Calexico surgió de la idea de dos de los componentes de Giant Sand, Joey Burns y John Convertino, tras abandonar la compañía de Howe Gelb. Desde el primer momento decidieron crear un proyecto con una identidad totalmente reconocible y hasta cierto punto innovador, al aunar el sonido de raíces norteamericanas con la música fronteriza, y todo el abanico de posibilidades que se desprende del camino que separa esos dos puntos. Una decisión que guarda una ineludible relación con su lugar de origen, Tucson (Arizona), situado en pleno cruce de caminos.
Su nuevo disco, el séptimo de su carrera, lleva por título “Algiers”, en referencia directa al nombre de un barrio de Nueva Orleans, localidad en la que se ha grabado este disco. Una zona que dada las diversas influencias a las que está sometida, a priori, parece ser un entorno idóneo para estos auténticos expertos en compaginar sensibilidades musicales variadas. Para registrar todo lo allí acontecido han recurrido a su productor de cabecera, Craig Schumacher.
Estamos ante un álbum relajado, donde predominan los tiempos lentos y en el que ese sonido fronterizo tan característico de la banda, aunque es verdad que cada vez se ha ido manifestando menos obvio y no tan presente en primera línea, aparece más difuminado en las composiciones, sin dejar, eso sí, de dejar su sello.
No es de extrañar por lo tanto encontrarnos con melodías elegantes y a ratos luminosas (sobre todo en lo que respecta a su juego de voces) al estilo The Jayhawks, como en la embriagadora “Epic” o en la más movida “Splitter”, en la que además se vale de su característica sección de metales. Un folk íntimo y delicado, englobando artistas como Damian Rice o Ron Sexsmith, será el camino utilizado en “Fortune Teller” , algo que se presentará de forma todavía más minimalista y desnuda en “Better and Better”.
En una vertiente más rockera y con unas ambientaciones más siniestras se desarrollan “Maybe on Monday”, perfectamente apoyada por una lírica acorde (“Skies dark and the wind blew the trees down, I watched as the world slipped away”), y “Sinner in the Sea”, en la que comienzan a asomar evidentes toques latinos que aderezan una construcción de los más heterogénea (se pueden escuchar desde el sonido de una farfisa a las trompetas) que sirve para reflexionar sobre la relación entre Cuba y Estados Unidos.
Esa parte “fusionadora”, matiz diferenciador de los de Arizona, toma su mayor esplendor en la instrumental “Algiers”, por medio de un blues-rock que se da cita con el desierto fronterizo. En “No te vayas”, cantada a medio camino entre el inglés y el castellano, al margen de contar con la presencia de Jacob Valenzuela y Jairo Zavala (ex La Vacazul y actualmente con Depedro), se acerca de manera más evidente a la música mexicana. El punto final al álbum la pone la evocadora, gracias en buena medida a la sobrecogedora sección de cuerdas, “The Vanishing Mind”.
Puede que “Algiers” sea el disco más accesible, o de los más, de la discografía de la banda y que sus composiciones habitualmente áridas ahora se construyan sobre melodías más “pop”. Pero no hay género de duda de que estamos ante un disco que resulta elegante y reflexivo en el que el mestizaje de sonidos cobra un menor protagonismo, apareciendo, eso sí, para completar unas composiciones de altísimo nivel.
Por: Kepa Arbizu