J.J. Cale: Los 50 años de “Okie”

 
Por: Oky Aguirre

"Hago discos de rock and roll, los vendo por diez centavos, me gano la vida y alimento a mis hijos, todo para tus buenos momentos" ("Rock And Roll Records")

Tal día como hoy, hace 50 años, el pequeño Borja acompañaba a su padre pintor casi todos los fines de semana al estudio. Entre pinceles, acuarelas y óleos, además de molestar al artista en la búsqueda de una inspiración que a veces duraba horas, jamás tuvo la inquietud de seguir los pasos dictados por su progenitor. Al niño le gustaba ver como daban vueltas aquellas cosas redondas en un aparato llamado tocadiscos, que muy pronto aprendió a utilizar. Situado en el último piso, un quinto sin ascensor, es donde a lo largo de su infancia aquel chaval se encargaba de molestar a los vecinos, bajo el beneplácito de un maniático del volumen alto como era su padre, rendido ante la ineptitud de su hijo hacia llenar un lienzo en blanco, la misma que su padre a la hora de hablar en inglés.

“Hijo mío. Hoy empezamos con la Quinta de Mahler y luego encadenamos con un poco de Azul del Aguas Pantanosas; después  vas a poner a los Fluido Rosa que me acaban de mandar de Londres, junto a este de JJ. Cale que vamos a dejar para el final”. Ese álbum fue “Okie” y a Borja no le explotó la cabeza, sino que le cambió la vida, además del nombre. 

Según cuentan historias familiares de comida en la mesa, un día acompañó a ese estudio su hermana Nadia, que viendo a su hermano un año menor que ella desenvolverse con cierta soltura ante aquella cosa que daba vueltas, decidió cambiar su nombre para siempre. “Nene Okie; Nene Okie” fueron casi las primeras palabras de su hermana al leer entrecortada la portada de este disco con unos pies saliendo del vagón de un tren. A partir de ese día y bajo el mandato de Papá, Borja se empezó a llamar Okie, cambiando ya en su adolescencia esa i latina por una griega más "cool".

Y aquí me tenéis, dando rienda suelta a un disco que causó las mismas sensaciones tanto a artistas hoy considerados dioses como a los verdaderos perdedores como mi padre, sacrificando el éxito comercial para su beneficio y satisfacción personal, centrándose en su pintura, al igual que el sabio de Oklahoma lo hacía en sus virtudes musicales a la hora de escribir, producir y crear un sonido que se convertiría en piedra angular de jóvenes ansiosos por destacar. El Tulsa Sound. Más que un sonido característico, un estado de ánimo que amalgama el blues de raíces con el country, rockabilly, soul; el reggae con el jazz y el funky vacilón, dotado con sabia ingeniería para captar la cálida esencia vital de tocar en un porche de Oklahoma, aunque estés en la Antártida. Tú pones “Sensitive Kind” encima de un iceberg y se derrite. 

J.J. Cale era un "loser" y lo sabía. Como Rory Gallagher, siempre en guerra con Babilonia, renegando a vender su vida al stablishment para encerrarse en sus canciones, con el único objetivo de regalarlas a quien quisiera escucharlas. Jamás aprovechó el tirón que le brindaron sus más inmediatos seguidores. “Call Me The Breeze” se convirtió en himno con los Lynyrd Skynyrd. “After Midnight” y “Cocaine” le podrían haber supuesto subirse al carro de los gigantes. El prefirió donar su repertorio a causas ganadas por maestros indiscutibles como Eric Clapton: "Mi última ambición es trabajar con el hombre cuya música me ha inspirado desde que tengo uso de razón". Lo hicieron juntos en “The Road To Escondido”, álbum ganador de un Grammy. Para "manolenta", el de Oklahoma fue “uno de los artistas más importantes de la historia del rock, representando silenciosamente el mayor activo que su país ha tenido… ha sido una inspiración increíble para mí. Sus registros son realmente mínimos, ligeros, todo se trata de delicadeza. Es casi como si te murmuraran al oído, pero escuchas todo en una sola palabra. No sé cómo lo hace. Es una técnica tan astuta.” 

Es realmente impresentable que “Okie” sea el único disco de su extensa discografía que no aparezca en Spotify o entre los discos más destacados de la historia de la música en aquella infame lista de la Rolling Stone, viendo la enorme trascendencia en las carreras de gigantes del rock como Neil Young: “La mayoría de las canciones y los riffs, la forma en que toca la maldita guitarra es tan... genial. Y tampoco toca muy alto; eso me gusta mucho de él. Es tan sensible. De todos los guitarristas que he escuchado, tienen que ser Hendrix y J.J. Cale los mejores guitarristas eléctricos... musicalmente, en realidad es más que mi compañero, porque tiene esa cosa. No sé qué es.” O Mark Knopfler en el libreto de esa box-set maravillosa. “J.J. Cale me mantuvo enamorándome de la guitarra, me mantuvo con ganas de tocar el instrumento. Pero lo más importante para mí, creo, es el compositor en él, el pozo profundo de la creatividad que nos ha dado tantas canciones cautivadoras para atesorar”. Tom Petty alabando la valía de un compositor: “Uno de nuestros compositores favoritos es un hombre llamado J.J. Cale. Es un escritor de canciones fantástico.”

“Okie” es la culminación de lo que el de Tulsa vino experimentando en sus dos primeras joyas, “Naturally” (1972) y “Really” (1973); es donde empezó a registrar su marca personal con ese sonido que tuvo que adaptar conocedor de sus carencias vocales, aprovechando su cálida y susurrante voz para sobregrabarla en capas perfectamente armonizadas. Todo llevado a la mínima expresión de acordes con cuatro instrumentos que suenan desvencijados, resonando por encima y por abajo un hombre electrificado a su guitarra, manejando los pedales como pinceles, creando el ambiente de porche sureño que ha viajado por los cinco continentes hasta llegar a nuestros siempre sensibles corazones.

La clase de ingeniería mostrada por Audie Ashworth, inseparable compañero de J.J. en su carrera, ha servido de guía a muchos estudiantes a la hora de sentarse delante de una mesa de mezclas. El sonido de porche relajado que todos captamos en este disco es precisamente porque la mitad de las canciones se grabaron en el porche de la casa de Cale.

Lo primero que uno escuchará siempre, aunque sea en digital, es ese chirrido con olor a fritura. Después el Heartbeat creado por espíritus rastafaris, aquéllos salidos de una sección rítmica marcada por los latidos de nuestro corazón. Es el comienzo de “Crying”, donde aparece la carcajada entre amiguitos viendo desde su porche el atardecer, seguramente mientras se fumaban unos porros después de tomarse unas cervezas sacando al ganado a pasear.

Con dos palos que parecen golpear una nevera o una silla da comienzo el espectáculo sensorial que supone viajar con el slide de Cale en “I´ll Be There (If You Ever Want Me)”, una de las muchas versiones (Ray Price) que el estadounidense deja aflorar en cada uno de sus discos, y que mantiene joven a puretas como yo, que guardan desde la adolescencia esa pandereta que parece dejar caer en “Starbound”, como golpe al cerebro que te sitúa en la Luna con cuatro voces distorsionadas.

