La influencia real de algunos grupos va mucho más allá del reconocimiento o fama con la que cargan. No se trata de asignar títulos de autenticidad pero Green on Red, por ejemplo, son una banda capital a la hora de buscar antecedentes en lo que en los últimos años se ha denominado el alabado sonido “americana”.
En esa banda que inició su andadura por los años ochenta militaba Chuck Prophet. Un músico que una década después y ya en solitario, sin la compañía de sus compañeros, ha avanzado de forma pausada pero segura hasta convertirse en una voz reconocible y de gran calidad dentro del rock americano.
Estamos ante un disco que tiene una ciudad, San Francisco, como centro neurálgico de su estructura. Decisión no demasiado habitual en los músicos y que esta vez toma forma disimulada, y aunque el homenaje es evidente ya desde el título “Temple beautiful” (en referencia a una antigua sinagoga reconvertida luego en club de punk rock ubicado en la ciudad), en su desarrollo es mucho menos obvio, y en verdad, a las vista de los no habitantes del lugar, estamos ante una colección de historias humanas atemporales y válidas para cualquier ubicación posible.
Con la sempiterna colaboración de Stephanie Finch, a la sazón su mujer, con este nuevo álbum vuelve a dar otra lección de sonido americano clásico pero tratado con desparpajo y sin ataduras. En este caso con un crisol de personajes y situaciones, muchas reales otra ficticias, contextualizadas en la ciudad norteamericana.
El disco lo inaugura “Play that song again”, un rock americano, con un estribillo de lo más popero, a medio camino entre el Graham Parker actual y Lou Reed, donde saca todo el jugo posible a una instrumentación que estará presente a ratos por todo el álbum. Bajo esas premisas pero con forma de medio tiempo, al modo de Elliot Murphy, aparece la brillante “Willy Mays is up at bat”. Sensaciones que todavía se harán más patentes, y agrandando el tono épico, en temas como “Emperor Norton in the last year of his life (1880)” que servirá de magistral colofón.
Pero Chuck Prophet sabe moverse por terrenos muy diferentes, y eso sin que el oyente sea consciente de cambios bruscos gracias a su manera tan personal y depurada de hacerlo. En “Castro halloween” dará rienda suelta a su vena más power-pop extrayendo de ella grandes melodías, cosa que continúa de alguna manera con la jovial, animada y “vintage” “Little girl, little boy” en la que Stephanie Finch hace acto de aparición de manera estelar. Sin embargo, en “Museum of broken hearts”, apoyado en una gran labor de los teclados y la sección de cuerdas, se producirá uno de los momentos más melancólicos entre aires soul. Esta facilidad para moverse por diferentes sensaciones le emparenta con su amigo, y con el que ha colaborado en ocasiones, Alejandro Escovedo, como se demuestra en la cruda “Who shot John”, donde unas fuertes guitarras se ponen al servicio de una ambientación dramática.
Mención especial para la canción que da nombre al disco y que a modo de rock and roll clásico pero interpretado con la energía y el arresto del punk, sirve de compendio a un disco que colecciona emociones pero también influencias musicales que evidencia el propio Prophet. Y que mejor manera de demostrarlo que haciéndose acompañar en este tema por Roy Loney, de The Flamin’ Groovies.
Si en su anterior álbum, “Let freedom ring”, el ex Green on Red puso el listón en lo más alto demostrando que probablemente está en su mejor momento musical, donde la madurez adquirida le lleva a conocer y a explotar con creces las cualidades que posee, este nuevo lanzamiento apuntala esa idea con rotundidad.
Kepa Arbizu