edición limitada a 300 copias en chulo vinilo azul. Además, si pasas por www.wildhoneyrecords.it comprobarás que tienen otras jugosas novedades en cuidados vinilos (muchas veces también de color). Están a punto de alcanzar las 100 referencias en 15 años de trayectoria. En su “Sampler 2024/2025” aparecen las últimas novedades de sus más grandes nombres como son Deniz Tek, The Gories, The Peawees o Menagramo, pero también nuevas, jóvenes y prometedoras bandas. En muchos casos totalmente femeninas o con chicas al frente. Es el caso de las punkies canadienses Taxi Girls con un single en 7” de color azul titulado “Rainy” con 4 chicas salvajes poniendo voces todas. Una combinación entre The Runaways y The Donnas con estribillo casi pop. The Useless 4 son un cuarteto (dos parejas de hermanos) súper joven de Bérgamo con 3 chicas. Al frente la voz de Sara Puddu. Comenzaron en 2019, teniendo entre 12 y 14 años, y en su debut homónimo, en vinilo verde en este caso, tenemos ecos a Ramones, Hole, Babes In Toyland, Sex Pistols, Bikini Kill o L7. ¡Atentos a su juventud y potencia!

Pero regresando a Miranda & The Beat destacar la buena ayuda en la producción del prestigioso (y con mucho pedigrí punk-rock) King Khan en sus estudios en Alemania. El disco sucede al prometedor debut homónimo de hace 2 años y, además de la potente voz, eficaz guitarra y gran presencia escénica, destaca especialmente la enrome presencia y peso en su sonido del Farfisa de Dylan Fernandez (también aporta una segunda guitarra). En el bajo tenemos a Alvin Jackson y, aunque no aparezca en la portada o no sea miembro de pleno derecho de la banda, tienen también un contundente batería que era o es Ethan Glenn

El disco suena urgente y ha sido hecho de manera muy directa. Lo escribieron y lo grabaron en 5 días y se abre con el poderoso tema homónimo. Arranca con ese significativo órgano Farfisa y ya con el estribillo en primer plano. Combina el sixties garage-pop con algún aire a Siouxie & The Banshees. Atractivos punteos y con un vídeo en el que demuestran ya que Miranda es una animal de escenario más que una monitora de gimnasio. "These Days" se acerca casi a los 4 minutos y nos trae oscuridad y fuzz con aires a los Spacemen 3. Regresan al terremoto punk con otro single previo como "Earthquake Water", un auténtico terremoto de menos de 2 minutos. El Farfisa vuelve a llevar la melodía en una ansiosa, pero también pegadiza, "Anxiety" que nos trae a la mente a los Fuzztones o a los Cynics. Sorprende una especie de cumbia garajera al estilo de Los Mejillones Tigre en el que repiten su título en castellano, "El Lobo Negro". Cierran la cara A con un guapo lento solo con la guitarra eléctrica y la voz de Miranda titulada "The Last Time".

La cara B se abre con "I Tried", otro buen lento, pero ya con una onda punk-rock y con la banda. Miranda no solo lo intenta, sino que nos grita su potente estribillo. "In My Life" es otro impactante lento con ecos garage-surf. "New York Video" recupera el Farfisa a primer plano y combina el punk con toques new wave y momentos cercanos a los más saltarines The B-52’s. "Manipulate Me" es otra vuelta al punk acelerado, pero siempre con ese órgano arañando. Sorprende el nuevo y excelente single titulado "Up In Smoke", de nuevo con sus cuidados aires de pop sesentero. La presencia del órgano combina ecos a The Doors con The Shangri-las, sobre todo por sus coros. Una delicia absoluta. Finaliza el disco con el único tema que supera los 4 minutos. Se titula "The Secrets" y es un oscuro tema lento (con ecos al swamp-rock de Nueva Orleans). La voz de Miranda llega al límite en su estribillo y las locas guitarras finales traen de nuevo aires new wave. 

El sonido de todo el disco es potente gracias a las mezclas y masterización de Félix Margraf, y las fotos de la preciosa portada, en color, y las de contraportada (en blanco y negro), estupendas con la firma de Sacha Lecca. La conclusión final es que estamos ante un grupo con mucho presente y que nos empuja a comprobar su valía en estos inminentes conciertos.

Ilustres Principiantes: Siameses



La banda de indie rock Siameses lanza su primer LP “Lo Nuestro”. Tras el éxito de varios singles previos que han tenido una gran aceptación,como "¿Qué quieres de mi?", la banda ha logrado acompañar a importantes formaciones de la escena, consolidando su presencia en el panorama musical. Este nuevo disco, titulado "Lo nuestro", viene compuesto por 10 temas y desde el 4 de abril está disponible en todas las plataformas digitales, además de una edición especial CD Deluxe limitada para los coleccionistas y melómanos más exigentes.

Siameses es la reencarnación de un proyecto anterior liderado por Antonio Castellón y Javier Patón, al que se han unido músicos con una dilatada trayectoria en diversas bandas (Jose Antúnez, A.Garnica, Luismi Jiménez), aportando experiencia y una visión renovada a su sonido. Su propuesta se caracteriza por una producción muy profesional y cuidada, en la que cada detalle ha sido trabajado con mimo para ofrecer un resultado de gran calidad.

Con este álbum, Siameses explora territorios sonoros más dinámicos y bailables sin perder la esencia que los ha convertido en referentes del indie rock de guitarras. La producción ha sido llevada a cabo por David Sutil y Antonio Castellón y cada canción se presenta como un viaje vibrante cargado de energía y emoción. La colección de canciones es realmente variada manteniendo una coherencia sorprendente.

Siameses destaca por su pasión por lo barroco, creando composiciones ricas en matices y detalles, pero al mismo tiempo, su sonido es descrito por el público como fresco y personal, logrando una combinación única de elegancia y energía. Además del disco, todo lo que rodea a la banda, desde sus videoclips hasta su merchandising, es totalmente autogestionado y de una calidad sorprendente, demostrando su compromiso con la independencia y el cuidado artístico en cada una de sus creaciones.

Miqui Puig: “Al final quedará mi legado y mis canciones”


Por: Javier González. 

Miqui Puig es un maestro de la conversación, cada vez que hemos tenido la oportunidad de charlar nos lo ha demostrado con soltura y autosuficiencia. Algo que ha vuelto a ocurrir en esta ocasión, donde por primera vez la conversación no ha girado en torno a un nuevo disco dentro de su trayectoria, pues ahora nos ha sorprendido con el notable “Yo no quería ser Miqui Puig”, un libro de brillante planteamiento con el que nos invita a hacer un recorrido vital por su siempre polifacética trayectoria. 

En el mismo se cruza el relato de los momentos de mayor éxito al frente de Los Sencillos junto a reflexiones íntimas, profundas y dolorosas, directamente extraídas de sus diarios personales, que salpican una andadura repleta de vivencias únicas, las cuales, sin embargo, no esconden ni edulcoran la miseria que habitaba tras las cámaras, entre platós de máxima audiencia y el brillo de los focos, ni las falsas palmadas en la espalda con que le felicitaban las discográficas, travestidas poco tiempo más tarde en viles puñaladas en forma de rescisión de contratos sin previo aviso. 

Ahí aparece la figura real de Miqui, la pública y privada, el genio rompepistas y el hombre acomplejado; el bufón de la corte y el animal enjaulado, asustadizo y maltratado. Hoy, sonriente y satisfecho, nos atiende con la afabilidad de un señor maduro y tranquilo, sabedor de que el niño que fue estaría satisfecho con el bagaje acumulado y las experiencias vividas.

¿Qué tal estás, Miqui? ¿Cómo va todo? 

Miqui: Bien, estoy bien. Acabo de llegar al estudio, al laboratorio, donde hacemos las canciones, hoy viene a visitarnos una chica para producir un “track”. Es uno de los mejores momentos de la semana, cuando vengo aquí, me siento con mi socio y hablamos del fin de semana, encendemos ordenadores y nos ponemos a hacer canciones. El mejor trabajo del mundo. 

“Los que nos dedicamos a la música vivimos en la cuerda floja” 

Hemos devorado “Yo no quería ser Miqui Puig” literalmente, un libro donde desnudas un montón de sentimientos e historias que llevabas muy dentro durante toda tu trayectoria vital. ¿Por qué precisamente ahora, en este momento? ¿Qué te ha impulsado a dejar todo el pudor de lado? 