El nivel de picardía, o maldad de la buena, queda registrado en “Rock And Roll Records”, donde suavemente y en dos minutos -otro sello característico, la minimalista duración de sus composiciones- envía un mensaje tanto al oyente como a los que se supone le dan de comer. Luego pasas a estar tumbado en una barca junto a un viejo pescador mientras escuchas “The Old Man And Me”, para levantar tu culo de inmediato cuando hila magistralmente el piano eléctrico con su voz casi al borde de la tos de cantar tan bajo en “Everlovin´Woman”. Las mismas sensaciones te arrancan los vientos según avanzan como la brisa del final del verano en campos de algodón en “I'd Like To Love You”, donde te sientes retozar con tu primer o último amor en las extensas praderas de Louisiana.

Pero donde realmente te sientes totalmente absorbido por este maldito sonido de Tulsa es en “Anywhere The Wind Blows”, al comprobar que cuando las canciones te llegan al alma es porque escuchas a este tío rimando “one, two, three, four, five, six, seven para terminar con eleven, cuando tú todavía estás pensando en el diez. La trilogía final es la recompensa que uno se lleva desde que descubre “Okie”. Donde vuelve a situarnos en la más placentera de nuestras vidas con “Precious Memories”, otra versión perteneciente al extenso y añejo vino que son las tradiciones, que para mí huele a cocido o filetes rusos de los domingos, únicos días en que mi madre me pedía subir el volumen con este disco que subrepticiamente afané a mi padre de aquél estudio donde vi mi nombre nacer.

Luego con los años, pude comprobar que aquéllos fluidos y paisajes que para mí tan sólo eran sonidos, más tarde formarían parte del mensaje de un pintor en sus cuadros, al igual que JJ Cale con sus canciones o John Ford con sus películas, cuya seña de identidad era que “los trenes se filman desde abajo”. Como la portada de “Okie”.

PD. De regalo, os dejo este enlace donde podréis comprobar la influencia, respeto y admiración hacia JJ Cale, en una interminable lista de artistas que han versionado a este tesoro de la música contemporánea.

https://www.jjcale.com/covers

Derby Motoreta's Burrito Kachimba: “Bolsa Amarilla y Piedra Potente”


Por: Javier González. 

Pocos grupos de nuestro panorama despiertan tanto interés en cada lanzamiento como el que consiguen Derby Motoreta´s Burrito Kachimba; es cierto que les hemos visto aparecer, crecer y consolidarse como una de nuestras grandes bandas de rock, pero lo que muchos no vimos venir es que su bien merecido estatus pudiera trascender más allá del círculo de entendidos y amantes del género, llegando a ser motivo de conversaciones desarrolladas en reuniones familiares, donde no solo se valora la calidad de sus canciones, sino también lo interesante de sus producciones y la personalidad de las letras que tejen. Dejando bien claro que han conseguido cruzar una frontera a la que solo se invita a los elegidos. 

Bien es cierto que en dicho hecho colabora tener en el mercado ya tres trabajos como tres soles de grandes. Y es que el reciente “Bolsa Amarilla Piedra Potente” vuelve a ser una muestra de solidez y consistencia en la carrera de la banda, dejando claro que sus coordenadas sonoras son más que firmes, pero en el que no tiemblan a la hora de plantear una evolución y por momentos una mayor accesibilidad que quizás, solo quizás, hagan de esta colección no solo la más larga en cuanto a número de canciones, sino también la más equilibrada de principio a fin. 

Vaya por delante que es una colección exigente, a la que conviene enfrentarse desde la calma, prestando dedicación exclusiva y a poder ser enfundado en unos cascos que inviten a perderse en los matices que contiene corte a corte, pues será el conjunto el que sobredimensione las características de un álbum en el que los singles y hits pasan más desapercibidos hasta después de varias escuchas. 

Bajo dichas premisas, empezarán a brillar los DMBK de las letras poéticas y sentidas, se asomarán bajo palio los jefazos de la kinkidelia a mitad de camino entre la Semana Santa y las “30 Monedas” de Álex de la Iglesia con “Agua Grande; repartiendo doctrina con trallazos a base de riffs, “Pétalos” y “Manteca”, y ambientaciones cada vez más marcianas, aquí destacarán “Manguara”, donde es inevitable pensar en “Stranger Things”, aunque uno siempre tiende a recordar más a “La Cosa” y John Carpenter, y “Gun-Gun”, brillante y preciosa tonada. 

No dejarán de lado el blues rock pesado zeppeliano que suspira en “El Chinche”, con unas sorprendentes armónicas de fondo, ni los ramalazos heavy clásicos o el stoner o quiebros progresivos-psicodélicos marca de la casa que muestran en “Seis Pistones” (Makensy´s Dream); tampoco faltarán las ambientaciones árabe-andalusíes, presentes en “Prodigio” y “Daddy Papi”, una de las más colosales de la colección; la vena flamenca-psicodélica viene representada por “Ευλαλω (Ef Laló)”, dotada de una mántrica intro, aderezada con ese maravilloso fraseo que dice: mi corazón es un vergel/ pa que tú te recojas el pelo y te acerques a beber/ qué pena/ qué pena/ cuando se me murieron las azucenas; ese arranque colosal que supone “La Fuente” con una segunda parte que mira a los ojos a Enrique Morente hasta llegar al cierre que marca la épica “Tierra”, donde agitan lo mejor de su coctelera en una tonada evocadora (cuando te conocí/ ya no me asustaba el silencio/ yo quería salir/ y la noche estaba durmiendo/ no me llores/ tú no me llores/ que la aurora trae sus colores/ cuando me despedí/ me llevaba tu recuerdo amargo), preciosa en su letra y sinuosa en el desarrollo, para enmarcar el final entre puro ruidismo y psicodelia de esta aventura que nos acerca de nuevo al particular universo de estos sevillanos vestidos como Muppets a los que tanta admiración profesamos. 

Con “Bolsa Amarilla y Piedra Potente”, DMBK firman su particular tres de tres, entregando el trabajo más redondeado de la trayectoria que los contempla; siguen fieles a las directrices marcadas con anterioridad en cuanto a sonoridad y textos, introduciendo matices que amplían su paleta sin desviarse un ápice en el camino de baldosas amarillas que lleva tiempo haciendo de su propuesta una de las más interesantes del panorama estatal, condición que reafirman de manera más que notable una vez más.

Entrevista: Circodelia


“Incluso en los periodos de inactividad de la banda, rara ha sido la semana en la que no nos hemos enviado fotos de guitarras viejas y hombres desnudos, que son dos cosas que nos gustan mucho” 

Por: Javier González. 

El día 3 de mayo Circodelia estará actuando en la madrileña sala Clamores en un acto benéfico en colaboración con la Fundación Psicología Sin Fronteras para el que ya no quedan entradas a la venta; su reentrada es por una buena causa, pero parece que no será algo concreto pues a tenor de lo que nos cuenta Víctor Pérez, vocalista de la banda, la idea que manejan es la de seguir grabando material y volver a pisar las tablas con más asiduidad.

La noticia nos llenó de alegría a la par que nos hacía volver la vista atrás, a los comienzos de esta web, cuando era habitual que una vez al mes nos dejáramos caer los jueves de madrugada por el Honky Tonk para acercarnos a los divertidos y sudorosos directos de Circodelia; allí solían mostrar credenciales llenas de pasión por el rock and roll clásico de Bowie, Stones y Velvet, pasados por el tamiz de unas siempre peculiares letras sin renunciar a una comercialidad bien entendida. 

