Hippo Campus, esa banda estadounidense que, allá por 2013, comenzó a granjearse una fiel legión de seguidores, ha vuelto. Y, los mismos que supusieron un soplo de aire fresco en la escena indie rock, gracias a sus rasgadas guitarras y al desenfado y, a la vez, complejidad de sus letras, han traído un “Flood” sorprendentemente descafeinado para lo que se esperaba de ellos.
Cuando te sumerges en la escucha del nuevo disco de la banda, pronto te das cuenta de que pasa algo, y no es bueno: cuesta distinguir una canción de la anterior, y esta de la siguiente. Evidentemente, en un disco ha de haber cohesión pero en “Flood” no se trata de cohesión sino de repetición: un sonido que apenas cambia desde el minuto uno hasta el 47.
Letras desnudas que versan sobre las complejidades de la recién estrenada vida adulta, sobre sentirnos perdidos y relaciones fallidas entre arreglos y melodías con un sonido ciertamente adolescente, lo cual no tiene por qué ser malo pero, en este caso, da como resultado un conjunto demasiado naíf.
La esencia de “Flood” no estaría mal si fuese el primer trabajo musical de un grupo de veinteañeros pero, 7 años después del gran “Landmark”, este sonido monótono y repetitivo que empapa todo “Flood” resulta un pasito para atrás. "Paranoid", "Fences, "Tooth Fairy"... Cada una de estas calmadas, suaves canciones, por sí mismas, no es un desastre pero es que tampoco es la bomba. Y, si encima, todos estos temas coexisten en un mismo disco lo convierten en algo repetitivo y sin chispa.
Buenas noticias: hay algún destello. “Slipping away” destaca entre la multitud, con su ritmo pegadizo y, por fin, un chispazo de energía. Igual le pasa a la ¡fantástica! “Forget it”, con ciertos y maravillosos ecos a The 1975 y una profundidad de la que carece la mayoría del resto del álbum.
En definitiva, y tristemente, “Flood” es un disco olvidable. Da esperanza el comprobar que Hippo Campus, artífices de esa joyita que es “Bambi” (2018), aún conservan ese toque especial que se cuela en algunos recovecos del disco, pero tendrá que ser en el futuro cuando comprobemos si aún les quedan cosas emocionantes por contarnos.