Vuelve Loquillo y, aunque suene irremediablemente tópico, lo hace de la mejor forma posible con un excepcional trabajo como “La Nave de los Locos”; el disco que le reencuentra de manera completa con Sabino Méndez, guitarra y compositor principal de gran parte de las canciones pertenecientes a la época dorada de Los Trogloditas, quien ya colaborará de manera puntual con el Loco cediéndole algunas canciones para su anterior álbum de estudio el más que celebrado “Balmoral”, dando por zanjada de una vez por todas la agría polémica que mantuvieron años atrás.
Este es un álbum que nos devuelve al Loquillo más decididamente rockero, combativo, enérgico y directo que uno recuerde en años, algo que queda bastante claro cuando apenas han transcurrido unos pocos segundos de “La Nave de los Locos” (Sin Novedad en el Paraíso), el corte encargado de abrir fuego, nunca mejor dicho, con un furioso guitarreo heredero de la escuela Neil Young en su vertiente cercana a “Rockin in the Free World”, en el que el vocalista del Clot ejerce de francotirador desgranando una cruda fotografía en blanco y negro de lo que es la realidad de nuestro país en estos días, dejando por el camino frases que a buen seguro pasarán a la posteridad de su cancionero (Sabemos que hay de todo/ pero que muy pocos de los sueños febriles son para nosotros), en una línea parecida se mueve “Contento”, el corte elegido como single de adelanto para promocionar esta “Nave”, pero si acaso con un optimismo latente todavía más evidente que invita a cerrar los puños y apretar la mandíbula para dar guerra en tiempos convulsos.
Una de las grandes virtudes de este disco radica en que tanto la habitual banda encarga de arropar la voz de Loquillo, capitaneada por Igor Paskual y repleta de talentos del calado de los de Josu García, Alfonso Alcalá, Laurent Castagnet y Santi Comet, como la excepcional producción del ya habitual y siempre presente Jaime Stinus, han sabido encontrar ese punto intermedio que dota a las canciones de una elegancia heredera del sonido “Balmoral”, sin por ello renunciar a la fuerza y crudeza del rock, algo que es evidente en cortes como la emocionante “Paseo Solo”, las insuperables de claro cariz épico “De vez en cuando y para Siempre” y “Planeta Rock”, o la sutil delicadeza de “Luna sobre Montjuïc”, en las que es innegable el influjo de bandas clásicas como The Velvet Underground y de otras más actuales como Echo and the Bunnymen, aunque quizás por concepto, no tanto por la forma en que suenan, deberíamos retrotraernos a la perfecta unión de actitud, estilo y grandes canciones que en su mejor etapa propugnaron los míticos The Stranglers.
Por el camino hemos dejado un conjunto de composiciones de calidad pero de temática más dispersa como la furiosa y juguetona “El Mundo necesita Hombres Objeto”, que a buen seguro encontrará acomodo en los directos del músico catalán, la sorprendente por noventera y hedonista “Muñecas Rusas”, y la inquietante “Mi bella ayudante en Mallas”.
El epilogo del álbum lo marca el “bonus track” “Canción de Despedida”, un sencillo corte que se mueve en los claros parámetros del pop sesentero en el que Loquillo comparte protagonismo vocal con Mikel Erentxun, otro veterano de nuestra escena que ha demostrado seguir estando en plena forma con su última obra “24 Golpes”.
La valoración final respecto a “La Nave de los Locos” no puede ser más que positiva, puesto que por fin parece darse por terminada el proceso de transición de un Loquillo que llevaba tiempo queriendo fusionar su vertiente rockera con aquella más pretendidamente elegante, algo que logra gracias a un álbum acertadísimo y vigente como pocos, con el que a buen seguro logrará sorprender, otra vez, a propios y extraños. Sobre todo por el hecho de que pocos a su edad son capaces de reinventarse con un nuevo disco repleto de rock y sofisticación, sin perder por ello el norte de lo que ha sido toda su carrera. Por ello se puede afirmar sin temor a sonar grandilocuente que éste es uno de los mejores álbumes que ha firmado el Loco durante su extensa trayectoria. Algo que celebramos profundamente.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com