Miqui: Las cosas pasan siempre de la manera más casual y menos planeada. El año pasado estaba en casa y recibí un mail de un editor de treinta años que quería verme. Me preguntó: “¿Por qué no hay un libro de Miqui Puig?”, y le conteste, “Sencillo, porque siempre he tenido miedo”. Y replicó, “Ahora quiero hacértelo”, pensé “Pues vale, adelante”. Me vi capaz. Supongo que ahora hay calma y cosas que, no me la pelan, pero las veo desde otra perspectiva. Era un momento donde me apetecía ponerme a escribir de verdad, hacer algo que fuera literario. No quería hacer un libro de historias de rock, algo que me han pedido varias veces. No me apetecía verme en el pelotón de músicos que creen escribir. Buscaba hacer algo distinto y creo que lo he logrado, sobre todo por los feedbacks que me dais. Me apetecía emocionar, que tuviera partes divertidas, también contar una historia y que a través de la misma se construya un relato que hable del mundo interior de un músico que a lo mejor la gente no podía imaginar que lo tuviera y que en muchos casos no es para nada agradable. 

“El relato habla del mundo interior de un músico que en muchos casos no es nada agradable” 

¿Cuál era el planteamiento inicial del libro? ¿Ha evolucionado mucho desde la idea inicial hasta el final del mismo? 

Miqui:
No, simplemente hay menos cosas. He cortado partes que no funcionaban. Tenía claro que los diarios eran un pivote, te situaban en la historia, pero el Miqui del año 2024-25 veía las cosas de otra manera. A veces se muestra lo absurdo de la juventud y de los momentos de drama que no son necesarios y solo viven en tu cabeza. Quería que la gente viera lo que es el proceso de creación y, sobre todo, que vieran que los que nos dedicamos a cosas que no tienen quince pagas y seguridad social vivimos en la cuerda floja. Hay hasta riesgo físico, el otro día iba a pinchar a Tarragona y hubo una colisión múltiple de la que nos libramos por los pelos. El peligro está en una furgoneta de reparto. 

“Si me quieres ver, rasca un poco en las canciones” 

Cuentas un montón de cosas de lo más personal, la lectura me ha ayudado a darme cuenta de que es algo que llevas haciendo, con más o menos distancia, durante toda tu trayectoria. ¿Te sorprende este hecho? 

Miqui: En algún momento he dicho que “si me quieres ver, rasca un poco en las canciones”. Carlos Zanón ha dicho sobre el libro que es “el mejor disco de Miqui Puig”, él siempre solía comentar que nunca me destapa del todo en las letras y en el prólogo, Kiko Amat, comenta que tampoco lo he hecho en el libro. The Smiths decían que todos los hombres tenían secretos, evidentemente aquí se refleja una parte, no todo. Hay nombres que no aparecen porque en el relato no se necesitan. Siempre digo que en la literatura y en la música lo que tachas sigue estando presenta porque está dentro de lo que construyes. Hay frases que no aparecen, pero sirven para apuntalar el discurso. Se pueden hacer vasos comunicantes entre mi vida y mis canciones. 

“Era de los mejores, pero daba por culo a las discográficas” 

Has decidido incluir páginas enteras de tu diario, alguna de las cuales son realmente jodidas. ¿Has tenido la tentación de no incluirlas en algún momento del proceso? 

Miqui: Piensa que los diarios arrancan en un pico concreto del 1992 con un grupo tocando por toda España que tiene entre mano un single de éxito estratosférico, para terminar el día que muere mi padre. Considero que es el día que cambio como persona, todos cambiamos, pasamos a otra dimensión. Haciendo un símil futbolístico, te toca jugar en punta. Es la gracia. También hay otra cuestión como es el hecho de que no sea cronológico, que cada capítulo sea una emoción o parte de mi vida. Y luego al leerlo, todo se va trasvasando. Hablo de moda y de Los Sencillos, lo hago de la televisión y toco mi carrera en solitario y también de mi carrera en solitario junto a las grabaciones de discos. Aparecen los dos "Miquis", el que no quería ser y el que de verdad era cada día. Hay triquiñuelas, es un ejercicio literario, claro está. Hay frases que no funcionan al escribirlas visceralmente, hablando de emociones y recuerdos, luego toca dar forma. He cambiado nombres de personas que nadie necesita saber la relación que han tenido conmigo en un pasado. Las personas que aparecen con nombres y apellidos son gente que de alguna me ha afectado en mi trabajo o me ha ayudado. Es bonito. Por ejemplo, cuando hablo de José María Cámara, quien dice que soy de los mejores artistas que ha fichado nunca, pero me echó de la compañía. Una cosa no quita la otra. Era de los mejores, pero daba por culo pidiendo cosas que las discográficas no entienden. 

“Me decían que era serio, chulo y parecía soberbio, en el fondo era una pared para que no me hicieran daño” 

Eres músico, dj, productor y has hecho televisión y radio, todas profesiones que implicar estar delante de gente, comunicar y en muchas ocasiones abrirse en canal. ¿De qué manera has luchado todos estos años contra tus fantasmas interiores para poder hacer lo que realmente te gustaba? 

Miqui: Hay un momento en que haces un click. Cuando estás cantando, casi en éxtasis, pocas cosas te afectan si funcionan. Luego cuento que soy Cáncer, un tipo miedoso, a quien cualquier mirada desde el público me podía joder, ahí me tocaba luchar. El otro día estaba haciendo un especial sobre Dusty Springfield de la que decía que le pasaba lo mismo, tenía un carácter arisco porque era absolutamente tímida y frágil. A mí me decían que era serio y chulo, parecía que era soberbio, en el fondo era una pared que interponía para que no me hicieran daño. Al final, cuando estás cantando, locutando o pinchando… se me da bien hablar, gracias a lo cual he podido hacer radio, tele y estar sobre un escenario. Son cosas innatas para las que no entrenas. 

“He pagado mis últimos siete discos de mi bolsillo” 

En tu último disco, “Miqui Puig Canta Vol.7”, incluiste una canción llamada “Yo No Quería Estar Allí”, donde haces una radiografía de tu vida en ciertas situaciones donde muestras que no te sentías muy cómodo, algo que es una constante a lo largo del libro, sobre todo en lo tocante a las discográficas y tus aventuras televisivas. ¿Creías que era un peaje que había que pasar para tener más éxito? 

Miqui: Sí, en dicho trabajo se incluye “Yo No Quería Estar Allí” y “Pors Puig”, ambas son las génesis del libro. Sí, sí, a veces lo hacía para comer. Eran trabajos que te ayudaban a pasar seis meses más. También te digo que nadie me ha obligado ni puesto una pistola, lo he hecho porque quería. Sí que a veces hay promesas que no acaban de cumplirse. Cuando acabé “Factor X” pude pagarme un estudio de grabación. A veces alguien me ha dicho “es que no eres suficientemente indie porque sales mucho en los medios”, pues bien, resulta que he pagado mis últimos siete discos de mi bolsillo. Y resulta que quien te lo dice trabaja para un festival pagado por marcas comerciales. Al final cada uno tratamos de terminar el día haciendo la mejor novela, película y canción del mundo. Hay peajes que existen, a veces los llevas mejor o peor, pero solo a pelota pasada te das cuenta que no querías estar allí. Pocas veces puedes coger y bajarte del escenario porque en ocasiones jodes a personas de tu equipo. En ocasiones te das cuenta que las has cagado, lo asumes, pero hay que esperar a que baje el telón y luego valorar lo que querías y no querías hacer. 

¿Hasta qué punto te sentías un animal en cautividad? 

Miqui: Sí, casi es un buen símil. En muchas ocasiones. Y también como el bufón de la corte porque se reían de ti. Me voy a la canción de Radio Futura, “El Canto del Gallo”, cuando decían aquello de “Un jovencito de broma peligrosa, haciendo gala del orgullo local; de los que dan dinero por la noche para que nunca termine su canción”. Muchas veces formamos parte de eso, del entretenimiento de terceros. A veces parece que somos de una categoría inferior, todo forma parte del entramado del comercio. 

