Ronnie Spector: “Be My Baby”


Por: Javier González. 

Si tuviera que buscar un símil musical al término amor, diría que debe ser algo parecido a lo que uno siente al escuchar a Ronnie Spector cantar en directo “Be My Baby”, rompiendo el aire con su bella voz, sonriendo al público con carismático gesto, secundada por maravillosos arreglos y unos coros que elevaban no solamente la categoría musical de The Ronettes, sino también el corazón a otro estadio en el que solo deseas amar y ser amado. 

Por desgracia, no es oro todo lo que reluce en la vida y a veces la más pura de las historias de amor se convierte en una pesadilla capaz de condicionar y marcar tu existencia hasta extremos insospechados, tal y como relata la propia Ronnie en “Be My Baby”; la biografía que ahora nos llega en nuestro idioma de la mano del buen hacer de los compañeros de Liburuak, quienes han tenido el tino de acercarnos las vivencias de una mujer repleta de talento, adelantada a su tiempo y cuya azaroso recorrido junto al que fuera su marido, Phil Spector, lastró una carrera que sin haber tenido al enemigo en casa bien podría haber conseguido alcanzar cotas aún más importantes de las ya logradas dentro del género musical del siglo XX, donde, pese a todo, nadie puede negarle un lugar preeminente y mítico.

La obra comienza de manera inmejorable mostrando la fuerza del empeño de una jovencita para la que ni nacer en el Harlem hispano, ni tener un padre alcohólico, ni tan siquiera ser mestiza, con todo lo que aquello suponía para la época, fueron impedimento a la hora de triunfar. 

Y es que Ronnie Bennett acompañada por su hermana, Estelle Bennett, y su prima, Nedra Talley, consiguieran un éxito que venían persiguiendo desde la adolescencia como The Darling Sisters, formación con la que comenzaron a granjearse una fama, mutando a Ronnie and The Relatives, bajo cuyo nombre entrarían a formar parte de la discográfica Colpix, actuando durante este período en el Brooklyn Fox donde tendría lugar su transformación estética al mostrarse maquilladas, dotadas de cardados imposibles y recortando el tamaño de sus faldas en una señal de empoderamiento y autenticidad que no hizo sino dotar de más peso a su ya de por sí potente hechizo sobre el escenario. Una etapa que culmina, ya bajo el nombre de The Ronettes, con el fiasco en la lista de ventas que supuso “Good Girls”, la última de sus grabaciones en Colpix

En 1963 contactan con Phil Spector, quien ya conocía la existencia de la formación, pese a que en un primer momento lo ocultó, cerrando una audición con el afamado productor en los estudios Mira Sound de Nueva York, en la cual éste quedó prendando de la buena de Ronnie a nivel artístico y emocional a las primeras de cambio, llegando a afirmar “que aquella era la voz que andaba buscando”, dando, de esta forma, pistoletazo de salida a unos años en que The Ronettes ascendieron a los cielos de la popularidad no sin antes pagar el habitual peaje de sufrimiento que siempre se cobraba el afamado productor inventor del famoso muro de sonido. 

Tras varias sesiones de grabación infructuosas, registrando canciones que finalmente no serían editadas bajo el nombre del trio sino por The Crystals, finalmente en julio de 1963 se editó “Be My Baby”, una de las más grandes canciones de amor de todos los tiempos por letra, desarrollo, arreglos y armonías vocales. De su mano, The Ronettes vivieron unos años de éxito incontestable que les pusieron a la cabeza de la música de la época, donde tuvieron el placer de trabar amistad con los más importantes artistas del período, incluidos Beatles y Rolling Stones, en cuya relación es curioso apreciar el profundo interés que John Lennon sentía por Ronnie, a la que llegó a robar unos besos en un par de ocasiones y a la que invitó a alguna que otra fiesta privada con sexo en directo; del mismo modo que sorprende conocer el respeto casi reverencial que sentían los macarras Rolling Stones por ellas, conservando hasta sus últimos días el cariño y la amistad de Keith Richards, encargado de firmar el prólogo del libro, mientras iba desarrollándose un amor con cada vez más signos posesivos por parte de Spector hacia nuestra protagonista que bien podría haberle costado la vida. 

Apenas un espejismo de felicidad, pues a partir de este punto la obra comienza a convertirse en un drama. Celos y obsesiones por parte de Phil Spector que condicionan desde este punto la vida de Ronnie. Controlada hasta el exceso, alejada de The Ronettes, separadas de facto, privada de la posibilidad de grabar canciones libremente, lo que acabó por arruinar su carrera, y viviendo encerrada en una jaula de oro, bajo vigilancia y sin libertad para moverse a su antojo, algo que acabó sumiéndole en un círculo vicioso en el que la desmesurada ingesta de alcohol pudo ocasionarle graves e irreparables daños. 

Afortunadamente, tras varios amagos, Ronnie dejó atrás a Phil en 1972, saliendo literalmente descalza de su mansión y en compañía de su madre. Se despidió de un amor tóxico, repleto de locura, para coger las riendas de su vida y retomar la faceta musical con relativa modestia. Afortunadamente tuvo tiempo para vivir algunas aventuras, digna de mención es su “noche loca” con David Bowie, que a buen seguro hará las delicias de los melómanos más salseros, pero sobre todo tuvo tiempo para ser feliz, sentirse plena, cumpliendo el viejo anhelo de ser madre, y de volcar toda su experiencia en estas preciosas y duras memorias que tanto encierran de enseñanza para tantas mujeres en situación similar. 

“Be My Baby” es la historia de cómo el talento y empeño de Ronnie Bennett la convirtieron en un mito de la música en la gloriosa década de los sesenta; también es el relato de un amor puro y cristalino contaminado por los celos, la locura y el ansia de control por parte de un machista, egocéntrico, capaz de encerrar sí mismo casi todos los defectos de un hombre, que no paró hasta convertir una bonita relación en algo doloroso y destructivo. Pero por encima de todo es la historia de una mujer adelantada a su tiempo que supo sobreponerse a los malos momentos para mirar a la vida con la misma sonrisa natural y el paso firme que mostraba sobre las tablas. Lo dicho, si uno quiere poner voz y música al amor, no queda más remedio que pensar en Ronnie Spector, una triunfadora que supo rompió los grilletes para ganarse una merecida libertad dentro del Olimpo de diosas femeninas de la música moderna.