Semanas atrás nos pusimos en contacto Víctor con objeto de hacer una retrospectiva que nos trajera hasta estos días, esto fue lo que dio de sí la charla. 

Después de demasiados años sin vernos ni poder entrevistaros, me apetece comenzar por el principio. ¿Cómo va todo para los componentes de Circodelia en el plano personal? 

Víctor: Todo va realmente bien. Marcos, Pablo, Miguel y yo tenemos estabilidad sentimental y laboral desde hace años, y eso te ordena mucho la vida. En la medida de lo posible, hay que huir del caos. Orden, bien; caos, mal. Uno tarda en aprender eso. Javi tiene la vida hecha, pero vive su cruzada sentimental particular. Es que Javi tiene un corazón muy grande. Y un corazón grande es un reto grande. 

En apenas unos días volvéis a los escenarios en la sala Clamores, en un concierto de lo más especial, pues hace tiempo que vuestra presencia sobre las tablas no es muy habitual, también porque la recaudación será a donada a Psicología sin Fronteras. ¿Qué podéis comentarnos al respecto del mismo? ¿Cómo surgió la idea de tocar para una causa tan bonita? 

Víctor: El artífice de todo ha sido Juan Manuel Rodríguez, Gerente de la Fundación Psicología Sin Fronteras. Él puso la iniciativa, los medios y el esfuerzo para organizar este regreso. Juan Manuel es un viejo amigo de la banda. Siempre apoyaremos cualquier cosa que él promueva. 

A nivel musical, podremos volver a disfrutar de todos los componentes de la formación original de la banda. ¿De qué forma surgió la posibilidad de volver a juntar a los titulares de Circodelia?

Víctor: La relación entre nosotros nunca se ha interrumpido, con conciertos o sin ellos. Incluso en los periodos de inactividad de la banda, rara ha sido la semana en la que no nos hemos enviado fotos de guitarras viejas y hombres desnudos, que son dos cosas que nos gustan mucho. Con ese contacto tan vivo, no costó poner sobre la mesa el tema del reencuentro.

¿Qué sentisteis al volver a juntaros en el local de ensayo? ¿Hubo que reaprender cosas o simplemente surgió la magia que hace parecer que el tiempo se ha detenido?

Víctor: Lo segundo. Tocar con tu banda es como hacer el amor con tu exnovia: el calentón inicial da paso rápidamente a las viejas sensaciones de siempre. En este caso, las sensaciones de siempre son agradables. Aunque Circodelia ha tenido varios parones por circunstancias ajenas al grupo (trabajo, pandemias, etc.), todos estaban muy engrasados. De hecho, Miguel, Pablo y Javi no han dejado de tocar en otros proyectos. Tal vez yo era el más oxidadillo. Pero ya estoy en forma otra vez. 

¿Habéis tenido la sensación de ser unos “abuelos cebolleta” recreando antiguas batallas? 

Víctor: Claro. Ten en cuenta que cuando yo me uní a la banda era 1996, ¡y el grupo ya llevaba un par de años en funcionamiento! Somos unos abuelos cebolleta. Como Sidonie, M-Clan o Love of Lesbian. 

¿Qué recuerdas de los comienzos de la banda y de la Malasaña de comienzos de los 2000? 

Víctor: De los comienzos de la banda recuerdo que el volumen de ensayos era tremendo. Mi voz sufría mucho porque no daba tiempo a que se recuperara. Era una época en la que nos sobraba la energía y nos faltaba sabiduría: invertimos mucho esfuerzo en cosas que tenían muy poco retorno. Los comienzos fueron también una época donde las influencias lo condicionaban todo. Tardé mucho en encontrar un lenguaje propio. Diría que hasta el 2000, mi escritura no se liberó de las rigideces del rock. En aquellos días, teníamos un vínculo muy fuerte con Malasaña: La Vía Láctea, el Garaje Sónico, el Freeway, el Tupperware, el Jazz Madrid… Es una época que recuerdo con mucho cariño, pero sin nostalgia. 

¿Cómo surgió la posibilidad de grabar el primer álbum? 

Víctor: Fue gracias a José Miguel Fernández Sastrón, un magnífico compositor y productor musical que más tarde sería presidente de la SGAE. Él estaba de jurado en el concurso Villa de Madrid de 2000, el que ganamos. Él nos descubrió y peleó por conseguirnos un contrato discográfico. 

Víctor, me gustaría que dedicaras unas palabras a cada uno de vuestros tres discos 

Víctor: Dale...

En 2002 vio la luz “Circodelia”, vuestro primer disco. ¿Qué supuso para vosotros? 

Víctor: Supuso el arranque de una nueva etapa como banda. Hasta entonces, la banda había funcionado de manera amateur, a golpe de ilusión y esfuerzo colectivo. La firma del contrato discográfico, la grabación del primer disco y todo lo que vino después añadió a la fórmula algo de dolor y frustración. Todo lo que nos estaba ocurriendo era nuevo para nosotros, y no siempre fue como habíamos imaginado. 

La producción corrió a cargo de Alejo Stivel, sin embargo, da la sensación, a tenor de alguna entrevista que concedisteis, de no haber quedado demasiado contentos con el resultado final. 

Víctor: No. No quedamos contentos. En el disco las voces están altísimas, totalmente fuera de plano. Circodelia era un grupo de guitarras, y la mezcla no capturaba eso. Sin embargo, en aquella época, Alejo Stivel y su gente solo nos dio amor. Su equipo hizo las cosas que hizo porque entendían que era lo mejor para la comercialización del disco. Nosotros, en cambio, teníamos la sensación de que desvirtuaban nuestro estilo. No hay rencores. 

¿Estabais preparados para la repercusión que tuvo una canción como “Las Chicas de las Canciones”? 

Víctor: No lo estábamos. Fue muy emocionante. Durante un par de meses no dejamos de sonar en la radio. Realmente tuvimos nuestros cinco minutos de gloria. 

Un año después ve la luz “Lo Trágico es Magnético”. ¿Cuáles eran las sensaciones de la banda ante este segundo trabajo que siempre se dijo que era el de revalida? 

Víctor: Trabajamos con Pedro Rodríguez como productor, que es un tío muy inteligente y con muchísimo talento, aunque más raro que un perro verde. Fueron días extraños, porque algunos de nosotros estábamos pasando una época complicada en lo personal, pero quedamos encantados con el resultado. Había sus flequillos, sus cositas que hubiésemos hecho de otro modo; con todo, estábamos contentos. 

Incluye, “Lo Trágico es Magnético” y “Ojos Mágicos, Corazón Mecánico”, entre otros bombazos incuestionables… a pesar de lo cual, la banda parece que no despega acorde a lo que merece. ¿Era la percepción que teníais dentro del grupo? 

Víctor: Sí. Pero el problema de Circodelia nunca ha sido de repertorio, sino de management. Nunca hemos tenido una oficina de management potente, que nos metiese en festivales y eventos de cierta repercusión. Hacíamos giras de 30-40 conciertos en salas de 300 personas. Así no se llega a ninguna parte. 

No puedo resistirme a preguntarte por esa portada, un claro homenaje al “Forever Changes” de Love. ¿De quién fue la idea de llevar a cabo algo así? 