“No es fácil ser senior en este país” 

Relatas episodios como aquella cámara que te perseguía mientras llorabas y aquel otro donde hiciste una peineta al público, se me venía a la cabeza otro genio de nuestra música, Jorge Martínez de Ilegales, cuando aparecía en “Moros y Cristianos” para generar gresca. ¿Crees que dichas apariciones han podido haceros más mal que bien? 

Miqui: Claro, a Jorge le querían porque decían que era un bocazas y no se cortaba a la hora de soltar lo que hiciera falta. Lo que cuento de “Factor X”… es que la frase es brutal, “no pilla nada y ha pillado eso”. Teníamos un realizador italiano que era un inútil, pero pilló la peineta. Aquello pasó porque alguien que me tiró cáscaras a la cabeza, te sientes un mono con la grada bramando y haciendo lo que quiere contigo. Al final son episodios pasados que me han traído muchas cosas positivas. Todo tiene partes buenas y malas. Creo que con partes del relato he tocado la fibra sensible, mostrando que hay otro Miqui Puig. Ser senior en este país no es fácil, a no ser que nunca hayas dejado de tener éxito. Hay veteranos que me han dicho que se sienten interpelados al haber leído el libro. 

“Hay personas integristas hasta que el padre les reclama para irse a trabajar al negocio familiar” 

Otras curiosidades que has mostrado es el talibanísmo musical. Hablas de la cerrazón de cierta gente del mundo mod que te criticaba por ser tan abierto, algo que también encontraste en la electrónica. 

Miqui: Igual que en el indie. Siempre hay gente que es más papista que el papa. Hay personas integristas hasta que el padre les reclama para irse a trabajar al negocio familiar. 

Dices que no ser un entendido de la música, solo hablas de los discos y canciones que te emocionan. 

Miqui: Totalmente, hay gente que sabe mucho más que yo. Tengo un amigo que se dedica a hacer butifarras y tiene una colección mucho más amplia que la mía. El otro día veía un vídeo de un señor de setenta y pico años que decía “odio las colecciones y los discos ordenados, me gusta acumular para redescubrir trabajos viejos”. Me gustó su visión, pienso que una canción es del día que las escuchas por primera vez. Sea una novedad o algo viejo, al oírla por primera vez, al emocionarte, esa sensación solo ocurre esa vez. A veces hay canciones preciosas que se odian por haber tenido un mal día. El arte es lo que tiene, interpela emociones. Es lo mejor del mundo. 

“La mejor estética del mundo es el estilo skin head” 

Y otra faceta que muestras con orgullo es la de esteta, un tipo que gusta de vestirse bien, con elegancia y personalidad. 

Miqui: Sí, es una obsesión. Es una manera de expresarme y hacer. Si tuviera dos tallas menos sería muy insoportable. Me emociona mucho la ropa, me flipa. No el comercio, ni que haya injusticias por fabricarla. He leído muchos libros sobre ello, que hablan de que en ciertas épocas el color rojo era asociado al demonio, por eso casi todo Europa vestía de negro, salvo los reyes que eran superiores. Hasta cómo la mejor estética del mundo, el estilo skin head, está hecho a partir de ropa de trabajo, algo que me parece maravilloso. Has hecho muchas cosas chulas a lo largo de tu trayectoria, discos, conciertos, colaboraciones. 

Me ha llamado la atención que una de tus grandes cumbres fuera cantar con Jeannette. ¿Por qué? ¿Qué ocurrió para que no pudieras grabar aquel disco finalmente con ella? 

Miqui: Esto fue un sueño. Jeannette ha vuelto a saltar a la palestra por varias colaboraciones, pero en ese momento no había hecho nada. En el año 2000 éramos pocos los que la reivindicábamos. Que dijera que quería colaborar conmigo para una de las mejores canciones de mi repertorio fue algo muy emocionante. Ha sido una de las personas a las que he mandado el libro. A Jeannette, Martirio y Nacho Canut, personas que aparecen citadas y siempre me han ayudado mucho. Su feedback ha sido muy emocionante. La posibilidad de grabar se truncó porque siempre aparece el jeta que intenta aprovecharse. Ella siempre ha hecho cosas en el circuito revival donde todo era muy fácil y claro, vas, cantas y te vas, entonces en el momento en que empiezas a marear la perdiz y aparecen gente que se quieren aprovechar del río revuelto todo se enturbia. Hubiera sido bonito, la historia era muy bonita. Al no vivir en Madrid nunca he estado en los círculos del amiguismo que posibilitan hacer colaboraciones, siempre tengo proyectos y discos en la cabeza con gente variada. Por suerte, al final quedará mi legado y canciones. Me emociona cuando alguien de 17 años viene y dice que me ha descubierto. Formo parte de la invisibilidad, pero que te encuentren así es genial. 

“Cuando acabé “Factor X” pude pagarme un estudio de grabación” 

Hablas mucho de tus amigos y amigas, de la gente club motociclista… ¿Cuánto has necesitado de tus pasillos de seguridad para resistir? 

Miqui: Fue un nombre que nos inventamos porque como Bruce Springsteen tenía la E Street Band, me inventé la Agrupación Cicloturista que era mi banda, gente que lo hace por ocio. Era una forma de decir que lo hacíamos por ocio. Ahora el espectáculo que vamos a hacer en Madrid y Barcelona serán dos noches seguidas, concentradas, para que quien quiera venir se lo monte. Que cojan vacaciones y canguros para ver un evento único. Es lo que buscamos. 

Vamos a hablar de lo estrictamente musical. ¿Para cuándo nuevas canciones y disco? Háblanos de las dos noches mágicas que tienes ya cerradas para Barcelona y Madrid. 

Miqui: Hay apuntes e historias para un disco. Estábamos dudando si sacar el libro y disco a la vez, pero quiero dedicar a las nuevas canciones tiempo, hacerlo con calma. Hay muchas composiciones de los dos últimos trabajos que han pasado bastante desapercibidas, por eso vamos a hacer un gran espectáculo. Muy divertido, todo de baile. Cantaré desde temas de Los Sencillos hasta de mi carrera en solitario. La idea es mostrar lo que hago, aunque no me lleven a los festivales, no tenga patrocinadores y aunque los seniors estemos un poco invisibilizados, toca reivindicarse. Siempre tengo las ideas de discos al día, pero es un desgaste grande hacerlos y que no pase nada. Con el último trabajo tan solo di cuatro conciertos. Desgasta económicamente, pero también a la gente que está contigo preparando todo para dar solo cuatro actuaciones. Es una putada. 

“Me lamo las heridas, pero tengo el corazón contento” 

En este punto de tu vida, ¿Qué vigencia tiene tu canción “Miqui contra el Mundo”? ¿Ha conseguido Miqui Puig lamerse las heridas y tener el corazón contento? 

Miqui: Sí, pero sigo estando contra el mundo. Contra las cosas que no son justas. Estoy contra el paro, la falta de trabajo digno y la ausencia de las viviendas en este país; la desatención de la cultura y los medios que nos muestran noticias falsas día a día. Debemos seguir estando contra todo eso. Me lamo las heridas, pero el corazón lo tengo contento. Es una parte de mi carácter que no debe cambiar, ya que es la que me tiene en alerta. A veces creemos que somos muy racionales, pero las partes animales son las que nos tienen alerta. 

Vamos a rematar con una encuesta acerca del grado de satisfacción después de todo lo pasado a lo largo de tu vida. 

Miqui: Total. Todo lo vivido ha sido tan intenso y bonito, lo bueno y lo malo. Me han ocurrido cosas fascinantes. Tengo casi cincuenta y siete años, pero me estás haciendo una entrevista que gira alrededor de algo muy pequeño que hago en una habitación con una libreta y un lápiz. Es brutal. Aquel niño que se inventó una banda llamada Aullidos en el Garaje no soñaba con llegar tan lejos. Soñaba con otra canción y con dar una actuación. Aquí seguimos con ganas de montar canciones. 

Gracias, Miqui. Ya sabes que “El Giradiscos” es tu casa y que te queremos. 

Miqui: Lo sé. Es guay. Un placer y un abrazo grande.

El Gobierno: "No hay que tener miedo a la verdad de uno"


Por: Kepa Arbizu. 
Fotografía: Juxe Areta Goñi.

