Sala Bóveda, Barcelona. Sábado, 12 de mayo de 2018
Texto y fotografía: Àlex Guimerà
Willie Nile es todo un obrero del rock, a sus 69 años se resiste a jubilarse y sigue publicando discos y yéndose de gira. En concreto la gira española cuenta con hasta doce paradas en distintas ciudades y un pedazo de banda armada para la ocasión en la que recupera de anteriores visitas al guitarrista (y líder de los Stormy Mondays) Jorge Otero y al bajista Juanjo Zamorano, al que se ha añadido Danny Montgomery a la batería. Por ello, y porque adoramos su rock clásico de tintes ramonianos cuando no springsteenianos, es por lo que medio millar de fieles seguidores nos congregamos en la acogedora Sala Bóveda.
Texto y fotografía: Àlex Guimerà
Willie Nile es todo un obrero del rock, a sus 69 años se resiste a jubilarse y sigue publicando discos y yéndose de gira. En concreto la gira española cuenta con hasta doce paradas en distintas ciudades y un pedazo de banda armada para la ocasión en la que recupera de anteriores visitas al guitarrista (y líder de los Stormy Mondays) Jorge Otero y al bajista Juanjo Zamorano, al que se ha añadido Danny Montgomery a la batería. Por ello, y porque adoramos su rock clásico de tintes ramonianos cuando no springsteenianos, es por lo que medio millar de fieles seguidores nos congregamos en la acogedora Sala Bóveda.
Ataviado con su chaqueta y camisa negra (parche con la cara de Chrissie Hynde en brazo) el de Buffalo apareció con los suyos para conquistarnos de buenas a primeras con una potente versión de "Runnin' Down A Dream" del malogrado ídolo Tom Petty, con su imborrable riff. Y el espectáculo comenzó con este tipo llamado Robert Noonan de sospechoso tupé e ilimitada energía capaz de arrodillarse o de saltar en una edad en la que pocos son capaces. Su "bona nit" inicial y sus esfuerzos por hablar en castellano confirmaron como se pueden hacer buenas canciones y dar grandes conciertos desde la simpatía y la humildad.
Un setlist en el que proliferaron las guitarras eléctricas, en temas country ("This Is Our Time"), en piezas pensadas para tocar en estadios ("Black Magic And White Lies") o en rock' n roll de cuero ("Hell Yeah"). Y entre medio muchos "nananás" ("Give Tomorrow"), "uhuuuus" ("Heaven Help The Lonely") y "ahaás" ("Forever Wild"). Temas que fueron presentados uno a uno (lo mismo que hizo con su banda hasta en tres ocasiones), mostrando su conciencia social con los más desfavorecidos en especial con los niños, los mayores y los invidentes. Respecto a estos dedicó "If I Ever See The Light" y "Magdalena", esta última según contó dedicada a una chica de León que le regaló una tarjeta con su nombre escrito en braille.
Mención aparte en el set a la parte de teclado, por cierto colocado en el escenario por los propios músicos, en la que tocó la famosa "Streets Of New York", dedicada a la ciudad en la que "hay los más ricos y los más pobres y entre medio pasan cosas que inspiran canciones", y el baladón "Across The River" de su homónimo disco de debut de 1980.
De su último disco "Positively Bob: Willie Nile Sings Bob Dylan" (2017) en el que versiona temas del ""Shakespeare del Rock' n Roll" tocó una reinventada por cañera "Rainy Day Woman # 12 & 35" y la archifamosa "Blowin' In The Wind" a todo trapo. Y para el final la declaración de amor al rock "A House Of A Thousan Guitars", "One Guitar" y su mensaje "con solo una guitarra se puede cambiar el mundo" y la punk "You Gotta Be a Buddha".
Luego llegaron las reverencias de los cuatro a babor hacia el respetable y tras bajar del escenario las firmas de discos , fotos y charlas con unos seguidores que acabaron satisfechos. Para al fin, seguir siendo otro día más en la vida de este pequeño rockero de pico y pala.