Víctor:
Creo que la idea fue de Pablo. Esa composición de portada también la usaron los Beatles en el Revolver. 

Hay que esperar hasta 2006 para que viera la luz “Máquinas Románticas”. ¿Por qué tuvieron que pasar tres años? 

Víctor: Porque cambiamos de compañía discográfica, y esas cosas llevan su tiempo. Pepe Barroso, dueño de nuestra primera discográfica, Peps Records, fue muy generoso y nos dejó marchar. Así conocimos a Andrés Ochaíta, que en aquella época era dueño de Tool. Andrés Ochaíta y Andrés Fernández, su mano derecha, nos trataron con un cariño y un respeto al que no estábamos acostumbrados. 

Creía que el disco salió con Warner, a pesar de lo cual, al igual que con el anterior, mucha gente pensábamos que la banda merecía mejor suerte. ¿A qué crees que se debió no dar el gran salto? 

Víctor: No, la discográfica fue Tool Music. Warner después compró el catálogo, y es la actual dueña de los derechos. ¿A qué se debió no dar el gran salto con el tercer disco? Pues no lo sé… A una combinación de todo, imagino: a que no sonamos por la radio, a que no supimos explotar las redes sociales, que arrancaban por aquel entonces, a que nuestro management era flojo, a que no le gustábamos al suficiente número de personas… 

Y relativamente poco después, allá por 2008, más o menos, lo habitual era verte trabajando en el Garage Sónico de Malasaña y que la banda tocara un jueves al mes en el Honky Tonk, en aquellas madrugadas que muchos no nos perdíamos y que se alargaban hasta el amanecer, en lo que fueron el canto de cisne de los grandes jueves en Madrid. ¿Qué recuerdas de aquella etapa? ¿A qué se debió aquella ausencia de giras de conciertos? 

Víctor: No hubo gira del tercer disco porque nuestra oficina de contratación de aquel entonces no la organizó. En fin… Mis recuerdos de aquellos días son fantásticos. Psicológicamente, estábamos en modo “a la mierda todo” y tocábamos para divertirnos. Teníamos un público acotado, pero muy fiel, que llenaba todos los conciertos. Nunca he bailado tanto como en esa época. 

¿Cuál fue el motivo real que llevó a Circodelia a parar su andadura?

Víctor: En 2008 ya era evidente que aquello no iba a darnos de comer, y comenzamos a buscarnos la vida por otro lado. La banda seguía en activo, pero como un divertimento. En 2009 me ofrecieron trabajo en una empresa de ingeniería en Sevilla (yo soy ingeniero industrial). Me marché y en 2010 el grupo ya no tocó más. 

En 2022, apareció una nueva canción de la banda, “Esta Vida que Llevamos”, un buen medio tiempo donde demostrasteis seguir en muy buena forma, sin haber perdido el espíritu de Circodelia, con una letra marca de la casa y destilando una melodía repleta de elegancia. ¿Qué sabor os dejó la buena acogida que tuvo el tema? 

Víctor: Nos sorprendió mucho. Muchos amigos de bandas similares a la nuestra sacan cosas e, injustamente, pasan sin pena ni gloria. 

¿Os sorprendió la cantidad de reproducciones que tuvo en determinadas plataformas? 

Víctor: Sí. Flipa: actualmente “Esta vida que llevamos” nos genera más royalties que “Las chicas de las canciones”. 

¿Habrá opción de que el ritmo de producción de canciones y las presentaciones en directo de Circodelia se conviertan en algo más continuo? 

Víctor: Vamos a seguir escribiendo canciones y sacando cositas. Y seguiremos tocando en directo. El ritmo de lo primero será bajo, pero constante; el ritmo de lo segundo dependerá de que haya alguien dispuesto a contratarnos. Circodelia es una banda barata, pero la gente que lleva el Wanda Metropolitano no lo sabe. 

¿Qué sorpresas lleváis preparadas para el bolo del Clamores? 

Víctor: Vamos a sortear a un menor filipino. Y asaremos media ternera en fuego de leña sobre el escenario. 

Si hubiera algún que otro cuarentón que tenga dudas a la hora de acercarse a ver a la banda de nuevo. ¿Qué le dirías para ponerle los dientes largos? 

Víctor: En Clamores ya no quedan entradas. Se ha vendido todo hace semanas. Pero para el próximo concierto, le diría que se anime: ¡solo se es viejo una vez!

Supersubmarina: "La Maqueta"


Por: Javier Capapé. 

No hace falta decir todo lo que Supersubmarina está removiendo en muchos de nosotros estos días. Tanto por el lanzamiento del libro "Algo que sirva como luz" del periodista Fernando Navarro, que nos lleva de camino por su ascenso, caída y reconstrucción, como por su vuelta a la vida pública con ese regreso en forma de rueda de prensa en el Teatro Pavón de Madrid (o estaría mejor decir conversación entre amigos) y la publicación ahora de "La Maqueta", su primer lanzamiento discográfico desde que todo se truncara aquel fatídico día del mes de agosto de 2016.

Para todo al que le pille a contrapie, este cuarteto de Baeza desciende del pop rock más certero e inspirado y siempre han demostrado que su historia cala por donde pasa. Conquistan y convencen. Llevan la honestidad por bandera. Supersubmarina son un ejemplo de esfuerzo, tesón y superación. Su presente comienza con este principio, con la que fue su carta de presentación. Estas canciones les llevaron a fichar por Sony y comenzar su ascenso. "La Maqueta" fue su ficha de salida, pero hasta ahora había permanecido en un segundo plano. Tras ocho años apartados de la vida pública, su esperado regreso no se ha producido quizá como muchos soñaban, pero el mencionado libro de Fernando Navarro y estas diez canciones que produjeron junto a su paisano Pachi García Alis en su estudio baezano y les abrieron las puertas del cielo son lo que ellos querían hacer. Su particular paraíso fue conquistado a base de espontaneidad, perseverancia y saber hacer. Tenían todo lo que merecían, estaban disfrutando de la cara más dulce de esta industria titánica, pero el accidente en el verano de 2016 hizo que sus vidas se detuvieran o más bien quedaran en standby. Hasta hoy. 

En este 2024, Pope, Juanca, Jaime y José "Chino" vuelven a estar con nosotros (si es que alguna vez se fueron) y su música, que no ha dejado de ser un sitio al que regresar una y otra vez, retorna en su forma más primigenia. Cuando este grupo de amigos comenzaba a abrirse paso en el mundo de la música, cuando todavía sus canciones eran un ejercicio nada profesionalizado, concretamente en el verano de 2008, se acercaron al estudio de Alis y bajo su producción dieron forma a diez canciones con las que presentarse al mundo. Muchas de ellas se convirtieron en emblemas que pervivieron en su repertorio de forma continua durante los ocho años siguientes que formaron todo su periodo activo. Y eso da muestras del poder de las mismas. Para esta ocasión, las canciones de esa maqueta han sido remasterizadas, incluyendo "Bichobola", una preciada canción para sus selectos seguidores más acérrimos que la habían podido disfrutar muchas veces en sus conciertos, pero que nunca la habían escuchado en su versión de estudio.  