El segundo disco, "Flipe VI", perteneciente a ese proceso de "castellanización" adoptado por The Government, ahora El Gobierno, más allá del abandono del anglosajón como idioma sobre el que vehicular su discurso, significa sobre todo la inequívoca sentencia de que su sonido ha orillado los ritmos afroamericanos para asentarse en una original y airada mezcla de punk-garage y heavy. Directrices musicales que ejercen como su actual libro -rojo- de estilo y que siguen fortaleciendo a este trío democrático y popular, en el mejor sentido de la palabra, que no dudan en buscar su propio recorrido con el que llegar a la conquista de un Palacio de Invierno en el que, por supuesto, se podrá bailar hasta el amanecer. 

Convertido en portavoz locuaz, irónico e iluminador, Guillermo Casanova (también bajista en Los Chicos), nos guía por las estancias de este gobierno que actúa como vanguardia desde un exilio artístico al que les confina su afilado verbo y una contumaz apología de la electricidad como lenguaje emancipador. 

El recorrido de vuestro anterior disco, “Rollo desarrollo”, que fue el inicio de la “castellanización” del proyecto, quedó lastrado por culpa de las restricciones consecuencia de la pandemia, ¿sentís que en este nuevo disco ha latido una sensación de revancha contra esa mala suerte y de poder demostrar el contenido de esta nueva etapa de la banda? 

Guillermo Casanova: No diría revancha, o si lo digo sería respecto a cada cosa que hace esta banda. A veces sí que sientes ese “chúpate esa”, no digo que no, pero creo que el motor del grupo ya se parece más a la idea de que somos una familia postiza y nos queremos. Somos un grupo vetusto, estamos lejos de ser una novedad, tocamos un género que no ha pedido nadie, y eso se nota en las cosas mercantiles que dan soporte material a una banda como la nuestra. Pues no son tan boyantes, ni tenemos tantas ofertas como otros. Y eso que tenemos mucha suerte, tocamos varias veces todos los años y hemos conseguido apoyo a este proyecto, que ya es bastante. Nos respeta mucha gente que admiramos. No moveremos masas, pero somos queridos, esto es real. Lo que sí diría es que "Flipe VI" es una consolidación clara de la castellanización de la banda, y de su gradación tonal y de géneros. El rollo este de “la madurez”. Esto es por fin lo que somos. Tengo la sensación de que en "Vote Me Tender" y en "Rollo Desarrollo" todavía lo estábamos buscando. 

"Encontrar un riff original es el centro de mi proceso creativo"

Aunque en “Flipe VI” hay temas como “Vicio o virtud” por los que transpiran esos ritmos más “negroides” de vuestros inicios, en general, como dices, es un trabajo que se instala en lo que te he oído comentar catalogáis de “garaheavy”, que creo resume muy bien vuestro sonido actual, donde podemos aventurarnos a citar desde Little Richard a Lords of Altamont pasando por Barón Rojo... 

Guillermo Casanova: Gracias Kepa. No había pensado lo de Lords of Altamont, siempre sacas algo que sorprende. Las referencias a Barón, a Obús, me llaman la atención, no sé bien qué sentir por ellas. Siendo bandas que he escuchado y que me gustan, no están en mi repertorio de referencias a la hora de componer líneas de voz, para nada. Lo achaco a que faltan referencias de voces con mi timbre en castellano. El nuestro es un rock que si adolece de algo, es de voces notables. Supongo que esa ausencia de referencias hace que la gente piense en Fortu. Como Vallekano, me gusta, pero como creativo cuyo esfuerzo ha sido meter Hot Snakes en un tapiz amplio de referencias garageras, reconozco que me frustra un poco. Siempre, o casi siempre pienso en la música negra a la hora de construir líneas de voz. Obús y Barón, se referenciaban en Deep Purple o Led Zeppelin, que hacían lo mismo. Quizás se trata de eso. Hablando con Oscar Avendaño, me decía “el castellano te cambia de género: lo que en inglés es rock americano, en castellano se percibe como pop”. Y es verdad, vive dios: en inglés me hablan de Fogerty, en castellano, de Fortu. Sin desmerecer, prefiero a Fogerty. 

¿Sentís que esa evolución sonora, que os ha llevado a un terreno muy original e identificativo, os ha alejado paradójicamente de ciertas escenas y os ha situado en una especie de tierra de nadie en cuanto a público? 

Guillermo Casanova: ¿Lo sentimos? Lo sufrimos. Pero estamos muy orgullosos. Mola mucho ser el bicho raro, tirarles toda nuestra intensidad a punkis y garageros que pasaban por allí. Sabemos que nosotros le vamos a molar a un porcentaje concreto de ese público, el que relaciona MC5 con Butthole Surfers y también le mola Big Star. Con públicos más identitarios lo tenemos complicado, quizás. Sea como sea, estamos muy orgullosos de nuestra heterogeneidad, nos resulta muy nuestra, muy auténtica, el producto de los tres músicos que somos. Pensamos el rock así, como fenómeno social entre peña que toca junta, y no como categorías estancas, que sirven más bien para ordenar tu colección de discos. 

También creo que es un disco muy dinámico en la construcción de riffs, contienen mucho colorido. Aunque os mováis en los aledaños del punk, donde el virtuosismo o el despliegue solista no esté especialmente bien visto, no parece que te veas supeditado a ese “mandato”… 

Guillermo Casanova: El otro día Héctor, “Hezdemono”, uno de los punkis más majos que existen, me explicó por enésima vez (según mis cuentas, fue el punk número 138 que me cuenta lo mismo) la teoría desoladora de que tocar bien no mola. Comprendo de dónde viene, he tocado toda mucho con gente que piensa de esa manera y puedo convivir con ello sin problema, pero evidentemente es un discurso que no he comprado en la puta vida. Sobre todo porque creo en el trabajo. David Muñoz, nuestro bajista, lo explica así: “Mira, yo no molo ni soy tan guapo como para subirme a un escenario a hacer el ridículo con el instrumento”. Esto se nos aplica a los tres, aunque es verdad que yo si me veo guapo. Creo que El Gobierno existe en ese espacio antropológico, muy de clase obrera, de orgullo por el trabajo, de admirar la maestría en el manejo de las herramientas como medida de respeto a un oficio. Esto es algo compartido, sin duda, con el heavy, el género de clase obrera por antonomasia. 

Soy un tío criado musicalmente en los noventa. Cuando las bandas eran únicas, originales, y la nostalgia (que no desdeñamos), el disfrazarse del pasado, el ejercicio de estilo, en lugar de ser lo que dinamiza todo, era testimonial en el rock. Las bandas de garage era peña como Raunch Hands vestidos con una sudadera y unas Nike. Fue la época de los riffs. El riff, encontrar un riff original, es el centro de mi proceso creativo. Yo comprendo que los riffs de los Ramones son muy chulos para construir melodías de voz encima. En la cultura del rock española, el riff no importa: importa la letra, importa dar un estribillo coreable. No pertenezco a esa cultura. Siempre me he fijado en el riff como lo primero de todo. Sinceramente, a mí se me caería la cara de vergüenza, como creativo, de subirme a un escenario a hacer un riff ya registrado y famoso sin proponer al menos una variación sustancial, sin que sea el producto de una exploración propia, simplemente coloreando por números para calcar música vieja. Y Guti y David te dirán lo mismo de sus departamentos, devanarnos la cabeza para encontrar ideas estimulantes es el nexo creativo que nos une como banda. Nos motiva hacer un rock nuestro, propio, nuevo y viejo, que sea la suma de nuestras partes. Hay muchas formas de hacer eso que no pasan por la composición de las canciones, pero en mi caso es así, porque mi hobby es hacer canciones. Y me encantan bandas que lo hacen de otra forma, porque una banda son muchas más cosas que la propuesta musical. Pero yo no podría, nosotros no podríamos. 

Un dinamismo sonoro que os permite incluso acercaros a tonalidades power- pop en temas como “Madrid”, “Chaval” o sobre todo la especialmente melódica “Se acabó”, ¿a veces cuesta cuando el sonido de una banda responde a una naturaleza tan fiera buscar acomodo a esos pasajes menos ruidosos?  

