Sala El Sol, Madrid. Miércoles, 6 de noviembre del 2024.
Texto y fotografías: Álex Fraile.
Aunque a veces nos empeñemos en negar la mayor, los tiempos están cambiando. Cada cual tendrá sus razones, pero es cierto que tendemos irremediablemente a echar la vista atrás. ¿Síndrome de Peter Pan o simple miedo a reconocer que cualquier tiempo pasado fue mejor? A buen seguro que quienes acudimos el pasado miércoles a la madrileña sala El Sol en el fondo anhelábamos encontrarnos al Evan Dando de antes y sobran los motivos para afirmar que eso, de partida, era imposible no, lo siguiente.
Allá por principios de los noventa, el líder de los Lemonheads vivió su época dorada, feliz en su rol de enfant terrible y convertido en referente absoluto del indie pop americano. La culpa de todo ello no fue otra que su pasmosa facilidad para elaborar melodías contagiosas de apenas tres minutos. Pocas bandas de aquella época lograron hilvanar dos discos tan referenciales como fueron "It’s A Shame About Ray" o el inmediatamente posterior y no menos adictivo "Come On Feel The Lemonheads". Melodías perfectas cargadas de intensidad y rabia: puro power pop.
Bajo estas premisas y amparados en nuestros recuerdos, nos dispusimos a disfrutar del concierto en solitario de Evan Dando, el cual desde mediados de octubre recorre Europa y Reino Unido en formato acústico, con la sola compañía de dos viejas guitarras. La sala se fue llenando poco a poco cuando de repente el líder de los Lemonheads apareció como siempre, con aire despreocupado.
Bastaron unos simples acordes de "The Outdoor Type" para darse cuenta de que la parroquia estaba de su lado, coreando cada una de las estrofas. El poder de la nostalgia, acrecentado al escuchar "Being Around", "If I Could Talk I’d Tell" o "Confetti". Las canciones, sin embargo, sonaban un tanto atropelladas, aunque poco parecía importar viendo la reacción de un público que seguía a lo suyo. Anclado en sus recuerdos y dispuesto a participar en el karaoke en que se convirtió El Sol al son de himnos generacionales como "Into Your Arms" o "The Great Big No". Sin embargo, Dando parecía un tanto disperso, perdido con la mirada, incomodo con el imperceptible movimiento de unas pocas personas que ocupaban el balcón trasero de la sala. Aprovechando su tirón entre el público instó con un clarividente grito de «Get the fuck out» que se fuesen de ahí y que alguien corriese las cortinas para evitar distracciones. Una gran mayoría aplaudió, secundando la propuesta y haciendo gala de populismo, tan de moda en estos días. Caprichos de Dando. Eso sí, dedicó al resto su siguiente canción: "Bit Part" y todos tan contentos.
Por momentos Evan parecía sufrir, esforzándose por no desafinar, pese a que no lo lograse del todo como en una desangelada "It’s A Shame About Ray". Las canciones propias se alternaban con alguna que otra versión, aunque el público volvió a tomar protagonismo en una coral interpretación de "It’s About Time" que fue poco a poco in crescendo. Jugueteaba a su antojo con la guitarra, intentando reproducir varios sonidos a la vez y recuperando clásicos como la romántica "Big Gay Heart" que siempre recuerda a sus queridos Flying Burrito Brothers. El momento de la noche, y ahí dónde sonó más puro y auténtico, llegó al interpretar la cósmica e irresistible "Return of the Grievous Angel", de Gram Parsons.
Prácticamente así se despidió, dejándonos con la extraña sensación de que no siempre tiene sentido recordar o aferrarse al pasado. Al menos tal como lo imaginamos. La noche se esfumó en un suspiro, como lo que fue. Una fallida muestra de efímeras dosis de nostalgia. Todo final tiene un principio y este fue la honesta puesta en escena de Kurt Baker, músico americano con estrechos vínculos con Madrid, quién en esta ocasión presentó su último trabajo: "Rock’n’roll Club". Baker desplegó oficio, aptitud socarrona con un deje a lo Matthew McConaughey y sobre todo powerpop crudo con grandes canciones como "In Love Alone", "Partied Out" o su maravillosa versión del "Cruel to Be Kind", de Nick Lowe.