Sala López, Zaragoza. Viernes 8 de noviembre de 2024.
Texto y fotografías: Javier Capapé.
La noche del viernes pasado una sala López que hacía mucho tiempo que no pisaba me esperaba para reencontrarme con el cancionista Javier Almazán, Copiloto para los amigos. El motivo bien lo merecía. La presentación de su último álbum, "Fundamental", en el que revisita sus canciones desde nuevos ángulos, se vestía de largo para habitar entre los presentes, porque estas canciones tienen tanto sentido en disco como en directo. De hecho, el propio disco es un directo grabado en estudio. Pero Copiloto quería ofrecer estas canciones desde otras perspectivas. Diferentes a cómo aparecieron en sus discos originales y con nuevos matices que también las diferenciasen de sus versiones más recientes. Por eso nos enamora la música en vivo.
El grupo se entregó de lleno a pesar de contar con un aforo que podría haber sido algo más generoso (aunque hay que decir que la oferta en salas esa noche era suculenta, con el norteamericano Tyler Ramsey también en la ciudad). Había mucho que celebrar y así se sucedieron los temas casi sin descanso. Como una apisonadora entraron en materia con "Los puentes hundidos", con una fantástica y potente pegada a cargo de Óscar Garza y Dani Moncayola. Las guitarras de Julia Sierra rugieron con fuerza en "Tu cara cuando miras los aviones" (con Almazán ya provisto de su telecaster) y continuaron con fuerza en "Dotes innatas". Tres pelotazos para abrir boca demostrando que venían pisando con fuerza.
Era una noche para contar con algunos de los invitados que aparecen en el disco, así como de otros que han estado desde siempre unidos a la música de Copiloto. Ese era el caso del primero en subir al escenario, el cada vez más imprescindible en la noche zaragozana Alberto Solobera. El slide de su guitarra dio la pauta para el fantástico blues de "Todo irá bien", una de las favoritas del guitarrista, que no formaba parte para la ocasión de la banda, pero que fue uno de los apoyos imprescindibles para la grabación de este disco. Por eso no podía faltar.
También tenía que contar la velada con espacio para canciones menos esperadas, como una emotiva "Lista de convocados" interpretada sólo con Lorien Vicente al piano. Irene Gómez dio su toque más emocional a "Ella dice", pura poesía acústica, mientras Javier Almazán iba poco a poco soltándose y regalándonos atinadas reflexiones con las que introducir muchas de las canciones. "Se lo tengo que decir" o "Crecer es matar a un niño" mostraron la solvencia de esta banda tan joven que apoya al oscense, sintiendo las canciones como propias y atreviéndose incluso con ejercicios medio improvisados como el que experimentamos con "Sidecar".
A falta de Nat Simons, que se encuentra grabando su próximo disco en Nashville, la joven Elem imprimió carácter a "No quiero a nadie" y la verdad es que demostró que la canción le sienta también como anillo al dedo a su potencia vocal. Aunque para juventud la de Aram, del grupo local Recoveco, que imprimió un aire casi hardrockero a "Uno vs. el mundo formal", un tema que nos recuerda el pasar de los años y la edad que, como bien dice su letra, no perdona, algo que trató de recordarnos Almazán a todos los presentes con esa acertadísima frase: "pasa la vida y te empantanas".
Los invitados se pasaban el testigo uno a otro y así llegó uno de los momentos más esperados de la noche. El mismísimo Gabriel Sopeña se subía a las tablas para interpretar una sentida e íntima "El amor y el mundo". Para este disco de Copiloto la idea era contar con Sopeña entre sus invitados. Entonces no fue posible, por eso lo vivido en la Sala López con su presencia fue un sueño cumplido. Un sueño para Javier Almazán, que nos contó cómo le descubrió siendo un niño al escucharlo cantando en una maqueta del grupo La Ley, que adquirió en los míticos Discos Linacero. Otros tiempos, otras perspectivas, pero las mismas voces y los mismos sueños.
Antes de despedirse tras un concierto algo breve, pero muy efectivo, Almazán nos recordó que él estaba fabricando sueños gracias a conciertos como éste, en el que no quería olvidar ningún instante, y nos invitaba a todos a hacer lo mismo. Vivimos una fiesta donde se dieron cita todos estos grandes amigos e invitados. Una fiesta que consiguió la última (y quizá definitiva) transformación de estas canciones que tantas alegrías han dado a Copiloto, antes y durante la gestación de "Fundamental", y así quiso compartirlo con los presentes.
Todo pasó muy rápido, y la banda se marchó tras un par de canciones más antes de que Copiloto se transformase en un auténtico trovador para interpretar sólo con su guitarra la canción que da título a su último disco, así como "Ser un libro abierto", donde echamos de menos al dúo Ixeya, que en el último momento tuvieron que poner freno a sus planes para estar también esta noche entre las voces invitadas. Entre sentidas palabras, la versión más cercana y sincera de Copiloto se despidió con "Salvar el día". Sin duda, éste no había sido un mal día para los presentes en la López, pero si no era el caso, Javier Almazán nos invitaba a salvarlo. Aún estábamos a tiempo, aunque automáticamente nos diéramos cuenta de que encima y debajo del escenario ya lo habíamos salvado.
Después de reavivar sueños y de guardar instantes fabricando recuerdos gracias a la magia que desprendieron las canciones y la solvente banda que acompañó a Copiloto, nos sentimos embriagados por el alcance de unas canciones que se sienten de veras. Cercanas y certeras. Que hablan de nuestras vidas y de nuestro tiempo y que, si les damos una oportunidad, se convertirán en fundamentales y nunca dejarán de acompañarnos.