Guillermo Casanova: ¿Podría costar? No sé, yo es que pienso en Mascis, o en Teenage Fanclub, y me parece que va muy bien ese sonido de alta ganancia en las guitarras a momentos de música en modos mayores o más poperos. “Madrid” yo la pienso como "Hendrixera" y negroide, y “Se Acabó” viene de que Rafa Suñén (Los Chicos) me regaló un disco de Al Green, a quien ya escucho todos los meses. “Chaval” existe claramente en ese rollo Big Star, Badfinger, Cheap Trick, sin olvidarnos de los Posies, que no queríamos que faltara en el disco. 

Francisco Meneses, productor de este disco, ha ido asumiendo un papel más protagonista en cada episodio que habéis grabado hasta hacerse con los mandos, ¿su acompañamiento a lo largo de diferentes trabajos ha supuesto generar un “matrimonio” especialmente inspirador en el estudio de grabación? 

Guillermo Casanova: Fran es un amigo. Yo quiero que le llamemos “El Mago Meneses”, como si fuera un futbolista patilludo de los setenta. Diría que es el cuarto miembro de la banda si no fuera porque está en todas partes a la vez. Produce pop, artistas urbanos, bandas de post punk, coros de góspel y lo que te rondaré morena. Todo lo hace con un criterio de excelencia. Duerme poco. No tiene findes. Es un poco una puta locura su vida. Trabajar con él es estimulante, un aprendizaje, un juego, una exploración. Por lo menos para mí. Su trabajo es brillante. No hay un disco suyo que no tire de espaldas. Es una suerte que sea mi amigo, porque creo que es el mejor productor trabajando en España. Lo creo, porque no se pone límites: su cultura de sonido es amplísima y profunda. Crear sonido es muy complicado, más que pintar o dibujar, porque no lo ves, sucede en el tiempo y se desvanece. Por eso la gente que produce se especializa mucho: para concretar esa abstracción, te quedas en tu género. Grabar con esa gente, que también mola, suele ser un proceso en plan “esto se hace así”. Fran no: Fran hace de todo. Así que ataca el rock con ideas claras, potentes, pero que necesita cuestionar periódicamente. Y el proceso es una búsqueda. Dentro de que tenemos una pedrada acojonante, muy difícil de colocar al parecer, nos ayuda con un sonido “comercial” en el mejor sentido posible de la palabra: comunicando las canciones de la forma más clara y accesible posible. No trabajaría con otro, pero también es porque nos queremos. Me resulta fácil hacerle reír, eso para mí es oro: compruebo desde hace un tiempo que hay gente que no siente nada con mis chistes. 

Otro de los detalles que creo identifica al álbum es su sentido visceral, incluso diría que romántico, en el sentido estricto de la palabra, en cuanto a retratar con más exactitud las emociones de las canciones... 

Guillermo Casanova: He empezado a hablar de lo que siento, por aquello de pensar en el arte como una disciplina del conocimiento que sirve para buscar la belleza y la verdad. Y creo que no hay que tener miedo a la verdad de uno. Mi buen amigo, el ilustrador Paulo Mosca, me dijo que el disco le parecía triste: supongo que he estado triste, que lo estoy todavía un poco, aunque estoy orgulloso de que no me derrote la tristeza. Que eso, que esa batalla esté en las canciones que hago, me parece simplemente honrado. 

"Escribir en castellano te obliga a mirarte en el espejo y, en mi caso, a elevar el nivel de exigencia"

Si paródico e ingenioso es el título del disco, no lo es menos esa portada que parece una mirada bizarra y contemporánea de “El Jardín de las delicias”, en la que se mezclan realidades, como los antidisturbios, saludos nazis o Netanyahu, con seres fantasmagóricos. ¿Queríais representar ese contexto global en el que nacen estas canciones? 

Guillermo Casanova: Pues por una parte queríamos reivindicar el mundo barbárico de la Espada y Brujería para el “garaheavy”. Así que en nuestro caso tiene un punto “mono”, de ilustración infantil, y un genoma claramente comiquero. Lo del Jardín de las Delicias me vuela el tarro, Kepa, no lo había pensado. Y si, la idea es nosotros contra el mundo, un mundo de monstruos, pero también lleno de aventuras, de posibilidades, al que no tememos, porque somos El Gobierno. 

Aunque nunca habéis dado signos de caer en obviedades, sin embargo este disco me parece que tiene unas letras extraordinarias, donde aúnan a la perfección el lirismo y el compromiso social, ¿escribir en castellano ha propiciado poder incrementar registros y perfeccionarlos? 

Guillermo Casanova: Muchas gracias Kepa, viniendo de un poeta como tú, es todo un halago. Sin duda, escribir en castellano te obliga a mirarte en el espejo y, en mi caso, elevar el nivel de exigencia. Cuando empecé a escribir en castellano hubo un momento doloroso y de sobrevenida humildad en la que tuve que asumir que las letras iban a ser no muy buenas hasta que fueran pasables. Me alegro de haber dejado esa parte atrás para poder estar más orgulloso de lo que escribo. Y no hay más truco que trabajar, hacer. He escrito muchas más letras a la hora de afrontar este disco: conozco mejor mi voz, mi respiración, mi idioma, y tengo una metodología de trabajo, y una constancia en este sentido. 

El disco se abre con “El sábado”, un reflejo de ese sentimiento anidado en el imaginario colectivo de esperar el fin de semana como válvula de escape a las esclavitudes laborales del resto de días… 
  
Guillermo Casanova: El disco está plagado de temas contra el trabajo bajo el presente modo de producción. "El Sábado" es el que más nos mola y por eso va el primero. Habla de que nuestra vida no es nuestra, es frenético y está escrita para generar esta cosa tan del post-hardcore de tensar/soltar, pero tensando sin parar. Es un registro nuevo para la banda. Pero "Vicio y Virtud" también va del curro por ejemplo. De ponerle un mojón al jefe en la mesa y dejar el curro que te está haciendo polvo. 

"La mentira política y mediática es un ingrediente indispensable en la factura de consensos del mundo liberal"

Siempre se ha dicho que Madrid es un lugar acogedor para todos los que llegan, sin embargo tú en el tema que lleva el nombre de dicha ciudad cantas “Tengo que escaparme de Madrid”... 

Guillermo Casanova: El tema lo hice cuando Guti, mi batería, se fue a vivir a Santander. Una decisión sabia, sobre todo desde el punto de vista de la crianza. Pero fue una más de muchas ausencias, de gente que durante la pandemia aprendió que Madrid, sin su oferta cultural (en decadencia) es un agujero carísimo e invivible. Así que compuse el tema, triste, en ese humor de despedida de gente a la que quieres, y que se va porque tu ciudad es insoportable. Creo, de todas formas, que también expresa lo que siente cualquiera respecto a la ciudad en la que vive desde hace muchos años. 

En “La verdad” habláis de los bulos, pero sobre todo de esa estrategia que convierte lo anecdótico en global y de construir un relato del enemigo a base de falsedades o verdades muy parciales… 

Guillermo Casanova: Es una pataleta comunista: instalados como estamos en un sepulcro táctico socialdemócrata que nos genera contradicciones (porque no hay otro enfoque estratégico posible a no ser que quieras engañar al personal), ojalá fuera verdad alguna de las cosas que se dice de los comunistas en la derecha. Y claro, desde ahí explorar el tema de la mentira política y mediática. Que no es, ni mucho menos, un fenómeno nuevo. Ahora simplemente es a velocidad turbo, como todos los fenómenos sociales. Pero que la mentira política y mediática es un ingrediente indispensable en la factura de consensos del mundo liberal, es un hecho históricamente contrastado. 

“Es fácil el mal” parece completar esa mirada señalando a la incertidumbre y la frustración como un estado propicio para que el pensamiento reaccionario extienda sus redes... 

Si, en efecto… creo que la vanidad es el centro de la experiencia cultural de nuestra civilización. La vanidad del individuo. Creo que sin el manoseo con fines mercantiles de la vanidad, no es posible el terraplanismo, o Instagram, o pensar en Franco con 18 años, o vivir en la mentira de que tu consumo estético es subversivo, o dedicar tu militancia cultural a corporaciones como Apple… en general, parece que la vanidad es un motor tecnológico, económico, cultural, que supera la capacidad dinamizadora de la sociedad que pudo tener la fe en la Edad Media. Me la encuentro en todas partes, en los lugares más insospechados: gente que creías hermosa, comprometida, resulta que te juzgan por tu estatus y un buen día te tratan de Don Nadie. Obviamente también encuentro esa vanidad en mí, y experimento claramente cómo puede empujarte en brazos del enemigo. En esta canción hablo un poco de cómo esta vanidad sirve de facilitadora para las peores ideas que conocemos, y nos coloca en un lugar más allá de los consensos humanistas, que no habría que tomar como dogma, pero si me parecen un principio aceptable para empezar a pensar y estructurar la sociabilidad humana. 

