Hace unos días se puso a la venta “Grietas” el tercer disco en solitario,
si atendemos a los trabajos que contienen material totalmente novedoso, de Shuarma, el que fuera vocalista, líder
y principal compositor de Elefantes,
banda de sobra conocida por el gran público que se coló en las vidas de muchos
de nosotros allá por el año 2000 gracias a la publicación del que por entonces
era segundo álbum, “Azul”, de cuya
producción se encargó Enrique Bunbury.
Desde aquel momento inicial hasta ahora muchos han
sido los hechos que han acontecido en la carrera del músico catalán. Y es que durante
todos estos años coqueteó, junto con el resto de la manada, con el éxito
mayoritario, sufrió los desgastes propios de una larga convivencia en el seno
de un grupo, desembocando en la posterior ruptura del proyecto con el que se
labró un nombre dentro de nuestro panorama, dando paso finalmente al inicio de
una carrera en solitario, con la dificultad y el enorme lastre que ello
conlleva, cuya premisa inicial era alejarse lo más posible del sonido que
caracterizó a Elefantes.
Tres discos contemplan esta nueva andadura, “Universo”, “El Poder de lo Frágil” y el ya citado “Grietas”. De los dos primeros resaltaremos que su principal virtud, sin querer menospreciar lo que en ellos se incluye, es que han posibilitado que Shuarma, con sus aciertos y errores, haya llegado hasta el punto en que se encuentra actualmente. Ese punto no es otro que el de un artista reconocible, en un estado de madurez y brillantez absoluto, capaz de haber alumbrado el que hasta la fecha es el mejor, más personal y autobiográfico trabajo de su ya dilatada trayectoria.
Tres discos contemplan esta nueva andadura, “Universo”, “El Poder de lo Frágil” y el ya citado “Grietas”. De los dos primeros resaltaremos que su principal virtud, sin querer menospreciar lo que en ellos se incluye, es que han posibilitado que Shuarma, con sus aciertos y errores, haya llegado hasta el punto en que se encuentra actualmente. Ese punto no es otro que el de un artista reconocible, en un estado de madurez y brillantez absoluto, capaz de haber alumbrado el que hasta la fecha es el mejor, más personal y autobiográfico trabajo de su ya dilatada trayectoria.
Y es que en “Grietas”
recupera esa forma tan particular de facturar composiciones, repletas de
belleza, sinceridad y sensibilidad que solamente un genio de su calado es capaz
de crear, con el añadido de haber elaborado un álbum de apariencia frágil que
acaba por mostrarnos muros de sonido de relativa crudeza experimental, y que
además cuenta con un punto épico que le sienta como anillo al dedo.
Todo ello al servicio de unas canciones que si bien
no entran con sencillez en primeras escuchas, sobre todo en el caso de las
iniciales “Lo que Queramos Creernos”,
“Tú” o “Solo”, ni por melodía ni por literatura, acaban
por imponerse, merced a los pequeños detalles, a medida que se acude a las
mismas, dando forma a un conjunto en el que lo que brilla, por encima de los
potenciales singles, es el colectivo, pero en el que de igual forma sobresalen
cortes que darán que pensar por su relativo contenido social como “Rompe el Espejo”, un claro alegato en
favor de liberarnos de las ataduras que impone la actual sociedad, la
trepidante, y de video controvertido, “Llueven
Piedras”, la titular “Grietas” o “Habrá que Caer”, un corte realmente estremecedor.
Como sorprendente debemos calificar las
ambientaciones con que nos sorprende el músico catalán en “Dame más Veneno” y, sobre todo, en “En el Pecho”, sin duda alguna una firme candidata para convertirse en la
mejor canción que jamás haya compuesto Shuarma,
emocionante e intensa de principio a fin que se enlaza con “Prefiero estar Aquí”, una balada
intimista que con el único sustento de un piano cierra desde la calma un
trabajo impresionante.
Llegaría ahora el turno de poner una nota al disco.
Verdaderamente no me veo capacitado para hacerlo.
Pero sí para confesar algo
común a todos nuestros colaboradores. Lo cierto es que en las últimas semanas
no podemos dejar de recurrir a “Grietas”
una y otra vez, de manera incesante. Creemos que esa es la mejor valoración que
podemos hacer del mismo. Y además confesamos que lo hacemos con la mejor de las
sonrisas en nuestros labios, algo que sin duda responde al hecho de haber
vuelto a rencontrarnos con un viejo amigo que, en cierta medida, recupera la
forma de facturar himnos que le granjearon nuestra simpatía y cariño.
Por: Javier González/ javi@elgiradiscos.com