Se quiera o no, apellidarse Earle, o lo que es lo mismo ser hijo de
Steve Earle, y tener de nombre Townes, en homenaje a Townes Van Zandt, son condicionantes
que marcan de antemano el camino a tomar por uno en el mundo de la música. Si a
eso le sumamos poseer un tono de voz con algunas similitudes a la del padre y
por si fuera poco flirtear con varias adiciones, tenemos formado un semblante
muy determinado.
Todo esto no quiere decir que Justin Townes Earle se guíe únicamente
por sus genes, al contrario, a pesar de que en su música las raíces de la
música americana tradicional es esencial, no es menos cierto que estamos ante
alguien de treinta años y que por lo tanto tiene su bagaje e influencias
acordes con su edad. Una mezcla explosiva que tiene como consecuencia un
torbellino en lo profesional y lo vital.
Su nuevo disco, de interminable
nombre (“Nothing’s Gonna Change the Way
You Feel About Me Now”), hace el número cinco de su carrera. En todos ellos
el folk-country, por decirlo de una forma genérica, ha sido la guía aunque
según los momentos lo presente de una manera u otra. En este nuevo trabajo por
ejemplo sonará con una influencia clara del soul y fuertemente intimista.
La grabación, llevada a cabo de
forma muy directa y en la que de nuevo ha colaborado Skylar Wilson en labores de producción, tuvo lugar en un estudio de
Carolina del Norte construido en una antigua iglesia. Quizás haya heredado de
esa ubicación ese ambiente relajado y reflexivo que desprenden sus temas.
Ya desde el primer momento, en “Am I that lonely Tonight?”, se va notar
la influencia del soul, en este caso de una forma dulce, muy instrumentada pero
con exquisito cuidado y dando forma a una melancólica, casi dolorosa, melodía
que recuerda a otro de los orfebres de este tipo de sonido como es Ron Sexsmith (más concretamente en su
trabajo “Exit strategy of the Soul”).
Pero la presencia de la música
negra tomará diferentes caras y formas: desde el intimismo y lo pausado de “Down on the lower east Side”, en la que
una trompeta con sordina colabora a ese estado de casi ensoñación; el más
dinámico “Look the other Way” en la
que asoma Van Morrison con claridad
o el sonido clásico “made in Stax”, de nombres como Otis Redding o Solomon Burke
principalmente, que desprende “Memphis in
the Rain”.
El disco abarcará también otras
tonalidades como el rock and roll con un incipiente piano en “Baby’s got a bad Idea”, el folk country
profundo y elegantemente ornamentado de “Won’t
be the Last time”que le lleva a
terrenos como los de Bonnie
“Prince” Billy, y en la que reflexiona sobre su pasado, o la sorprendente “Movín’ On”, que probablemente sea la que
más ritmo y cadencia tenga de todo el disco y curiosamente lo consigue por
medio de una austera base musical de rhythm and blues.
Justin Townes Earle cita a su padre en varios momentos del disco,
lo hace aceptando su presencia pero situándola en el pasado, una sensación que
en lo musical queda reflejada en este nuevo álbum que suena totalmente personal
y aleja las dudas, que ya no deberían quedar, sobre su talento propio. En esta
ocasión lo hace con un trabajo sobrio, profundo y de una desbordante calidad.
Kepa Arbizu