“A la derecha del padre” es en cuanto a contenido la canción más cruda y rotunda. Sigue siendo necesario no borrar de la historia más cruel el papel de la religión... 

Me han criticado incluirla, porque era vieja, estaba en inglés. Pero es una letra que quería verla publicada. No sé hasta qué punto los éxitos del memorialismo en España, que no son pocos, han podido llegar a transformar nuestro entendimiento de los procesos políticos del S. XX. Me temo que no lo han hecho. Hay que seguir poniendo el corazón y la cabeza en contarlo, y por eso esta canción está en el disco. 

Aunque “Chaval” es un luminoso recuerdo de esos años juveniles de amistad y pequeños pero jugosos tesoros, en muchos momentos del disco percibo un sentimiento melancólico, de pérdida, de paso de un tiempo a otro, ¿ha existido ese sentimiento en el proceso de composición del disco?

Guillermo Casanova: Completamente. Es un disco cuarentón, honesto, en el que la soledad forma parte de todo, como de todo lo que hago. El arte para mí es una forma que tenemos los humanos de usar el conocimiento para encontrar sentido y hacer la vida soportable, y mejorársela un poco a los demás. Hablar de lo que tengo en el corazón me ayuda a que mi vida me guste más. Yo no podría subirme a un escenario a reñir a alguien por la camiseta que se pone o a hablar del hombre lobo, que ha secuestrado a mi novia. Guay que exista eso, pero es que yo soy más intenso, y necesito que lo que hago sea cierto, y me lo crea.

The Loft: “Everything Changes Everything Stays The Same”


Por: Àlex Guimerà.

Curiosa la historia de esta banda. Sólo os daré un titular: Se formaron en el año 1980 y no ha sido hasta este pasado 14 de marzo cuando han publicado su disco de debut. ¡Cuarenta y cinco años después! ¿Por qué? Os preguntaréis. Pues porque cuando lo tenían todo de cara para ser una de las grandes bandas inglesas de la década de los ochenta, lo tiraron todo por la borda y se separaron. Luego, con el tiempo, han ido rescatando sus singles, publicando recopilatorios y grabando alguna que otra canción (en 2006 grabaron un single), pero el momento había pasado delante de sus narices. A principios de los ochenta, el indie inglés se estaba cocinando a fuego lento, fue cuando un avispado Allan Mc Gee les descubrió para su legendario sello Creation Records, a la vez que lo hacía con Primal Scream y The Jesus & Mary Chain (luego el productor daría con un sinfín de futuras estrellas más: Teenage Fanclub, Oasis, My Bloody Valentine,..). Todos aquellos sí que supieron subirse al tren cuando pasó.

Han transcurrido los años, y, Peter Astor (voz y guitarra), Andy Strickland (guitarra), Bill Prince (bajo) y Dave Morgan (batería), han ido vagando en distintos proyectos con escaso éxito, como también se han ido juntando para dar conciertos ocasionalmente, quedando para el imaginario colectivo como una especie de banda de culto del pop inglés, sobre todo por sólo haber publicado en su momento únicamente dos singles y un legendario recopilatorio. Pero si uno escucha "Why Does The Rain?" se da cuenta de lo avanzados que eran y de lo mucho que podían haber hecho de haber seguido juntos.

Afortunadamente la vida da segundas y terceras oportunidades, y la banda ha querido apostar fuerte por este 2025 para publicar éste álbum que los sitúa de nuevo en el mapa y que realmente es un enorme trabajo de pop atemporal que seguro que va a atrapar a muchos nuevos oyentes. Grabados en  Hackney (Londres) con ayuda de Sean Read (Dexys) en verano del año pasado, los diez nuevos cortes finalmente han salido al mercado bajo esta portada que muestra una calle de un barrio residencial y tras este título que viene a ser una declaración de intenciones.

Con un sonido que es puro pop, Loft evocan mucha melancolía y miran hacia atrás en un tono pausado y muy envolvente. Nada más poner el disco nos cantan "I don't want to feel good tomorrow. Want to feel good now", en esa urgencia por vivir que también da la madurez. Es "Feel Good Now", y su optimismo luminoso, una pieza que entronca con el Brit Pop de los noventa. Y de eso tenemos mucho, estribillos redondos y pegadizos cantados con juegos de voces ("Do The Shut Up" o esa "The Elephant" con la que te vienen en mente los Kinks). Otro de los grandes ingredientes del álbum son los arpegios de guitarra cristalinos, especialmente lúcidos en "Ten Years", en la que meditan sobre el paso del tiempo. También son protagonistas en la pegadiza "Dr Clarke" que parece robada de las bandas de la British Invasion. No me olvido del ejercicio de nostalgia ensoñadora de "Greensward Days" ni de la plácida calidez de "Somersaults", ni de la creciente "This Machine" que termina el disco a guitarrazo limpio.

The Loft han tardado décadas, toda una vida quizás, pero finalmente nos presentan nuevas canciones empaquetadas en un elepé, con el que logran capturar su evolución sin perder su esencia, a la vez que exploran territorios líricos y musicales inéditos que son una delicia para los oídos.

Eva Ryjlen: “Hacer canciones responde a una necesidad de expresión interna”


Por: Javier González. 

Hoy nos acercamos a una exultante “Venus en Llamas” llamada Eva Ryjlen. Semanas atrás editó su tercer trabajo en solitario, un decidido paso adelante donde se ha tomado toda la libertad del mundo a la hora de entregar once composiciones que nos la muestran en un más que dulce momento creativo. 

Un intercambio de canciones crudas y aguerridas, nocturnas y bailables, minimalistas e íntimas que nos muestran las distintas caras de Eva, fundiéndose a las mil maravillas para dar forma a un disco que no cesa de crecer a cada escucha, reafirmándonos en la creencia de que es uno de nuestros mayores talentos femeninos de la escena musical estatal.

Hace unos días realizamos una videollamada con ella, apareció al otro lado tan decidida y risueña como la recordábamos, quizás más reflexiva y calmada que nunca, mostrando su mejor cara, quizás sabedora de que ahora tiene una jugada ganadora bajo la manga con la que está dispuesta a hacernos arder. 

Acabas de editar tu tercer trabajo en solitario, “Venus en Llamas”. ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo, Eva? ¿Cómo te sientes tras un parto tan largo? 

Eva: La verdad que ha sido largo. Me siento en parte aliviada y en parte con responsabilidad. Sería más fácil sacar el disco y olvidarme que tener que promocionarlo y contar de qué va esto. Lo de las canciones responde a una necesidad interna de expresión, llevarlo luego a otros sitios, me cuesta, no me resulta fácil, la verdad. 

“No me siento parte de la industria, hago canciones” 

Sabemos que esta colección de canciones te lleva rondando bastante tiempo y que has trabajado en ellas con mucho tacto y mimo hasta darle la forma definitiva. ¿De qué manera se lidia con los tiempos que impone el consumo y producción actual de la música para dar vida a un trabajo tan meticuloso? 

Eva: No sé si tengo la clave. Por suerte o desgracia, no me siento dentro del sistema. Me siento como un panadero que hace panes o un alfarero que hace jarrones. No me siento parte de la industria, hago canciones. Me agobia muchísimo, no me permitiría crear con libertad ni expresarme. Hacer canciones de esa manera es bajo demanda, por mantenerte y darte visibilidad. A mí me da igual, no quiero mantenerme en ningún sitio. No voy a mentir, a todo el mundo le gusta que escuchen su trabajo, lo haces con amor y responde a una necesidad interior, que conecte con otra gente es de lo más bello que puede pasar. Que alguien te diga “Eva, esta canción me ha acompañado” te llena a tope. Sin embargo, no siento ahora la necesidad de hacer composiciones como churros, quiero hacerlas porque salgan de dentro, si no, no me interesan. 

