Por: Àlex Guimerà
Paul Weller siempre se ha sentido muy influenciado por los sonidos de la música negra. Con The Jam los ritmos Motown eran más que patentes, luego con los Style Council repasó todos los formatos de la black music: rhythm ' n blues, jazz, funky y el soul, para acabar en su carrera en solitario con interesantes fases en las que ha abordado tales texturas. Es el caso de su último trabajo "A Kind Revolution", que llega justo después de su primera banda sonora "Jawbone", publicada este mismo año y que comenzó a grabar tras terminar el galáctico "Saturns Patterns". Al igual que aquel, en el actual la creatividad de Weller despega sin clichés y aúna lo mejor de la tradición con unos supuestos caminos que quiere explorar, que para la ocasión ya hemos dicho se tiñen especialmente de color.
"Woo Sé Mama" es puro rhythm' n blues marca de la casa, y seguro que va a permanecer en los setlist de sus conciertos por mucho tiempo. Enorme en la guitarra, en el teclado hammond (universo Booker T & The MG's) y en el desarrollo instrumental final. Con "Nova", en cambio, se proyecta psicodélico y saltarín, recordando la onda que llevó Damon Albarn en los primeros Blur. "Long Long Road" es un baladón de violines épicos con alto sentir de la música negra. Sus filtros de nuevo saben captar la esencia de los mejores sonidos de color, calurosa a la vez que poderosa, el enésimo clásico del músico de Surrey.
"She Moves With The Fayre" , que goza de la participación de la trompeta del gran Robert Wyatt, es un arrebato funky magistral con cierto regusto de la Motown setentera y de Marvin Gaye. Con "The Cranes Are Black" se pone más espiritual de la mano de un piano y una voz que luce esplendorosa, sin contar con el fabuloso coro que le arropa. "Hopper" es triunfal merced a un ritmo embaucador y a unos pianos y trompetas deliciosos.
"New York" fue la primera grabada del disco y resulta irresistible para bailar con unos ritmos caribeños, unos riffs de guitarra que miran hacia Carlos Saltana y de nuevo un hammond que se sale. En el comienzo de "One Tear" lo que se oye es una arpa, como antesala de una pieza disco 70' s remozada por los efectos de las nuevas tecnologías y las voces secundarias de Boy George. "Satellite Kid" es un blues a lo Bill Withers mezclado con funk-jazz. De inicios jazzies aunque más introspectiva encontramos la final "The Impossible Idea", con un estribillo redondo con el que nos viene a la mente David Bowie.
Sin apenas descanso discográfico, Paul Weller vuelve para pegarnos donde más duele y tira de galones y experiencia mirando hacia la música que siempre le ha guiado para manufacturar, sin estridencias ni pretensiones, diez nuevas piezas primorosas, sólidas y muy autocomplacientes.