Por: Javier González
Bienvenidos a un recorrido real por la calles de Madrid; no, no hablo de las avenidas llenas de comercios y luces que hacen de las grandes ciudades de nuestro continente un claro ejemplo de mimetismo, gentrificación, capitalismo salvaje y pisos turísticos capaces de arruinar el carácter de los distintos barrios antigua raigambre; hablo de un lugar real, peligroso y a la vez atrayente, quizás extinto, pues muchos de sus protagonistas jamás volverán a cumplir los cincuenta años y otros de ellos no vivieron lo suficiente para contarlo, tipos brillantes en el arte del hedonismo que quemaron sus jóvenes vidas a los que David Krahe llamó en un alarde de lucidez “Los Persuadidos” y a los que quizás Rafael Berrio se refería en su brutal “Santos Mártires Yonkis”.
A todos ellos y a nuestra ciudad, Iñaki Domínguez les dedica este genial “Macarras Interseculares: Una historia de Madrid a través de sus mitos Callejeros”, un trabajo milimétrico donde muestra la realidad sociológica de muchos de los barrios de mayor renombre del foro desde los años sesenta hasta finales del siglo XX, en el marco de una lectura donde las pandillas toman la palabra en una narrativa de violencia, robos y delincuencia en busca de su propia supervivencia, donde hay un especial vínculo entre alguno de aquellos grupos y la cultura musical; es impresionante conocer la relación entre garitos y estilos musicales con ciertas tribus urbanas que impartieron justicia en las calles trasgrediendo las normas establecidas.
Sobrecoge conocer las historias más radicales de la banda de “Los Ojos Negros”, de la que formó parte Dum Dum Pacheco y que tuvieron relación con Camilo Sesto, acercarse hasta el temor rocker impartido por “Los Franceses”, quienes paraban por el “King Creole”, reyes de la ciudad en los años ochenta, tipos duros, curtidos en mil batallas, relatando sus enfrentamientos con la comunidad mod, o las más recientes cacerías entre skinheads y sharperos a mitad de camino de Malasaña y Arguelles; también hay espacio para la influencia americana del hip-hop traída de Torrejón, parada obligatoria en el movimiento “bakala” y hasta acercamiento a los pijos más malos de Madrid, llegando a capítulos dedicados a tipos a los que la música les importaba un bledo y a los que sí les gustaba el dinero fácil, las mujeres bonitas y las sustancias adictivas.
No “Macarras Interseculares” no es un libro musical, de la misma manera que no es una obra de sencilla lectura, ya que ni busca ni pretende edulcorar una realidad que durante muchos años fue la de nuestra ciudad, alejada de esos focos brillantes que tanto quisieron vendernos como “Movida Madrileña”. Su cometido es hablar de un Madrid real, de calle aledañas al centro con aspecto de trapicheo, prostitución y violencia, que no deja de ser llamativo por real y visceral, resultando casi animal.
Iñaki Domínguez nos presenta los nombres propios de una ciudad dotada de raza, haciendo gala de claroscuros más que patentes, mostrando el revés de una baraja que se debe conocer y que en el fondo también ha forjado nuestro carácter, ya que quien más y quien menos hemos escuchado esas historias de peleas entre bandas de distintos barrios y hemos caminado por esas calles de Vallecas, Carabanchel y Lavapiés a finales de los años ochenta, encontrándonos con esa otra cara a la que aquí se hace una lúcida y acertada referencia, algo que convierte a “Macarras Interseculares” en una obra moderna de obligada lectura para conocer la radiografía de una ciudad que fue más real que el escenario de película en la que hoy han querido convertirla.