“Con este trabajo quería poner de manifiesto a todas las mujeres que habitan en mí” 

Dicen algunos compañeros y compañeras tuyas que un disco nunca se termina, sino que se abandona. ¿Ha sido el caso? 

Eva:
No ha sido tan abandono por mi parte, sino que Jave me ha dicho “no te soporto más” (risas). Es quien ha producido el disco, es la primera que hemos trabajado juntos desde Idealipsticks, hemos hecho las canciones en el estudio que tenemos en casa, algo que era nuestro sueño. Me vi con una libertad inmensa, tanto que partía de 37 canciones y en el proceso iban saliendo más. Tenía claro que quería que el disco tuviera 11 por lo que fuera. He ido armando un puzle, quitando unas y poniendo otras. Hubo un momento donde me planteé sacar un Ep que incluyera “Verbenas”, “Aquelarre” y “Nueva Era”, pero formaban parte de la historia que cuento en “Venus en Llamas”. Ha sido un proceso largo, donde he pasado por un montón de sensaciones y emociones. Con este trabajo quería poner de manifiesto a todas las mujeres que habitan en mí, sin cerrarme a nada, dejando salir sin juicios ni prejuicios, en la forma en que saliera. Había cosas que entraban en la historia y otras que me gustaban, me seducían, pero no formaban parte del relato. A Jave le he torturado, ha sido así. Un día me dijo “tienes que cerrar esto, tienes que decidir”. 

“Sigo manteniendo una punk dentro, pero ponerse etiquetas es limitarse” 

Eva, has pasado de punk alcarreña a hippie con este disco conceptual. 

Eva: Me estoy volviendo un poco hippie, sí. Es un disco conceptual que versa sobre un tema muy concreto. Sigo manteniendo una punk dentro, pero me he dado cuenta que no me tengo que limitar. Hay muchas más yo que necesitan salir y expresarse. Amo el punk, pero me gusta mucho experimentar. Soy una persona muy curiosa. Ponerse etiquetas es limitarse. 

Venías de “Onírica”, un trabajo donde te quedaste a gusto y jugaste a no ponerte un solo límite. ¿Crees que has saltado por encima de aquel listón? 

Eva: Ya me paso todo por el toto (risas). Es lo que intento. Es muy bonito decir “no me pongo límites ni me juzgo”, pero ojo, forma parte de la condición humana el juicio. Lo que se puede hacer es como en la meditación, escuchar los pensamientos y dejarlos ir. Las dudas aparecen, pero puedes hacerlos caso u obviarlos. 

Como ya has comentado, la producción ha corrido a cargo de tu amado Jave, al que nosotros queremos mucho también. ¿Qué ha aportado al resultado final del disco su sabia mano? 

Eva: La verdad es que Jave ha hecho un trabajo bonito y muy generoso. Él me entiende a la primera. Soy una persona muy abstracta al plantear las cosas a veces digo: “quiero una intimidad de ciudad”. Él sabe a qué me refiero y ayuda a buscar el sonido que hay en mi cabeza. Hace más fácil el camino. Es un tío que, aparte de ser melómano, ha estudiado muchísimo de sonido, tiene los conocimientos que personalmente no tengo. Suelo quedarme en la parte emocional de la música. Creo que hacemos un buen tándem porque juntamos la emoción con lo práctico. Ha tenido una enorme paciencia. Hemos ido descartando cosas grabadas porque no me cuadraban con un disco redondo. Tenía en mente lo que quería, no he metido canciones de relleno. Me daba igual cuánto tardara en acabar el trabajo. No quería hacer un disco con singles, sé hacerlos, quería temas con una implicación. Ha sido un trabajo arduo y tormentoso sobre todo para él. 

Es un disco muy personal, donde probablemente entren todas las “Evas” posibles, puesto que no te has cortado lo más mínimo a la hora de dar rienda suelta a tus impulsos, tocando géneros de lo más diverso. ¿Estamos en lo cierto? ¿De qué manera se consigue la unidad entre cortes tan distintos? 

Eva: El secreto es la escucha, escucharme. No ponerme etiquetas ni limitarme. Soy todo lo que aparece. He dejado salir todas mis partes sin miedo. Cuando llevas mucho tiempo haciendo música, si eres curioso, no te quieres quedar en lo conocido, buscas experimentar. En “Onírica” llegó a mis manos “Atrapa un Pez Dorado” de David Lynch, donde cuenta cómo llega a las ideas a través de la meditación. Y el resto del truco es no ponerse barreras. Los límites nos los ponemos nosotros. Hay que buscar lo que necesitas hacer ahora y hacerlo. “Hay mucha belleza en lo vulnerable” 

En estas canciones mezclas muchas dualidades, ya que suenas segura, valiente y aguerrida, pero a la vez dulce, frágil y sensual. ¿Qué parte te cuesta más sacar adelante? 

Eva:
La vulnerable, evidentemente. Es un proceso que se inició con “Onírica” donde abracé mi vulnerabilidad. No siempre me siento segura y no pasa nada por sentirme vulnerable, ni por tener miedo y dudas. La parte guay es bonita mostrarla, pero lo otro cuesta más. Cuando somos pequeños nos hacemos una herida y la lucimos con orgullo, sin embargo, al ser adultos las escondemos porque no queremos que nadie vea que somos vulnerables. Hay mucha belleza en lo vulnerable, mostrar que no eres infalible. No pasa nada. Somos lo que somos, no lo que las expectativas quieren de nosotros. 

Podría citar muchas canciones de este disco, pero me la voy a jugar con cuatro. Arrancando por “Flores Salvajes” y la proto punk “Metafísica”. Dado que sé que no te gusta desvelar de qué tratan, te pido que cuentes lo que te dé la real gana. 

Eva: “Flores Salvajes” simboliza el momento en que estás hasta el coño de todo y decides empezar a escucharte, a partir de ahí las cosas cambian. Al ponerte delante y escuchar lo que sale de ti dejas de ser esclavo de la sociedad, familia y de las expectativas ajenas, algo que siempre acaba haciéndose bola. Habla del momento en que dices “hasta aquí”, te das prioridad y brotan flores de ti muy interesantes. “Metafísica” habla de bucear en la herida, métete hasta el fondo, sin botas ni guantes, lánzate al barro. La única forma de atravesar un proceso es bucear en él, meterse hasta las trancas y darte cuenta que lo puedes solventar. 

“De niños y niñas somos listos, luego nos volvemos gilipollas” 

Y luego me la voy a jugar con las dos que me han roto los esquemas por su desarrollo: “Contra las Cuerdas” y “Mientras el Viento me Peina”. ¿Hay miedo a la hora de saltar a un vacío nuevo en tu universo? 

Eva: Sí, claro que ha habido miedo, concretamente en las dos. Y también en “Stendhal”. “Mientras el Viento me Peina”, es la de necesito intimidad de ciudad. A lo mejor te ríes, porque soy muy sinestésica, pero creo que empieza en tonos granates-naranjas y acaba muy verde-azul. “Contra las Cuerdas” se vuelve muy orgánica cuando las bases del beat se tornan palmas flamencas, pasando de los sintes y del beat, a palmas y guitarra. Es como una especie de confesión, asumiendo lo que soy. Abriendo puertas y ventanas para iniciar un nuevo camino. Quería acabar el disco con “Mientras el Viento me Peina”, es una forma de mostrar que puedes volver a empezar en cualquier momento. Me la llevé a un terreno más infantil, tenía en la cabeza “I´m Sticking with You” de la Velvet Underground con el toque infantil, quería conectar también con esa esencia. Cuando somos niños y niñas somos listos, luego nos volvemos gilipollas, perdemos conexión con el juego. Hay que volver a acordarse y conectar para darte cuenta que puedes volver a empezar. 

“Quiero ponerme en el alambre, sentir riesgo y jugar” 

¿Qué planes e ideas manejas para las presentaciones en directo? ¿Tienes fechas de la gira ya cerradas? 