Uno de los más interesantes ejercicios que recomiendo hacer al escuchar esta maqueta es ir contrastando una a una cada canción aquí presentada con las que luego fueron a parar a sus primeros dos EP's o a su disco debut "Electroviral" en su grabación definitiva. Puedo asegurar que es de lo más interesante, ya que vemos transformaciones en todas y cada una de ellas. A algunas casi les dan la vuelta por completo, aunque en otras solo apreciamos un toque amateur que posteriormente se refinó, pero sin duda el disco gana haciendo este ejercicio de contraste. Las voces suenan más adelantadas (algunas abusando de efectos mientras otras quedan más cristalinas), las guitarras están más limpias, sin tantos filtros más allá del pedal del chorus o las distorsiones, y la producción es más básica, confiriendo a las mismas un toque más instantáneo. Los cuatro amigos, casi adolescentes en el momento de la grabación, supieron darle las riendas a Pachi García para que exprimiera todo su potencial y les lanzase a dar el primer paso de una carrera que resultó estar tocada por la varita de la aceptación de los medios y el público, que no les abandonó nunca. Y de esa manera han recibido "La Maqueta" con un caluroso abrazo, permitiendo redescubrir pequeñas joyas como "Niebla", que, difiriendo de su versión en "Electroviral", se asienta aquí en un ritmo constante que la convierte en adictiva, con la voz en primer plano y unas guitarras casi formando un todo con ese sintetizador juguetón. "Ana" también es otra de las más transformadas en su versión definitiva posterior, ya que en la maqueta despunta con un acelerado pulso, con el añadido de un efecto de distorsión vocal que se mantiene toda la canción y que le da un toque más macarra. Ese mismo efecto vocal lo vemos en "Cientocero", que también es algo más sucia que la versión que terminó en su primer EP lanzado en diciembre de 2008.

"Ola de calor" muestra la voz todavía sin pulir de José, pero que ya sentaba las bases de sus característicos fraseos, con esa línea doblada en las estrofas. Instrumentalmente el bajo manda en el estribillo de forma muy marcada y las guitarras entran sin grandes florituras, pero definiendo esa garra rítmica que sin llegar a cortar siempre condujo sus temas. La influencia muy clara de Alis se percibe en la melódica "OCB", con esa forma de definir con falsete los puentes. Un recurso que José pudo heredar de Pachi, pero que siguió presente en sucesivas composiciones. Esta canción cuenta también con un crescendo de guitarra final para demostrarnos como el joven Jaime sabía desde el principio dar personalidad a sus guitarras. Aunque quizá la canción en la que más se nota el carácter del productor de las mismas sea en "Supersubmarina", la que dio título al propio grupo y que siempre ha sido una de las favoritas de su público. En la maqueta la compartían a modo de dúo entre "Chino" y Alis (es curiosa la proximidad de sus timbres) y desde el principio deja vislumbrar su fuerza y la gran composición ante la que nos encontramos. Una forma excelente de plasmar el chispazo irremediable, la atracción flotante, en un redescubrimiento fascinante de una canción de la que nunca nos cansaremos. 

"Eres" es más contundente, con afiladas guitarras y más distorsión. Aquí no hay tanto cambio con la canción que todos conocíamos, pero se respira ese aire cargado de espontaneidad, algo que ocurre igualmente con "No es así", que es rápida y garajera y muestra la cara más descarada de los de Baeza. No llegó a su disco debut, pero fue habitual en sus primeros años al formar parte de su primer EP. También hay sitio para la versión de "Chas! Y aparezco a tu lado". Siempre reivindicaron esta tonada pop en sus inicios, lo que les mostró desprejuiciados y valientes al encarar un tema de Álex y Cristina cuando esto podría haber sido algo no tan positivo para ellos, sin embargo, Supersubmarina hicieron grande esta canción y demostraron su carácter pop por encima de modas y poses, a pesar de su juventud. 

Por último, y a modo de sorpresa, encontramos "Bichobola", que nunca llegó a ser grabada de nuevo, pero no solo era santo y seña del grupo sino que se convirtió en una de sus canciones más demandadas en directo al tratarse de una rareza que sirvió de excusa para llamar a sus seguidores "bichos", lo que muestra lo importante que llegó a ser para el cuarteto. Así que encontrarla en "La Maqueta" da un valor extra a esta colección de canciones, muchas de las cuales acompañaron al grupo durante toda su vida en activo y que con esta reaparición parece que quieran decirnos que están de nuevo "en pañales", con todo por decir, más vivos que nunca. 

Algunos periodistas pedían tras la aparición del cuarteto en público a principios de abril que dejáramos de demandar una vuelta a los escenarios de Supersubmarina, que dejáramos de pedir nuevas canciones del grupo, que les diéramos espacio para volver a su modo, como su momento les permite, pero es que esta maqueta nos devuelve esa inquietud, esa pasión que creíamos dormida y que ha vuelto a estar más presente y viva cuando algunos pensábamos que Supersubmarina solo volvería en nuestros sueños. Pero no, ellos están aquí de nuevo. Su pundonor nos da aliento, sus canciones nos dan oxígeno y su historia los hace más grandes todavía.

Marillion: "Seasons End - Deluxe Edition"


Por: Txema Mañeru. 

No tengo ninguna duda de que los numerosos fans de la banda de rock progresivo de segunda generación, Marillion, estarán muy contentos con los montones de buenos y cuidados discos que entregan a su fiel público. Tanto cuando Fish fue su cantante, como cuando Steve Hogarth cogió a la perfección su relevo. Su formación data ya de hace 45 años y los últimos 35 han contado con la voz del segundo. El que ha estado siempre ahí desde el principio es su prodigioso guitarrista, Steve Rothery. Prácticamente desde su comienzo están también los omnipresentes, y muy protagonistas, teclados de Mark Kelly; igualmente lleva más de 40 años en la banda que ha vendido más de 15 millones de discos la misma sección de ritmo que forman Trewavas y Mosley

Decimos lo de la alegría para sus fans porque tienen ya unos 20 discos de estudio a los que se suman montones de buenos directos en cuidadas ediciones que hacen, normalmente, las delicias de estos. Su mayor popularidad la tuvieron entre mediados de los 80 y de los 90 con bastantes trabajos que estuvieron en las listas de los más vendidos. Casualmente, o no, “Seasons End” fue el primer trabajo con Hogarth cantando. Tras la inicial polémica por este cambio, el disco fue muy bien recibido y está considerado una de las obras clave de su amplia discografía. 

Pero como ya te hemos hablado del cuidado que ponen en sus publicaciones, te diremos que tienes que ver y escuchar este “Seasons End - Deluxe Edition" (Parlophone Records / Warner), ya que desde luego estamos ante una edición de lujo pues consta de hasta 4 discos. 3 compactos y un Blu-Ray repleto de capacidad sonora y visual. Todo ello envuelto en un libro de tapas duras con un estupendo libreto de 60 páginas con cuidados y amplios textos, las letras de las canciones, chulas fotografías y un estupendo artwork. 

