Por: Juanjo Ordás
He pasado todo un fin de semana pegado a este libro, aprendiendo y riendo a partes iguales. Sabía qué esperarme porque el anterior volumen (“Loco: Cómo no llevar un estudio de grabación”) ya me había fascinado, ¿pero lograría esta segunda parte estar a la altura de la primera? Esa era la pregunta y la respuesta es un sí. Un rotundo sí. Es más, hay mejoras: La dosis de humor aumenta y la editorial ha hecho una obra de arte, incluyendo pequeños desplegables a todo color (no comento más para no chafar sorpresas). Leyéndolo, ser cerciora una vez más de que Paco es un productor único (más aún en España donde hay bastante menos productores de lo que parece) y que el enorme conocimiento que posee no está reñido con la humildad ni con el mencionado sentido del humor. ¡Los juegos de palabras que se inventa deberían garantizarle un sillón en la Real Academia Española!
Pero lo importante es que entre risa y risa, se desgranan discos. Pero desde las tripas, con profundidad, explicando los porqués y dando respuesta a preguntas que uno se hacía mientras los escuchaba o incluso a las que no se hacía. Y todo con facilidad. No hay que ser técnico de sonido para entender que es lo que ocurre con la grabación de las obras que deambulan por las páginas, porque Paco lo explica todo con sencillez. Y lo explica también que estoy seguro que gente a la que la música le da igual (¡sí, existen!) puede pasar un muy buen rato entre sus páginas. No sé si será por seguridad en sí mismo o porqué, pero tampoco se corta a la hora de explicar cómo consigue tal o cual sonido o cómo opera. Supongo que sabe que pone tanto de sí en su trabajo que nadie sería capaz de copiarle.
Es difícil escoger un momento culminante de la lectura porque hay varios, pero me atrevería a decir que el capítulo dedicado a la grabación de “Memoria” de la Habitación Roja es casi insuperable. Una peripecia detrás de otra. Y da igual que La Habitación Roja no te gusten, porque flipas con todo lo que rodeó a aquel disco y te entran unas ganas brutales de escucharlo. Bien, pues ese efecto se da también con Delafé, Hinds, Bunbury & Vegas… Lo dicho, “Loco 2. Cómo llevar un estudio de grabación y no morir en el intento” (Hurtado y Ortega) es un agujero negro que te absorbe y no te suelta. Y, por supuesto, queremos más. Queremos el tercer volumen.