Eva: Varias cosas. Quiero que lo que suena en el disco pueda contarlo en directo. No sé cómo de viable va a ser lo que tengo en mi cabeza. Habrá conciertos de presentación, claro está, pero no he planteado todavía una gira como tal. No sé si es lo que quiero. Sigo en el proceso de la escucha. La realidad de la música es muy dura. Una gira de presentación es muy arriesgada, hay gente que le viene de cuna y tiene suerte de hacerlo, estupendo. Lo que quiero hacer está planteado de una forma artística. No quiero tocar por tocar. Quiero hacer algo de lo que esté orgullosa. Me permito a mí misma no salir de gira, lo haré cuando pueda contar lo que quiero de la forma en que quiero. Tengo la suerte de tener una banda que está volcada, el disco lo han grabado las mismas personas que grabaron “Violencia Posmoderna” y “Onírica”, personas generosas que están conmigo a partir un piñón. Me han dicho que lo que haga falta, pese a lo poco que cobran. Están concienciados con la propuesta artística. Somos la resistencia. Vamos a hacer conciertos de presentación, vamos a jugar y hacer lo que queremos hacer. Habrá alguna cosa en formato trio acústico. No quiero hacer conciertos al uso, me aburro. No quiero hacer lo que llevo haciendo toda la vida. Quiero ponerme en el alambra, sentir riesgo y jugar. No voy a hacer conciertos como churros, algo que me llene y me obligue a tener resaca emocional. Tenemos el 24 de mayo en Guadalajara, abril en Toledo y la propuesta de gira como tal, si es que la hay, será después del verano. Hay más conciertos, pero al no haberlos anunciado, no estoy en disposición de ponerlos anunciar. 

Tanto Jave como tú os dedicáis en exclusiva a la música, ¿verdad? Es decir, ¿es posible mantener una familia con hija exclusivamente de la música? 

Eva: Ahora mismo él tiene el estudio en casa, graba a grupos y se dedica por entero a la música. Yo también, pero partiendo de lo dicho antes, aclaro que lo compagino dando clases de música y canto. También organizo conciertos en Cabanillas del Campo y ayudo a desarrollar carreras de otros artistas. Me encanta hacerlo, me estimula e inspira. Me dedico solo a la música, pero en mil facetas. Se puede, pero hay que tener compromiso con lo que haces. 

La verdad es que personalmente os quiero mucho, ya lo sabes. Hace tiempo coincidimos un par de veces con Jave y contigo, recuerdo una sesión de fotos muy divertida y una visita a mi casa donde compartimos cervezas y charla musical. Me apetece preguntarte una última cosa. ¿Qué queda de aquella Eva alocada que conocí en los tiempos de Idealipsticks? 

Eva: Nos hemos visto poco, pero también te tenemos mucho cariño. Esa Eva está ahí, forma parte de mí y cuando tiene que salir, sale. Está un poco más relajada, cosa que da la edad. Hay muchos juicios que he ido quitando han ido saliendo otros que necesitaban su espacio. Convivimos todas en el mismo avatar. Me gusta mantener vivas a todas las mujeres que habitan en mí.

Mumford & Sons: "Rushmere"


Por: Javier Capapé. 

En todo este tiempo no nos hemos olvidado de Marcus Mumford y su banda. A pesar de que los últimos años hayan sido algo aciagos para ellos y hayan optado por un perfil más bajo (sobre todo desde la polémica salida de Winston Marshall del grupo), había ganas de constatar si "Rushmere" entroncaba con sus mejores obras (esas que alumbraron hace ya quince años) o con las últimas más prescindibles. 

"Rushmere" es el nombre de un lago a las afuera de Londres donde comenzó esta aventura, así como la escuela primaria a la que Marcus y Ben Lovett asistieron en los noventa. Una vuelta a sus orígenes. Y también es el quinto álbum para el ahora trío completado con el bajista Ted Dwane. Sus dos adelantos nos hacían presagiar buenos tiempos para la ya mítica banda y la verdad es que así ha sido. Con David Cobb a los mandos, destacado productor de country cuyo trabajo para la película "A Star is Born" le puso en el mapa más allá de los sonidos americanos, Mumford and Sons se atreven a buscar de nuevo en la raíz para tratar de salir airosos sin recurrir a fallidos experimentos electrónicos más vacíos (aquellos temas de "Delta" que más desentonaban en su segunda mitad o el insulso y totalmente olvidable "Good People" que firmaron junto a Pharrell Williams). Aquí se impone la introspección y los sonidos añejos. Se echan en falta quizá por momentos los banjos de Wiston que daban color a sus temas más emblemáticos y se imponen por encima de estos las acústicas que, maridadas con las teclas sutiles, y por momentos conmovedoras, junto a unas líneas de contrabajo de lo más apropiadas, embellecen el producto final hasta cotas muy elevadas, como las que nos enamoraron en sus primeros discos. Pero no nos olvidemos que, en este caso, la energía es sustituida por la contención y la pausa, por el atrevimiento a saber degustar cada sutil arreglo con grandes dosis de delicadeza.

Diez canciones son suficientes para reafirmar la clase y el "savoir faire" de este grupo, que vuelve a dominar como pocos el country más impulsivo junto a la delicadeza armónica más introspectiva. Así, donde el tema titular embravece nuestro semblante marcado por su pulso mantenido tan característico en su discografía, "Malibu" nos mece para arrastrarnos hacia dentro de nosotros mismos y quedarnos con la esencia. Estos son solo sus dos adelantos, pero bien podrían definir las dos caras que presentan el resto de canciones. En la más festiva, podría entrar también la enérgica "Truth" (casi en la única del lote en la que podremos reconocer una guitarra eléctrica junto a un bajo de lo más contundente) o la más predecible "Caroline" (de las pocas que cuenta con una batería de potente pegada que nos transporta hasta los Fleetwood Mac con guiño en la letra incluido). Y en la cara más íntima, habría espacio igualmente para la delicada "Monochrome" o la austera "Anchor". De estas dos facetas reflejadas en "Rushmere" gana por goleada la segunda, pero es en la que definitivamente más atinados los encontramos, acertando de pleno, tremendamente inspirados.

"Surrender" comienza tímida y va subiendo, aunque igualmente contenida, lo mismo que le ocurre a "Where it belongs", que se mantiene sólo con una guitarra susurrante y un piano sutil que casi no se escucha, únicamente se siente. Y es que en parte es ésta la esencia de "Rushmere", sugerir buscando la intimidad. Casi todas las canciones del disco aportan los instrumentos justos, sobretodo en la segunda mitad, se sostienen con lo mínimo, como si éstas estuvieran interpretadas tal y como saldrían en un directo a seis manos, lo cual no deja de aportar novedad en una banda que hasta ahora había tenido mucho de bombástica, aún con los "aparentes" elementos justos. Así, en "Blood on the Page" hasta la invitada, Madison Cunningham, está en un segundo plano, aportando unos coros elegantes, pero sin sobresalir, algo que no es habitual en los incontables duetos que nos regala esta industria adaptada a los tiempos.

Al terminar este breve pero intenso disco (aún con la instrumentación justa se puede ser muy intenso) "Carry on" nos lleva hacia el pop acústico en una canción de gran empaque. Porque en el fondo Mumford and Sons lo que hacen es pop, sin fisuras, empleando elementos del folk, pero pop en el fondo. De ese que atrae a propios y extraños, el que siempre prevalece, tenga banjos, acústicas, contrabajos o teclas delicadas. Un pop colorido, espontáneo y directo. Al terminar de escuchar estas canciones nos reafirmamos, sin dudarlo, en que a esta banda lo que le sienta bien es la producción más limpia y la espontaneidad, sea para alzar los brazos o para recogerse abrazado a ellos como en un ovillo.

No solo habrá que reconocer el mérito de David Cobb para devolver a este grupo a la senda perdida, quizá ellos mismos tenían muy claro lo que verdaderamente les movía, más allá de tendencias. Han sido años de búsqueda e incluso discos en solitario (el opacado debut de su líder "self-titled"), pero han hallado la senda correcta: los coros a la luz de la hoguera y los rasgueos de guitarra con los que se comparte lo esencial, como la primera vez, esa que perdura y no se olvida. Por fin, tras la tormenta en forma de canciones más vacías y la deriva hacia un nuevo renacer, Mumford and Sons han vuelto ahí, donde todos deseábamos que volvieran. A la taberna, al corro espontáneo, al brote impulsivo primario. Éste es el disco que necesitábamos, quizá no su mejor obra, pero sí una de las que perdurarán con el paso del tiempo. "Rushmere" es la escuela y la fuerza de la base, es su piedra filosofal.