Se trata de su quinto disco y cumple ahora 35 años de vida y resucita como realmente merecía. El primer compacto nos trae el remix del pasado año con un sonido realmente apabullante. Comienza con ese excelente "The King Of Sunset Town" de más de 8 minutos que cuenta con un precioso inicio vocal para presentar a su nuevo vocalista con muchos aires al mejor Peter Gabriel de Genesis. una buena melodía y combinación de guitarras y teclados de marcado aire progresivo. Sigue otro tema clásico de la banda como es "Easter", con su mágico arranque acústico. Potencia rock encontramos en la fulgurante "The Uninvited Guest" y una melodía lenta y punteos espectaculares sobre mullidos teclados en los también más de 8 minutos del tema "Seasons End". "Berlin" es otro precioso lento que va creciendo con su preciosa melodía. Espectacular es la aparición del saxo de Phil Todd en dicho tema añadiéndole ciertos toques épicos, aunque luego vuelven otros momentos realmente relajantes, como esa luminosa melodía de "After Me" que es el interluido para el regreso de los momentos más rockeros y guitarreros de "Hooks In You". Un tema con el que continúan creciendo y que cuenta con un buen trabajo en los cuidados coros. El buen, brillante y esperanzador final llega con "The Space…" entre armonias y duelos entre guitarras y teclados. 

El segundo compacto es para un directo del 2022, que repite el disco al completo añadiendo una buena cara B como "The Release", para irse casi hasta la hora de duración. A las tomas acústicas de "Easter" se suman unas eléctricas todavía más poderosas. Vuelven a destacar melodía y hermosos coros en el gran tema titular, como lo hacen, para volar más libre el saxo, en "Berlin". Los punteos de Rothery alcanzan tonos aún más épicos en "After Me". Algo que también sucede en los punteos sobre los teclados luminosos de la citada "The Release", mientras que por su parte suena todavía más sinfónica, pero realmente hermosa, la versión en directo de "The Space…". El tercer compacto trae 2 de sus temas más extensos sacados del mismo directo del 22. "Gaza" dura más de 17 minutos y tiene momentos y riffs cercanos al hard-rock, combinados con momentos y punteos mucho más melódicos. "The Leavers" supera los 20 minutos. Mágicas voces, encendidas guitarras y delicados momentos al piano y la voz, a veces casi narrada, y que tiene aires a Genesis, pero también a Mike Oldfield. Se trata de uno esos temas conceptuales en los que hay varias canciones en una; en concreto, hasta cinco en esta estupenda suite. 

El cuarto disco es un Blu-Ray que trae montones de destacadas maquetas, caras B, demos y tomas alternativas. A ello hay que sumar dos documentales, un directo completo y varios films promocionales que llevan la parte visual por encima de las cuatros horas de duración. Puede disfrutar de este cuidado artefacto cualquier fan de la buena música, pero no se podrá resistir a él ninguno de los muchos seguidores de esta capital banda.

Entrevista 15 Aniversario: Javier Corcobado


“Se debería invertir más en la originalidad” 

Últimamente las canciones de Javier Corcobado sobrevuelan nuestra existencia más que nunca; quizás tenga que ver con habernos sumergido en lo más profundo de su última obra literaria, “La Música Prohibida”. 

Asomarnos al abismo supuso caer al interior, presas de una emoción desbordada. Y una vez dentro, hallamos respuestas a ciertos interrogantes, conectando en un insospechado plano con el artista y su sin par trayectoria. 

Pudimos entrevistar a Javier, charlar con él brevemente en la presentación del libro celebrada en Vallecas, el barrio de su infancia, rodeados por gran parte de la familia Pérez-Corcobado, estrechando el lazo común mientras sentíamos que estábamos presenciando algo muy grande. Tal fue la conexión. que le propusimos formar parte de nuestras entrevistas conmemorativas, algo a lo que accedió de inmediato, demostrando la misma grandeza en sus actos de la que lleva haciendo a lo largo de toda su trayectoria profesional y vital. 

Para nosotros, que consideramos a Javier Corcobado un músico mayúsculo que honra la palabra artista a cada paso que da, es un auténtico lujo dejaros hoy en su siempre certera, afilada y grata compañía. 

¿Qué valoración general harías de la actual situación del "mundillo" musical? 

Javier: Teniendo en cuenta que vivo fuera de la urbe y por tanto del “mundillo” musical, mi valoración no es muy fiable… ignoro muchos factores que intervienen en este ámbito en la actualidad; sin embargo, la intuición me dice que todo es más o menos como en los últimos 20 años, demasiados festivales, demasiados grupos, demasiados artistas, escenarios insuficientes, poco dinero para los debutantes, mucho para los que siempre llenan… Quizás se debería invertir más en la originalidad, me da la impresión de que se arriesga poco en la vanguardia o que se considera elitista... Muchos músicos creen que mezclar estilos ya es innovar… y no es tan fácil… Supongo que todo es susceptible de mejorar… Un poco más de rock’n’roll vendría bien… 

Siempre se ha hablado del directo como último refugio para mantener con vida a las bandas, ¿Crees que hay una red de salas y condiciones favorables a lo largo del Estado? 

Javier: Cómo te he dicho, no sé cómo está el circuito. Imagino que las dotaciones técnicas serán mejores según avanza la tecnología, mejor sonido, mejores técnicos, músicos más profesionales… Mientras se siga manteniendo la conexión dopamínica y adrenalínica entre artista y público el circo seguirá adelante. Yo espero que esa red exista y funcione para volver a actuar sobre los escenarios de este país en 2024, y también para presenciar como público buenos conciertos en el futuro. 

¿Cuál es el papel que en ese sentido crees que juega la proliferación de festivales? 

Javier: Tengo la sensación de que hay mucha oferta y no tanta audiencia. Los festivales parecen olvidar que son en sí mismos escaparates donde dar a conocer nuevos y singulares talentos; esa era una de sus misiones más bonitas antaño. Detecto que en los carteles aparecen las mismas bandas una y otra vez, salvo asombrosas excepciones, muy loables. La gente goza más de la experiencia de la convivencia y de la oportunidad de encontrar a otras personas afines entre la multitud agitada al unísono por un sonido espectacular que por la música en sí. Pero hay de todo, en mi caso, aunque siempre he preferido teatros, auditorios o salas con buena acústica, he tenido ocasión de tocar en festivales multitudinarios en México y he procurado que el público se concentre no solo en bailar sino también en escuchar, y algunos los he disfrutado mucho.

Ahora que la venta de discos es irrisoria, las plataformas siguen robando a los creadores con porcentajes ínfimos por reproducción y en los festivales apenas se paga a los artistas más minoritarios, salvo honrosas excepciones. ¿Por dónde pasa la durabilidad de los proyectos y las carreras de larga duración? 

Javier: La industria siempre ha exprimido a los creadores, que cada vez son menos necesarios para el sistema, las grandes audiencias se podrán contentar por la música generada por la Inteligencia Artificial, bueno ya lo hacen… La obsolescencia programada ya lleva muchísimo tiempo arraigada en la creación de canciones y de música original, son los mismos letristas y compositores quienes se autocensuran, temerosos de lo nuevo, lo original, lo desconocido —que consideran oscuro—, quienes ya entregan a las discográficas o plataformas o distribuidoras el alimento artístico deglutido y hasta defecado en multitud de irritantes colores que conforman la abigarradas melodías y ritmos que nos asaltan a traición por doquier y que se desvanecen rápido en el olvido: copias de copias de copias… que se desechan y se reciclan reduciéndose así su calidad de una manera tremenda. 

A la hora de disfrutar de la música como oyente, ¿prefieres acercarte a los clásicos con los que te hiciste melómano/a o bien prefieres escuchar propuestas novedosas? ¿Por qué? 

Javier: Hace tiempo decidí crear la música que me gustaría que hicieran otros para disfrutar de su escucha. Sigo en ello. Me fascina que una canción me sorprenda, agradezco mucho que todavía haya artistas con hambre de renovar ese etéreo arte y que sean capaces de erizarme el vello con una palabra presa en una delicada melodía o con un estruendo arrítmico poderoso… Mis listas de reproducción son muy variadas. 

Todo oyente tiene algún secreto no confesable de bandas y/o músicos que le emocionan y que no suelen estar bien vistas, ¿Cuáles serían los tuyos y por qué? 

Javier: A mí me avergonzaba decir a mis amigos mayores que me gustaba la música disco cuando tenía 13 o 14 años, porque a ellos todo lo que no fuera rock progresivo les parecía hortera. Tengo perversiones musicales muy graves (risas), ten en cuenta que la primera canción que canté de niño fue “Gwendolyne” de Julio Iglesias… Cuando proclamé que me gustaba “SloMo” de Chanel fui nuevamente incomprendido en mi entorno… La verdad es que en lo espurio muchas veces está el verdadero arte: Juanito Valderrama, Sonic Youth, Frank Sinatra, Madonna, Lana del Rey, Arca, Suicide, Lou Reed, Las Grecas, Shostakovich, The Ramones, Einstürzende Neubauten, Tom Waits, Nirvana, Grandmaster Flash, La Terremoto de Málaga… son compatibles si descorres las cortinas de prejuicios que te impiden absorber la luz y admirar las sombras en forma de música. Pero, insisto, no se trata solo de mezclar estilos, es algo más misterioso. 

¿Cuál fue ese primer contacto con la música que te empujó a dedicarte a ella? 

Javier: Creo que fue “Poupée de cire, poupée de son”, según se relata en “La música prohibida”, pero quizás fuera otra cosa que no recuerdo. ¿Mis alaridos en el bautizo cuando el cura vertía agua bendita sobre mí? 

Cita cinco nombres básicos en tu reproductor en los últimos meses. 

Javier: The Cramps, Unloved, Shostakovich, Link Wray, Bill Callahan… 

¿Qué artistas malditos, minoritarios o relativamente novedosos nos recomendarías encarecidamente no perder de vista? 

Javier: Me vienen de inmediato al pensamiento Miguel A. García, Aintzane con G de Gloria, Marta Sainz, Penny Pacheco, Culto Oculto, quienes de momento son minoritarios pero algún día lo dejarán de ser… 

Javier, ¿cómo te sientes tú en esa piel de artista maldito y minoritario por excelencia dentro de nuestra música? 

Javier: Repito por vez enésima que nunca me he considerado un artista maldito, aunque sí minoritario. No aspiro a ser un artista mayoritario, pero sí de grandes minorías, como se solía definir Marina Abramovich. 

¿Qué le ha quedado a Javier Corcobado por hacer dentro de su trayectoria a la que según confiesas solo le resta un disco? 

Javier: La canción más bella jamás creada… algo prácticamente inalcanzable… y una gira maravillosa que me lleve a expandir por el mundo mi palabra y música, siendo, eso sí, debidamente recompensado económicamente, y con el público, músicos y promotores absolutamente a favor… Esto último es más sensato que llegar a componer la canción perfecta, aunque lo intentaré a ver qué sale… 

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de nuestra revista digital? 

Javier: Creo recordar que me entrevistasteis en las oficinas de PIAS allá por principios de los años 10 de este siglo, ¿no es así? Después os he leído en el transcurso de los años. 

¿Qué valoración haces de nuestra evolución como web asentada dentro de la oferta de prensa musical, nacional y gratuita? ¿Qué es lo que más te gusta de El Giradiscos? ¿Y lo que más te irrita? 

Javier: Valoro el mérito de que llevéis a cabo algo tan laborioso, altruista y necesario para que siga abriéndose camino una opinión realmente independiente y con criterio musical, distinta al omnipresente dictamen del mainstream, ya sea conservador o progresista… ¿Irritarme? Tanta vulgaridad creciente. 

Espacio libre para una felicitación, crítica o lo que venga en gana… 

Javier: ¡Abrazos y felicidades por estos 15 años al personal de El Giradiscos y al público ya asiduo y al que está por venir. ¡Salud, amor y libertad!

Depedro: "Un Lugar Perfecto"


Por: Javier Capapé.

Después de ocho discos de lo más variado, desde el brillo panamericano a las revisiones en forma de duetos, los discos infantiles, la cercanía al pop o un directo explosivo, Jairo Zavala nos presenta un noveno alto en el camino que respira novedad dentro de los cánones más reconocibles del madrileño.

El venezolano Gustavo Guerrero (el diablo de las maderas ardientes) produce un disco conciso, como marcan los tiempos, pero al que apenas le sobra nada para reconocer los aires que siempre han definido la música de Depedro, aunque buscando aquí más accesibilidad y cercanía. Con ciertas métricas y matices diferentes, que vuelven a mirar a los lazos que nos unen al continente americano (se nota que la experiencia con Calexico sigue estando presente), pero sin olvidarse de buscar también en la raíz más cercana, esa que ha estado unida siempre a la tradición del cantante folk, sobretodo por la forma en la que encara las canciones y las acerca más al oyente, con mensajes claros y los elementos necesarios para hacer fácil lo complejo. 

Un disco con la esperanza como santo y seña, que define sus letras cargadas de pasión por el camino en lugar de por el fin. Depedro disfruta más del intento que de las metas, del aprendizaje que de la lección cumplida. Ese ha sido siempre su estilo y lo conserva con más fundamento si cabe en este "Lugar perfecto", que lejos de pretender ser eso, gusta más de adentrarse en recovecos e imperfecciones que consiguen definir las coordenadas de este artista. 

El álbum se abre con el que fue el primer adelanto del mismo hace ya casi medio año. La canción que le da título es precisamente una reflexión sobre buscar ese lugar ansiado cuando empezamos a entender que una relación se pierde. Buscar en lo cotidiano lo relevante, que al final es lo perfecto. Una bossa eléctrica que se emparenta con los primeros compases que dio Jairo Zavala con su debut hace ya más de quince años. Con "La Gloria" volvemos a encontrarnos con "El Pasajero" en una cumbia errante de luminoso estribillo. "La siembra", como si de unas semillas crecientes se tratase, se desliza entre cuerdas y percusiones mientras crece resaltando el costumbrismo y lo terrenal para realzar lo mágico. 

"Habilidad" es muy Drexler, de ese que "amaba la trama más que el desenlace", casi como un hermano en este camino que va de la canción de autor al pop. Los mimbres acústicos rezuman ese pop en cada fraseo para desembocar en un estribillo que aboga por encumbrar los errores como aprendizaje diario. La siguiente, "Coreografía", que cierra la primera parte del disco, se viste de rítmica soul acelerada que transmite una energía necesaria en un disco algo más pausado de la cuenta dentro de los cánones del madrileño, aunque no pierde sus toques acústicos. Mención especial merece esa guitarra que traza un elevado solo al final del tema. 

El que fuera el último avance del disco abre la cara B. "Ojalá el amor nos salve" es como una proclama con la esperanza como bandera que se mueve con pulso fresco y cautivador. Su mensaje optimista engancha sin sonar impostado porque Jairo siempre consigue que suene real su discurso. Sigue su línea más pop a pesar de estar apoyada en la raíz latina, aunque para representar el viaje multicultural del disco tenemos "Niño con piel de cuero", donde suena desde un laúd a un bombo legüero e incluso una guitarra eléctrica, que casi es la única vez que se deja entrever en el disco, dando al conjunto un aire transfronterizo desde latinoamérica a África (hay cierto aire a Youssou N'Dour por momentos), donde casi todos los elementos de la música de Depedro se dan cabida, clara muestra de su amplio espectro. Su letra muestra igualmente ese espíritu abierto y multicultural que le define. 

La guitarra arpegiada es la absoluta protagonista de "Fábula de la diferencia", que luce más básica, con los elementos justos, iniciándose en la línea del cantautor clásico que va incorporado elementos como el violín, el contrabajo o el piano sutil sin perder ese tono pausado, reclamando las diferencias más como una solución que como un problema. Las cuerdas de O Kwarteto sostienen "Lo que va pasando" en una línea continuista con la anterior, pero más sugerente en su estribillo y con una melodía más accesible, signo de que es una de las canciones emblema del lote, con protagonismo en las relaciones humanas que nos sujetan mientras la vida, como reza su título, va pasando. Y el viaje termina con "Niebla", de nuevo una canción desnuda que muestra ese momento en el que nuestras vidas y recuerdos se difuminan. 

El menos es más le sienta muy bien a estas canciones, que dejan muchos elementos accesorios fuera para acercarnos más a las melodías puras y a las letras. Puede que Depedro sea más directo esta vez, más cercano a la canción de autor, aunque sin perder su tono mestizo. Ser más directo permite reconocerle, pero a la vez encontrar algo nuevo en él, sobre todo en la segunda parte del disco. 

Definitivamente este es un disco para viajar, pero no tanto en busca de ese "lugar perfecto" si no para deleitarse en el placer del viaje, cual nómada que se sabe más afortunado por lo recorrido que por la meta a alcanzar. Y es que en el camino está el verdadero disfrute del trayecto, muchas veces más que en el propio destino. Eso es lo que nos quiere transmitir Jairo de una forma clara, con las relaciones humanas como trasfondo de sus letras y con la mirada puesta en lo que nos brinda la tierra en forma de mestizaje con su música. Abran bien sus oídos y no se cansen de buscar ese "lugar perfecto" porque en estas diez canciones está solo el principio.

Fidel Oltra: “Los sueños de La Dama se Esconde, conversaciones con Nacho Goberna”


Por: Javier González. 

Esta es una historia de “Armarios y Camas”, enmarcada entre tonos azul cielo y verdes campestres donde resuena el rumor de fondo del mar Cantábrico. De un Agrimensor convertido en Dama delicada, alérgica a la sobreexposición mediática. Es el reflejo de una personalidad calada por el txirimiri norteño. De un niño criado en el prolífico y siempre talentoso barrio del Gros donostiarra amante de la música. Una aventura escrita entre referencias a Kafka y Tolkien. La crónica vital de un tipo que agarró con una mano el viento y con la otra sostuvo su libertad creativa. Un creador sin par: evocador, delicado y certero. “Un Regalo” que nos acerca en un puñado de páginas a mundo interior convertido en “La Tierra de los Sueños”. 

Un maravilloso viaje capitaneado por Fidel Oltra, bajo la edición de los siempre acertados compañeros de Muzikalia, quienes vuelven a dar en el clavo al reivindicar a uno de los mejores compositores que ha alumbrado la historia del pop patrio. Y es que el nombre de La Dama se Esconde, aquel maravilloso grupo al que dieron vida Ignacio Valencia y Nacho Goberna, suele pasar desapercibida cuando alguien recuerda a las grandes bandas de nuestra música, un hecho a todas luces injusto, pues su bagaje musical se sustenta por sí solo y la particularidad de las letras que siempre defendieron con exquisito gusto, deberían hacerles merecedores de una reivindicación mayor por parte de cualquier aficionado a la música que se precie, una puesta en valor que jamás negaron nombres tan importantes para el indie patrio como Jorge Martí y Antonio Luque

Muchos son los acontecimientos que se relatan en esta obra, siempre con tino y una bella lírica que roza lo poético. Abarcando la infancia de Nacho, quien habla con profundo amor de su madre, Inés Goberna, y padre, el mítico Pahiño, uno de los máximos goleadores en la historia del Real Madrid todavía hoy, señalado en la época por “rojo” debido a sus ideas políticas contrarias a la dictadura franquista, y también de la adolescencia, donde tanto le marcaron sus viajes a la otra orilla del Bidasoa, cruzando a la republicana Francia, para surtirse de material musical, pocos años antes de que diera forma a Agrimensor K y a La Dama se Esconde junto a su mejor amigo, Ignacio Valencia

No fue fácil el traslado a Madrid, abandonar su tierra y verse en la capital, de la que no reniega -y donde sigue viviendo todavía-, encerrado horas y horas en su habitación, escribiendo y componiendo. Viviendo, sin participar de las luces de la “movida”, el progresivo crecimiento de La Dama se Esconde, desmenuzando cada trabajo, la forma de composición de sus canciones y los medios técnicos para desarrollar las grabaciones; la absorción de DRO por parte de Warner, sin que su libertad creativa se viera acotada, y desgranando la forma en que afrontaba el estrellato, con calma y sin afectación, dando a entender con orgullo que la banda llegó comercialmente donde debía, básicamente porque ellos tampoco hubieran disfrutado haciendo más alardes para obtener un mayor reconocimiento, defendiendo una actitud que le honra como persona y creador. 

Llegando a los capítulos finales con parada en sus dos álbumes en solitario, “Transparente” y “Un Bosque de Té Verde”, éste último editado bajo su propio sello, “Closer Pornography”, donde publicaba bandas alternativas que consideraba interesantes, y en la web que desarrolla junto a su compañera, Emma Rodríguez, “Lecturas Sumergidas”, un proyectó independiente más que interesante, rematando con la casi certeza de que ni habrá más discos con La Dama se Esconde ni muy probablemente defendiendo su propio nombre. 

Al leer “Los sueños de la Dama se Esconde” uno encuentra los porqués a la belleza que destilaba el bueno de Nacho en sus canciones; a cada página vuelve a aparecer aquella calma y sensibilidad, una evocación poética única que brilla en nuestras vidas desde hace cuarenta años, cuando siendo apenas niños nos topábamos con un tipo tan llamativo y distinto, quien parapetado tras su gorra hablaba de otros universos y mundos posibles acompañados de sonoridades relativamente acústicas, acompañadas de sintes y cajas de ritmos. 

Qué suerte haber compartido espacio con Nacho Goberna y sentir que sus canciones nos han rozado, que nos acompañan desde la infancia. Y que doble fortuna haber podido cruzarnos con él alguna noche en el Costello de Madrid y haberle podido entrevistar años atrás. Artistas como él han mejorado el argumento de nuestras vidas y ahora que se ha abierto en canal en esta gran semblanza, emociona comprobar que la obra y el creador son dos caras simétricas de una misma moneda.